Todas las teorías, por seductoras que sean, necesitan estar apoyadas sobre fenómenos físicos, sin lo cual no se puede ver en ellas más que brillantes productos de la imaginación sin valor positivo. Cuando los espíritas anuncian que el alma está siempre revestida de una envoltura fluídica, tanto durante la vida como después de la muerte, tienen el deber de presentar la prueba que de muestre que sus afirmaciones están justificadas. Porque nosotros sentimos vivamente esta necesidad, es por lo que vamos a exponer algunos casos de desdoblamiento del ser humano, tomados entre un gran número que nuestro restringido cuadro no nos Permite reproducir.
En un libro precedente hemos citado no pocos casos de bicorporeidad; pero en tales misterios hay que multiplicar los ejemplos, a fin de imponer la convicción. Es más, encontramos en estos relatos, circunstancias características que ponen en evidencia la inmortalidad del alma y las propiedades de este cuerpo imponderable cuyo estudio hemos emprendido.
LA SOCIEDAD DE INVESTIGACIONES PSÍQUICAS
El escepticismo contemporáneo se ha visto violentamente conmovido por la conversión al Espiritismo de los sabios más respetables de esta época. La invasión de los espíritus en el mundo terrestre se ha producido por manifestaciones tan verdaderamente sorprendentes para los incrédulos, que ha habido hombres serios que se han puesto a reflexionar y han resuelto estudiar por sí mismos estos hechos anormales, tales como la transmisión del pensamiento a distancia y sin contacto entre los operadores, la doble vista, las apariciones de vivos o de muertos, etc.; hasta entonces consideradas todas como supersticiones populares.
Bajo el imperio de estas ideas se fundó en Inglaterra una Sociedad de Investigaciones Psíquicas, cuyos trabajos conquistaron inmediatamente gran autoridad, justamente adquirida por la precisión, la escrupulosidad y los métodos aportados por esos investigadores en esta gran conquista. Los principales resultados obtenidos han sido consignados por los Sres. Mycrs, Gurney y Podmore en dos volúmenes titulados Plantasms of the living (Fantasmas de vivientes), y las observaciones, recogidas diariamente, son relatadas en actas, cuya publicación tiene lugar todos los meses bajo el nombre de Proceedings. La sociedad inglesa ha dado origen a las ramas americana y francesa. En Francia sus miembros fueron, especialmente, los Sres. Baunis, Bernheim, Ferré, Pierre Jariet, Liébault, Ribot y Richet.
El Sr. Marillier, “maítre de conferénces” en la Escuela de Altos Estudios, ha hecho un extracto de la traducción de Phantasms of the living, bajo el título impropio de Alucinaciones tele páticas. De este libro vamos a sacar la mayor parte de los nuevos testimonios que evidencian la dualidad del ser humano. Los espíritus deben un gran reconocimiento a los miembros de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas, pues dichos señores han pasado largos años coleccionando observaciones, bien probadas, de apariciones de todo tipo. Todos los casos han sido sometidos a un severo examen, tan completo como ha sido posible, certificados, sea por testigos efectivos, sea por aquellos que tenían datos de testigos directos. Debido al gran valor de los investigadores y al cuidado que tuvieron para eliminar las causas de error, nos hallamos ante una masa considerable de documentos auténticos, sobre los cuales podemos hacer descansar nuestros estudios. Los experimentos tuvieron por objeto, en primer lugar, estudiar la posibilidad de establecer comunicación mental entre dos inteligencias, sin ningún signo exterior.
