domingo, 15 de marzo de 2009

El Ojo De Horus 4°Parte "La flor de la Vida"


La Flor de la Vida

Egipto es un país de un solo río. El Nilo discurre plácidamente generando una verde ribera, rodeada por enormes desiertos. Es el más grande oasis en el desierto más grande del mundo. La tierra es sencilla, fácil de entender, con grandes paisajes que incitan a la contemplación. Todos los puntos del horizonte llevan a pensar en la inmensidad. Egipto es el país de un solo Dios. Allí durante miles de años se gestó una civilización que vivió en paz y armonía sin salirse de sus límites naturales para tratar de imponerse a otros pueblos dedicada por completo al perfeccionamiento espiritual. La imagen que se ha construido de esta civilización, apenas deja ver la luz de sus logros. Su lenguaje escrito permaneció incomprendido por milenios. Sólo se ha decodificado su nivel más básico, el de los símbolos que representan a los sonidos del lenguaje. Existen niveles superiores, con símbolos que transmiten conceptos, no sonidos. Estos no han sido descifrados todavía. Las traducciones sólo se basan en la parte fonética, o en el mejor de los casos, se interpretan de acuerdo a las creencias de los traductores. Los que creen que eran unos bárbaros primitivos, llegan a un tipo de interpretación y los que creen que eran una avanzada civilización basada en lo espiritual, poseedora de tecnología incomprendidas, llegan a otros totalmente distintos.
Los académicos religiosos crecieron influenciados por la imagen que el Corán y la Biblia proyectan de los egipcios como un pueblo déspota, que adoraban a muchos dioses. Por esta razón, cristianos, judíos y musulmanes no han podido reconocer que Egipto fue una de las fuentes que alimentó las raíces de sus propios credos. Esta imagen fue reforzada por la incorrecta traducción de la palabra Neters como dios o diosa, cuando en realidad significa fuerza o causa fundamental, principio divino, función que ordena al universo. Los Neters personifican atributos de Dios. Fueron una manera sencilla de explicar al pueblo que el único Dios responsable de la creación, tiene distintas características, no significa que sean múltiples dioses. Un solo hombre puede ser un maestro, un padre y al mismo tiempo un esposo sin tener que ser múltiples personas. Son distintas características de un solo ser.
Para muchos historiadores la civilización actual representa el momento de máximo progreso sobre la tierra. Esta creencia también ha contribuido a proyectar una imagen equivocada de Egipto porque no aceptan la información que la pueda poner en duda. Aceptan sólo parcialmente, los documentos cronológicos de gobernantes egipcios que han llegado a nuestro tiempo invalidando los registros anteriores al Rey Nemes, con el argumento que sólo esa parte es un mito irreal. Los académicos racionalistas también han contribuido a tergiversar la historia egipcia al no aceptar la existencia de la ciencia y la filosofía antes de la civilización griega, a pesar de que los grandes pensadores y matemáticos griegos encontraron las respuestas en Egipto. Todo esto ha proyectado una imagen equivocada de la cultura egipcia. Se les contempla con prejuicios, como un pueblo primitivo e inferior al mundo moderno civilizado, cuyo único logro fue construir unos pocos templos y unas tumbas para sus faraones, muy grandes y resistentes al paso del tiempo.
Estos programas buscan re-examinar su cultura, redescubrir sus templos para conocer las verdades talladas en sus muros, abrir una puerta a su concepción de la realidad, con una mentalidad libre que permita ver más allá de los mitos en los que los tenemos sepultados. Los antiguos egipcios entendieron el universo, sus leyes procesos y propósito, de una manera coherente, lógica, analítica y racional, que es una herencia importantísima para el hombre que comienza un nuevo milenio.
