martes, 20 de enero de 2009

Estigmas


¿Qué es realmente un estigma? Es una marca, una señal en forma de lesión, surgida sin origen físico aparente, que imita cualquiera de las heridas recibidas por Cristo durante su tortura, pero mas que eso son manifestaciones de Energía. Los estigmas (del latín stigma, y este a su vez del griego στίγμα) son señales o marcas que aparecen en el cuerpo de algunas personas, casi siempre devotas cristianas. Estas heridas son similares a las heridas infligidas sobre Jesús durante su crucifixión según la iconografía cristiana tradicional; así, muchos estigmatizados suelen tener marcas en las palmas de las manos, y no en el antebrazo, punto donde se clavaban los clavos a los crucificados.
Los más frecuentes e importantes por su profundo simbolismo – fundamental para el Cristianismo – son las lesiones que reproducen las cinco llagas, las perforaciones en pies y manos y la herida de la lanza recibida en el costado. A la lista de estos estigmas por antonomasia se añade el del hombro, que a menudo aparece herido, caído o deformado, evocando así el peso de la cruz arrastrada por Jesucristo en su camino al Gólgota.
La famosa estigmatizada Louise Lateau portaba este estigma, cuyo efecto era tan intenso que inutilizaba su brazo derecho. Aparecen asimismo estigmas sobre la espalda, en forma de latigazos, reproduciendo la flagelación. El padre Pío, entre otros, presentaba este estigma, como lo atestiguaban diferentes fotografías de sus camisas. Otro estigma es el que aparece sobre la frente, un conjunto de pequeñas lesiones, de doce a quince generalmente, que reproducen las heridas provocadas por la corona de espinas, como las que mostraba, en el siglo XVI la parisina Sor Loise de Jesús; o Jeanne Boisseau, de cuya frente brotaba sangre todos los viernes a las tres de la tarde, a raíz de la Cuaresma de 1862.
Cuando todas estas marcas se dan simultáneamente, se habla de estigmatización completa, un hecho raro, si es que se puede hablar de rareza cuando nos referimos a este extraño fenómeno. Uno de los pocos "estigmatizados completos" fue Catherine de Ricci, quien durante doce años, entre el jueves y el viernes, presentaba las cinco llagas, la corona de espinas, los azotes y el estigma del hombro. A estos estigmas se pueden añadir otros mucho menos comunes, como heridas en las rodillas conmemorando las caídas de Cristo, o representaciones simbólicas como cruces, látigos e incluso letras o palabras.
Francesco Forgione, conocido como el padre Pío, fue un enigma viviente para médicos y especialistas hasta su muerte en 1968. Ingresó a los quince años en un monasterio y hacia el año 1915 sufrió una experiencia que marcó su vida. Tuvo una visión de Cristo mientras se encontraba arrodillado en un banco de la iglesia donde acababa de decir misa. Difícilmente pudo explicar su vivencia: "Sentí como si me fuera a morir... La visión se desvaneció y advertí que mis manos, pies y costado estaban perforados y sangrando profusamente". Intentó ocultar sus heridas, pero fue inútil.
Existe, sin embargo, una característica común que marca el comienzo de la estigmatización. Generalmente, el afectado es un visionario y recibe sus heridas en el curso de un éxtasis profundo en el que la luz se manifiesta como agente primordial. El místico suele ser presa de un éxtasis intenso, durante el cual contempla una figura radiante que representa a Cristo en la cruz y de cuyas llagas parten rayos. La stigmatizada Marie-Julie Jahenny relataba así su experiencia: "Nuestro Señor se me apareció con sus cinco llagas resplandecientes. Había como un Sol en torno a ellas. De cada llaga surgió un rayo luminoso que golpeó mis manos, mis pies y mi costado. En el extremo de cada rayo había una gota de sangre roja". La experiencia es fulminante y arrasa todos los contenidos de la conciencia.
Como si parte de esa luz hubiera quedado impresionada en las heridas, en algunos casos los estigmas desprenden una extraña luminosidad, a veces con formas iridiscentes, como afirman los testigos de la estigmatizada del siglo XVII Jeanne-Marie Bonomo.
La propia sangre del estigmatizado no es menos sorprendente. A menudo, como en el caso del padre Pío o de Jeanne de la Croix, exhala agradables perfumes; en otros casos mantiene una elevada temperatura y calienta los objetos que toca, o rompe las vasijas en las que es introducida. Pero sin duda el fenómeno más sorprendente y que ha dejado perplejos a los que han podido observarlo es el de la sangre fluyendo en direcciones insólitas,
desafiando literalmente a las leyes de la gravedad y corriendo de la misma forma en que lo haría si el estigmatizado estuviera crucificado. Así se observó en Teresa Neumann. Pese a estar tendida sobre su lecho, la sangre que manaba de las llagas de su pie corría hacia los dedos en lugar de dirigirse hacia los talones, como si realmente tuviera los pies sobre la cruz.
Para el creyente, se trata de un don concedido por Dios. El estigmatizado pide, enfervorizado por la oración y la meditación continua, sufrir los padecimientos de Cristo.
Para la Iglesia, el estigma es un "carisma", una marca concedida a las personas especialmente santas para estimular la fe de quienes les contemplan y para servir de ayuda en el camino de autoperfección moral y espiritual del asceta. Para el espiritismo los caso de los Estigmas, no es mas que una posible manifestación de Posesión, por parte de otro Espíritu, que si bien la misma Persona que los sufre, puede ser ella inconscientemente, la que los haga salir. La Persona que los padece, es Medium y le salen los Estigmas, dentro de un Estado de Trance, nunca en Vigilia, y puede ser (Por no decir seguro.) que ella misma inconscientemente los provoque.

No hay comentarios:

Publicar un comentario