Notables resultados se han obtenido de esta acción de un espíritu sobre otro sin con tacto sensible, la cual ha sido llamada telepatía. Pero el fenómeno pronto tomó otro aspecto: se desarrolló hasta el punto de que ciertos operadores, en lugar de transmitir simplemente su pensamiento, se mostraron al otro sujeto: luego, ha habido una verdadera aparición. Después que el presente estudio se publicó, se realizó un gran progreso en Francia; especialmente con la creación de I’ Institut Métaphysiquc International (fundado por Juan Meyer), dirigido por el Dr. Geley y un Comité de sabios, entre los cuales se encontraban el profesor Ch. Richet, Sir Oliver Lodge, etc. Este Instituto, instalado en el 89 de la Avenida Niel, París, fue reconocido de utilidad pública.
¿Qué explicación se podría dar a estos hechos? Los experimentadores no son espíritas, no admiten la existencia del alma tal como es definida por el Espiritismo; están, pues, obligados a formular una hipótesis. He aquí dónde se han detenido: el sujeto impresionado no tiene una visión real, sino simplemente una alucinación; es decir, que se figura ver la aparición igual como ve a una persona física; pero ese fantasma no es exterior, sólo existe en su cerebro; la visión es subjetiva, no objetiva; es decir, es in terna; no obstante, esta ilusión psíquica coincide con un hecho real: la acción voluntaria del operador, es por ello que se le llama alucinación verídica o telepática.
Multiplicándose las observaciones, se ha advertido en seguida que la voluntad consciente del agente no era necesaria, y que un individuo podía aparecerse a otro sin un propósito determinado anteriormente; esto coincide entre un acontecimiento verídico y una visión (a la cual se afirma que forman parte la mayoría de las exposiciones reproducidas en la obra Phantasms of the living). Si tuviésemos tiempo de pasar revista a todos los fenómenos de acciones telepáticas relatados en los dos libros citados y los Proceedings, nos sería fácil demostrar que la hipótesis de la alucinación es completamente insuficiente para explicar todos los hechos. Podemos, con el gran naturalista inglés Alfred Russell Wallace, señalar en estos relatos cinco pruebas de la objetividad de algunas de esas apariciones:
1° La simultaneidad de la percepción del fantasma por varias personas.
2º La aparición es vista, por diversos testigos, ocupando diferentes sitios, respondiendo a un movimiento aparente; o bien es vista en el mismo sitio a pesar del desplazamiento del observador.
3° Las impresiones producidas por los fantasmas sobre los animales domésticos.
4º Los efectos físicos producidos por la visión.
5º Las apariciones, sean visibles o no por las personas presentes, pueden ser y han sido fotografiadas. La teoría de la alucinación telepátíca, provocada o espontánea, sólo ha sido imaginada, creemos, para no chocar demasiado de frente con las ideas preconcebidas de un público aún tan poco familiarizado con los fenómenos naturales; pero que presiente el lado misterioso que estos fenómenos deben a lo imprevisto y a las circunstancias graves en que generalmente se producen.
He aquí, en efecto, las reflexiones de M. Gurney, redactor de los Phantasms: “Podemos preguntarnos si tenemos derecho a establecer un lazo entre los resultados experimentales que hemos discutido (1a transmisión del pensamiento) en los capítulos precedentes y los fenómenos que acabamos de describir (apariciones de experimentadores). He dicho que eran fenómenos de transición y que podían permitir pasar de los fenómenos de transmisión experimental de pensamiento a los casos de telepatía espontánea; pero se podría sostener que existe un abismo infranqueable entre los fenómenos ordinarios de transmisión de pensamiento y estas apariciones del agente.
La diferencia radical es que el objeto que aparece, no es aquél sobre el cual se había concentrado el pensamiento del operador. En el caso que acabamos de estudiar, el agente no pensaba en él, en su aspecto visible. El aspecto exterior de una persona ocupa relativamente poco lugar en la idea que se forma de ella misma; y, sin embargo, es precisamente este aspee lo exterior el que es percibido por el sujeto. Chocaremos con esta misma dificultad en el caso de telepatía espontánea; mientras la impresión reflejada sobre el espíritu del sujeto no sea más que la reproducción de una imagen o de una idea que existe en la mente del agente, se puede concebir un fundamento psicológico en los fenómenos de transmisión de pensamiento. Pero la interpretación de los hechos se hace mucho más difícil cuando es algo más que la imagen que se representa el agente la que aparece ante los ojos del sujeto, o sea, cuando es la forma del propio agente la que se muestra.
