domingo, 22 de febrero de 2009

El Sexo


Pregunta: ¿Cuál es la forma de energía usada por el hombre, que le causa demora y que el espíritu sufre a través de los ciclos de las encarnaciones en el mundo físico?
Ramatís: Sin duda alguna, es la energía sexual. Es el más importante recurso que la ley posee para la atracción entre los seres, cuya finalidad es perpetuar la vida en los orbes físicos. En su potencial creativo, es una fuerza catalítica de las cargas magnéticas estimulantes de la energía creadora, responsable por el crecimiento y propagación de las especies humanas, para su evolución espiritual.

Pregunta: ¿Por qué es tan cuestionado el sexo en el mundo, por las diversas religiones, pues le atribuyen el origen de casi todos los males, partiendo de Adán y Eva?
Ramatís: Se trata de una fuerza indomable, que fija al hombre al instinto animal. El periespíritu humano guarda en su intimidad las cargas deletéreas de los actos, cuya vibración nociva, degradante, lo atrae a la vida primitiva. Cuando la criatura es más emocional que sensata y de poco raciocinio, se vuelve un juguete descontrolado en el vórtice de la fuerza sexual desencadenada por un erotismo incontrolable. Después de los instantes intempestivos donde se sacrifican todas las manifestaciones de la superioridad humana bajo el ardor de la sensualidad carnal, el espíritu del hombre, todavía con algún raciocinio o sensibilidad espiritual, se muestra algo deprimido e inquieto al sentirse culpable por no haberse resistido ante el dominio de la animalidad. De ahí que exista cierta aprensión en lo íntimo del alma humana, de un inexplicable temor por no poder triunfar sobre los impulsos del deseo animal, y continuar entregándose a las intensas vibraciones de bajo tenor.

Pregunta: Nos parece que el alma humana trae ese estigma, desde el período legendario de la pareja de Adán y Eva, ¿no es verdad?
Ramatís: Adán y Eva simbolizan el comienzo de la vida física en la tierra, cuando desobedeciendo las órdenes divinas se volvieron creadores, como queriendo igualarse a Dios, ¡de ahí el anatema sexual! El caballo salvaje del deseo carnal, de origen animal con sus instintos indomables pero creativos, cuya razón era dar forma al psiquismo naciente, metamorfoseando la conciencia individual. El carácter animal ancestral se desarrolla y modifica hasta la configuración hominal; el hombre comienza a liberarse de las formas animales, tomando la forma vertical y, espiritualmente, trata de alcanzar la escala evolutiva, impulsado por el magnetismo íntimo del futuro ángel.

Pregunta: ¿Podríais darnos motivos fundamentales de por qué el hombre sufre por largo tiempo la acción del sexo, y si hay otros motivos que atenúen esa fuerza poderosa, exceptuando la ambición, el orgullo o el egoísmo?
Ramatís: La energía sexual es la fuerza propulsora de la vida humana, pues como siempre venimos diciendo, es la fuente de la creatividad en sus diversos aspectos y frecuencias conforme con los planos donde acciona. Es como el fuego: controlado, calienta y crea, pero descontrolado ¡produce incendio! En consecuencia, abusando del sexo consume indebidamente esa energía creadora que, a veces, se manifiesta como ambición, orgullo y egoísmo y, usada con armonía, según las necesidades equilibra, pero jamás practicada en forma insensata.

Pregunta: Por el abuso de la energía creada por Dios, el que la consume indebidamente ¿es castigado?
Ramatís: En el Universo no existe la noción humana del tiempo. Citaremos un ejemplo: un conductor de coche, cuando abusa sobrepasando la velocidad admitida, es multado por infractor, porque puede causar perjuicio y peligro para los demás conductores en la misma ruta o simplemente porque arriesga su vida. Lógicamente que, a causa de la infracción en sí, no fue castigado, pero sí por las consecuencias de su desobediencia, imprudencia y porque sabía de antemano los resultados que provocaría. Ese conductor no podría alegar ignorancia, porque fue advertido por las autoridades de tránsito. A su vez, el infractor del sexo, por abuso, no podrá alegar ignorancia, porque viene siendo advertido, a través de los instructores, principios religiosos y filosóficos, de que el hombre siempre será infractor por el abuso del sexo y no por el uso. Según lo expuesto, el infractor no podrá quejarse cuando deba ajustarse disciplinadamente a la técnica del correcto empleo de la energía sexual.

Pregunta: ¿Cuáles serían los peores resultados para el hombre, por el exceso de actividad sexual, en la actual graduación espiritual terrenal?
Ramatís: La energía sexual es un elemento creador en la composición física y fuente de otras manifestaciones anímicas, según el Yoga esa energía puede sublimarse o activarse por valores morales superiores que, además, vitalizan e irrigan el cerebro del hombre, proporcionándole la mayor capacidad creativa en sus tendencias estéticas en el campo de la música, pintura, escultura, poesía o literatura. Su abuso tiende a rebajarlo mental y evolutivamente al nivel del animal. He ahí por qué muchos estudiantes del Yoga aprenden a controlar y dominar la energía del fluido sexual del "chakra" Kundalíneo y lo activan mentalmente hacia el cerebro en conjugación con el "chakra" coronario. Así obtienen energía de frecuencia superior y capaz de irrigarles el sistema neurocerebral en una actividad superior. Con esa práctica, dirigida por el intelecto disciplinado y dinamizado por el control espiritual, se verifica que el fluido sexual es una energía beneficiosa por su uso selectivo, pero también capaz de esclavizar al hombre por exceso en el campo de las pasiones subalternas.A medida que el espíritu evoluciona, tomando conocimiento de la vida inmortal, superior y definitiva, cuyo sentido crítico, discernimiento y responsabilidad son muy importantes, entonces pasa a moderarse en la práctica sexual, porque sus intereses le demandan mayor cuota de energía para suplir las necesidades mentales y movilizarse con el reservorio creativo del metabolismo sexual.

