viernes, 13 de marzo de 2009

El Ojo De Horus 3°Parte "La Esfinge"


La Esfinge - Guardián del Horizonte

Utilizaron los templos como libros vivos para revelar las verdades comprobadas sobre Dios y el funcionamiento del universo, acelerando la evolución de su pueblo. En los templos concentraron el conocimiento y la riqueza convirtiéndolos en polos impulsores del desarrollo de la civilización egipcia. Enseñaron que el eterno espíritu reencarna repetidamente como el hombre sobre la tierra para vivir un proceso de perfeccionamiento diseñado por Dios. Encarna en distintos cuerpos. Nace en distintas familias, lugares y tiempos, con distintas circunstancias materiales, económicas y de salud. Reencarna repetidamente sobre la tierra, mientras el sistema solar da una vuelta alrededor del centro de la galaxia que dura 25.920 años, un giro que llamaron el año cósmico. Durante este ciclo, la conciencia del hombre es influenciada por la energía de distintas constelaciones de estrellas que, como las estaciones climáticas, determinan los procesos necesarios para la evolución. Los egipcios creían que las estrellas que alumbran el nacimiento, marcan el destino del hombre y en una escala mayor, el de toda la humanidad. Entendieron el destino como la parte difícil de cada vida, lo que se debe experimentar para aprender, se comprende qué es verdad al comparar los extremos enfrentados en un universo dual, de contrastes, de luz y oscuridad. Al ejercer su libre albedrío ante las circunstancias que atraviesa, aprende con los resultados de sus decisiones, la angustia permite entender la paz; el miedo permite entender la armonía; las consecuencias del odio llevan a entender el amor. Así, vida tras vida, se produce un proceso de perfeccionamiento espiritual, cada vez se nace sabio, respetuoso y tolerante, hasta que termina el ciclo al transformarse en un superhombre inmortal.
En ese momento de iluminación, puede recordar todas las vidas que vivió, la cadena de errores que cometió, entendiendo que gracias a ellos, hoy puede comprender la razón de su existencia. En paz y armonía, con un altísimo nivel de energía vital, irradiando permanentemente amor, accede a sus poderes superiores y llega al siguiente ciclo evolutivo en una escala más alta de la realidad. El proceso evolutivo ha transformado su animalidad original convirtiéndolo en un maestro ascendido, un respetuoso ser inmortal, capaz de experimentar la ausencia de limitaciones. Esta manera de entender la vida, de años de paz y armonía, desarrollando una civilización ejemplar, los sacerdotes de El Ojo de Horus dejaron estas verdades en el interior de sus templos. Por eso, en esta serie de programas, los estamos recorriendo uno por uno. Hoy, como buscadores de la verdad, vamos a llegar hasta la planicie de Giza (Gizeh) para entender el mensaje de La Esfinge. Un mensaje que nos llega a través del tiempo, pues ese monolito de piedra es una marca indestructible para los buscadores del futuro.
La Esfinge revela movimientos astronómicos registrados por miles de años y comprobados en el ciclo anterior por la humanidad atlante. Hoy creemos que La Atlántida fue sólo un mito. Hay que recordar que la historia contada por Platón sobre la desaparición de La Atlántida, tiene origen egipcio. Fueron sacerdotes del Templo de Nei los que le mostraron a Solón los antiquísimos registros sobre Atlantic una palabra egipcia relacionada con el agua. El vocablo Atl significa agua, límite de la tierra contra el agua. Anti significa división de tierra, la palabra compuesta Atlantic significa entonces, tierra dividida por agua. En la historia de Platón, la capital de La Atlántida, Poseidonis, era una bellísima ciudad radial, conformada por círculos de tierra divididos por canales de agua. Para develar los secretos de la Esfinge vamos a analizar su forma simbólica, su gigantesco tamaño de piedra monolítica, su precisa ubicación, la dirección de su mirada. Vamos a recrear los movimientos de los astros después del diluvio, las huellas de erosión por lluvia de su cuerpo y su significado.
Los sacerdotes supervivientes al cataclismo atlante esculpieron una gigantesca forma simbólica con una serie de claves astronómicas, un reloj que marca los ciclos mayores del sistema solar en la galaxia. Analizaremos estas claves para entender que la Esfinge es el registro de tiempo más grande y antiguo sobre el planeta.
