sábado, 21 de marzo de 2009

El Ojo De Horus 10°Parte "El Principio Femenino"


Philae - El Principio Femenino

Aprovechando el entorno de la Isla de Philae, dedicado desde tiempos inmemoriales al culto de Isis, la fuerza femenina gestora de la espiritualidad en la conciencia del hombre, veremos como la mujer ocupaba un lugar privilegiado en la jerárquica sociedad egipcia. El universo egipcio estaba basado en la pareja, lo masculino y lo femenino, iguales entre sí, responsable de generar el orden en medio del caos, de hacer cada vez más perfecto el mundo para luego mantenerlo eternamente.
Los sacerdotes de El Ojo de Horus enseñaron a su pueblo que el único Dios, el que está en todas partes, tiene una parte masculina, la sabiduría con la información absoluta y una parte femenina, la sustancia homogénea con el amor infinito.
En lo más alto de su ordenado mundo divino, Atum, como llamaban al único Dios, a la sabiduría infinita, cuando aun no había manifestado el universo, ya tenía una parte femenina llamada Nun, la sustancia virginal, la materia indiferenciada y homogénea, las aguas primigenias, el amor infinito. Atum y Nun, la pareja original que se encontraba en reposo activa su voluntad divina, terminando el equilibrio existente y al hacerlo, se transforman en Ptah y Sehkmet. El mismo único Dios, pero ahora con características distintas, pues su propia voluntad lo puso en movimiento. Ptah, la parte masculina del único Dios, emite información creadora y Sehkmet, la parte femenina, la gesta en su sustancia de amor manifestándose el fiat lux, la energía y la sustancia radiante en movimiento. Ptah y Sehkmet son el fuego multiplicador de todo lo creado. Ellos gestan a otras parejas de divinidades creadoras, las fuerzas fundamentales que llamaron Neters, extensiones de la primera causa en un universo divino. La acción de este fuego radiante sobre sí mismo, sobre la sustancia amniótica original, gesta a Tefnut, la húmeda evaporación y a Shu el aire en movimiento. Esta pareja de divinidades, Tefnut y Shu, el vapor y el aire en movimiento, ayudan a diferenciar el espíritu original, densificándolo, haciendo que se materialice con su accionar, gestando a una nueva pareja, Heb, la tierra, y Nuthj, el cielo. Así se crean los mundos diferenciados en el espacio, los reinos minerales en forma de soles y planetas, sistemas solares y galaxias. En este mundo divino, nacen otras dos parejas, Osiris e Isis, Seth y Nepthys. Estas dos parejas de fuerzas fundamentales enfrentadas, se encargan del proceso evolutivo de todas las formas materiales en el universo, para transmutarla nuevamente en espíritu.
Así, por la acción de las divinidades creadoras, la materia original se diferencia.
Innumerables combinaciones matemáticas, producen distintas estructuras vibratorias y sobre los planetas nace estacionario, el reino vegetal, y en movimiento, el reino animal. Luego, en otro acto creador, el único Dios gesta a su hijo, la conciencia del hombre, otra pareja, pero esta vez humana conformada por un hombre y una mujer con la capacidad de multiplicarse así mismos.
Al realizar este acto, Ptah y Sehkmet, la pareja que crea al universo, se transforma en Amon y Mut, el principio masculino y femenino del único Dios cuando crea al hombre. Los manifiesta a su imagen y semejanza, con la capacidad de crear en su mente, de modelar y construir. Les da el libre albedrío para que, al comprender los resultados de sus decisiones, se hagan sabios en un proceso evolutivo que toma muchas vidas.
La estructura egipcia del universo divino y humano estaba fundamentada en la pareja. Por todo esto, la mujer, con su amorosa presencia, jugaba un papel importantísimo en su sociedad. Desde la reina de Egipto que gesta al faraón, las sacerdotisas dedicadas al culto de Isis o Hathor hasta la humilde madre del más sencillo trabajador, eran respetadas y consideradas igual a los hombres.