Pregunta: Para el alma desencarnada, ¿cuáles son los trastornos graves, si cuando vivía en la tierra dedicó su existencia exclusivamente a satisfacer abusivamente sus actividades sexuales?
Ramatís: Se debe considerar que el sexo no es solamente un simple mecanismo fisiológico de los órganos genitales, sino una fuerza creadora sexual que no tiene su sede en el cuerpo físico, pues forma parte de la organización periespiritual preexistente y sobrevive al cuerpo físico. Por supuesto, los hombres y mujeres que abusaron, sufren en el mundo espiritual los delirios y alucinaciones; en verdad, es una ¡verdadera locura! La atracción del residual sexual, propio de las actividades puramente animales, acciona de forma perjudicial en los delicados centros periespirituales, creando angustias indescriptibles y transformando el maleable cuerpo periespiritual, dándole configuraciones repulsivas y abominables. En los casos de cierta gravedad, pueden ser amparados por las instituciones de ayuda, a partir de algún bien practicado, proporcionándoles algún auxilio, pues esas almas sufren mentalmente en medio de los fluidos atormentadores, por el abuso sexual. Y, en vez de tener alucinaciones orgiásticas, sin satisfacciones de locura erótica, que les provienen desde las más íntimas fibras periespirituales; son segregadas en alojamientos o cubículos para preservación de las escenas causantes de la deformación teratológica de los centros energéticos expuestos a la ignominiosa abyección. En estas especies de celdas se produce la filtración y drenación terapéutica en forma aparente; existen crisis convulsivas y la posterior postración, hasta el estado recuperativo.

Pregunta: Habéis dicho anteriormente "que las almas pueden ser amparadas por instituciones de ayuda", por ventura, ¿debemos imaginar que existen otros espíritus en absoluto desequilibrio sexual o que sufren delirios extremos debidos a los efectos de la profunda indisciplina y abyección sexual?
Ramatís: Vosotros no desconocéis los cuadros infernales de la iglesia católica, donde las figuras de los diablos presentan rostros de cinismo y obscenidad, riendo placenteramente, mientras torturan a las almas incautas, las que pasan por la tierra amparadas por esa especie de satanismo protector, pero implacable, exigiendo la "venta de su alma" a fin de usufructuar satisfacciones censurables. No obstante, esas estampas no hacen más que verificar una analogía con la realidad, de una gran multitud de almas abyectas y diabólicas que, después de la desencarnación, son esclavizadas por almas perversas y maquiavélicas, que arrebatan a los infelices viciados para incrementar sus huestes obsesivas, alimentadas por el metabolismo sexual descontrolado, en el astral inferior, en la abominable explotación de esos infelices indisciplinados sexuales en la tierra, que desencarnan sin una mínima protección espiritual. Existen falanges de un gobierno oculto, cuya tarea es seducir a las criaturas incautas, subyugadas por un incontrolable deseo de actividades sexuales, que luego se transforman en verdaderos alimentos de los seres inferiores del astral, cayendo en el peor de los sufrimientos De esa forma en los prostíbulos, en los centros o moteles, donde las criaturas acostumbran satisfacerse, ajenas a sus compromisos conyugales, en el ímpetu de sus pasiones animales, allí justamente, se concentran esos legendarios vampiros, pero sexuales, marcando su seducción erótica, llevando a los pobres encarnados a padecer delirios pasionales. Es de lamentar ese intercambio vicioso entre los seres vivos y los muertos, entre esos seres sin cuerpo físico, que prolongan su nefasta condición esclavizante basada en la fuerza sexual, de puro dominio animal. De esa forma, se repiten las viejas y fantásticas escenas del Diablo y el hombre vendiendo su alma. No obstante, la misma fuerza sexual usada con disciplina como energía creadora en cualquier nivel de vida, fundamenta la ternura, la humildad, el afecto sincero, el poder, la inteligencia, sabiduría y hasta el amor, ayudando al hombre a conseguir el supremo equilibrio que lo ajusta definitivamente a la angelitud. A través del trabajo perseverante de los milenios, el instinto sexual se manifiesta en los pueblos primitivos como posesión absoluta, transformándose de a poco en fuerza creadora en los diversos sectores de la vida humana, por medio de las criaturas conscientes de la realidad inmortal y conseguida por la constante búsqueda de la perfección y belleza.

Pregunta: ¿Podríamos llegar a entender esa sublimación de la fuerza sexual del hombre?
Ramatís: A través de la sucesión interminable de los milenios, el orgasmo del bruto se sublimó en el éxtasis del santo, comprobando que el sexo es más fuerza creadora y de inspiración superior, y actúa según el sentido que se le da racionalmente, suplantando la primaria aparición del sexo físico.