“A... muere, se aparece a B.., que está a una gran distancia de él. No podemos apreciar lazo alguno entre estos dos fenómenos, por lo menos en el dominio de la conciencia clara. Podríamos, no obstante concebir la acción del agente sobre el sujeto haciendo intervenir los fenómenos inconscientes. Pero tal vez es preferible reconocer la dificultad y decir que en la aproximación que hemos intentado, entre la transmisión experimental del pensamiento y la telepatía espontánea, no hemos tenido en cuenta nada más que el aspecto fisiológico de los fenómenos.”
Los escrúpulos de M. Gurney son completamente legítimos, pues la lectura de los Proceedings los justifica ampliamente. La transmisión del pensamiento, ya difícil de producir, es un hecho relativamente sencillo respecto del que nos ocupa. Se puede comprobar en efecto, cuando uno se entrega a una larga serie de experimentos, que el número de veces en que se obtiene la adivinación de una cifra exacta, es con mucha frecuencia superior al resultado indicado por el cálculo de probabilidades. Una figura geométrica es aún más difícilmente percibida por el sujeto, y para que las órdenes mentales se ejecuten, es preciso normalmente, lo mismo que para las transmisiones de sensaciones, que las personas sometidas a la experiencia estén sumidas en el sueño hipnótico. Se ve que existe un abismo entre estas modalidades rudimentarias de una inteligencia influida por otra y tas apariciones, que son un fenómeno complejo que pone en juego todas las facultades del espíritu.
No obstante, en ciertos casos se puede sostener que la aparición es una alucinación pura y simple, producida por el pensamiento del agente. Son las circunstancias que acompañan la visión las que deben servir de criterio para juzgar la objetividad de la aparición. Por otra parte, vamos a juzgar sobre el fundamento de la explicación alucinatoria examinando los hechos. No pudiendo citar todos los casos, tomaremos un ejemplo entre cada una de las clases de fenómenos, remitiendo al lector para más amplias informaciones a los documentos originales.
En un libro precedente hemos citado no pocos casos de bicorporeidad; pero en tales misterios hay que multiplicar los ejemplos, a fin de imponer la convicción. Es más, encontramos en estos relatos, circunstancias características que ponen en evidencia la inmortalidad del alma y las propiedades de este cuerpo imponderable cuyo estudio hemos emprendido.
LA SOCIEDAD DE INVESTIGACIONES PSÍQUICAS
El escepticismo contemporáneo se ha visto violentamente conmovido por la conversión al Espiritismo de los sabios más respetables de esta época. La invasión de los espíritus en el mundo terrestre se ha producido por manifestaciones tan verdaderamente sorprendentes para los incrédulos, que ha habido hombres serios que se han puesto a reflexionar y han resuelto estudiar por sí mismos estos hechos anormales, tales como la transmisión del pensamiento a distancia y sin contacto entre los operadores, la doble vista, las apariciones de vivos o de muertos, etc.; hasta entonces consideradas todas como supersticiones populares.
Bajo el imperio de estas ideas se fundó en Inglaterra una Sociedad de Investigaciones Psíquicas, cuyos trabajos conquistaron inmediatamente gran autoridad, justamente adquirida por la precisión, la escrupulosidad y los métodos aportados por esos investigadores en esta gran conquista. Los principales resultados obtenidos han sido consignados por los Sres. Mycrs, Gurney y Podmore en dos volúmenes titulados Plantasms of the living (Fantasmas de vivientes), y las observaciones, recogidas diariamente, son relatadas en actas, cuya publicación tiene lugar todos los meses bajo el nombre de Proceedings. La sociedad inglesa ha dado origen a las ramas americana y francesa. En Francia sus miembros fueron, especialmente, los Sres. Baunis, Bernheim, Ferré, Pierre Jariet, Liébault, Ribot y Richet.