Nueva información comienza a salir a la superficie. Estudiosos científicos y técnicos están encontrando pruebas de los increíbles avances tecnológicos, de la precisión absoluta de sus construcciones, del tamaño de sus proyectos. Sus logros han sido subestimados. El hecho de no imaginar ni entender su tecnología, no quiere decir no hayan movido de manera inexplicable enormes pesos desde grandes distancias. Que hayan cortado, tallado y acoplado durísimas losas de granito y diorita con precisión atómica, sólo posible con tornos y sierras ultrasónicas. La precisión matemática de sus construcciones es tal, que en las 5 Ha de la base del Gran Pirámide, hay un desnivel de sólo 8 mm. La tecnología actual sólo hubiera logrado un desnivel de 40 cm. Su sistema de medidas, basado en el hombre, dejó constancia exacta de las medidas del planeta, de los movimientos del sistema solar en la galaxia. Importantísima información sobre los ciclos cósmicos que determinan cataclismos periódicos no puede quedar relegada como un mito. Esta herencia forma parte de nuestro anciano futuro. Lo encontrado hasta ahora, muestra de manera evidente que manejaron conocimientos avanzadísimos en todos los campos de las ciencias, el arte, la filosofía y la religión. Conocimientos que forman parte de una herencia aun más antigua de un período desaparecido de la humanidad, el llamado atlante, anterior al diluvio universal, al que sobrevivieron unos pocos sacerdotes que construyeron las bases de este ciclo que vivimos. La humanidad tuvo un gran desarrollo sobre la tierra. Unos pocos sacerdotes científicos, previendo la catástrofe, se prepararon para sobrevivirla. A ellos se debe la aparición súbita, sin ningún período de evolución de todos los conocimientos egipcios. Estos sabios estructuraron una cerrada casta sacerdotal, se organizaron en templos para que sus sucesores guiaran al pueblo en un proceso de perfeccionamiento espiritual que perduraría por miles de años. Fueron llamados los Sacerdotes de la Escuela de Misterios de El Ojo de Horus. Eran los depositarios del conocimiento y su visión de la vida sobre la tierra como un proceso de perfeccionamiento espiritual para convertir a un hombre casi animal en superhombre determinó el camino de los egipcios.
Su manera de entender el progreso, como una evolución en los conocimientos sobre el universo, es invaluable para el hombre occidental, que ve el progreso como la adquisición de comodidades materiales. La Escuela de Misterios aceleró el proceso evolutivo de una serie de iniciados que recibieron información para entender el mundo dual en que vivimos, de contrastes extremos, de luz y oscuridad, de miedo y amor. Así, pudieron entender, que en las distintas vidas se experimentan en carne propia estos extremos como resultado de las decisiones que libremente se toman, lo que permite compararlos y comprender qué es verdad. Cada vida es un paso necesario para añadir conocimiento. Los egipcios vieron al hombre como un modelo a escala del universo, que al entenderse a sí mismo, pueden entender verdades superiores, deducir aspectos de la realidad. Como es arriba es abajo. Los sabios sacerdotes, enseñaron que todo existe en una gran mente, que somos pensamientos de Dios, con la capacidad de crear en nuestro propio pensamiento.
Todos somos aspecto de una única realidad. Todo es uno, uno es todo. Por eso, desarrollaron simultáneamente su ciencia, su arte, su religión y su filosofía de una manera multidisciplinaria, conjunta sin especializaciones que ciegan. Vieron la creación como un acto consciente de un único Dios. Se estudiaron a sí mismos para buscarlo, encontrando que tiene distintas características, a las que dieron un nombre y un símbolo para poder comunicarse con claridad.
Llamaron Atum a la característica de Dios inmanifestado, cuando no ha creado el universo y éste sólo existe como potencia dentro de él. Llamaron Ptah la característica creadora de Dios, que al manifestar su voluntad da lugar al universo. Llamaron Amon a la característica de Dios que hace al hombre libre de crear en su propia mente, a su propia imagen y semejanza. Desde esta concepción dieron lugar a La Flor de la Vida, los movimientos sagrados de Dios que veremos en este programa, cuando visitemos el Templo del Osirion, en Abydos.