Pregunta: ¿El hombre debería evitar el abuso del sexo, de cualquier forma, a fin de lograr a la brevedad la liberación de la materia?
Ramatís: Es necesario esclarecer, primero, que no es la castidad la única condición para la evolución espiritual, sino que ella es consecuencia de una estructura anterior y perseverante, cuya acción es la evolución de los sentimientos y del intelecto, en una convivencia cada vez más digna y dentro de una ética mayor, pero sólo es válida, cuando se trate de una condición espontánea y loable; también puede ser el fruto del fanatismo que existe en el hombre cruel. En consecuencia, el hombre que no es casto, pero sí bueno, se eleva más pronto al cielo, que el hombre cruel y casto. Huir de los vicios o de las acciones juzgadas abominables, no despierta cualidades; pueden pasar algunos siglos antes de que se despierten. El hombre no se gradúa para la vida superior, por simples estadísticas de su mayor o menor desgaste sexual; sino que es el fruto de las vivencias, aprovechando los estados de espíritu, el que lo aleja de la materia y en consecuencia, del yugo animal.

Pregunta: ¿No encontráis algo censurable o aun deprimente, el comportamiento sexual del hombre?
Ramatís: Sería absurdo que el hombre intente realizar programas de angelitud, sin antes pasar por las etapas de liberación y sentir los inconvenientes de llegar a ser santo. Jesús, el Maestro Amado, hizo su trayectoria santificante a través de todas las experiencias deprimentes, para alcanzar la consagración superior, demostrando que el alma humana alcanza sensatamente la sublimación divina por la saturación de los deseos mundanos, antes que por huir de ellos. Ninguna persona sensata exigiría del negro africano e inculto, reacciones civilizadas de un estudioso en derecho. Tendría que cursar las escuelas de aprendizaje, desde el alfabeto hasta llegar al conocimiento de una vida superior espiritual. ¿Cómo se le podría exigir al labrador ignorante y de costumbres rústicas, sin sentido de lo ridículo o noción de la civilidad, que se comporte refinadamente, como el hidalgo heredero de avanzado linaje educativo? Nada existe de humillación en la conducta del troglodita, en sus actividades semihumanas, su comportamiento animal e inconsciente de la realidad espiritual; pero bajo el prisma de la razón desarrollada, se debe censurar, cuando la criatura practica actos inferiores y posee conocimientos superiores.
La propia Naturaleza ampara desde la cicuta letal a la hierba medicinal, al gusano de feo aspecto introducido en el lodo de la tierra y al colibrí de diversos colores volando sobre las flores, así como tiene cuidado y cariño tanto por la hiena cazadora que posee el instinto depredador, como por la inofensiva oveja. Ante este razonamiento, sería absurdo exigir al terrícola, criatura todavía primaria que deletrea mal el abecé espiritual, un comportamiento sexual rígido y dentro de los patrones avanzados de la espiritualidad, cuando aún se siente dominado por la fuerza poderosa y creadora de la naturaleza en sus manifestaciones. El mayor porcentaje de los habitantes de la tierra aún no pasa de ser viejos trogloditas, salvajes hotentotes ensayando a través de sucesivas encarnaciones un comportamiento que los lleve a incorporar un cierto nivel humano. De ahí los motivos de las guerras, conflictos, celos, venganzas, lujurias, glotonerías, agresividades, avaricias, y las tontas vanidades de poseer objetos, arreglos y pendientes que representan el atavismo de los primitivos adornos de piedras, huesos en los labios y orejas de animales muy estimados por los caciques de sus tribus.

