jueves, 2 de febrero de 2012

El espiritismo y la Masoneria en Chile.

El espiritismo comenzó a difundirse por el mundo luego de la conocida experiencia de las hermanas Fox, en Estados Unidos, el año 1848.

El fenómeno se divulgó rápidamente desde Norteamérica a Europa haciendo furor en la alta sociedad y transformándose en una moda. Hombres y mujeres se reunían en sus salones para invocar a los espíritus. Estas entidades respondían moviendo objetos, por lo cual se llamó al fenómeno “mesas giratorias” o “danza de las mesas”. Más tarde se elaboró un sistema para que el espíritu se comunicara usando el alfabeto por medio de golpes y luego se adaptó un lápiz a una pequeña cesta que se desplazaba sobre un papel, escribiendo. Poco después adquirió protagonismo el médium, una persona – normalmente una mujer o un niño – que servía como canal para que el espíritu escribiera o hablara.

El más conocido investigador y divulgador de este fenómeno fue el francés Hippolyte Léon Denizard Rivail (1804-1869), conocido por su seudónimo Allan Kardec, autor de obra titulada “El Libro de los Espíritus” (1857), acerca de la naturaleza de los espíritus y el mundo de estas entidades.

En breve, el espiritismo creó una cosmovisión distinta a las existentes hasta entonces, sus adeptos se negaron a constituirse en una institución con jerarquía, repudiaron a las iglesias y a su clerecía, manteniendo su independencia.

El interés por el espiritismo surgió en Chile a partir de una traducción que se hizo en Chillán, en 1862, del libro de Allan Kardec. Su lectura fue inmediatamente condenada por la Iglesia, pero en los círculos liberales – donde se hacía gala de librepensamiento – despertó mucho interés. Diez años más tarde ya existía en Santiago un centro espiritista.

Destacados personajes de las letras y de la intelectualidad participaron activamente en actividades de esta naturaleza, como Eduardo de la Barra, Jacinto Chacón y sus sobrinos Arturo y Ricardo Prat Chacón.

El masón Jacinto Chacón actuó como médium a partir de 1875, creando un círculo espiritista en Valparaíso, en el cual también participaba su esposa, Rosario Orrego. A estas sesiones se unió el sobrino de ambos, Arturo Prat Chacón, anhelando comunicarse con su hija y su padre fallecidos. La esposa de Prat, Carmela Carvajal, siguió participando en estos encuentros después de la muerte del héroe para mantener contacto con su espíritu.

Uno de los detractores de esta actividad fue José Ramón Ballesteros, que en 1874 escribió: “El espiritismo ha llegado a ser, en los tiempos que corren, el credo religioso de muchas personas que ayer no más formaban en las filas del racionalismo y del libre pensamiento”. Poco más tarde, sin embargo, él mismo fue conquistado por el espiritismo y se transformó en uno de sus divulgadores.

Señala Manuel Vicuña en su obra “Voces de ultratumba. Historia del espiritismo en Chile” (Santiago, 2006) que “los padres fundadores del movimiento espiritista ya en la década de 1870 procuraron instruir a los obreros, en conferencias impartidas en el Instituto Nacional, sobre las bondades de la ciencia moderna como liturgia laica del conocimiento que celebra la magnificencia de la creación divina”.

Gran crítico del espiritismo fue Juan Enrique Lagarrigue, quien escribía en el diario El Ferrocarril, de Santiago, el 12 de septiembre de 1907, diciendo que “puede considerarse al espiritismo como una temible epidemia de las almas que hace peligrar la

razón y que fomenta el más deplorable orgullo, tornando a cualquier individuo, por desprovisto que se halle del saber en una especie de maestro soberano”.

Lagarrigue era materialista y había visto dificultado su ingreso a la Masonería en 1878 porque negaba la existencia de Dios y no creía en la existencia del alma. No obstante, fue iniciado en la Logia Verdad Nº 10, el 9 de julio de ese año, y fue un gran intelectual chileno, difusor del positivismo.