Los templos fueron instrumentos científicos de alta precisión para medir y registrar los movimientos de los astros. Su herencia nos dice que los astros determinan los ciclos del universo, los procesos que vive el hombre y la humanidad. En los templos concentraron los conocimientos que encontraron mientras se estudiaban a sí mismos en un proceso dirigido de perfeccionamiento espiritual. Allí desarrollaron, simultáneamente, las ciencias, el arte la religión y la filosofía, en un solo todo dinámico, pues creían que ningún aspecto de la realidad estaba separado del otro. Alrededor de los templos, guiada por seres muy evolucionados espiritualmente, creció una de las civilizaciones más incomprendidas y más avanzadas sobre la tierra. Es hora de recuperar nuestra herencia. La herencia de su civilización, su visión del universo está resumida en unos pocos símbolos, sabiamente escogidos entre los elementos de su realidad. La utilización de una imagen simbólica tiene la ventaja que expresa un pensamiento de una manera muy simple, más allá del lenguaje, y su significado puede ser entendido miles de años después de haber sido dibujado, pues la imagen de un halcón o una postura humana nunca cambian. Para los egipcios, el hombre se encarna en la tierra para decidir cómo actuar ante las circunstancias que experimenta. Al comparar los resultados de sus actuaciones, aprende y se perfecciona. Entonces, lo más importante es la acción, el verbo. La acción que produce resultados y por ende, perfeccionamiento, el lenguaje existe para comunicar acciones. Cada parte del todo actúa, realiza una acción vital que produce resultados. Cada parte tiene la forma que necesita para actuar de la manera que le corresponde.
Los egipcios expresaron sus ideas a través de tres tipos de símbolos o de escrituras. Son llamada, escritura hieroglífica, hierática y demótica.
El primer tipo de escritura, utiliza imágenes muy simples, llamadas hieroglíficos; hieros significa sagrado y glifos significa imprimir. Así llamaron los griegos - escritura sagrada - a las tallas simbólicas egipcias. Los hieroglifos tienen distintos niveles simbólicos para comunicar. El más básico, simple y sencillo, es el nivel de los símbolos fonéticos. Utilizaron 24 símbolos gráficos que eran asociados a un sonido, no a una idea, forman el alfabeto egipcio; era la escritura que daba forma al lenguaje del pueblo. Son el primer alfabeto utilizado por el hombre del cual se derivaría el alfabeto fenicio y de éste, el alfabeto griego. Podían escribir indiscriminadamente en columnas o en líneas horizontales, para ser leídas en cualquier sentido. Las cabezas de las figuras simbólicas miraban hacia donde comenzaba la frase. Así marcaban la dirección en que debían ser leídas. Durante milenios, permaneció indescifrado hasta que en 1799 los expedicionarios franceses que llegaron con Napoleón encontraron en Rosetta, sobre el Mediterráneo, una piedra de granito negro, escrita en los finales de la civilización egipcia. En muy mal estado, ninguna de sus líneas estaba completa, aun conservaba 14 líneas escritas en hieroglíficos, 32 líneas escritas en demótico y los más importante, 54 líneas en griego, una escritura conocida que indicaba que el texto traducía la otras escrituras. Un experto en lenguas, Jean François Champollion, se dedicó a estudiar los textos de la piedra. Descubrió que el antiguo egipcio, como las escrituras semíticas, sólo usaba consonantes. Las vocales eran añadidas sólo en el lenguaje hablado para dar forma gramatical. En 1822, logra resolver el misterio al comparar dos cartuchos con hieroglifos del texto, uno de los cuales estaba repetido, en una estela circular en la isla de Philae contra el segundo pílono del Templo de Isis, que se sabía contenía el nombre del faraón Ptolomeo VI. Los cartuchos de dos de los últimos faraones egipcios, Ptolomeo y Cleopatra, esto permitió decodificar e identificar el alfabeto utilizado. El sonido que en ese momento producían las palabras griegas en copto, un lenguaje utilizado por cristianos y egipcios sirvió para aproximar los sonidos que se supone que tenían los antiguos egipcios. Así se logra descifrar el primer nivel con los 24 símbolos tallados hace miles de años. El nivel de su escritura, que sólo utilizaba los símbolos fonéticas, no ideas.
