Ante los procesos psicopatológicos que aturden al ser humano, de ninguna forma se pueden eliminar los factores cerebrales preponderantes, especialmente aquellos que afectan a los neurotransmisores, facultando la instalación de disturbios psíquicos de variada catalogación.
Concomitantemente, la terapia especializada que visa regularizar la producción de moléculas neuronales, no obstante consiga alcanzar los resultados programados, son insuficientes para el completo restablecimiento de la salud mental, noológica y comportamental.
Esto porque, en la psicogénesis de los mismos se encuentra el Espíritu, como ser inmortal que es, en recuperación de delitos morales perpetrados en existencias pasadas, que ahora le cumple alcanzar.
Heredero de las actitudes desarrolladas en el transcurso de las experiencias carnales anteriores, el ser elabora la maquinaria orgánica que necesita para el desarrollo de los compromisos de la propia evolución.
Siendo así, al iniciarse el proceso de la reencarnación, imprime, en los códigos genéticos, las deficiencias afluentes de la irresponsabilidad, que se presentarán en el futuro, en momento propio, como descompensación nerviosa, carencia o exceso de moléculas neuronales responsables por los correspondientes trastornos psicológicos o de otra naturaleza.
Aparte de ellos, las víctimas espoliadas que la muerte no consumió y no les retiró la individualidad, al identificar a aquellos que desgraciaron, en razón de la afinidad vibratoria – campo de emociones dilaceradas – son atraídas, y la irradiación inferior del odio o del resentimiento, de la ira o de la venganza permea al periespíritu de su amigo verdugo, produciéndole un desequilibrio vibratorio, que resulta en perturbación de los sistemas nervioso central y endócrino, abriendo espacio para la consumación de los funestos planos de venganza.
Simultáneamente, son direccionadas a la mente del hospedero físico inducciones hipnóticas cargadas de pesimismo y de desconfianza, de inquietud y de malestar, que establecerán las matrices de futuras graves obsesiones.
Instalada la idea perturbadora, y la hipnosis continua descarga ondas mentales nefastas que se mezclan con las del paciente, confundiéndolo, desestructurándolo hasta el momento en que pierde la propia identidad, cediendo área mental al invasor, que pasa a dirigirle el pensamiento, la conducta, la existencia.
Bajo esa nefanda vibración monoideísta, las delicadas células neuronales captan la energía magnética que las invade, alterándoles la producción de las moléculas mantenedoras del equilibrio.
Sometidos a los tratamientos especializados, pero no alejados los agentes parafísicos promotores del desorden vibratorio, tienden a permanecer insanos, mismo que temporariamente experimenten mejoras en el cuadro enfermizo, tornándose crónico el disturbio.
Solamente cuando haya una alteración del comportamiento mental y moral del enfermo, direccionado para el amor, para el bien, consiguiendo sensibilizar a aquellos que estén en la condición de perseguidores, es que ocurrirá la recuperación, que los medicamentos auxilian en la reorganización de los equipos cerebrales.
Porque se trata de esfuerzo de alta magnitud, la mayoría de los enfermos, además de estar aturdidos por la conciencia de culpa, aunque sin que identifiquen la causa, raramente se disponen a ese magno empeño que, por otro lado, atraería la atención y el concurso edificante de los Buenos Espíritus que irían a trabajar para que fuesen neutralizadas y mismo eliminadas las energías nocivas absorbidas del huésped indeseado.
La reencarnación es oportunidad de incomparable significado para el Espíritu que delinque, que se evade de la responsabilidad, que se anestesia en el placer o se omisa en la inutilidad.
El conocimiento de los objetivos existenciales del punto de vista espiritual, constituye recurso valioso y educativo para el reequilibrio y la identificación con la Conciencia Cósmica libertadora.
Sucede, sin embargo, que la indolencia mental y la rebeldía moral, el pesimismo y el resentimiento, fácilmente se instalan en el pensamiento y en la conducta humana, dificultando la adquisición real de la salud mental y física.
Por eso, la hipnosis espiritual obsesiva arrastra multitudes de pacientes voluntarios a los abismos de la depresión, del disturbio del pánico, de la cleptomanía, del exhibicionismo, de los trastornos compulsivos, de la esquizofrenia, o produce mutilados emocionales, hebetados mentales, sonámbulos espirituales en triste espectáculo en el proscenio terrestre, que asciende con las conquistas de la Ciencia y de la Tecnología, pero se demora en los pantanos de las pasiones morales salvajes y de las alucinaciones del insensato y perverso comportamiento humano.
Es mucho mayor el número de hipnotizados espirituales de lo que se puede imaginar.
Deambulan de un lado para otro, transitan entre esculapios y psicoterapeutas casi sin rumbo, en la búsqueda de soluciones químicas o mágicas, sin esfuerzo moral en favor de una introspección profunda, para poder auto-liberarse o que sean liberados…
A los bandos, hombres y mujeres, victimados por inducciones hipnóticas impiadosas, se lanzan en las locuras de las drogas químicas y degenerativas, en las frustraciones excéntricas, en la violencia casi insoportable, deseando huir, sin identificar la fuerza mental que los vilipendian, consumiéndolos y volviéndolos salvajes.
Jesús, para esos insensatos, prosigue siendo una figura mítica, como inspirador de nuevas bacantes, que algunos de esos tele-mentalizados por diversas modernas Furias, usan para atraer incautos, divertidos irresponsables y buscadores incesantes de nuevos placeres…
La humildad, el amor, el perdón, la caridad se vuelven, para tales aficionados de la colectiva obsesión, expresiones de impacto verbal y sin sentido para la acción real, no pocas veces, llevados al ridículo.
Se torna urgente una relectura del Evangelio de Jesús y su inmediata aplicación como terapéutica valiosa para revertir el paisaje sufrido y triste de la Humanidad contemporánea.
Al intentarlo, de una otra forma de hipnosis se presentará: aquella fomentada por los Mensajeros de Luz induciendo a las criaturas al Bien, a la paz, a la felicidad.
Hay un permanente intercambio psíquico entre los seres humanos y los Espíritus, pero cada cual sintonizando en la faja correspondiente a las aspiraciones cultivadas y a los sentimientos mantenidos.
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