sábado, 10 de enero de 2009

Exorcismo 2°parte


Pregunta: Según La historia sagrada, Satán no pasó por la forma humana. ¿Es verdad?
Ramatís: Conforme con la exposición de la Biblia, el "pedigree" del Diablo es mucho más noble que el del hombre, pues desciende de Dios y pertenece al linaje angélico. Posteriormente dirigió la subversión celeste y como consecuencia fue apresado y exiliado. El ciudadano terrestre fue hecho de barro, pero no pudiendo evitar su inferioridad, por falta de progreso espiritual, se deleitaba con las crueldades infringidas a sus hermanos en nombre de Dios, sin tener ningún respaldo superior. De esa forma asistimos a las guerras religiosas y a la Inquisición, sobrellevada en nombre de Dios como justificativo de las crueldades y matanzas. Respecto de lo dicho, se le atribuye al Diablo el origen de todas las insanias y maldades del .mundo. ¡Pobrecito, lo rebajaron al papel de simple aprendiz de hechicero! Sin duda que ese Diablo debe poseer originalmente un poco de naturaleza divina, pues se volvió un "ángel caído", en rebelión contra su propia esencia. Es sorprendente cómo Dios, un Ser perfecto, pueda haber generado un monstruo. Más de una vez hemos afirmado: el hombre se perdió en su maldad e hipocresía y tuvo que transferir a alguien sus defectos y de ahí que el Diablo sirvió de "chivo expiatorio".

Pregunta: ¿Existe algún simbolismo o enseñanza esotérica que aluda a la configuración excéntrica del Diablo con cuernos, alas de murciélago, pies de cabra, cascos de caballo, garras de buitre, cola de león, y que lanza humo por la boca?
Ramatís: Es notorio que los primitivos responsables de esa legendaria configuración del Diablo, desearon inconscientemente hacerlo algo humano, pero estigmatizado por las señas de los instintos inferiores animales, como la violencia, destrucción, crueldad, cinismo y rapiña. Bajo la aparente teratología de esa configuración semihumana, se oculta el simbolismo de las pasiones, vicios y pecados tan peculiares al hombre. Satán, por lo tanto, conforme con la antigua iniciación, significa el instinto animal evolucionando hacia el Ángel. Por esta razón el color encarnado o rojizo, el cual representa la fuerza sanguínea primitiva, y las alas como anhelo del principio espiritual para alcanzar la cima de la evolución.

Pregunta: ¿Nos podríais aclara un poco mejor ese simbolismo del Diablo?
Ramatís: En la figura de los cuernos, el esoterista puede percibir muy bien, la furia impulsiva e indomable del toro, que se traduce por la agresividad humana; los pies caprinos es la lascivia; las alas, ya sea del murciélago o de los pájaros, representa dos condiciones: o busca el ascenso o el vampirismo; el cuerpo semihumano es el hombre espíritu y materia; las garras del buitre pueden muy bien representar la avaricia y la peculiar usura humana; los cascos de caballo, la violencia... y así cada teólogo en su concepción diabólica, creó su diablo hecho a su imagen y semejanza anímica. Satán, en suma, es la figura representativa del hombre: las pasiones, lubricidad, avaricia, brutalidad y ambición desmedida, junto al amor, la mansedumbre, altruismo y todos los valores innatos y adormecidos en lo íntimo del espíritu inmortal. Satanás es como el hombre: mezcla de divinidad y animalidad.

