viernes, 24 de abril de 2009

Un viaje periespiritual


Uno de los miembros de la Sociedad Espiritista, habitante en Boulogne-sur-Mer, escribió la siguiente carta el 26 de julio de 1856 a Allan Kardec:

“Un hijo mío, después que le he magnetizado por orden de los espíritus, se ha convertido en un médium muy raro, por lo menos en lo que me ha revelado en estado sonambúlico, en el cual yo le he puesto, a petición suya, el 14 de mayo último y cuatro o cinco veces después. “Para mí está fuera de duda que mi hijo, despierto, conversa libremente con los espíritus por mediación de su guía, que él llama familiarmente su amigo; que a su voluntad se transporta en espíritu donde desea, y voy a citar un ejemplo del que tengo las pruebas escritas en las manos.
“Hace justamente un mes, estábamos los dos en el comedor. Yo leía el curso de magnetismo de M. du Potet, cuando mi hijo toma el libro y lo hojea; llegado a cierto sitio, su guía le dice al oído: lee esto.

Era la aventura de un doctor de América cuyo espíritu había visitado un amigo a quince o veinte leguas de allí mientras dormía. Después de haberlo leído, mi hijo le dijo:

“-Yo quisiera también hacer un viajecito semejante.
“-Pues bien, ¿a dónde quieres ir? -le preguntó el guía.
“-A Londres -contestó mi hijo-, a ver a mis amigos.
“Y designó a aquellos a quienes quería visitar.
“-Mañana es domingo -le fue respondido-, no estás obligado a levantarte temprano para trabajar. Te dormirás a las ocho e irás a Londres hasta las ocho y media. El viernes próximo recibirás una carta de tus amigos, que te reprocharán que hayas estado tan poco tiempo con ellos.

“Efectivamente, al día siguiente, a la hora indicada, se durmió con un sueño profundo; a las ocho y media le desperté; no recordaba nada; yo, por mi parte, esperaba. “El viernes siguiente, mientras trabajaba en una de mis máquinas, y según mi costumbre, fumaba después de almorzar: mi hijo miró el humo de mi pipa, y me dijo:

“-¡Toma!, hay una carta en el humo.
“-¿Cómo?, ¿ves una carta en el humo?
“-Vas a verla -añadió-, la está trayendo el cartero.

“Efectivamente, el cartero vino a entregar la carta que traía de Londres, en la cual los amigos de mi hijo le dirigían reproches por haber estado en dicha ciudad el domingo anterior y no haber ido a verles, lo que sabían por un conocido que le había encontrado. Poseo la carta, como os digo, lo que prueba que no invento nada.”
Este relato demuestra la posibilidad de producir artificialmente el desdoble del ser humano; veremos más adelante que este procedimiento ha sido utilizado por ciertos magnetizadores. He aquí el tercer hecho que tomamos de los anales de la Iglesia católica.

(Gabriel Delanne, del libro "El alma es inmortal")

No hay comentarios:

Publicar un comentario