La Isla de Philae estaba dedicada a Isis, la figura que como madre de Horus, simbolizaba a la maternidad. Isis tomaba en el corazón de los egipcios el mismo lugar que hoy tiene la Virgen María para los católicos. Después de miles de años, aun sobreviven cientos de sus esculturas, muchas la muestran dando su protección y amor materno a un Horus recién nacido, en una pose que cualquier católico identificaría con la madre de Jesús. La isla albergó las iniciadas y sacerdotisas dedicadas a su culto en una sociedad igualitaria. Cientos de mujeres llamadas Hemwet Neter, eran encargadas del entrenamiento musical, los cantos, bailes y el toque del sistro durante los rituales en todos los templos de Egipto. Isis es la personificación de la maternidad devota, la fidelidad y la delicadeza femenina. Isis suministra la sustancia, las emociones superiores, el éxtasis, la intuición que permiten con la acumulación de amor y verdad, la gestación de Horus, la conciencia inmortal y permanente. Isis es la fuerza que impulsa al hombre hacia la espiritualidad a través de todas sus reencarnaciones mientras abandona poco a poco su animalidad original y se transforma en un ser respetuoso, flexible, sabio, que nace a la conciencia permanente simbolizada por Horus, su hijo inmortal. Isis es la matriz de esta conciencia permanente. Ella gesta en el mundo interior de todo hombre las emociones superiores, logrando que eleve su frecuencia de vibración. Isis baja desde las dimensiones superiores hacia la conciencia, la inspiración que produce las ideas que dan lugar al arte. Isis impulsa a buscar y reconocer a Dios. Impulsa el camino hacia la espiritualidad conduciendo que cada hombre, libremente en su interior, pueda sentir la emoción superior de adorarlo, lo que lo lleva al éxtasis.
A esta fuerza maternal del universo fue dedicada la Isla de Philae, una isla de granito en el centro del Nilo, situada inmediatamente después de la primera catarata al norte de Nubia, en la frontera entre el reino egipcio y el reino Kushita. Philae quiere decir isla o montículo sobre las aguas que emergió en el tiempo de Ra. Este nombre sugiere el uso sagrado de este sitio desde una remota antigüedad. Durante miles de años, los hermosos templos allí ubicados sirvieron como punto multiplicador de la cultura, la religión y el arte egipcios hacia Nubia y Sudán. Las ruinas más antiguas se encuentran en su esquina SE. Allí existió un pequeño templo nubio orientado hacia la estrella Canopus y dedicado a una divinidad llamada Mandulis. El templo es destruido en alguna de las antiquísimas guerras egipcio-nubias y al lados de sus ruinas, los nubios construyen otro templo dedicado a Aresnuphis, así llamaban ellos a Osiris, el compañero de Isis.
Los egipcios toman control de la isla y construyen un primer templo dedicado a Isis. En el año 1.250 AC, Ramsés II dejó una estela en la que afirma haberlo reconstruido. El faraón Taharka hace lo mismo en el año 680 AC y 120 después, en el año 560 AC el faraón Amasis ordena tallar las figuras de su pílono. 300 años después, en la esquina Sur, Nektanebo construye un templete. En el año 250 AC los faraones ptolemaicos, herederos de Alejandro Magno, deciden reorientar 21º el eje del templo para enfocar nuevamente la estrella Canopus, que se había desplazado con el movimiento del sistema solar. Los templos estelares eran desarmados y vueltos a armar cada 300 o 400 años para reenfocar la estrella que estudiaban, pues el movimiento del sistema solar por la galaxia, la sacaba del marco de los pílonos. El templo debía haber sido movido en su totalidad para acomodarse al nuevo eje, pero en estos tiempos finales los intereses de los ptolomeos estaban más enfocados a Grecia y Macedonia por sus rivalidades con los otros reyes helenos entre los que Alejandro Magno dividió su imperio. Su situación en una isla hacía este trabajo aun más difícil. Por esto deciden construir un pequeño templo con un segundo pílono que enmarcara adecuadamente la bóveda celeste sin modificar el templo original.