Pregunta: No obstante, de tanto cultivar la idea del Diablo, tenemos la sensación de que esa entidad interfiere en nuestras vidas, o ¿será el producto de nuestros temores inspirados en la infancia?
Ramatís: No queda la menor duda de que en el esquema creativo del Universo, el hombre participa con su conciencia en constante productividad. En consecuencia, toda creatividad humana que mejora, se le atribuye a Dios, y toda actividad que empeora o destruye, al Diablo. Siendo así, palpita en lo íntimo del hombre, una "fórmula básica": Dios es la evolución y el Diablo, la involución; Dios es la Luz y el Diablo, las tinieblas: Dios es positivo y el Diablo, negativo.
Mientras tanto, lo que justifica esa creencia o temor subjetivo al Diablo se deriva del hecho de que todos los espíritus, en su incesante ascenso angélico, pasan por alguna de las etapas donde predomina la animalidad, principalmente en el astral inferior, guardando reminiscencias de temor, respecto de las entidades malformadas y sádicas de esas regiones de densidad muy pesada. Explicamos: en el momento en que la centella se individualiza en el seno de la Energía Cósmica, su psiquismo es dirigido en el sentido de aquello que llamamos instinto, cuya función es crear una nueva conciencia que se irá estructurando lentamente hasta el infinito. En esos momentos de mayor egocentrismo, el alma puede ejecutar acciones que inevitablemente la conducirán al astral inferior, donde otras almas afectadas por el ideoformismo periespiritual aportan configuraciones hediondas. Bajo la fuerza de ese magnetismo inferior, que imanta al psiquismo y lo aferra a la actividad animal, las conciencias primarias y desencarnadas y algo inconscientes, casi siempre caen "específicamente" en las regiones tenebrosas y muy densas del mundo astral. En esas zonas, demasiado compactas en su especificación magnética, predomina una vida casi física, que es liderada por espíritus brutalizados y excesivamente vitalizados por la animalidad. Falsos diablos, perversos, despóticos y esclavos indomables del sexo, entidades que no tienen escrúpulos para alcanzar su satisfacción ignominiosa, esclavizan las almas débiles y faltas de protección alguna a causa de sus pecados. Se trata de recuerdos que todas las almas traen grabadas en su intimidad psíquica, desde el mundo astral "tenebroso" o "infernal" y por eso traen en su tela mental y memoria, las impresiones de un pasado impreciso. Y como Satán es una copia deformada del hombre, su contextura peculiar también puede variar conforme con la psicología y temperamento de cada pueblo y raza.

Pregunta: ¿Nos podríais explicar esa variación que sucede con el Diablo, conforme con el tipo de cada pueblo o raza?
Ramatís: De acuerdo con la latitud geográfica, la región, las costumbres, el sentimiento religioso y el entendimiento psicológico de la vida humana, la figura del Diablo también varía en su personalidad representativa. Para el oriental, el Diablo tiene la cara exacta del occidental, mientras que para ellos, Dios tiene los ojos oblicuos; el zulú rinde homenaje a su Dios negro como el carbón, y rechaza al Diablo blanco de fisonomía europea. Como quiera que se le llame en el lenguaje clásico —sea Satanás, Demonio, Belcebú, Lucifer, Espíritu del Mal, etc., etc.— el Diablo siempre representa la figura de la propia alma, cuando invierte o degrada las admirables cualidades de su naturaleza espiritual, para dedicarse sólo a las pasiones odiosas, a la crueldad o a las impurezas de la vieja estirpe animal. Con el ascenso del espíritu hacia los planos edénicos, el Infierno y el Diablo, cada vez se alejan más, porque las zonas tenebrosas existentes en cada criatura, comienzan a iluminarse con la luz angélica.

Pregunta: ¿Trae algún perjuicio mental o espiritual, el hecho que las religiones dogmáticas todavía incentivan la idea del Diablo y el Infierno, con la finalidad de atemorizar a los fieles?
Ramatís: Sin duda, es muy lamentable el perjuicio que ocasiona esa campaña tan obsoleta y morbosa, pues la vida mental predomina primeramente en el hombre, y tanto lo libera como lo estigmatiza de acuerdo con sus convicciones, buenas o malas, fantásticas, enfermizas o sanas de la Realidad Espiritual. Desdichadamente, las religiones oficiales y los afluentes que surgen constantemente en las diversidades de las interpretaciones bíblicas, con características personales, todavía creen y sostienen la configuración tenebrosa y aniquilante de un credo infantil, dominado por distorsionadas sugestiones mentales negativas distorsionadas.
Bajo esas circunstancias, todos los días aportan cantidades increíbles de espíritus alucinados, cuya mente fuera de control por las concepciones maléficas del Infierno y sus demonios, los coloca en situación desesperada y frena cualquier ayuda que los anime a conocer la verdad de su situación. En esas y otras situaciones, los espíritus dañinos se aprovechan de esas mentes infantilizadas y asustadizas por las imágenes diabólicas, reforzándoles aun más los cuadros visualizados, vitalizándolos con técnicas ideoplásticas especiales.