La primera fecha que dejan establecida es la del Zep Tepi, el tiempo nuevo, el momento en que comienza el tiempo cero de la nueva civilización después del diluvio. El Zep Tepi es el primer paso en el nuevo camino de perfeccionamiento espiritual para toda la humanidad. La Esfinge es la primera piedra de ese camino.
La segunda fecha que deja establecida es la del último cataclismo, el que sucedió hace 13.000 años, el diluvio que fue llamado universal porque fue registrado en todo el planeta simultáneamente. No fue un hecho local restringido sólo a Egipto.
Los sabios sacerdotes tenían registros anteriores de otros cataclismos, uno de los cuales había sucedido en los comienzos de la civilización atlante, hace aproximadamente 38.000 años. Sabían que esta destrucción era cíclica y sucedía cada año cósmico. Ese conocimiento les confirmó que los astros marcan la duración de todos los ciclos en las distintas escalas del universo.
Las características de la Esfinge comunican la importancia a todos los niveles y escalas del gran ciclo cósmico. El giro del sistema solar alrededor del centro de la galaxia, determina cuánto duran las estructuras físicas que soportan la organización humana, pues cada 25.920 años ha ocurrido un cataclismo, dando lugar a una nueva forma de desarrollo, una posibilidad distinta de organización.
Las estructuras que ordenan la vida y el desarrollo de la humanidad, sufren periódicas destrucciones al final de cada ciclo cósmico grandes cambios suceden en el sol, causando fuertes alteraciones climáticas que acaban con todo lo construido sobre la tierra. Los sacerdotes de El Ojo de Horus enseñaron que esto forma parte del proceso diseñado por Dios para permitir nuevos desarrollos sobre la tierra, nuevas expresiones que permitan encontrar distintas maneras de ver el universo. Es como si el cuerpo de la humanidad muriera cada 25.920 años para renacer en otra forma más perfecta, lo mismo que sucede con el hombre, pero en una escala colectiva, de una mente más grande. En la bóveda celeste, sobre el polo norte, existen seis constelaciones, son llamadas las constelaciones polares. En un nivel más abajo, cerca del ecuador, existen las doce constelaciones zodiacales. Conociendo sobre cual de las seis constelaciones polares y sobre cual de las doce constelaciones zodiacales está ubicada la tierra en un momento determinado, se puede saber exactamente a que fecha corresponde.

El sistema solar da giros alrededor de la galaxia sobre una línea imaginaria llamada la eclíptica. Cada giro dura 25.920 años, un ciclo eterno llamado el año cósmico por los sacerdotes egipcios. Ellos dividieron este giro de 360º del sistema solar por la bóveda celeste en 12 sectores de 30º cada uno. El sol los atraviesa en 2.160 años, son las 12 constelaciones de estrellas, cada una tiene el nombre de un animal, el círculo de animales o zodíaco. Durante este giro es que el planeta recibe las distintas energías de las doce constelaciones o signos zodiacales, las que definen el destino del hombre en cada reencarnación, las circunstancias difíciles que deben vivir para aprender. Partiendo de la posición que ocupa el sistema solar actualmente sobre la eclíptica a los 0º finalizando la Era de Piscis, entrando en la nueva Era de Acuario, retrocedemos 180º. Aquí se encontraba el sistema solar hace 12.960 años, 180º atrás sobre la eclíptica, en la Constelación de Leo. Los científicos actuales nos dicen que aproximadamente en esa época ocurrió el final del pleistoceno, cuando se derritieron los hielos y sucedió el diluvio universal. La forma de la Esfinge une los 2 símbolos que representan a la constelación zodiacal y la constelación polar en los cielos, el león y el hombre, dando una precisa marcación del tiempo. La forma representa a los dos niveles en que se encuentran estas estrellas. El cuerpo del león representa a la Constelación de Leo, el hombre es el símbolo de la constelación polar que hoy llamamos Hércules y que los egipcios llamaron Pun, el Adán de la mitología astronómica. El movimiento combinado en estos dos planos celestiales es llamado pari passou.