Pero existe un nivel más alto de comunicación en la misma escritura hieroglífica. Más de 700 símbolos, bellísimas formas gráficas que dibujan la realidad, evocando en la mente acciones y conceptos, la palabra se convertía en una imagen. Símbolos que imitan las formas de la naturaleza, escogidos por la acción que traen a la mente. Un pájaro evoca el vuelo, la libertad. Si es un halcón, añade en la mente lo agudo de su vista. La figura de un ojo comunica la acción de ver. Cada símbolo está diseñado para revivir las experiencias que su forma le produjeron en la vida. También utilizaron partes fácilmente reconocibles que hacen pensar en una acción vital. Dos brazos elevados hacen pensar en orar; dos piernas evocan la acción de caminar. Un brazo extendido señala. Dos manos entrelazadas, unión; una mano que alimenta, otra que arroja semillas, una jarra que vierte, símbolos que retratan elementos fabricados por el hombre que al ponerlos en acción producían un efecto. La herramienta comunica el tipo de trabajo que se puede hacer con ella. Un arado, un rastrillo, una red.
Además de la escritura hieroglífica, existió una segunda forma de escritura llamada hierático. Sólo era utilizada en las comunicaciones oficiales y comerciales.
La tercera forma de escritura sólo existió en los últimos años de la civilización, cuando alrededor del año 700 AC, los escribas que copiaban los textos antiguos simplificaron aun más los símbolos del hierático, hasta volverlo casi taquigrafía. Es llamada demótico.
Nuevas interpretaciones están saliendo a la luz que permiten entender que los mitos y los símbolos utilizados por los egipcios son sólo una forma fácil de comunicar conocimientos, de expresar conceptos sobre la realidad. Al convertir las ideas en historias, se facilita su entendimiento. Los sabios sabían que suministrar información sin que sea comprendida, es un ejercicio inútil.
Hay tres Templos muy antiguos de los comienzos de su civilización, realizados con la misma técnica constructiva. Tienen el mismo estilo arquitectónico, masivo, muy simple y pesado que nunca fue utilizado nuevamente en todo Egipto. Dos se encuentran en Giza, el Templo de la Esfinge, construido exactamente frente a ella y a su lado sur el Templo del Valle, en ese momento, frente al Nilo. El tercero es el masivo Osirion, construido en Abydos. Los dos templos de Giza están construidos con enormes bloques que retiraron para darle forma al cuerpo de la Esfinge. Sólo estos templos, en todo Egipto, utilizaron unos bloques tan enormes, una forma masiva, ciclópea, cerrada totalmente hacia el exterior por enormes muros de piedra, con dos accesos simétricos frontales hacia el exterior. El peso promedio de los bloques utilizados en su construcción es de 50 T.
Debían poseer una técnica constructiva que facilitaba la utilización de bloques tan grandes como una casa. Tampoco utilizaron bloques regulares. Todos eran distintos, con sus lados cortados en distintos ángulos, sobre los que encajaban de manera exacta y milimétrica, los que colocaban encima.
Otra particularidad de estos templos es que los bloques esquineros están cortados de manera especial. El bloque forma parte de los dos muros para permitir que la energía del edificio se moviera de un lado al otro sin interrupciones. Esto obligaba a que la totalidad del bloque tuviera que tallarse en algunos casos, más de 30 cm, para formar la esquina. En la naturaleza orgánica no hay ángulos rectos. Una esquina, es una articulación que permite el flujo de las energías y el fluir de los líquidos.
Estos templos tenían un salón central con una cubierta de piedra sostenida por gigantescas columnas colocadas simétricamente. Formaba una gran terraza superior que dominaba toda la planicie. Sus muros y columnas no tenían ningún tipo de ornamento o hieroglífico y sus pisos son de alabastro. El salón era alumbrado por tragaluces en el techo de piedra que dejaban entrar un chorro de luz directamente sobre las estatuas de los Neters, similares a esta de Sehkmet en el templo de Karnak. Estos templos fueron utilizados desde el Zep Tepi, el momento en que comenzó la nueva etapa después del diluvio, en ceremonias iniciáticas de los sacerdotes de La Escuela de Misterios de El Ojo de Horus.