Pregunta: Entonces, ¿por qué todas las religiones y aun las doctrinas espiritualistas anatematizan como pecadores a aquellos que inevitablemente, según ellos, van al infierno? ¿Será la tierra un mundo tan desajustado que sólo vive una humanidad condenada irremediablemente?
Ramatís: Bajo el manto religioso se ocultan los hombres iguales o peores de los que son condenados desde los pulpitos, tribunas y sesiones doctrinarias. En verdad, el hombre todavía cree ser el Dios Creador del Universo, pero verificó que cometía tantos errores en su empresa creativa, que resolvió corregirlos lo más rápido posible, así como lo hace el autor de una obra literaria o científica, cuando verifica la serie de equívocos tipográficos, e incluso trata de destacarlos en una "fe de erratas", después del epílogo de la obra. De ahí los esfuerzos heroicos de muchos religiosos espiritualistas y filántropos, que se agotan en un trabajo caritativo de corregir los errores, supuestamente, por considerarse representantes legítimos ante Dios. Aun los reencarnacionistas, entendidos en la mecánica de la evolución espiritual de los renacimientos en la tierra, quieren deshacer los equívocos de la supuesta "salvación" de los infelices que nacen desprotegidos, deformados o estigmatizados en el mundo, porque ese aspecto no les parece que "sea la cosecha propicia, tocante a recoger los frutos de una siembra ruin y que luego es arrojada en cualquier lugar", sino que eso, siempre sucede por alguna negligencia divina. A partir de que la criatura pretende "ganar el cielo" por la actuación competitiva y deliberada para mejorar la sociedad, ven en ese procedimiento, la posibilidad breve de combatir agresivamente los pecados que antes también poseía, como el individuo temeroso de volver a caer en el vicio de fumar, que vive huyendo del humo y del olor del cigarro. De ahí la elocuencia de pastores, sacerdotes y adoctrinadores cuando predican desde lo alto de sus tribunas, contra los pecadores que afrentan y ofenden a Dios, porque aún practican cosas tan naturales conforme con su condición espiritual, como sucede con los niños celosos, que descargan su ira contra los juguetes de su predilección. Mientras tanto, íntimamente sienten que no están liberados de los impulsos instintivos, pero los "santos tapados" se defienden de esas pulsiones internas, señalando minuto tras minuto al peligroso enemigo que ronda sus almas primarias, saturadas de impulsos primitivos. Sin duda, la tierra es una eficiente escuela de educación espiritual, como cualquier institución educacional, capaz de conducir el aprendizaje de sus alumnos. Los alumnos que la frecuentan son espíritus encarnados, buscando una conducta mejor y la sabiduría eterna, que logran comprender mal, pues sólo deletrean las primeras letras del alfabeto divino, con cierta irregularidad.
Hay pseudo santos tan preocupados por su salvación del mar de vicios, que se entretienen en hacer estadísticas de las actividades sórdidas en el mundo, atraídos por sus intimidades psíquicas de deseo y fuga hacia las cavernas de los ermitaños, porque condenan todos los placeres del mundo: el carnaval, el fútbol, los concursos de belleza, el turf, la diversión, el juego, el beso en público, el divorcio, el homosexualismo y la prostitución, confundiendo todo eso con "pecados", que muchas veces son la expresión de los hombres, todavía "pecadores" buscando un momento de alegría, camino a su futuro espiritual, pero a través de duras pruebas.

Pregunta: ¿Sería propicio que las criaturas, en vez de reconocer los equívocos de un comportamiento sexual dañino para su integridad física, fueran estimuladas para que tuviesen una conducta disciplinada?
Ramatís: Hasta los perros y gatos saben distinguir el alimento nutritivo y sano, evitando ingerir la comida nociva. En consecuencia, el espíritu del hombre posee, en sí mismo, un "sexto sentido", una facultad intuitiva que le hace distinguir claramente sus conveniencias e inconveniencias. Ninguno precisa indagar si el abuso del alcohol perjudica; basta tomar droga y al día siguiente podrá meditar sobre el malestar ocasionado por los efectos tóxicos, como cefaleas y otras perturbaciones. Cualquier criatura necesita nutrirse, y para eso, usa los tipos de alimentos de su agrado y de mayor valor nutritivo. Hasta el más primitivo de los seres humanos, no mezcla sal con azúcar, ni pone hielo en el agua hirviendo. Sabe saciar su hambre, sin excederse en la cantidad de alimento, porque si incurre en gula, pronto termina consultando al médico, para eliminar los efectos de la "imprudencia" de la glotonería. El animal, cuando quiere descansar, sabe distinguir muy bien su preferencia, entre la sombra fresca del árbol frondoso o la exposición al Sol del verano. Es evidente que el propio hombre "sabe" y "siente", por fuerza de su graduación espiritual, cuál debe ser su comportamiento sexual, respetando el pensamiento conyugal o traicionándolo; si goza del concepto superior como criatura digna, respetuoso de las doncellas casaderas, o de ser el "conquistador de baja vibración" que siembra infelicidades y perjuicios para las jóvenes incautas, engañando a los amigos y deshonrando hogares. Mientras Nerón se hundía en orgías, rodeado de una aristocracia tan baja como él, los cristianos morían cantando Hosannas a Dios, porque escogieron al Cristo, que es Amor y Pureza.

Pregunta: ¿Lo manifestado no sería tomado como ana justificación del "que yerra", como si fuera inducido en el caso de su equivocado comportamiento sexual, en una especie de "preabsolución"?
Ramatís: Perdonar o justificar al imprudente o equivocado, no es promoverlo, pues quien yerra ya es un perjudicado por el acto cometido, y sin duda, por la tendencia e insistencia en practicar los mismos actos. El espíritu del hombre evoluciona de un estado casi grupal hacia una conciencia individual. Es entonces cuando reconoce que los motivos e impulsos instintivos necesarios para su evolución en la infancia espiritual, podrían ser virtudes, y después errores, al llegar a adulto. Siendo así, es admisible que el niño robe fruta de la heladera, pero es censurable que el adulto lo haga en el árbol del vecino. La criatura puede ser mal educada: tener un comportamiento impropio en la mesa, ponerle cara fea a los visitantes, hacer sus necesidades fisiológicas en público (orinar), fumar fingidos cigarros, tirar piedras a los árboles frutales, besarse y abrazarse jugando frente a los padres, casi irrespetuosamente y hasta mostrar sus órganos sexuales, por una curiosidad propia de su edad. En tanto todas esas formas de actuar estimulan el procedimiento mental y son virtudes en la criatura cuando se trata de adultos, son reprochables y generan pésimos resultados. El hombre es fuertemente impulsado por la curiosidad, desde la infancia simbólica de la época del sólex; su naturaleza lo lleva a experimentar, ver de cerca, sentir reacción por las cosas y los seres, lo que implica una serie de ventajas y perjuicios, cuando de esa curiosidad aparecen el vicio y la degradación o el perjuicio a terceros.
En consecuencia, no existe una "preabsolución" por el hecho de justificar el mal comportamiento sexual como efecto de la graduación espiritual primaria del terrícola, principalmente, teniendo conocimiento anticipado de los principios físicos, morales y espirituales transgredidos, por lo cual tendrá el recíproco efecto punitivo. Cualquier ciudadano impúdico sabe que es contrario a las leyes desviarse de la vida, máxime cuando gracias a su capacidad y discernimiento reconoce en la configuración de la mujer a la que pretende explotar para satisfacer su lubricidad, la imagen de su hermana, madre, futura esposa y probable hija. No pretendemos sugerir cualquier actividad y relaciones en un pecaminoso régimen de inconsciencia; pero tampoco queremos señalar normas rigurosas, proclamando un artificialismo de virtudes, para un mundo de vivencia y aprendizaje espiritual primario, como es la tierra. Sería absurdo exigir a la criatura, en sus juegos, una disciplina rígida como la de un cuartel. Todo lo que recordamos, por nuestra parte, es el sentido de una mayor comprensión entre los hombres y un entendimiento de los valores que ayudan rápidamente a su ventura espiritual. A través de las agradables o desagradables experiencias en la vida física, el espíritu inmortal despierta y desarrolla sus virtudes humanas sobre el instinto animal, hasta llegar a las cualidades excelsas de la inteligencia, sentimiento, sabiduría, poder, cortesía, intuición y sobre todo, el amor, adquisiciones finales de todas las almas creadas por Dios.

