En la actualidad existen muchas escuelas,
supuestamente esotéricas, que son relativamente
modernas y se establecieron durante los últimos
sesenta años. No me refiero a esa Escuela
Esotérica que siempre ha existido y que está
presente en todas partes del mundo, que ni
posee un nombre determinado, ni está representada
por una organización exotérica, ni tiene directores.
Esta
única y verdadera Escuela, ha llenado siempre
la necesidad de esos buscadores que
a través de las épocas han solicitado ser
admitidos en los misterios, y lo han logrado
después de cumplir con los requisitos. Me
refiero, en cambio, a las innumerables escuelas
místicas, metafísicas, teosóficas, rosacruces
y a las órdenes ocultas, que existen en todas
partes. Tales organizaciones están compuestas
por personas que poseen una devota intención
espiritual, que están animadas por grandes
aspiraciones, y que se reúnen alrededor de
un instructor y de ciertas enseñanzas. El
instructor imparte su interpretación personal
de la enseñanza académica ocultista y acentúa
la necesidad de hollar el sendero y lograr
la pureza y formación del carácter, adoptando
por lo general la posición de única y máxima
autoridad.
Esta
etapa, en la historia del esoterismo, ha sido
un buen trabajo de preparación, porque presentó
al público la naturaleza de la doctrina secreta,
la enseñanza esotérica y el gobierno interno
del mundo. La realidad de la existencia de
los Maestros de Sabiduría -que trabajan con
la Jerarquía planetaria bajo la dirección
de Cristo- ha sido ampliamente difundida,
ya sea en términos de la teosofía ortodoxa
y de las conjeturas metafísicas hindúes, o
bajo la terminología cristiana. Ya se ha impartido
mucho conocimiento. El complicado proceso
de la creación divina y la consiguiente manifestación
de Dios, constituye un gran estímulo para
el desenvolvimiento mental, pero con frecuencia
trae muy poca comprensión. Las Escuelas esotéricas
se ocupan de desarrollar la comprensión. Han
difundido últimamente ciertas reglas elementales
destinadas, en primer lugar, a purificar la
naturaleza emocional o de deseos; han tratado
extensamente temas como la diversidad de planos,
los fuegos creadores y la diferenciación de
la sustancia, así como los diversos septenarios
que condicionan la vida, la conciencia y la
forma. ¡Nada de esto es enseñanza esotérica!
Han enseñado la devoción a los Maestros, pero
presentándolos inadecuadamente. Expresando
que tales Maestros se interesan especialmente
al instructor del grupo, y a los amigos personales
del instructor, con frecuencia se les dice
que el Maestro, los ha aceptado en el círculo
interno de sus discípulos. Dentro de estos
grupos se erige, casi sin excepción, un círculo
íntimo de adherentes, devotos del instructor,
quienes lo obedecen ciegamente así que a los
supuestos mandatos del Maestro, transmitidos
por su intermedio, violando así la ley oculta
de que un Maestro no debe dar órdenes, ni
esperar obediencia. Por lo general, los grupos
esotéricos son organizaciones herméticas,
con miembros seleccionados; que fomentan un
malsano sentido de misterio y presentan únicamente
a medias esas verdades, que sirven sólo al
propósito de testimoniar la existencia de
lo real.
Por
lo tanto, no existe hasta ahora una auténtica
escuela esotérica. Su formación es todavía
una esperanza -esperanza que ha llegado a
la etapa en que puede hacerse la debida preparación
para su establecimiento.
Lo antedicho no constituye una condenación
al servicio lealmente prestado, pero sin inspiración.
Los estudiantes deben saber que las Escuelas
con las cuales están familiarizados son de
carácter preparatorio únicamente, teniendo
de muchos fallos, basados en la debilidad
o fortaleza de los instructores que las fundaron;
en consecuencia, prepondera el énfasis en
la personalidad, la exigencia de lealtad y
la errónea interpretación y aplicación de
la enseñanza. No obstante, han sido jalones
útiles para el futuro.
En
verdad, aún no la llegado el momento de establecer
verdaderas escuelas esotéricas. La humanidad
no está aún preparada. Sin embargo, actualmente,
hay muchas personas inteligentes que justifican
la formación de escuelas de entrenamiento
más avanzadas, que sentarán las bases para
las futuras escuelas, que irán apareciendo
de acuerdo a la Ley de Evolución. Las escuelas
esotéricas no son una excepción en el proceso
evolutivo, aparecen siempre como respuesta
a la demanda de la humanidad y cuando su desarrollo
mental lo requiere. En los próximos setenta
anos, se fundarán las nuevas escuelas. Las
actuales deben empezar a renovarse, abandonar
lo no esencial y aislar las verdades realmente
esotéricas, para tener una clara visión del
objetivo del entrenamiento esotérico, lo cual
aún no se ha hecho. Debe conocerse la disciplina
a la que se someterá el neófito en el futuro,
y también impartirse las técnicas correctas;
todo ello elevado a un nivel superior, del
alcanzado en el presente. La enseñanza tiene
que independizarse de su actual tendencia
teológica y pronunciamiento autocráticos.
Las numerosas escuelas ocultistas internas
y las diversas secciones esotéricas, han sido,
desgraciadamente, culpables de los pronunciamientos
dogmáticos.
Más adelante aparecerán instructores que tendrán
una verdadera comprensión de la naturaleza
espiritual de la autoridad, que no se basará
en pretensiones, ni en el misterio, sino en
una vida vivida de acuerdo con los ideales
más elevados y en la presentación de una enseñanza
que evocará el respeto y la respuesta intuitiva
del discípulo. El instructor del futuro señalará
simplemente el camino, lo recorrerá con el
discípulo, y destacará las antiguas reglas,
pero con una nueva interpretación, y no (como
sucede con frecuencia) colocándose entre el
grupo y la luz, o entre el aspirante y el
Maestro.
Estas
Escuelas preparatorias ya están en proceso
de formación. A principios del siglo XXI surgirá,
de dichas escuelas, la primera verdadera Escuela
de Iniciación.
Hasta la fecha, las llamadas escuelas esotéricas
se ocuparon de los aspirantes que están en
el sendero de probación o purificación. Las
que ahora se forman, se ocupan de entrenar
discípulos y prepararlos para hollar el sendero
del discipulado y, en fecha posterior, ponerlos
en contacto directo con los Maestros. Las
nuevas escuelas que se establezcan en el siglo
XXI admitirán y prepararán discípulos para
hollar el sendero de iniciación.
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