El par de constelaciones por los que pasa la tierra en su recorrido alrededor de la galaxia, en la llamada precesión de los equinoccios, la Esfinge marca así el Zep Tepi, el tiempo nuevo. La estrella polar es llamada así por su ubicación sobre el polo norte, directamente sobre la columna vertebral del planeta, su eje de giro. Es una estrella fundamental. El poder que preside los cielos pues vista desde la tierra a su alrededor gira la bóveda celeste. La inclinación del eje del planeta con relación al sol cambia lentamente durante el giro cósmico y apunta en un segundo círculo, un círculo más arriba en el cielo, a 6 distintas estrellas polares.
Los conocimientos astronómicos egipcios, los registros heredados, les permitió saber que al dividir en segmentos de 60º este segundo círculo superior, encontrarían que el eje de la tierra apunta hacia una distinta estrella polar, aproximadamente cada 4.320 años. Seis constelaciones contienen las estrellas polares, las que se ubican exactamente sobre el polo norte de la tierra, cada 60º de su recorrido por el gran año cósmico son llamadas las constelaciones polares. En la constelación de la Osa Menor está la estrella Polaris, ubicada actualmente sobre el polo norte, es la estrella que guía a los navegantes en los mares. Hace 4.320 años, la estrella polar era Alfa Draconis. Situada en la Constelación de Draco, el dragón. El poder que presidía hace 8.640 años era la estrella polar en la Constelación de Hércules, o el hombre. Hace 12.960 años, cuando ocurrió el diluvio universal, en el círculo superior la estrella polar era llamada Vega en la Constelación de Lira. Otros 60º atrás, o sea hace 17.280 años, brillaba sobre el polo norte la estrella de Deneb en la Constelación de Cygnus el Cisne. Hace 21.600 años se encontraba sobre el polo la estrella Alfirk, de la Constelación de Cepheus. Y exactamente hace 25.920 años o un giro completo del llamado año cósmico, la estrella Polaris en la Osa Menor brillaba sobre el polo como lo hace actualmente.
Estas dos series de constelaciones afectan continuamente al hombre. Las seis del círculo alto sobre el polo y las doce del círculo bajo del zodíaco, ambas giran sobre un eje polar virtual, situado en el centro de la galaxia, el eje de la corona. Para los egipcios toda la bóveda celeste descansa en estas columnas polares, distribuidas simétricamente cada 60º sobre el círculo hacia donde apunta el polo de la tierra en su recorrido con el sistema solar por la galaxia.
La antigüedad y la precisión de los registros egipcios es evidente. Los sacerdotes guardianes del tiempo, heredaron registros astronómicos de más de 26.000 años de antigüedad. Los astrónomos actuales han podido comprobar estos dos movimientos y los llaman la precesión de los equinoccios, pues es a través de los cambios en la línea de los equinoccios que se han comprobado.
El sol visto desde la tierra durante un año solar parece tener cuatro esquinas, cuatro posiciones que limitan sus movimientos en el horizonte. Están definidas por los solsticios y los equinoccios de verano e invierno. El solsticio de verano el 21 de junio es el día más largo con la noche más corta del año. El solsticio de invierno, el 22 de diciembre es el día más corto con la noche más larga del año. Los equinoccios de verano e invierno son cuatro días en los que el día y la noche son iguales.
En la latitud de Giza, el sol sale frente a la Esfinge en los equinoccios, 28º al NE en el solsticio de invierno y 28º al SE en el solsticio de verano. Al ser el día y la noche iguales en los equinoccios, son días de equilibrio energético entre la luz y la oscuridad. Esos días, se abren las puertas dimensionales espacio-temporales, por eso han sido tradicionalmente importantes para todas las culturas sobre la tierra. Cada año, la línea imaginaria que une los dos equinoccios, cambia levemente de inclinación con relación al sol; cada 72 años cambia 1º, cada 2.160 años cambia 30º, cada 25.920 años cambia 360º. Así, la llamada actualmente precesión de los equinoccios, corresponde exactamente a los ciclos definidos por los antiguos en el paripassum, los dos niveles de giro que corresponden al gran año cósmico.