Los días del equinoccio, sobre la terraza del templo, a la altura de los ojos de la Esfinge, se colocaba la Barca de Oro, el símbolo del proceso evolutivo del hombre en su camino de reencarnaciones sobre la tierra y del recorrido del sol en el cielo. A su alrededor ser realizaron las ceremonias mientras la Esfinge contemplaba la salida del sol en el horizonte, frente a ella; en las noches, la aparición de las estrellas de la Constelación de Leo. Cuatro razones se dan para afirmar que la Esfinge y estos templos fueron construidos por el faraón Kefren. La primera es que en el Templo de la Esfinge se encontró enterrada cabeza abajo la famosa estatua de diorita negra de Kefren con un halcón en su cuello. La segunda es que se afirma que la cara de esta estatua es igualita al rostro de la Esfinge. Encontramos que sus facciones son muy distintas a las de Kefren. La tercera es que entre los brazos de la Esfinge se encontró una estela tallada por Tutmosis IV, que en una de sus líneas tiene la sílaba Kef a pesar de que la misma estela afirma que la Esfinge estaba allí desde el comienzo de los tiempos, el Zep Tepi. La cuarta, es que por todo esto, a Kefren se le atribuye también la construcción de la Pirámide Central de Giza que tenía adosada a su fachada un templo que estaba unido por un camino cubierto de 500 m al llamado Templo del Valle. Sin embargo, la piedra de los muros de estos templos es del mismo tipo del bloque monolítico de la Esfinge, seguramente de los sobrantes de tallarla. Además, tiene los mismos signos de erosión causada por la lluvia que la piedra de la Esfinge, lo que permitió a expertos geólogos, determinar que ésta fue construida alrededor del año 9000 AC. Seguramente, el faraón Kefren, renovó el antiguo templo forrando por las dos caras con losas de granito los masivos muros ya deteriorados por la erosión.
Los antiguos dividieron la parte verde habitable de Egipto en dos grandes zonas con distintas características, definidas por la forma del mismo río Nilo. El delta, cuando el Nilo se abre para llegar al Mediterráneo, forma un valle fértil, es llamado el Bajo Egipto.
Su símbolo hieroglífico es una abeja y el faraón ciñe una corona roja para mostrar su autoridad en esta zona. El larguísimo y estrecho corredor verde a ambos lados del Nilo, en su recorrido desde la frontera con Nubia hasta el sitio donde comienzo el delta, es llamado el Alto Egipto. Es simbolizado en su escritura por un arbusto y el faraón ciñe una corona blanca que representa su poder sobre ese territorio. La historia aceptada de Egipto comienza con la unificación de estas dos zonas de Egipto bajo una sola corona blanca y roja, lograda por el faraón Nemes, el fundador de Memfis, ubicada en la confluencia de las dos zonas.
En Abydos, al sur, en el Alto Egipto, existen dos templos, uno al lado del otro. El dedicado por Seti I a Osiris, detrás del cual se encuentra la excavación donde apareció el segundo templo, el Osirion, que permanece parcialmente sumergido en agua. El nivel freático impidió los trabajos de restauración pues el agua fluía dentro del templo más rápidamente de lo que las bombas podían sacarla. Se estima que fue construido en la cima de una colina alrededor del año 9000 AC, cuando el nivel freático y la superficie del Nilo estaban 10 m más abajo. Fue el primer templo en Egipto dedicado a explicar la vida como parte de un camino de reencarnaciones sucesivas que permiten ir adquiriendo información sobre el universo evolucionando de la ignorancia a la sabiduría. Su masiva de arquitectura, sin ningún tipo de hieroglífos con losas y piedras sumamente pesadas y de corte muy grande, es muy similar a los templos frente a la Esfinge. Enormes bloques irregulares, todos distintos entre sí, con cortes que asombran por su precisión, juntas de construcción y exactitud de ensamblaje. En las esquinas, los bloques giran con el muro lateral, teniendo que haber sido rebajados en todo su tamaño para lograr esta forma, lo que incrementa considerablemente el trabajo, pues son de durísimo granito de Asuan. Todo esto, implica una técnica constructiva desaparecida, en una época que supuestamente no existían las herramientas para producir esos cortes tan precisos, mover esos bloques tan pesados o ensamblarlos con tanta exactitud. Conocimientos técnicos heredados de los sobrevivientes al diluvio que fueron utilizados en el estricto y cerrado círculo de una organización secreta de sacerdotes científicos. Las técnicas o herramientas utilizadas nunca fueron puestos a disposición del pueblo en general. Seguramente porque era muy peligroso entregarlos a mentes primitivas con emociones y pasiones descontroladas. O porque la única manera de utilizarlas era estando en perfecta armonía con el universo, por su característica zónica o psíquica y no mecánica, como las desarrolladas por el hombre actual.