Pregunta: ¿Permitiría el progreso de las religiones dogmáticas, la desaparición de esa trayectoria morbosa e infantilizada del Cielo y el Infierno, tan arraigada entre sus adeptos?
Ramatís: Considerando que la humanidad no mejoró, a pesar de la invitación constante del Cielo y el Infierno, el sacerdocio católico y las comunidades protestantes, hace mucho que deberían haber esclarecido la mente de sus fieles, haciéndoles comprender que Dios no es un bárbaro impiadoso que castiga eternamente a sus hijos. Ni tampoco se trata de un Dios que distribuye favores y premios celestiales, a los fieles seguidores de sus doctrinas religiosas preferidas en la tierra, ni es un soberano vengativo, cuyo amor propio hieren los simpatizantes de otros credos religiosos. El Cielo y el Infierno son conquistas del alma trabajadora, que dirige sus acciones hacia el servicio desinteresado al prójimo y no trata de explotar a su hermano en todos los aspectos. Considerando que pocas almas desencarnan libres de cualquier tipo de mancha o pecado, lo común es que la duda o el miedo siempre acompañen a la mayoría de los "fallecidos", después del ingreso al más allá, donde las macabras creaciones mentales por la perspectiva del infierno, los deja alucinados y a merced de otras contingencias nefastas. La estulticia enseñada por los dogmas católicos y la iglesia reformista, no ayuda a esos pobres espíritus, pues no les da la mínima esperanza de salvarlos, o la gracia de retornar al hogar amigo dejado en la tierra, en una próxima reencarnación.

Pregunta: A través de vuestras palabras, suponemos que los espiritistas o adeptos a los credos liberales, como el Rosacrucismo, la teosofía, el yoga o la Umbanda, después de desencarnados sufrirán menos en el más allá, a causa de su mayor conocimiento de la realidad espiritual. ¿Es así?
Ramatís: En verdad, esos adeptos citados saben que el Infierno es un cuento infantil, porque el peor sufrimiento del mundo astral es provisorio, y se tiene la esperanza de una recuperación espiritual, por la Bondad y Magnanimidad de Dios.

*La propia Biblia anuncia nominalmente, los siguientes demonios: Enoch, príncipe del poder sobre los aires; Belcebú, jefe de todos los demonios; Asmodeus, espíritu del libertinaje; Apollyon, el ángel de las profundidades; Behemot y Leviatán, Belial o Lucifer y otros más de su estirpe. Además, el Diablo sólo fue registrado en el año 446, después de Cristo, en el "Concilio de Toledo".
4 Fragmento extraído de la obra "Liberación", dictada por el espíritu de André Luiz a Chico Xavier, edición de la "Librería de la Federación Espirita Brasileña", que esclarece respecto de la realidad del Infierno: "Por lo tanto, no tenemos círculos infernales, de acuerdo con las figuras de la antigua teología, donde se muestran indefinidamente los genios satánicos de todas las épocas, y sí, esferas oscuras, donde participan conciencias embotadas en la ignoran¬cia cristalizada en el ocio reprobable o confundidas en el eclipse temporal de la razón".

Pregunta: ¿Cómo se verifica esa indeseable condición mental, impuesta por la imprudencia del sacerdocio dogmático, sobre el Infierno y el Diablo eterno, y que provoca en los desencarnados, las incontrolables alucinaciones e ilusiones en el más allá?
Ramatís: Así como las creencias sombrías y fantasmagóricas de las morbosas leyendas crean estados de temor y angustia en los sistemas nerviosos debilitados, las descripciones pavorosas que las religiones dogmáticas hacen del Infierno y del histórico Satán llegan a alterar el equilibrio psíquico y fijan en sus fieles, los cuadros tenebrosos y enfermizos que, aun después de la muerte corporal, permanecen vivos en la tela mental, para miedo y desesperación del alma pecadora.
Bajo tal condición ideoplástica, se producen alteraciones tan intensas que impiden la ayuda de los espíritus guías y mentores, confundidos por los "morbosos clichés" profundamente impresos en el mental de esas almas perturbadas.