Alejandría se había convertido en la capital de Egipto y el griego en su idioma oficial. En el año 31 A.C., Cleopatra VII fue derrotada en la batalla de Actium y con su suicidio, Egipto cayó en manos de Octavio, quien se convirtió en Augusto, el primer emperador romano. Los emperadores romanos construyeron en Philae otros templos. Trajano comenzó la construcción de un templete que nunca fue terminado. Sus estriados capiteles representan un haz de papiros sobre los que aun se encuentran unos cubos de piedra que no alcanzaron a ser tallados con la efigie de Hathor. Philae fue uno de los últimos sitios en todo Egipto, donde permanecieron sacerdotes dedicados al antiguo culto. Desde allí surgieron las sectas gnósticas que más tarde con nombres como Rosacruces, Masones e Illuminatis conservarían en secreto los conocimientos egipcios.
En el año 553 D.C. la isla, uno de los últimos bastiones del llamado paganismo egipcio, fue dedicada a San Stefan y a la Virgen María por decreto del emperador Justiniano. En el siglo XX, la Isla de Philae quedó sumergida por la represa de Assuan. Con fondos de la UNESCO, el templo y las otras construcciones sobre ella fueron desarmadas pieza por pieza y reconstruidas en la isla de Agliquia a la que se le dio la forma de la isla original. El templo fue orientado de manera similar a la que tenía originalmente. Norman Lockhill registró el eje del templo original a los 76.5º al SO con el objeto de enfocar los movimientos de la estrella Canopus sobre el polo sur, la misma hacia la que estaba orientada el templo de Edfu. Originalmente las dos torres del pílono enmarcaban a los 15º sobre el horizonte durante miles de noches a Canopus, la estrella polar del sur. Una nueva confirmación que todos los templos egipcios estaban orientados hacia una estrella o hacia el sol.
Al arribar desde el Nilo, se divisa la imponente construcción. Los dos pílonos que conforman el gran patio interior y la extensa columnata que forma el patio hipóstile que termina frente al Templete de Nectanelo. El gran patio exterior toma una forma trapezoidal por la disposición de una doble columnata formada por 32 columnas construidas en un ángulo que se abre hacia el templo produciendo una ilusión de mayor profundidad. Las columnas y un larguísimo muro que tiene a distancias regulares una serie de ventanas que dan al Nilo, forman un sombreado ambulatorio. Todas las columnas son distintas, como un cañaveral de papiros. Sus capiteles floreados, otrora con vivos colores, toman distintas formas.
Las mujeres se iniciaban como sacerdotisas en los templos dedicados al culto de las divinidades femeninas como Isis o Hathor. En ellos formaban a las responsables de la música y la danza que acompañaban los rituales en todos los templos de Egipto. Las mujeres dedicadas a la música las llamaban Shemayet. Podían también servir a las divinidades masculinas e inclusive convertirse en escribas. Pero era la mujer la encargada de tocar el sistro, cuyo sonido apaciguaba a las divinidades y permitía descansar a la mente del hombre. Las sacerdotisas dedicadas a Hathor, la divinidad que representa a la sexualidad femenina, el amor, la música, la danza, cuyos festivales eran de embriaguez, el origen de las fiestas dedicadas a Baco, cumplían otras funciones sociales. Ellas traían la fertilidad y enseñaban a los hombres que iban a contraer matrimonio las artes del amor para que aprendieran como complacer a su futura esposa.
Al Este, sobre la columnata del gran patio, se encuentra un pequeño templo dedicado a Imhotep, el sumo sacerdote que construyó la pirámide escalonada de Saqqara y dejó los planos y diseños de los templos de Denderah y Edfu.