El templo tiene una forma rectangular con una plataforma rodeada de agua, elevada en su centro, a la que se accedía por escalinatas a lado y lado, ahora difícilmente visibles por el agua. Su forma, simboliza el montículo original que emergió cuando las aguas se replegaron después del diluvio universal, donde desembarcaron los sabios para comenzar la nueva civilización en Egipto. Este templo conmemora el Zep Tepi, el tiempo para dar comienzo a una nueva civilización dedicada al perfeccionamiento espiritual. Diez masivas columnas de piedra, cada una cortada de un solo bloque de granito rojo, con un peso mayor a 100 T, soportaban unos masivos pórticos sobre los que se apoyaba un techo de piedra. Alrededor del canal de agua, 16 santuarios albergaron en su momento a los símbolos sagrados. Hoy se encuentran sumergidos en agua estancada.
En la esquina superior de uno de esos enormes pilares se encuentran a lado y lado, dos extraños círculos con geométricas figuras en su interior que se tocan en sus bordes. El granito parece quemado con delgadas líneas circulares. Se trata de La Flor de la Vida. Un símbolo de geometría sagrada de Egipto que muestra los movimientos iniciales de Dios para crear el universo. La Flor de la Vida, es un símbolo esotérico egipcio que describe la geometría sagrada que dio lugar al universo y que determina los procesos naturales como la mitosis o el movimiento de los soles y los planetas. Una forma que conceptualiza a la vida como un proceso en el tiempo, el contenedor de los ritmos, de las horas, los días, los meses, los movimientos de los cuerpos celestes durante los cuales la idea toma forma, la semilla germina. La Flor de la Vida representa el momento en que Dios activa su voluntad, cuando despierta su conciencia para animar el universo, cuando abandona el estado de reposo, de no yo, de no ser, de vacío y oscuridad. Es el momento en que Atum-Ra, el Dios inmanifestado se transforma en Ptah, el Dios creador de todo lo que existe, el fiat lux, el momento en que nace La Flor de la Vida y todo comienza su primera ronda.
Para los egipcios los movimientos de Dios comienzan desde un punto central conceptual, El Ojo de Horus, desde donde sale La Flor de la Vida, cuyo fruto es el universo, la creación.
El punto es la referencia para saber que existe el movimiento, en él comienza su geometría sagrada. Desde allí, Dios crea el primer espacio virtual del universo. Lo hace, proyectándose hacia fuera, como un punto que avanza hacia delante, repitiéndose a sí mismo, formando una línea recta, la forma masculina. Es el Dios Padre que manifiesta su energía y su información. Su voluntad activa es transformada por el Dios Madre, la sustancia infinita que gesta en su interior una respuesta. El Dios Hijo, que regresa con la percepción de un plano virtual reconocido. Así entienden la Trinidad los egipcios, como un proceso simultáneo, equilátero, de información enviada-recibida y concientizada. Por eso el triángulo equilátero es la base del tetraedro, el primer sólido puro, forma masculina primaria de todo lo creado. El proceso se multiplica en el tiempo y en el espacio hacia delante, hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, a la derecha e izquierda. Así, Dios genera un espacio virtual referenciado en sí mismo.
Simultáneamente, al girar ese volumen percibido alrededor del punto de partida, se construye el principio femenino, la esfera. Un espacio pasivo, sin tensiones, con todos sus puntos referenciados al centro, al Ojo de Horus. La esfera es la placenta que contiene todo. Es la sustancia para todos los volúmenes y formas, es una expresión de unidad, de totalidad e integridad.
Ninguno de los puntos en su superficie es más importante que el otro y a todos se llega de igual manera desde su centro de fuerza-energía que los origina a todos. Atomos, células, semillas, planetas y soles, todos hacen eco a esa forma de unidad y potencialidad.