Pregunta: Considerando que el Diablo es una leyenda o una figura simbólica creada por el hombre por sus maldades, a través de sus manifestaciones malignas, ¿el sacerdocio católico trata de neutralizar este asunto con el exorcismo?
Ramatís: Es de sentido común, entre los espiritistas y umbandistas, que los cuadros de pavor e incontrolable manifestación, no dejan de ser acontecimientos producidos por espíritus de criaturas fallecidas. Aunque esos hechos asuman características terroríficas y hediondas, que parecieran justificar la presencia de Satán, así mismo, no pasan de ser actuaciones de espíritus obsesores que ejercen su venganza contra los adversarios encarnados. Y, cuando esos seres obsesores perciben que sus víctimas creen infantilmente en la existencia del Diablo, se aprovechan para debilitarles cada vez más el equilibrio mental y anímico. Aquí queda una enseñanza: es muy difícil para el espíritu obsesor atrapar a un hombre sensato, bueno y lúcido y que no cree en la leyenda del Diablo. Se le vuelve muy difícil la posesión de su cuerpo.
No hay duda de que ciertas manifestaciones de espíritus vengativos, demuestran en el campo físico características, intenciones, insultos, mentiras y cinismo tan chocantes, que se pueden atribuir al tradicional y temido Satanás, el más inmoral de los seres después del hombre.

Pregunta: ¿El espíritu diabólico puede tomar con facilidad el organismo de una persona viva y expulsarlo de su espíritu?
Ramatís: A ese respecto transcribimos una de las magníficas lecciones de Allan Kardec, que dice así: "El espíritu no entra en un cuerpo como en su casa, se identifica con el espíritu encarnado, cuyos delitos y cualidades son las mismas que las de él, a fin de accionar conjuntamente como lo hace el encarnado. No obstante, siempre es el encarnado quien actúa, conforme quiere sobre la materia de que se haya revestido. Un espíritu no puede sustituir al que está encarnado, por eso, este tendrá que permanecer ligado con su cuerpo hasta el término fijado para su existencia material".
En consecuencia, es necesario que exista un "consentimiento", para que suceda la posesión, es decir, cuando el poseído se haya "subyugado", de modo que su voluntad se debilita y se vuelve impotente para vencer la fuerza oculta dominante, porque vibra en el mismo patrón ondulatorio o vibracional.

Pregunta: ¿En qué se resume ese "consentimiento", cuando el individuo ha sido elegido como víctima de un espíritu obsesor?
Ramatís: El consentimiento siempre es el fruto de la negligencia, debilidad y corrupción o se debe a las causas kármicas. La conducta irregular, el procedimiento criminal, la especula¬ción obscena minan las defensas del hombre, pues bajo la ley del libre albedrío, cuando se pierde la autonomía espiritual, esclavizados por los vicios y pasiones viles, es fácil y posible la intromisión de otra dirección indeseada. Las viviendas con puertas y ventanas abiertas, son fácil presa del amigo de lo ajeno. Las oraciones y el recto vivir son los mejores antídotos para las posesiones
diabólicas, obsesiones o expoliaciones de los vampiros o espíritus de las tinieblas y mistificadores.

Pregunta: En el caso de los desequilibrados o deficientes mentales, ¿ellos renacen vulnerables o asediados por los espíritus diabólicos, o en el más allá están bajo el yugo de esas entidades perversas?
Ramatís: Es también Allan Kardec, a través de los mensajes de los espíritus benefactores, quien responde a esa pregunta: "Muchos epilépticos o locos, que más necesitaban de los médicos que del exorcismo, han sido tomados por poseídos". El sensato Codificador del Espiritismo, en lo tocante a ciertas almas que quedan bajo la dependencia de los espíritus imperfectos, vengativos y gozadores, explica: ellas renacen con lesiones periespirituales, resultantes de conductas que atentaron contra el prójimo o de pensamientos pecaminosos, de distintos órdenes. El estigma periespiritual materializa en el cuerpo físico alteraciones orgánicas o fisiológicas, produciendo variadas enfermedades que en el campo de las psicopatologías, aparecen como simples alteraciones neurovegetativas, hasta la locura en forma peligrosa e incontrolable de las manifestaciones maníacas.