El Sr. Marillier, “maítre de conferénces” en la Escuela de Altos Estudios, ha hecho un extracto de la traducción de Phantasms of the living, bajo el título impropio de Alucinaciones tele páticas. De este libro vamos a sacar la mayor parte de los nuevos testimonios que evidencian la dualidad del ser humano. Los espíritus deben un gran reconocimiento a los miembros de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas, pues dichos señores han pasado largos años coleccionando observaciones, bien probadas, de apariciones de todo tipo. Todos los casos han sido sometidos a un severo examen, tan completo como ha sido posible, certificados, sea por testigos efectivos, sea por aquellos que tenían datos de testigos directos. Debido al gran valor de los investigadores y al cuidado que tuvieron para eliminar las causas de error, nos hallamos ante una masa considerable de documentos auténticos, sobre los cuales podemos hacer descansar nuestros estudios. Los experimentos tuvieron por objeto, en primer lugar, estudiar la posibilidad de establecer comunicación mental entre dos inteligencias, sin ningún signo exterior.
Notables resultados se han obtenido de esta acción de un espíritu sobre otro sin con tacto sensible, la cual ha sido llamada telepatía. Pero el fenómeno pronto tomó otro aspecto: se desarrolló hasta el punto de que ciertos operadores, en lugar de transmitir simplemente su pensamiento, se mostraron al otro sujeto: luego, ha habido una verdadera aparición. Después que el presente estudio se publicó, se realizó un gran progreso en Francia; especialmente con la creación de I’ Institut Métaphysiquc International (fundado por Juan Meyer), dirigido por el Dr. Geley y un Comité de sabios, entre los cuales se encontraban el profesor Ch. Richet, Sir Oliver Lodge, etc. Este Instituto, instalado en el 89 de la Avenida Niel, París, fue reconocido de utilidad pública.
¿Qué explicación se podría dar a estos hechos? Los experimentadores no son espíritas, no admiten la existencia del alma tal como es definida por el Espiritismo; están, pues, obligados a formular una hipótesis. He aquí dónde se han detenido: el sujeto impresionado no tiene una visión real, sino simplemente una alucinación; es decir, que se figura ver la aparición igual como ve a una persona física; pero ese fantasma no es exterior, sólo existe en su cerebro; la visión es subjetiva, no objetiva; es decir, es in terna; no obstante, esta ilusión psíquica coincide con un hecho real: la acción voluntaria del operador, es por ello que se le llama alucinación verídica o telepática.
Multiplicándose las observaciones, se ha advertido en seguida que la voluntad consciente del agente no era necesaria, y que un individuo podía aparecerse a otro sin un propósito determinado anteriormente; esto coincide entre un acontecimiento verídico y una visión (a la cual se afirma que forman parte la mayoría de las exposiciones reproducidas en la obra Phantasms of the living). Si tuviésemos tiempo de pasar revista a todos los fenómenos de acciones telepáticas relatados en los dos libros citados y los Proceedings, nos sería fácil demostrar que la hipótesis de la alucinación es completamente insuficiente para explicar todos los hechos. Podemos, con el gran naturalista inglés Alfred Russell Wallace, señalar en estos relatos cinco pruebas de la objetividad de algunas de esas apariciones:
1° La simultaneidad de la percepción del fantasma por varias personas.
2º La aparición es vista, por diversos testigos, ocupando diferentes sitios, respondiendo a un movimiento aparente; o bien es vista en el mismo sitio a pesar del desplazamiento del observador.
3° Las impresiones producidas por los fantasmas sobre los animales domésticos.
4º Los efectos físicos producidos por la visión.
