Actualmente,
es un hecho consumado que "más del 80% de las empresas evitan contratar
trabajadores fumadores." (1)
En consonante pesquisa de Catho Online, "más del 81% de los
empleados consultados declararon tener alguna restricción para la
contratación de los fumadores. Entre el 2000 y el 2005, el índice de
rechazo era del 77% hoy, supera los 80%". (2) Eso tiene una
explicación cristalina. Las causas están, principalmente, en la salud
del fumador y de las personas que conviven con él. Se resalta
que, más allá de la productividad en el trabajo ser perjudicada, los
pulmones de los fumadores, y de quien estuviera en el mismo ambiente
que ellos, quedan expuestos a por lo menos 43 sustancias
comprobadamente cancerígenas. Estudios recientes, realizados por el
Inca (Instituto Nacional del Cáncer), anotan que, "por lo menos, 2.655
no fumadores mueren cada año en Brasil, por dolencias
provocadas por el tabaquismo pasivo". (3) ¡Eso equivale a siete
muertes por día, lo que podemos afirmar que el tabaquismo pasivo mata lo
mismo!
En
contramano de esos argumentos, de las campañas del Ministerio de la
Salud y de las decisiones de diversas
prefecturas y gobiernos estatales, registrando el humo en lugares
públicos, el Presidente Luís Ignacio de Silva, recientemente, hizo
apología al uso del cigarro en cualquier lugar. "(4) Al ser
cuestionado por periodistas sobre otro decreto, que prohíbe el humo
en el Palacio de Planalto, el presidente lanzo la perla: "Menos en mi
sala". (5) De hecho, las normas legales [Ley nº 2.018, de
1996], prohíben el uso del cigarrillo o cualquier otro producto del
género en recintos colectivo, o privado o publico, salvo en el área
destinada, exclusivamente, para ese fin, "debidamente
aislada o con la ventilación conveniente". En la práctica, como
observamos, esas normas no son cumplidas en el Palacio del Planalto.
El
coordinador del ambulatorio de tabaquismo del Hospital de las Clínicas
de São Paulo, Montezuma Pereira,
identificó dos equívocos en el traslucido arrobo presidencial. El
médico dijo que es una desconsideración el peligro del humo pasivo y el
otro, desobediencia a la ley. (6) Según creemos, es una
brutal impiedad a las víctimas del tabaquismo, el que un jefe del
estado defienda el hábito de fumar en cualquier lugar.
Todo
fumador, sea el un servidor pblico o un trabajador de la iniciativa
privada, consume, a la media, de diez
cigarríllos al día y eso representa un tiempo desperdiciado, ocioso,
un acto inhábil, en que el dinero, público o privado, es jugado en el
ralo. El cigarrillo aporta una imagen negativa que las
empresas y las organizaciones públicas precisan evitar. No sin
razón, los fumadores están siendo sometidos a restricciones cada vez más
intensas, y que tienden a aumentar en el futuro. Más allá,
no podría ser de otra manera. Debemos pautar nuestras actitudes y
nuestras reglas de conducta, en la sociedad, por los resultados de
pesquisas científicas bien conducidas. Gusten o no a los
fumadores, el siglo XX testimonio las importantes descubrimientos
sobre los maleficios del humo para la salud. Gracias al mejoramiento de
las técnicas de investigación epidemiológica, mucho se
sabe sobre el asunto. Hace ocho años (en el 2000), un Velatorio de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), consideró el tabaquismo la
mayor epidemia de todos los tiempos.
La
nicotina, de alguna forma, aun no comprendida por la medicina, abre
ciertas "puertas" en el sistema nervioso,
que quedan abiertas para siempre. Un poco de droga, que vuelve a
pasar por ellas, y la dependencia se reinstala. "Solo no provoca más
liberación de la dopamina que la cocaína y las anfetaminas.