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir respecto del fenómeno incontrolable y colectivo llamado "convulsionarios"? ¿Eso es producto de los espíritus malhechores o vengativos?
Ramatís: Hay que distinguir entre los fenómenos conocidos por "convulsionarios", las criaturas que sufren agitaciones y perturbaciones, casi siempre producto de obsesiones colectivas, provocadas por falanges de espíritus alborotadores o charlatanes y mistificadores, que pueden simular el mismo fenómeno a fin de demostrar que están relacionados con alguna inspiración divina o en contacto con seres sobrenaturales. Además, no es difícil la histeria colectiva, capaz de confundirse con el fenómeno convulsionario, cuando en una ondulación intermitente y en un ritmo inexplicable, un grupo de cria¬turas puede alcanzar la gama vibratoria, bajo la fuerza de un hecho infrecuente o dramático. Entonces, se rompe el equilibrio "psicofísico", así como sucede cuando con el paso o marcha de soldados en formación rítmica, un puente acaba destruido.
En el caso de la interferencia de falanges de espíritus, con el fin de producir males, escándalos o acontecimientos ridículos, operan aprovechando ciertas predisposiciones de los llamados convulsionarios, hasta alcanzar el "clímax" en la histeria colectiva. Eso sucede en virtud del estado psíquico anormal de los convulsionarios, propenso a las crisis nerviosas; en un determinado momento, puede extenderse a la gran masa de la población, como es el caso de los reclusos en las penitenciarias, nosocomios, instituciones religiosas y hasta un villorrio pacífico, como se ha registrado en vuestro mundo. Todo eso sucede por un efecto simpático o antipático, cuando las disposiciones pre-mórbidas del comportamiento colectivo se asemejan, siendo fácil la reacción en cadena del fenómeno. En consecuencia, se produce una disposición inusual, que imanta a todos los participantes en un mismo frenesí, permitiendo que decenas, centenas y hasta millares de criaturas alcancen el fenómeno tildado de convulsionario.

Pregunta: Aunque consideremos que el Diablo no existe y que toda manifestación maligna es por la presencia de espíritus malos, simulando configuraciones diabólicas, ¿las fórmulas clásicas del exorcismo de la Iglesia Católica pueden actuar eficazmente a esos espíritus perversos y subversivos?
Ramatís: —Jamás un rosario de exhortaciones bíblicas, anatemas o sentencias religiosas consigue éxito para apartar a cualquier espíritu intruso, del cuerpo carnal, al cual gobierna por descuido o debilidad del propio dueño. El exorcismo clásico sólo causa diversión a los espíritus gozadores, mientras que las entidades más vengativas y vanidosas, reaccionan violentamente porque se sienten insultadas o heridas en su orgullo, cuando se las llama demonios. Los espíritus capaces de subyugar a alguien en la materia, son bastante aptos e inteligentes como para evaluar y analizar las ridículas e inocuas ceremonias religiosas, por más seriedad que tenga el exorcismo. Hace siglos que la Iglesia Católica pretende expulsar al demonio, por medio de preces y conjuros. Los sacerdotes tienen la ingenua convicción de que pueden apartar fácilmente a los "demonios" por el simple hecho de rociarlos con agua bendita, o enfrentarlos con la imagen de Jesús crucificado. Mal saben que en el momento de la representación del exorcismo, los espíritus intrusos se ríen a mandíbula batiente, por el esfuerzo de querer apartarlos como demonios. Jamás ellos se sienten afectados por rezos y llantos compungidos, o por las dramáticas señales de la cruz.