Hacia 1900, había centros y círculos espiritistas en distintas ciudades y pueblos de Chile y proliferaron incluso entre los obreros de las oficinas salitreras.

Se publicaron varias revistas de divulgación, partiendo por la Revista de Estudios Espiritistas, Morales y Científicos, publicada en Santiago, entre 1875 y 1877, a la que siguió la Revista Espiritista, editada en Valparaíso en 1887.


La Revista de Estudios Psíquicos, de Valparaíso, publicada entre 1905 y 1919, era el órgano del Centro de Estudios Psíquicos de Valparaíso (Ex Jacinto Chacón) y del Centro Eduardo de la Barra, de Santiago, y era la continuación de ¿A dónde Vamos?, Revista mensual de Estudios Psicológicos, publicada en Santiago, entre 1902 y 1905.

En 1904 el Centro “Eduardo de la Barra” reunió a más de 200 personas para celebrar el centenario de Allán Kardec, con una velada literaria y musical en Santiago, en el Gran Hotel de Francia.

No puede extrañar el interés que despertó el espiritismo entre liberales y librepensadores, porque sus cultores consideraban que la Iglesia Católica era una expresión caduca de la religiosidad, pero no por eso dejaban de ser, al menos en su gran mayoría, creyentes en Dios.

Como ya vimos, entre los masones también despertó interés. El 10 de noviembre de 1873 fue iniciado en Justicia y Libertad Nº 5, de Santiago, el abogado Enrique Barros y Barros, que declaró tener por religión la espiritualista. En 1876 fue acusado por el Obispo de La Serena el receptor de la Escuela de Combarbalá, Rafael Viedma – que posteriormente fue iniciado en la Logia Luz y Esperanza Nº 11 – porque hacía alarde de “impiedad”, negando la existencia de Dios, y por practicar el espiritismo. El 20 de junio de 1902 fue iniciado en la Logia Estrella de Chile Nº 17, de Santiago, Arnoldo Krum Heller, quien en Logia se declaraba teósofo y espiritista.

Krum Heller, sin ser médico, se dedicó a realizar curas con “terapia natural” y tras la muerte de su madre incursionó en el espiritismo, publicando la revista El Reflejo Astral (Santiago, 1901). Derivó luego hacia las doctrinas esotéricas y el rosacrucismo, dejando el país poco más tarde para continuar con un trabajo que lo llevó a ser muy destacado en el esoterismo.

En su obra “Conferencia Esotéricas” (México, 1909), Arnoldo Krum Heller relató cómo había surgido su interés por el espiritismo en Santiago:

“Al pasar por una librería vi una obra de Allan Kardec. Entré a comprarla y me encerré para leerla; era la tabla de salvación que encontré en el océano de mis sufrimientos para aferrarme a ella. Aquella filosofía no me era nueva; la había leído de estudiante, hasta entonces llegaba a sentirla. Me convertí en un espiritista sincero; más aún, fanático en cuanto a la belleza de sus doctrinas.

"Me consolaba, me levantó el ánimo aquella filosofía, pero desde el primer momento me chocó la práctica; jamás llegué a evocar a aquel ser a quien tanto había amado, pues la intuición, la razón, me decían que aquella santa debía estar localizada en regiones superiores, más puras, y que no hacía bien en atraerla a esta mísera tierra y comunicarla, obligándola a hacer manifestaciones inferiores como mover las patas de una mesa en los círculos espiritistas.

"La lógica de la doctrina espírita me convirtió en un espiritista convencido y, como la muerte de mi madre me había insinuado en estas ideas, a ella la había

inmortalizado en mí: cuando evocaba sus recuerdos, sus consejos, la sentía vibrar en mí mismo; esa es la verdadera comunicación espiritual”.