La forma de la Esfinge al unir el signo de Leo con el del hombre de la Constelación de Hércules, marca el momento inmediatamente después del diluvio universal, una catástrofe que ocurre periódicamente al final del gran ciclo Cósmico, cada 25.920 años. La Esfinge es la escultura más grande de la tierra, su enorme cuerpo fue esculpido de una sola roca para que permaneciera incólume ante el paso de los siglos. Es un gigantesco monolito, una sola roca tallada en la planicie de Giza que tiene 80 m de larga, 13 m de ancha y 20 m de alto, tan grande como un bloque o manzana de cualquier ciudad. Para darle la forma a su cuerpo, fueron cortando y retirando la piedra en enormes bloques, que luego utilizaron para construir frente a ella dos masivos templos. Enigmática y poderosa, es la más grandiosa obra que nos ha llegado de la antigüedad. Ha visto nacer, cambiar y desaparecer varias culturas a su alrededor. La Esfinge está ubicada sobre un sitio muy especial sobre la tierra, en la planicie de Giza, también llamada Rostau en el antiquísimo Libro de los Muertos. Su cuerpo de león descansa sobre la línea que paralela al norte del ecuador está a los 30º de latitud y casi exactamente sobre el meridiano que entre los polos norte y sur pasa a los 30º de longitud. 30º latitud, 30º longitud sobre uno de los puntos diamagnéticos del planeta. Hoy se sabe que alrededor de la tierra, sobre los paralelos de 30º N y S de latitud y a distancias armónicas, regulares y equidistantes, pasa la red electromagnética del planeta.
Todos los seres vivos sin importar su escala, tienen una red neurálgica, una matriz que capta y distribuye la energía que necesita de una manera armónica a todo su cuerpo. La tierra a su alrededor, tiene esta red geométricamente pura de líneas equidistantes, basadas en poliedros regulares por donde se mueve la energía que la mantiene viva. Son llamadas las líneas Leigh y las líneas Arman. Conforman una matriz sobre la que existen una serie de puntos neurálgicos donde se producen naturalmente vórtices energéticos que han sido utilizados secretamente por gobiernos e individuos con conocimientos para producir levitación y antigravedad. Estos vórtices electromagnéticos están distanciados armónicamente entre sí y sobre ellos se han comprobado anomalías magnéticas y energéticas. El Triángulo de las Bermudas, de El Dragón y de El Diablo, donde han sucedido desapariciones misteriosas son puntos diamagnéticos reconocidos.
En otros, se encuentran estratégicamente situadas, pirámides de distintas culturas o bases militares de distintas potencias. Sobre estos sitios neurálgicos, utilizando la tecnología adecuada, se puede aprovechar la energía del planeta para anular la gravedad de cualquier objeto en su campo de acción. También, en estos puntos, se han realizado experimentos de traslación dimensional como los realizados en los Estados Unidos en el llamado “experimento Filadelfia” que dirigió Nikola Tesla en 1943. En estos vórtices se producen puertas dimensionales que se abren y se cierran al atardecer en los días del equinoccio. Para los egipcios, el día del equinoccio era la puerta de Maat, la diosa del equilibrio y de la justicia. Esos días realizaban ceremonias especiales con iniciados de La Escuela de Misterios en la planicie de Rostau. Aprovechaban el vórtice para culminar años de preparación en los que sacerdotes que habían alcanzado el quinto y sexto niveles de conciencia eran impulsados con una fuerza externa para que experimentaran dimensiones más elevadas.