Pregunta: ¿Cuál sería el sentido más censurable en la práctica sexual, que merecería el severo correctivo kármico?
Ramatís: Si el amor es esencia de las comunidades evangelizadas, evidentemente el odio es el accesorio más degradante porque genera siempre crueldad. En consecuencia, todos los actos y actividades humanas cuyo trasfondo sea la crueldad, exigen recursos bastante drásticos, correctivos severos y erradicación rápida; por el contrario, es más beneficioso y provechoso que se irradie el amor creador y renovador, en vez del odio y la crueldad destructiva e involutiva. Bajo el imperio de la Ley del Amor, fundamento de la creación, exige la lucha contra el odio, que es el fundamento de la destrucción. La exteriorización del instinto sexual por el abuso, puede ser condenable y pasible de una inmediata corrección, cuando su agravante puede ser producto de crueldad, resultante del abuso o de esa actividad irresponsable. La variedad de atenuantes tolerados por la ley, para todos los actos y actividades humanas, permite a la Administración Espiritual juzgar o decidir a favor o en contra del que yerra, conforme sea su acto, menos cruel o más cruel, menos o más perjudicial para otros, porque si ya fue juzgado, la pena vendrá a su debido tiempo.

Pregunta: ¿Nos podéis explicar mejor ese aspecto?
Ramatís: Todo acto sexual del hombre que pretende solamente su satisfacción y al que poco le importan las consecuencias o el sufrimiento del otro, se caracteriza por la crueldad, porque es de ley aquello de: "No hagáis a los demás, lo que no deseáis para vosotros". La responsabilidad del hombre es muy severa, en el caso de que cause perjuicio a una joven inexperta, para su satisfacción sexual, siendo responsable por el sufrimiento de llegar a ser una mujer marcada socialmente, madre soltera, o incluso puede conducirla a la prostitución, cayendo en una vida indisciplinada e infeliz. Mientras tanto, a pesar de no ser recomendables las ligazones con las prostitutas, a causa de las enfermedades sexualmente transmisibles, pues en el mundo astral puede darse una ligazón nada agradable como entidades gozadoras que buscan el placer sexual a través de los cuerpos encarnados, existe menos gravedad en ese sentido, porque no se verifican otros daños a la mujer, debido a la condición semiprotegida por el orden social actual. Aunque os parezca censurable o paradójico, hay hombres generosos que concurren contributivamente para la sobrevivencia de las mujeres mundanas, remunerándolas mejor, en el inevitable mercado de la carne humana, mientras que otros, egoístas y crueles, explotan o engañan por complejos del pasado o por la cobardía de saber que esas infelices hermanas, no teniendo medios para defenderse o sobrevivir sin ese mercado, cada vez se prostituyen más.