La primera esfera virtual, contiene los 5 modelos de poliedros regulares, sólidos con todos sus lados y ángulos iguales, son llamados los sólidos platónicos en homenaje a Platón, quien aprendió La Flor de la Vida de maestros egipcios. Son la base, los ladrillos con los que todo el universo está construido, simbolizaban a los 5 elementos de la naturaleza, el fuego, la tierra, el aire, el espíritu o éter y el agua. Así Dios comprendió, creó y percibió, desde su centro de fuerza y energía, el primer espacio finito que simboliza a la tierra dentro del infinito, el cielo. La Biblia nos dice, que en el principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra estaba informe y vacía, las tinieblas cubrían la superficie del abismo y el espíritu de Dios se movía entre las aguas. Realiza entonces su primer movimiento, desplazándose desde el centro de la primera esfera conocida hasta llegar a su borde, a la membrana o perímetro del espacio. Desde ese nuevo punto central se repiten los movimientos que ya conocemos, generándose una nueva esfera. En la intersección de las dos esferas iguales se genera la forma más importante de todas las existentes. Es llamada el Vescica Piscis y simboliza al Verbo Divino. Los egipcios creían que desde allí salieron los números, los siete sonidos fundamentales, las letras y toda la sabiduría de la creación. Tiene la misma forma del ojo y de la boca humana. En su interior caben exactamente dos triángulos equiláteros, que al ser contenidos en un rectángulo son la base de la proporción áurea, la divina proporción. Esta proporción fue utilizada en todos sus templos como en el Osirion para relacionar las tres dimensiones entre sí y a éstas con la naturaleza. De allí se derivan todas las relaciones matemáticas fundamentales y los números más importantes como phi (φ) y pi (π), también simboliza la visión compartida, el mutuo entendimiento entre individuos iguales, tierra común. El Vescica Piscis es el espacio compartido, la imperfección entre la esfera inicial y la nueva que es generada desde su borde.
A partir de esta nueva esfera conocida, se repiten sucesivamente los movimientos hacia la membrana exterior para generar una nueva esfera. Cada una de ellas es una nueva dimensión, un nuevo sonido en la escala musical, un nuevo color en la escala cromática. Así se van construyendo cuatro esferas, cinco esferas, seis esferas y en ese momento se llega a la séptima y última esfera con la que se cierra el primer ciclo y se completa la semilla de la vida.
Siete esferas, siete días de la creación, siete notas musicales, siete colores espectrales, siete capas de músculos tiene el corazón, siete chakras, siete sistemas de glándulas endocrinas.
Este patrón geométrico se repite infinitamente, es la base de todo lo que existe. Siguiéndolo, la naturaleza hace crecer las flores, construye una a dos, a cuatro, a ocho células primarias, así el cuerpo humano, o las galaxias. Al expandirse como una eterna espiral, va generando nuevas esferas, en la tercera ronda de giro se completan las 19 esferas que conforman la Flor de la Vida. Este patrón geométrico toma la forma de una flor y es al mismo tiempo, un proceso eterno. Contiene las armónicas musicales, las escalas de la luz, los patrones de crecimiento de los tejidos vivos. Cada esfera tiene la misma potencia para desarrollarse que la original. Así, La Flor de la Vida da lugar al fruto de la vida que genera su propia flor.
Cada esfera guarda en su interior los 5 sólidos platónicos, la unión de la energía masculina y femenina, la recta y la curva, las dos matrices geométricas que son la base de toda la realidad existente. Los sólidos platónicos equiangulares y equiláteros conectan los centros de todas las esferas.
Así aparece el tetraedro, el cubo, el octaedro, el icosaedro y el dodecaedro. Son símbolos de la inseparable relación entre las partes y el todo. Forman un principio de unidad para toda la geometría de las formas existentes sin importar su diversidad. Patrones, diseños y estructuras que existen en la naturaleza desde la más pequeña partícula a expresiones de vida reconocibles por el ojo humano hasta el gran universo. Todo sigue un arquetipo geométrico que nos revela la naturaleza de cada forma. La Flor de la Vida revela que todo está conectado, que es inseparable y que es una unidad. Nos recuerda nuestra relación con él todo y nos permite comprender los sagrados cimientos de todo lo creado. Con ella, los sacerdotes de la Escuela de Horus enseñaron el respirar del todo, qué es Dios y como diversifica su conciencia a través de nuestra propia vida.

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