En este primer pílono, como en la mayoría de los templos, aparece tallada la figura del faraón, en este caso Ptolomeo XII, que golpea con su vara de poder a los llamados nueve enemigos de Egipto. Era una especie de conjuro gráfico-simbólico que mantenía alejadas las fuerzas del caos y proclamaba la voluntad del faraón, el mediador entre el hombre y la divinidad de mantener el orden en Egipto y en todo el cosmos. El enfrentamiento de orden y caos son una muestra de la manera dual como los egipcios veían el universo. Así también el país tiene dos tierras, el largo valle del Nilo llamado Alto Egipto y el Delta en que se abre cuando llega al Mediterráneo, llamado el Bajo Egipto. El faraón unificaba esa dualidad. Portaba dos coronas para indicar su dominio sobre esas dos tierras.
Así también unía lo humano con lo divino, pues su cuerpo era considerado el molde que contenía el Ka real, un espíritu encargado de Egipto, que reencarnaba de faraón en faraón. Por esto el faraón, el más importante de todos los egipcios vivientes, representaba el nivel de conciencia alcanzado por su pueblo durante su reinado. Era como un Dios menor al ser siempre la reencarnación viviente del espíritu encargado por Dios para mantener organizado a Egipto. El nuevo pílono tiene dos mástiles donde ondeaban las banderas. Sus dos torres debieran ser simétricas, unidas por un pórtico. Sin embargo aquí, en Philae, la torre izquierda tiene una puerta que accede directamente a la Capilla de los Nacimientos. Posteriormente, en el período de dominación romana, un pórtico fue adosado al primer pílono. En esta capilla se celebraba el nacimiento de las divinidades y de sus hijos como Horus, la maternidad de Isis en las fechas en que Sirio, su personificación en el cielo reaparecía anunciando el año nuevo, el solsticio de verano y el desbordamiento del Nilo. La Capilla de los Nacimientos con sus columnas hathoricas reemplazó al templo principal como observatorio astronómico en los tiempos anteriores a que los romanos construyeran las columnatas que dan forma al patio trapezoidal.
Ninguna sociedad ha dado a las mujeres el valor que le dieron los egipcios. Su sociedad era igualitaria entre hombre y mujer. Esto era debido a su concepción filosófica de Dios. Las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres a la propiedad de la tierra, a comprar y vender e inclusive a demandar acciones legales.
Sin embargo, nunca hubo ninguna mujer en la rama administrativa. Eran los hombres los encargados del mantenimiento del orden. Era el faraón el que gobernaba y eran hombres los oficiales que administraban el imperio.
Existe una leyenda que afirma que el derecho al trono era transmitido a través de la línea femenina, que era la princesa real, la heredera legal al trono y el hombre por ella escogido como marido, el que se convertía en el faraón reinante. Esto obligaría a que todo rey, sin importar que fuera el hijo de su predecesor, tuviera que legitimar su derecho al trono casándose con su hermana o su media hermana. Sin embargo, no existe una línea directa de herederas que confirme esta leyenda. Se sabe que los faraones eran polígamos y que las esposas principales de Tutmosis II, Amhenotep II y III no eran de familia real. La realidad es que los faraones de Egipto que se casaron con su hermana o media hermana lo hicieron en su afán de imitar a sus divinidades que como Isis y Osiris o Seth y Nephtys, eran hermanos naturales y al tiempo, esposos. Al casarse con su hermana o con su hija, el faraón se apartaba de sus súbditos que nunca se casaban así y se colocaba en el nivel de las divinidades, reafirmando su derecho divino a reinar.
Una mujer faraón no era una opción normal en Egipto. La faraona Hatsep Sut llega al trono como regente de su hijastro Tutmosis III, hijo de su esposo y medio hermano Tutmosis II con otra mujer.
Una vez en el poder, ella se viste como hombre y adopta el poder del faraón. Después de su reinado, su imagen como faraón fue sistemáticamente borrada de los registros para sacar de la memoria una mujer que se apoderó del trono de manera impropia. Sin embargo, sus ilustraciones como reina aun permanecen intactas.