Los masones encontraban coincidencias entre las ideas que proponía la Masonería y las difundidas por el espiritismo, pues ambos creían en la existencia de Dios y en la inmortalidad del alma. Y este acercamiento no sólo se dio en Chile, sino que fue común entre los masones en Francia y en España, por citar sólo dos ejemplos.

En el siglo XX, destacó en el espiritismo el masón Jaime Galté Carré (1903-1965). Abogado, profesor universitario en Valparaíso y Santiago y funcionario de la Contraloría General de la República. Formó parte de la Comisión Redactora del Código Orgánico de Tribunales de ese tiempo y publicó un texto para su enseñanza en la Escuela de Leyes titulado “Manual de Código Orgánico de Tribunales”. El compromiso social que adquirían los masones en esa época, lo llevó a colaborar con el escultismo, siendo elegido miembro del Directorio General de la Asociación de Boy Scouts de Chile, como delegado del Directorio Provincial de O’Higgins, entre los años 1943 y 1950. Fue también Director de la Sociedad Científica de Chile y en política abrazó las doctrinas laicas y democráticas que preconizaba el Partido Radical. Sus inquietudes por lo paranormal, lo llevaron a integrar el grupo que creó la Sociedad Chilena de Parapsicología, entidad en la que ocupó el cargo de Vicepresidente hasta su muerte.

Hijo único del masón Jaime Galté Sabaj no fue extraño que se incorporará a las filas de la Masonería, siendo iniciado en la R. L. Deber y Constancia Nº 7, de Santiago, el 25 noviembre 1937. Ocupó el puesto de Venerable Maestro de su Taller por tres períodos consecutivos, entre los años 1942 y 1945. Posteriormente, estuvo entre los fundadores de la R. L. Prometeo Nº 101.

El hermano José Bravo Llantén, en su artículo “Jaime Galté Carré, un masón insólito” (Anuario Nº9, Pentalpha Nº119, 1993), nos da a conocer detalles de la vida de Galté en el espiritismo.

Jaime Galté tuvo un sueño en el que su difunto padre le indicaba que había dejado un paquete con dinero y otras pertenencias para su madre. Llegó entonces a Valparaíso, ciudad que nunca había visitado y fue al hotel que había visto en sueños, encontrando las cosas que su padre le había mencionado. Tras esta inquietante experiencia comenzó a desarrollar sus facultades paranormales, aconsejado por Tomás Ríos González y Ricardo Prat, hermano de Arturo Prat Chacón, dedicándose a partir de entonces al espiritismo.

“Era capaz de caer en trance a voluntad, en cualquier momento y en escasos minutos.

“De todos los personajes que lo visitaban, encarnándose en él, el que le dio renombre internacional, fue un médico suizo-alemán, Erick Halfanne, cuya existencia terrena logró comprobarse. El doctor Halfanne, ‘mi doctor’, como le decía Galté, había muerto en Bolivia allá por el año 1906. Pero este ‘doctor’ no habló jamás a través de sus labios. Sólo escribía sus mensajes con las manos de Jaime Galté, con una enorme letra muy diferente a la suya y con una precisión muchas veces comprobada, diagnosticaba por escrito enfermedades y dictaba tratamientos con remedios modernos, a veces desconocidos en Chile.

“En cambio, Mister Lowe, el otro personaje que se le incorporaba, se expresaba de viva voz, por su intermedio. Su presencia se anunciaba, también, en el rostro de Galté. En su garganta, cuerdas vocales y labios, se producían extraños sonidos como si Galté estuviera bebiendo ansiosamente. Luego emergía una voz profunda, llena de vibraciones y de lenguaje metafórico”.

“Según recuerda su hija Sonia, el Dr. Erick Halfanne se dio a conocer, por primera vez, en una ocasión en que un matrimonio amigo, los Bachelet, tenían una hija

enferma y recurrieron a su padre para que a través de su condición de médium invocara la ayuda del médico que trataba a la niña y que había fallecido pocos meses antes. Este médico pediatra manifestó a través de Galté que no podía atenderlo porque ‘estaba cumpliendo otra misión’, pero que vendría otro médico a ayudarla. Así fue como se incorporó, por primera vez, el Dr. Halfanne en el cuerpo de su padre.