5º Las apariciones, sean visibles o no por las personas presentes, pueden ser y han sido fotografiadas. La teoría de la alucinación telepátíca, provocada o espontánea, sólo ha sido imaginada, creemos, para no chocar demasiado de frente con las ideas preconcebidas de un público aún tan poco familiarizado con los fenómenos naturales; pero que presiente el lado misterioso que estos fenómenos deben a lo imprevisto y a las circunstancias graves en que generalmente se producen.
He aquí, en efecto, las reflexiones de M. Gurney, redactor de los Phantasms: “Podemos preguntarnos si tenemos derecho a establecer un lazo entre los resultados experimentales que hemos discutido (1a transmisión del pensamiento) en los capítulos precedentes y los fenómenos que acabamos de describir (apariciones de experimentadores). He dicho que eran fenómenos de transición y que podían permitir pasar de los fenómenos de transmisión experimental de pensamiento a los casos de telepatía espontánea; pero se podría sostener que existe un abismo infranqueable entre los fenómenos ordinarios de transmisión de pensamiento y estas apariciones del agente.
La diferencia radical es que el objeto que aparece, no es aquél sobre el cual se había concentrado el pensamiento del operador. En el caso que acabamos de estudiar, el agente no pensaba en él, en su aspecto visible. El aspecto exterior de una persona ocupa relativamente poco lugar en la idea que se forma de ella misma; y, sin embargo, es precisamente este aspee lo exterior el que es percibido por el sujeto. Chocaremos con esta misma dificultad en el caso de telepatía espontánea; mientras la impresión reflejada sobre el espíritu del sujeto no sea más que la reproducción de una imagen o de una idea que existe en la mente del agente, se puede concebir un fundamento psicológico en los fenómenos de transmisión de pensamiento. Pero la interpretación de los hechos se hace mucho más difícil cuando es algo más que la imagen que se representa el agente la que aparece ante los ojos del sujeto, o sea, cuando es la forma del propio agente la que se muestra.
“A... muere, se aparece a B.., que está a una gran distancia de él. No podemos apreciar lazo alguno entre estos dos fenómenos, por lo menos en el dominio de la conciencia clara. Podríamos, no obstante concebir la acción del agente sobre el sujeto haciendo intervenir los fenómenos inconscientes. Pero tal vez es preferible reconocer la dificultad y decir que en la aproximación que hemos intentado, entre la transmisión experimental del pensamiento y la telepatía espontánea, no hemos tenido en cuenta nada más que el aspecto fisiológico de los fenómenos.”
Los escrúpulos de M. Gurney son completamente legítimos, pues la lectura de los Proceedings los justifica ampliamente. La transmisión del pensamiento, ya difícil de producir, es un hecho relativamente sencillo respecto del que nos ocupa. Se puede comprobar en efecto, cuando uno se entrega a una larga serie de experimentos, que el número de veces en que se obtiene la adivinación de una cifra exacta, es con mucha frecuencia superior al resultado indicado por el cálculo de probabilidades. Una figura geométrica es aún más difícilmente percibida por el sujeto, y para que las órdenes mentales se ejecuten, es preciso normalmente, lo mismo que para las transmisiones de sensaciones, que las personas sometidas a la experiencia estén sumidas en el sueño hipnótico. Se ve que existe un abismo entre estas modalidades rudimentarias de una inteligencia influida por otra y tas apariciones, que son un fenómeno complejo que pone en juego todas las facultades del espíritu.
No obstante, en ciertos casos se puede sostener que la aparición es una alucinación pura y simple, producida por el pensamiento del agente. Son las circunstancias que acompañan la visión las que deben servir de criterio para juzgar la objetividad de la aparición. Por otra parte, vamos a juzgar sobre el fundamento de la explicación alucinatoria examinando los hechos. No pudiendo citar todos los casos, tomaremos un ejemplo entre cada una de las clases de fenómenos, remitiendo al lector para más amplias informaciones a los documentos originales.
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