En sólo cuatro ocasiones de los 300 reinados, las mujeres se convirtieron por poco tiempo en faraonas de Egipto por causas extraordinarias y como último recurso de sus familias para tratar de conservar el orden. La primera fue la reina Nitriket, quien reinó al final de la VI dinastía, en el comienzo del caos, que hoy es llamado el Primer Período Intermedio. La segunda fue Netfrusokh, en similar momento al final de la dinastía XII. La tercera fue Tausreb, quien reinó después del caos que causó Moisés con las diez plagas, al morir ahogado cruzando el Mar Rojo su esposo Seti II y la cuarta fue Cleopatra, al asesinar a su hermano antes de que Egipto se convirtiera en provincia romana, Todas tenían en común que eran las reinas de Egipto por su matrimonio con el faraón y que llegan al trono cuando éste muere por circunstancias extraordinarias. Los sacerdotes podían casarse, pero sólo se les permitía una sola mujer, mientras que el resto de los hombres, incluido el faraón, podían tener cuantas quisieran, a pesar de que la mayoría optaba por tener una sola.
En Egipto existía la separación legal en el caso de que el matrimonio fracasara. El hombre estaba obligado a devolver todas las propiedades y riquezas que la familia de su mujer había aportado como dote más una parte de las suyas para los hijos que hubieran tenido. Para ello sólo tenían que pronunciar ante testigos de las dos familias y del sacerdote del templo que les correspondía, la siguiente fórmula:” Yo me separo de ti como esposa, o esposo, y me alejo de ti para siempre, renuncio a mis derechos sobre ti, que la vida te de otro compañero, o compañera, en el lugar al que te quieras dirigir”.
Al cruzar el nuevo pílono se llega a lo que fue el Patio del Peristilo, ahora conformado por la fachada original del templo, el ambulatorio derecho con sus 10 columnas y en el lado izquierdo la nueva Capilla de los Nacimientos. En este patio se encuentra la estela con el cartucho de Ptolomeo y Cleopatra, que le sirvió a Champollion para descifrar el decreto contenido en hieroglifos, griego y demótico en la famosa piedra de Rosetta. El decreto obligaba a rendir culto a la persona del faraón- Como es interesante para entender los tiempos de los ptolomeos, cuando se restauró este templo, lo resumiremos a continuación:
“Se decreta que todos los templos en Egipto deben destinar en su interior, al lado de los santuarios de los dioses, uno que mantenga una imagen en oro del eterno Rey Ptolomeo, el amado de Ptah, el Dios Epifanio-Eukaristos, frente al cual debe colocarse la figura de la divinidad principal del templo entregándole el arma de la victoria. Todo debe ser manufacturado en el estilo egipcio y los sacerdotes con sus sagradas vestiduras. Deben prestarles adoración tres veces por día, realizar en su honor todos los rituales y en las festividades egipcias, cargarlo en las procesiones en igualdad con los otros dioses”.
Para los sacerdotes egipcios, el hombre es un animal hasta cuando puede controlar conscientemente las conductas automáticas generadas por el instinto. Las reacciones automáticas del instinto, permiten a los animales y al hombre ignorante, generar, mantener y defender la vida. La atracción hacia el sexo opuesto impulsa a generar la vida. Los deseos son un mecanismo de la naturaleza para indicar una carencia que se necesita suplir para mantener la vida. El miedo impulsa a huir o a agredir para defender la vida. Los iniciados aprendían que los instintos desbocados son una limitante para la realización espiritual superior.
La Escuela de Misterios tenía templos especializados para generar conciencia y producir el entrenamiento necesario para concientizar estas conductas. El instinto de agresión era controlado en templos como Kom Ombo. Allí se vencían los miedos a través de la comprensión que no hay nada que temer. Que la muerte es sólo un paso a otra vida. Se aprendía que el miedo sólo gasta la energía vital, la que se necesita para lograr la paz interior.