‘Mi padre lo invocaba a voluntad, continúa recordando Sonia, caía en trance cerrando los ojos y respirando profundamente y él nos contaba que sentía un adormecimiento que partía de los píes y de la cabeza y al juntarse en el plexo solar, comenzaba a incorporarse el Dr. Halfanne. Su cara cambiaba de expresión deformando sus facciones, su brazo derecho, sobre todo su mano, se ponían torpes y cada dedo se movía como si fueran de otra persona. Luego tomaba un lápiz y una hoja de papel y comenzaba a escribir rápidamente con una letra grande, muy distinta a la suya propia’.

“El otro personaje que se le incorporaba, Mr. Lowe, nunca se manifestó por la escritura, sino que por la voz. Cuando Galté caía en trance, hablaba con una voz con acento ‘agringado’ y en un tono muy suave y bondadoso. Nunca se supo exactamente quién era y los que lo escucharon pensaban que podía ser un filósofo, un místico o un humanista inglés. Algunos pensaban que usaba ese nombre para entregar un mensaje de amor (love).

“Los días domingo se reunía en casa de Jaime Galté un grupo de personas de alto nivel intelectual, la mayoría profesionales, para escuchar las enseñanzas de este personaje y para hacerle preguntas, pues aceptaba entrar en diálogo con ellos.

“Estas sesiones con Mr. Lowe fueron tomadas taquigráficamente y fueron publicadas en dos libros cuyos nombres son:“Ante el Umbral” y “En el umbral”.

“Pero fue, sin duda, el Dr. Halfanne el que cambió la vida de Jaime Galté y le dio renombre internacional por sus curaciones. A través de él examinaba, diagnosticaba y recetaba a los distintos pacientes que acudían a él, cuando la medicina tradicional y científica se declaraba impotente. Testigo de ello fueron distinguidos médicos de ese tiempo: Cruz Coke, Alessandrini, Francisco Becca, Santiago Barrenechea, Ignacio Díaz, Roberto y Francisco Donoso, etc., y distinguidos hombres públicos y profesionales como el abogado Miguel Schweitzer (padre), el periodista Ricardo Boizard (Picotón), el dibujante Jorge Délano (Coke), el diplomático Francisco Madrid, el venerable hermano Horacio Hevia, el abogado y profesor Eduardo Chiorrini Alberti, primer Presidente de la Sociedad Chilena de Parapsicología que Jaime Galté contribuyó a fundar el año 1962, etc., etc.”.

A lo largo de su vida realizó muchas curaciones, algunas a distancia, viajando en espíritu a ver al enfermo.

En la actualidad, hay muchos masones que continúan trabajando activamente en grupos espiritistas, abocados fundamentalmente a la sanación de enfermos y a la búsqueda del conocimiento de una realidad que está más allá de la materia. Para la Masonería, que invita a todos sus adeptos a la búsqueda incesante de la verdad, esta es otra puerta para acercarse al conocimiento.

3 comentarios:

  1. Hola:
    Que centros espiritas hay en Santiago y cual me recomiendas.He asistido a uno pero siento que hay cosas extrañas que no as entiendo

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  2. Muy buen artículo. En el se mencionan brevemente algunos hechos impresionantes del vínculo paranormal de Jaime Galté. Sin embargo sus facultades e historias paranormales darían para escribir un libro o hacre un documental (tal como lo hiciera Silvio Caiozzi, quien destino un capitulo completo de la serie “Y si fuera Cierto” que transmitió TVN). Para quienes quieran conocer más antecedentes de las facultades paranormales de Jaime Galté no pueden dejar de visitar el siguiente sitio
    http://fgamboag.wix.com/jaimegalte

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