El uso de esas drogas deja a la persona feliz y la torna esclava del
placer" (7). La explicación corriente es que la nicotina, para actuar
en el cerebro y provocar sensación de "Bienestar", imita
la acción de la acetilcolina. Como moléculas usurpadoras, la
nicotina se encaja en los receptores cerebrales que, estimulados,
producen más neurotransmisores (dopamina), que regulan la sensación
de placer. Cuando el estímulo de producción dopaminica es
interrumpido por algunos instantes, el sistema nervioso central se
desequilibra y el fumador enciende el próximo cigarrillo. Es el
momento en que la nicotina se encaja, nuevamente, en los receptores
cerebrales recomenzando el ciclo.
Sea
cual sea la causa primera del vicio del tabaco, como, por ejemplo:
curiosidad; propagandas televisivas
vinculadas al modismo; inseguridad psicoemocional; idea equivocada
de quien intenta adelgazar; o por hábitos de determinadas culturas,
genera un condicionamiento psíquico, sedimentado, por causa
de manera sutil con la que actúa en el organismo, minando las
energías psicofísicas de aquel que a ese vicio se entrega.
Ante
la lupa Espírita, se sabe que la mediumnidad no genera, por sí sola, el
hábito vicioso, pero el médium que
fuma está, inevitablemente, bajo una influencia obsesiva (se
transforma en una pitera humana de los fumadores desencarnados que, a
cada calada, absorben sus bocanadas calientes. "No se sabe lo
que ha causado mayor daño a los espíritas: si las obsesiones
espectaculares, individuales y colectivas, que todos perciben y ayudan a
deshacer o aislar, o si esas "medio obsesiones" de "casi
obsesados", desapercibidas, con todo bien más frecuentes, "que minan
las energías no solo de una criatura incauta, más influencian el
itinerario de legiones de otras." (8)
El
tabaquismo atormenta a los desencarnados viciados que se angustian ante
la voluntad de fumar irresistiblemente
ansiado. Lo grave de la situación es la inexistencia de industrias
de tabacos y cigarrillos en la erraticidad para "abastecer" a
desencarnados fumadores. "Cara a eso, estos tabaquistas del Más
Allá, para materializar sus caladitas, se tornan protagonistas de la
subyugación, transformándose en artífices de la vampirización sobre los
encarnados débiles de voluntad, que aun se deleitan en
las deletéreas bocanadas del maloliente cigarrillo," (9), como
citamos arriba.
El
tabaquista recibe de la Doctrina Espírita, más allá de informaciones
ofrecidas por la medicina tradicional como
los maleficios generados por el humo, el alerta contra las
obsesiones y las desastrosas consecuencias en la estructura sutil del
periespíritu, factor este que exige atenciones especiales y
procedimientos profundos en la mentalización del fumador. Los
Espíritus Superiores también clasifican el tabaquismo como un gran
obstáculo para las tareas mediúmnicas siendo un generador de
patologías graves y de dependencias, merece del médium una batalla
sin tregua. Sin embargo, la tarea de descontaminación nicotínica deberá
ocurrir sin violentar la conciencia, recordando que,
solamente, ayudándose con firmeza es que el médium tabaquista se
librará del vicio, recordando, sin embargo, que la solución no "caerá
del cielo", a pesar del cielo (como fuente de energías del
bien).
Como
se observa, para abandonar el vicio de fumar es preciso que el médium
readquiera el poder de la voluntad que
se instaló delante de la prepotencia, del autoritarismo de la
nicotina y sus secuaces. El médium viciado es aquel que pierde el
comando de la propia voluntad. Considerando que las mentes en el
más allá del túmulo no se desvinculan con facilidad de este foco,
que alimenta sus desordenes de fumador terreno, es fundamental que el
esfuerzo para la liberación del vicio comience por aquí, en
la actual reencarnación, y cuanto antes mejor!
Ante lo expuesto, nos compete ayudar a nuestros hermanos y hermanas (sobre todo médium), que se encuentran bajo el
yugo del vicio del tabaco, a librarse de esta forma sutil de sumergirse en un tipo de suicidio inconsciente.
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