Pregunta: ¿Hay mérito para los hombres o mujeres que se retiran a la vida religiosa en los conventos, buscando el recogimiento espiritual y la abstinencia sexual, como formas redentoras espirituales?
Ramatís: No hay mérito para la criatura que huye deliberadamente de la práctica sexual, así como para el hombre aparentemente virtuoso, que evita pasar frente a un bar o lugares de vida alegre. El sexo no fue creado para ser condenado como un considerable pecado, como no se creó el alcohol para ocasionar la embriaguez, sino para servir al hombre como energía beneficiosa, que mueve motores o como valioso antiséptico en los hospitales. La sexualidad está destinada al objetivo más importante de la vida: procrear. No es crimen ni pecado la práctica sexual, pero sí las anomalías generadas por la indisciplina y el abuso, cuyos efectos recaen en el propio indisciplinado. Ninguna aberración o defecto en el mundo ofende a Dios, porque está por encima del buen o mal efecto de cualquier criatura, una vez que la ley es clara y simple: en cualquier pecado, el que lo sufre es el pecador. Así como puede existir en el alma un impulso, una inspiración o un plano de "redención kármica", al recogerse en un convento, como es el caso de Francisco de Asís, o de Teresita de Jesús, están los que lo hacen por temor a cometer pecado, porque aún sienten en el periespíritu los impulsos sexuales indisciplinados. Cuando el enclaustramiento no se da por un sentimiento de absoluta renuncia, todo el que huye de la vida profana es un pusilánime, tratando de salvarse en su barco corporal que naufraga, y además, es un egoísta que sólo cuida de su salvación. Si los conventos, las iglesias y los demás tipos de manifestaciones religiosas de todos los pueblos donde se exige el celibato, fueran un acopio de almas puras e iniciadas, el mundo terrenal sería un paraíso. Mientras tanto, la historia religiosa revela crueldades, venganzas, martirios, cruzadas, inquisiciones, emparedamientos y enterramientos vivos, practicados por los cleros de todas las sectas. Bien hubiera sido si todos hubieran cometido menos crímenes, pues lo único que consiguieron fue herir la Ley del Amor para alcanzar la Vida Inmortal. Además, muchos, cansados de la especulación humana, y al mismo tiempo deseando reunir lo útil y agradable, se recogen en la vida monástica y célibe, cubriéndose a la sombra de un convento, y bajo nuestros ojos espirituales, practican el sexo en las altas horas de las noches fugándose a las ocultas casas donde se practica muy escogidamente la prostitución, o aprovechando su condición en la sociedad y no respetando a mujeres ni criaturas que están bajo su custodia pastoral.

Pregunta: ¿Hay alguna razón que justifique la vieja costumbre de Oriente, donde los sultanes poseen harenes con decenas de mujeres y algunos con centenas de hijos? ¿No es un abuso de la práctica sexual?
Ramatís: En las adyacencias del planeta Tierra, en las zonas astralinas de convergencia con la superficie física, existen más de 10 billones de espíritus desencarnados, con problemas aflictivos, ansiosos por conseguir un organismo carnal y poder apagar, o por lo menos atenuar, los recuerdos dolorosos de sus desaciertos e indisciplinas espirituales anteriores. En consecuencia, un "organismo carnal" es la más apreciada de las dádivas que se les ofrece, como medio para transitar en el mundo físico, no sólo para reparar las faltas del pasado sino para aumentar el índice de conciencia bajo un nuevo aprendizaje terrícola. En esa espera, hay incluso almas cuyas culpas no son inquisidoras, por eso no están tan angustiadas por la expectativa de una nueva materialización terrestre; pero el mayor porcentaje es de espíritus de tal grado de desesperación, que los lleva a aceptar cualquier tipo de organismo carnal, en cualquier latitud geográfica, tanto sea en una descendencia aristocrática o marginal, rica o pobre, sana o enferma, culta o no. No les importan las convenciones del mundo, sea la condición de hijo legítimo o espúreo, de una progenitura venerable o meretriz, de una familia amiga o kármicamente adversa. La solución de su problema aflictivo es reencarnarse, de cualquier modo y forma, y poder ocultar bajo el manto del olvido, el estado de su conciencia culpable o el remordimiento inquietante, para apagar temporalmente de la memoria periespiritual, el pasado. Los más desesperados y descreídos se vuelven almas impiadosas y, sedientas de venganza, resuelven abortar, impidiendo al reencarnante aliviar sus dolores y calmar sus remordimientos en una organización carnal. Infeliz de la mujer que practica el aborto innecesario, cuando se anidaba en el útero materno para renacer, un alma todavía embrutecida, feroz y capaz de todas las perversidades, movilizada por una venganza deliberada y aplastante. Le sería muy difícil al escritor melodramático describir los acontecimientos puestos en movimiento en el mundo oculto, contra la desdichada abortadora. El resto de su existencia física será un calvario de dolores cuando le falte la asistencia espiritual superior, y una vez desligada de su cuerpo físico irá desamparada al encuentro del verdugo impiadoso y satánico, que estará feliz de castigar cruelmente a su víctima. A partir de esa necesidad de organismos carnales para atender el exceso de almas, aun con fuertes tendencias reencarnatorias, los tradicionales harenes de Oriente son cunas colectivas para los renacimientos, por cuanto los sultanes y sus descendientes, en una poligamia sin límites, procrean y procrean decenas o centenas de hijos. Aunque se verifica una fuerte sensualidad, aun en ese caso, la Ley funciona buscando el equilibrio, debido a la escasez de hijos en el régimen monogámico, para una mejor solución de las necesidades de los desencarnados en el Más Allá. En cuanto a los renacientes, poco les importa su descendencia, sino la dádiva de tener un cuerpo. Tampoco podemos olvidar las tradiciones sociales de la poligamia milenaria, entre los viejos patriarcas bíblicos.