A templos como este, de Philae, dedicados a divinidades femeninas, acudían los iniciados en los primeros niveles para ser guiados por las sacerdotisas del templo para concientizar los deseos generados por su instinto de atracción. El deseo permite al hombre reconocer una necesidad o una atracción. Produce una reacción de agrado o rechazo en los centros emocionales, que a su vez conectan la mente a los sentimientos. Pero los sentimientos tienen polaridad, pueden ser de alegría o de tristeza, pueden producir satisfacción o insatisfacción. Por eso es tan importante comprender qué los genera para así aprender a controlar los de característica negativa. Los sentimientos negativos generan apatía, agotan la energía vital y esclavizan al hombre en las bajas frecuencias de vibración. Los egipcios creían que el camino evolutivo comienza con el control de los centros inferiores, al hacer conscientes las conductas automáticas. La manera egipcia para trascender las emociones, la lascivia y los deseo sexuales era reconociéndoles y experimentándolos. Un ser inexperto e inocente es fácilmente descontrolable, es vulnerable a las circunstancias que desconoce y puede caer fácilmente en la depresión. Por eso, la primera parte del entrenamiento de los sacerdotes, hombres y mujeres, impulsaba a reconocer sus deseos. Así aprendían que al activar a través del amor y la comprensión los centros inferiores y los sentimientos, el resultado para la mente es siempre de paz, armonía y felicidad.
El templo era considerado por los sacerdotes como un modelo del mundo en el momento inicial de la creación. En ese momento, Dios manifestó el universo, emergiendo un montículo de tierra de las aguas del caos, de manera similar a lo que sucedía cuando las aguas desbordadas del Nilo se replegaban todos los años, permitiendo que el Dios creador apareciera trayendo nueva vida al país.
El acceso a través de una escalinata, hace que el santuario se convierta en el montículo de la creación, donde Isis, la deidad de este templo, se manifestaba dentro de la estatua que la personificaba. Al ascender al interior, se llega a un pequeño patio rodeado de columnas ubicado en el centro del llamado Salón de la Vida, un salón hipóstile con altísimas columnas. El salón hipóstile frente a los espacios interiores del templo, representa el pantano en el montículo original de la creación donde crecen las plantas y papiros simbolizados por las columnas del templo. El espacio central, abierto, hacía las veces de Capilla Pura, donde las figuras simbólicas eran expuestas a la luz del sol, para que en un antiquísimo ritual renovaran su energía. Aquí se celebraba la bondad del sol por crear y sostener el mundo, para renovar de energía las fuerzas creadoras, las que impulsan en la conciencia del hombre el proceso evolutivo, que retornará la materia de vuelta a Dios. Los muros de este espacio están tallados para mostrar como entendieron el universo. También aquí vemos otras tallas de numerosas cruces cópticas, las marcas de la nueva filosofía, la que llegó a Egipto cuando Philae se convirtió en una iglesia católica. Una nueva manera de ver el mundo, que no sólo le quitó el sentido a la visión tradicional egipcia sino que la consideró aberrante y primitiva.
El Salón de la Vida, o Per Ankh, sirvió como un scriptorium donde se escribían, copiaban, editaban y almacenaban los textos sagrados. Allí se realizaban en papiros las ilustraciones maestras que debían tallarse en los muros del templo. También en estos Salones de la Vida en todos los templos de Egipto, se realizaron los papiros con las copias en del Libro de los Muertos utilizadas en sus ritos funerarios.
La Casa de la Vida era el centro de enseñanza del templo, teología, arte, rituales, magia, astronomía y medicina eran estudiados aquí. La librería con los textos almacenados sirvió como modelo para la Biblioteca de Alejandría. En este salón las sacerdotisas tocaron el arpa, se entonaron los cantos y crearon la música que acompañaba todos sus ritos religiosos. Los egipcios creían que la música tenía origen divino. Los muros de los templos nos muestran que utilizaban muchos instrumentos de percusión, tambores, flautas, tarbucas y los sistro fundamentales en los ritos funerarios y en las procesiones. Las danzas, la música y los cantos, estimulaban al creador para que la fertilidad no flaqueara y así evitar que el cosmos retornara al caos. Las sacerdotisas también se encargaban de cuidar a los enfermos que llegaban a los sanatorios del templo en busca de la ayuda y del conocimiento de los sacerdotes. La música era utilizada como instrumento de sanación espiritual y material y las notas musicales eran utilizadas como medida entre la tierra y los planetas. Al danzar, se adoraba a Dios, la fuerza del amor, la felicidad, el baile y la música. Inmediatamente después se accede al Salón de las Apariciones, que en este caso no es hipóstile, con el tradicional salón comunicado lateralmente con el exterior para recibir las ofrendas del pueblo.