Pregunta: A través del Evangelio sabemos que Jesús expulsaba los demonios. ¿Eso no era un exorcismo?
Ramatís: La sublime graduación espiritual de Jesús y su simple presencia eran suficientes para apartar las entidades malignas. La figura del arcángel Miguel expulsando al Diablo de su presencia, el que retrocede acobardado ante la refulgencia de su luz, es uno de los símbolos más significativos, comprobando que los espíritus atrasados no resisten la presencia del ángel, así como la luz y el calor de la explosión atómica, ciega al observador que no protege debidamente sus ojos. Jesús, en su inmenso campo de luz sideral, modificaba cualquier estado vibratorio y producía enormes claros de luz en medio de las sombras, desintegrando los densos fluidos de la vida inferior. No era un simple exorcista dispuesto a este o aquel ritual, y no era tan ingenuo como para creer que bastaría con rociar un poco de agua bendita o recitar algunas frases bíblicas sobre el poseído, para que el demonio o espíritu perverso se apartara. El era la Luz Divina, limitada a un cuerpo carnal perecedero.

Pregunta: Puesto que el exorcismo no va más allá de un verbalismo inútil y hasta ridículo, ¿cuál sería el recurso más eficiente y sensato, para apartar a los espíritus endemoniados de sus víctimas indefensas?
Ramatís: Realmente, son inocuos los exorcismos, los ritos, ceremoniales cabalísticos, los sahumerios, invocaciones o talismanes mágicos para apartar a los obsesores, que son refractarios a cualquier excomulgación, excepto, la presencia y exhortación de una persona con condiciones morales y espirituales elevadas. Los tradicionales exorcistas precisan comprender que las almas obsesoras también hacen justicia a derechos e indemnizaciones por parte de las víctimas, porque es de ley kármica, que "la siembra es libre y la cosecha obligatoria", o que "el hombre pagará hasta el último céntimo", en el proceso obsesivo, es decir, alguien se cobra de aquel que le está debiendo. El exorcismo sensato, provechoso y eficiente para expulsar al llamado demonio, aún sería la simbólica "mesa redonda", donde se examinan fríamente los problemas anteriores (encarnaciones) de orden espiritual, entre el verdugo y la víctima. Jamás lo serán el griterío melodramático con sus gestos teatrales, ni las palabras cabalísticas o invocaciones divinas, para apartar al implacable "cobrador kármico", adherido a la residencia carnal del deudor, cobrando la indemnización de acuerdo con la Ley. Además, en cualquier terapéutica de orden psíquico, valen más la naturaleza sublime y el entendimiento fraterno del pretendido exorcista, que la cultura del teólogo, jerarquía religiosa, o el pseudo poder sugestivo del entendido en "expulsar demonios". En base a la Justicia de Dios, jamás el inocente será asediado, así como la criatura o el adolescente, no será castigado con las mismas penas que se dispone para los adultos. En todo cuadro de obsesión, siempre existe un culpable y un vengador; una víctima y un verdugo, y comúnmente, quien se venga, juzga que está en su derecho de cobrar lo que se le debe y que es obra del otro. En ese caso, la Ley Espiritual determina cuáles son los pagos y las debidas correcciones para la víctima, independiente de la acción del que actúa en contra; el que será advertido que existe una rectificación si se emplea la ley del amor por parte del deudor, que se entrega a obras de bien, debiendo como verdugo, ajustarse a lo que dice el Evangelio "El escándalo ha de venir, pero hay de aquel que interviene". El anacrónico exorcismo dejará de existir, cuando el hombre consiga vivir en paz y armonía con los demás seres del Universo, como lo demostró el propio Cristo, que irradia vibraciones de un amor puro, para todos los hermanos creados por Dios.

(Ramatis)

1 comentario:

  1. Este informe me pareció muy esclarecedor, pero me interesaría saber si alguien que está tomado por ese tal verdugo (al parecer por un tema kármico), puede padecer en su cuerpo físico alguna enfermedad grave, como por ejemplo un cáncer y si esto es así qué se debe hacer...MUCHAS GRACIAS...

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