Pregunta: ¿Queréis decir que la limitación de los hijos es un mal para la rectificación espiritual y kármica?
Ramatís: En una obra anterior de nuestra autoría, expusimos detalladamente ese problema, de modo que, apenas lo tocaremos resumidamente, siendo la procreación dirigida y controlada, no un crimen doloso sino el libre ejercicio humano. Sin duda, la "cantidad" de hijos puede ocasionar problemas en la educación, en el equilibrio financiero de la familia y otras justificaciones, inclusive la explosión demográfica en la actual sociedad. No obstante, quien conoce el problema espiritual y se siente como un miembro de la familia universal, sabe la importancia que tiene para el alma desesperada, que vive en un mundo espiritual el problema de sus imperfecciones, crímenes y débitos del pasado, esperar un cuerpo carnal donde pueda disminuir sus culpas y reiniciar un nuevo peregrinaje educativo en el mundo de las formas. De esa manera, no nos restringimos al problema si el hombre "debe o no" limitar sus hijos u organizar su prole conforme con las posibilidades financieras y recursos educativos. Observando la historia, no es difícil para el terrícola comprobar que muchos de los maestros de la vida fueron oriundos de hogares pobres, y aunque enfrentaron inmensas dificultades para sobrevivir, cumplieron fielmente sus tareas. Basta citar a Jesús, como símbolo principal. Por lo tanto, apenas exponemos la realidad del problema fundamental y de la responsabilidad de todos los espíritus encarnados o desencarnados, a cumplir con lo que se afirma en el siguiente "eslogan": Cuanto más cuerpos en la Tierra, más venturas en el Más Allá; cuanto menos hijos, menos oportunidades de redención espiritual de los hermanos afligidos. Y no se debe olvidar la Ley: "Haced al prójimo lo que quisierais que os hagan" o, a cada uno según sus obras, quedando aclarado que, cuantos más hijos, más cuerpos para el prójimo. Y, según la Ley; "A cada uno le será dado según sus obras", quien limita la prole, lógicamente, queda más tiempo esperando turno en la simbólica fila del Más Allá, para reencarnar.

Pregunta: Aún nos agradaría hacer una pregunta más sobre el control de la natalidad, ¿cuál es el medio digno o justificable para evitar los hijos?
Ramatís: Parecerá radical, pero indiscutiblemente, que la manera más digna de limitar el nacimiento de los hijos, aún es la continencia sexual. Porque cabe a toda criatura del mundo, aceptar o crear el fruto de su satisfacción sexual.

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir de la violenta modificación de los usos y costumbres sociales, liberando completamente la conducta sexual? ¿Estaremos regresando a los estados primitivos de la evolución?
Ramatís: Si queremos parafrasear a los profetas populares, diremos que eso es una señal de los tiempos. No prolongaremos un tema ventilado en otras obras, sobre el asunto de los "Tiempos son Llegados", "El Juicio Final" y "La Bestia del Apocalipsis". Expusimos en otros lugares, que el planeta está en acelerada metamorfosis de una educación espiritual de almas primarias, para alcanzar un secundario escolar de mediana responsabilidad, confirmando la terminología de los 'Tiempos son Llegados" o el "Fin de los Tiempos", en que la humanidad terrícola está siendo sometida a riguroso examen espiritual, después de millares de años de vivencias reencarnatorias. Se gradúan los "buenos alumnos", a la derecha del Cristo, y los "malos alumnos" a su izquierda; luego estos emigran a un orbe inferior y adecuado a cada grado espiritual. Por analogía, lo Alto escogió llamarlo "Juicio Final", a semejanza de lo que se usa en la Tierra, en los exámenes escolares, donde los alumnos deben someterse a las respuestas y test de un tema sorteado, para comprobar su aprovechamiento o negligencia escolar. La Administración Sideral de la Tierra, conforme con las predicciones de los genuinos profetas bíblicos y de Jesús, hace dos milenios, advirtió a la humanidad sobre los tiempos llegados, el juicio final y en consecuencia, el tema sorteado por ese juicio, que es la "Bestia" del Apocalipsis de Juan, o sea, el dominio de la carne, eclosión del sexo y ¡el camino definitivo para santificarse o degradarse! Diremos que la energía sexual como expresión creadora, se volvió incontrolable para toda la humanidad; por lo tanto, causa enormes perjuicios y disturbios con sus manifestaciones variadas, cabiéndole al espíritu escoger entre la luz y las tinieblas. Además, todos los procesos y actividades del mundo profano, principalmente los medios de comunicación, concurren, actualmente, para la difusión de la hipocresía sexual de los antiguos. Ninguno podrá alegar ignorancia. Podrá escoger entre el cielo y el infierno, pues hay un clima de máxima libertad en la lascivia humana -el sexo grupal-, la terapéutica sexológica donde el erotismo se confunde con la técnica del aspecto creador. Existe todo un clima indisciplinado de satisfacción hasta la saturación de los deseos y pasiones como solución de los problemas humanos para la sociedad. Hoy, en el seno de la humanidad terrícola, el sexo es un producto de primera necesidad, y es plenamente justificado por sí mismo, derrumbando tabúes, restricciones, pudores y contenciones, que pasan a ser artificialismo o falsa moral. Los seres se buscan atraídos en la misma faja de satisfacción erótica. Abundan las obras en que la pornografía y la exposición científica se fundieron en su línea divisoria y, difícilmente, se podrán identificar los mensajes verdaderos, transformándose en "best-seller" mundiales. Escritores que ignoran la realidad espiritual de la función educativa en el orbe y la finalidad de los renacimientos carnales, consumen toneladas de tinta sobre el papel, difundiendo corrupción, como absoluta libertad de expresión oral, dando una nueva forma psicológica a las prácticas sexuales, como medio de sublimación superior. En realidad, la "Bestia ríe", porque bajo la cortina de una falsa erudición, y ante el desconocimiento científico sexual, los vasallos de la Bestia usufructúan tan sólo los frutos económicos de las constantes ediciones. Y así, la violenta y absoluta metamorfosis de la conducta sexual en los días presentes, bajo la justificación de abolir los "tabúes", contenciones, falsa moralidad, etc., hace creer que hay una nueva moral, más sincera y sensata. Jesús previo muy bien esa hora de controversia de la humanidad y advirtió así: "El sucio quedará más sucio, y el santo más santo".