Sus muros contienen escenas que, como en todos los templos de Egipto, no tienen ningún fondo. La interacción del faraón y las divinidades sucede fuera del tiempo y del espacio. El templo era el escenario donde se representaron de manera dinámica los distintos rituales, en medio del sonido musical de las voces e instrumentos, el recitar de las palabras rituales, el olor del incienso, en homenaje a la divinidad para lograr su apoyo en la continuidad del universo organizado.
Liturgias diarias y una serie de festivales cíclicos, donde las figuras simbólicas recreaban los mitos de los que formaban parte en rituales a través del espacio sagrado del templo con procesiones en barcas sagradas por el Nilo a otros templos. Las partes que conformaban el templo, eran sobre todo funcionales. Demostraban la manera como entendían el universo los sacerdotes egipcios. Allí, el ritual les daba poder, legitimaba el orden social de su civilización. El ritual generaba y organizaba ese orden social. Luego, se llegaba a la Cámara de las Ofrendas. En su lado izquierdo estaba el Salón de la Barca de Oro, utilizada para portar la imagen sagrada en las procesiones y festivales. Desde la antecámara, una larga escalera recta conducía a la azotea del templo donde se realizaron las ceremonias y los registros de los cielos, como en los otros templos de Egipto. Tallado en los muros de estas antecámaras, se encuentra el faraón Ptolomeo V, realizando ofrendas a Isis. Los otrora dorados muros, pues muchas partes estuvieron forradas con laminas de oro, han perdido casi todo el color original.
En el punto focal del templo, se encontraba el santuario de Isis que albergaba en su interior un altar de granito con la imagen en oro de la divinidad. Era la estatua de culto, que portada dentro de una Barca de Oro, salía en las procesiones y rituales. Isis, la virgen madre egipcia, que gesta a Horus de manera inmaculada, porta sobre su cabeza la forma de un trono, una silla simbólica sobre el chakra de la corona, sobre la que se sentará la conciencia permanente de todo hombre a reinar eternamente. Isis es la traducción griega del nombre egipcio Aseth que significa trono de la conciencia. Muchas veces es representada con un buitre sobre su cabeza sobre el que se apoyan unos cuernos de vaca que encierran un disco dorado. El buitre vuela dedicado por entero a sus crías, transforma en su interior las sustancias en descomposición convirtiéndolas en alimento, en nueva vida. La vaca que transforma la vegetación en alimento para el hombre fue para los egipcios el símbolo del principio nutritivo. Sus cuernos tienen la forma de la luna en creciente, la madre de los ciclos, encierran el disco solar, la fuente de la vida, la luz de la conciencia.
Este santuario simbolizaba el respeto que los egipcios tenían por la maternidad. Un respeto basado en la búsqueda del orden y del equilibrio. Legitimaba su visión del mundo. Aquí se encontraba el corazón del espacio de los rituales. La Casa de la Divinidad, donde el faraón o los más altos sacerdotes interactuaban con la deidad en representación de todos los hombres.
Las imágenes talladas de la deidad le permiten volver a vivir en la mente de todos los que actualmente la observan a hacer que participen simbólicamente en sus ritos y compartan sus ofrendas. Esta es la herencia que los antiguos egipcios han dejado a la conciencia de toda la humanidad. La visión de un universo dual. Un sitio donde experimentar los contrastes polares para comprender la neutralidad. Una escuela diseñada por Dios de manera perfecta para transformar en muchas reencarnaciones a un inocente en un sabio, a un animal en un superhombre, gracias a la experiencia adquirida con sus propias decisiones.

Asi terminamos con la escuela de misterio del Ojo de Horus, espero que lo hayan disfrutado y hayan aprendido tanto como yo.- dejen comentarios.

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