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir sobre el "amor libre", que parece norma de vida en planetas superiores? (Ver La Vida en el Planeta Marte.)
Ramatís: No vemos razones lógicas para comprobar que la satisfacción genética sea tenida en cuenta como "afinidad" en la búsqueda masculina y femenina, como sucede con la cohesión entre las sustancias y el amor entre los hombres. La simple conjunción carnal no es prueba de afecto, sino una transitoria satisfacción que dispensa de cualquier deber y responsabilidad recíproca. En las relaciones sexuales fundamentalmente procreativas, debe existir el planeamiento de la responsabilidad mutua con referencia al futuro, porque la Tierra no es un simple escenario de diversiones o cambio de sensaciones sin motivos superiores. El hombre terrícola aún no se encuentra satisfactoriamente al tanto de los compromisos del "amor libre", porque en el campo de los intereses humanos, tanto el hombre como la mujer actúan separadamente en lo tocante a sus intereses personales, y sería bueno un poco más de sentido afectuoso y fidelidad mutua. De allí, también podría surgir la licensiosidad y evasión, en un simple cambio sexual y de experimento erótico por la variedad y falta de nexo afectivo. Bajo cualquier condición, no es la relación sexual la que debe predominar como motivo responsable por la unión entre el hombre y la mujer, sino por encima de todo, el vínculo del amor, del afecto, de la amistad, y después, la satisfacción corriente de la acción normal de las leyes de la Naturaleza.

Pregunta: Eliminando el vínculo del matrimonio legalizado por las leyes humanas, existen casos en que se está absolutamente separado en espíritu, de modo que lo único que se busca es el placer en las relaciones sexuales. ¿Eso no es una especie de amor libre?
Ramatís: Refiriéndonos al "amor libre" como una costumbre generalizada para atender solamente el impulso genético, bajo el lazo matrimonial, malgrado se encuentren separados los espíritus y su convivencia, sea sólo para la unión corporal, aun permanecen las exigencias de los deberes mutuos y la fidelidad que, traicionadas, serían adulterio. Las leyes monogámicas en la Tierra fueron debidamente establecidas por espíritus con innumerables experimentaciones en la materia, a fin de asegurar tanto como fuera posible a los cónyuges, la mutua responsabilidad para asegurar el hogar y la familia. Es en el ambiente protector de la familia donde el respeto y la fidelidad conyugal son como los ladrillos del edificio de seguridad de la sociedad. Cuando los cónyuges se desajustan y empiezan una aventura menos digna, eso no es "amor libre", sino algo incorrecto y una práctica censurable, porque traicionan los principios aceptados con sana conciencia a la hora de unirse en casamiento. En el caso del matrimonio, se forma como una institución con deberes recíprocos de los cónyuges, en que el amor sexual es condición primordial y procreativa, mientras que en el caso del amor libre, sólo se busca la satisfacción sexual.

Pregunta: ¿Cuál es vuestra opinión sobre la poligamia y la monogamia? ¿Cuál es la más compatible con las leyes de la Naturaleza?
Ramatís: Es evidente que el objetivo del matrimonio legalizado en el mundo, es establecer deberes y derechos entre ambos esposos, en el sentido de que la seguridad del hogar y la constitución de las familias, sea el sustentáculo de los afectos de los hijos a los padres y de ellos a sus hijos. La unión conyugal debe tener la garantía afectiva, más allá de una pura sensualidad. De ese modo, en la poligamia predomina la sensación pura, donde se unen las partes por la emoción erótica, mientras que en la monogamia debe existir afecto real, despertado y ampliado por la convivencia de dos seres. En los casamientos monogámicos hay más compromiso y menos sensualidad, mientras que en la poligamia, prepondera la satisfacción carnal y menos la responsabilidad mutua.

Pregunta: ¿Nos podríais dar un resumen sobre este delicado asunto?
Ramatís: Todos los resúmenes son insuficientes, por la complejidad del asunto tratado, mientras tanto, observando la Naturaleza, vemos que las uniones de los seres tienen por objetivo la perpetuación de las especies, por lo tanto es un objetivo procreativo, siendo esa la principal razón de la relación sexual, pero el hombre transformó las emociones, sentimientos e instinto como instrumento de su placer y desde allí, pasó a formar parte de su experiencia milenaria. Por lo tanto, debe retornar a la antigua finalidad, hasta que aprenda a expresarla y aceptarla como normal sin excesos, los cuales no se deben denominar "de animales", pues esos llamados animales, sí cumplen con fidelidad las leyes naturales. Bajo La Luz del Espiritismo

(Ramatís, "Bajo la luz del espiritismo")

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