Con el conocimiento heredado de los sacerdotes de El Ojo de Horus sobre la red electromagnética, construyeron sobre ella la Gran Pirámide para transformar con propósitos espirituales su inagotable energía. En la Gran Pirámide recibían en su cuerpo las energías condensada del planeta, logrando altísimos niveles vibracionales con los que obtenían estados especiales de conciencia. La Gran Pirámide fue llamada el Arca de Ra-Harmakhu y la construyeron sobre un vórtice electromagnético para ser usada el día del equinoccio, cuando los dominios de la luz y la oscuridad se encuentran balanceados por la diosa Maat. Esos días nacían los Neters, los espíritus excepcionales, los Shemsu-Hor, seguidores de Horus que irradiaban amor y guiaban al pueblo elevando su nivel de conciencia con su ejemplo e información sobre la realidad del universo. En el Libro de los Muertos, en la 5ª división, llamada Rostau, aparece una forma piramidal guardada en su base por dos esfinges con forma de león, que mirando al sol en cada equinoccio, protegen la entrada al reino de Sokar. Los corredores que se recorren para ascender se parecen a los pasadizos de la Gran Pirámide, es allí donde sucede la transformación final del Osiris que lleva en su interior todo ser humano. Allí encuentra la iluminación que lo convierte en Horus, el superhombre inmortal. La forma de león también tiene mucho que ver con este proceso evolutivo. El león es el más evolucionado de los animales. Representa para los egipcios el momento final de una conciencia evolucionando para convertirse en superhombre. Estas y otra gran cantidad de consideraciones, hacen del sitio en donde está localizada la Esfinge, algo muy especial, más allá de la creencia que la Esfinge es sólo una escultura y la Gran Pirámide, una tumba. Dos razones dieron lugar a la creencia de que el faraón Kefren, quien reinó del 2.520 al 2.494 AC fue quien ordenó tallarla de un solo bloque de piedra. La primera es, que encuentran su rostro parecido al de una estatua de diorita negra del faraón Kefren, que fue encontrada enterrada cabeza abajo muy cerca de la Esfinge, en el llamado Templo del Valle. En la estatua aparece con un halcón en el cuello. Retocamos digitalmente la Esfinge para acercarnos a la forma original de su rostro. Encontramos que sus facciones son muy distintas a las de Kefren. Se sabe que la Esfinge fue llamada Abu Hol y que durante muchisimo estuvo pintada de rojo, el color de Egipto. El tiempo se llevó el pectoral de piedras semipreciosas, la simbólica barbilla, los colores de su elegante nemes y todas las pulidas losas de granito blanco de la llamada Pirámide de Kefren.
La segunda razón, es que entre los brazos de la Esfinge se encontró una estela tallada de piedra que en su 13ª línea tiene escrita la sílaba Kef. Esto sirvió como prueba para que los egiptólogos tradicionales le atribuyeran su construcción a Kefren. La estela fue escrita por el faraón Tutmosis IV, quien reinó del 1401 al 1391 AC para conmemorar la restauración y el retiro de la arena que la cubría. Allí se afirma que la Esfinge es la personificación de un gran poder mágico que existe en este sitio, desde el comienzo de los tiempos, el Zep Tepi. Su texto cuenta que, siendo muy joven, Tutmosis IV en un sueño vio el rostro de la Esfinge que le hablaba, asegurándole que lo convertiría en faraón, si la libraba de la arena en que estaba sepultada hasta el cuello. La realidad es que no existe ninguna inscripción que afirme quien la construyó. No se refiere a Kefren como su constructor. Seguramente fue uno de sus restauradores que, como Tutmosis IV, la limpió de arena a través de los tiempos. En otra piedra tallada llamada la estela del Inventario, encontrada en Giza por Auglise Mariette, se afirma que el faraón Keops, antecesor de Kefren, ordenó construir un templo al lado de la Esfinge, lo que prueba que ya estaba allí y que su sucesor no pudo haberla construido. Sin embargo, esta estela es desconocida por los egiptólogos tradicionales, quienes argumentan que no es original, que el estilo con que está escrita no corresponde a la época de Keops. La realidad es que la Esfinge permaneció sepultada en la arena por miles de años. Varias veces gobernantes benévolos ordenaron limpiarla, quedando al descubierto por algún tiempo, para volver a caer en el abandono.
La dirección de su mirada marca otra clave de este misterio. Su cabeza de hombre, mira fijamente hacia el Este, contempla el nacimiento del sol desde hace miles de años. Su mirada marca intencional y precisamente el punto en el horizonte por donde sale el sol en los equinoccios, el Este verdadero, el punto de cruce dimensional, la línea imaginaria que pasando por el sol, une el equinoccio de verano con el de invierno, es utilizada actualmente para medir con la variación de su ángulo, el gran año cósmico, la precesión de los equinoccios. Su ángulo cambia 1 grado cada 72 años, se mueve 30º en 2.160 años, 360º en 25.920 años. Es la marca del año cósmico, el ciclo que determina las reencarnaciones del hombre y la llegada de los cataclismos periódicos. Utilizando la precisa ubicación de la Esfinge, científicos norteamericanos realizaron simulaciones de la bóveda estelar, programando en la computadora la posición de la tierra, hace 12.960 años sobre la eclíptica, la curva que recorre el sistema solar. Se confirmó que en ese momento, en el punto exacto hacia donde mira la Esfinge, el punto sobre el horizonte situado al Este verdadero, a los 30º de latitud, salían todas las noches las estrella de la Constelación de Leo. La Esfinge miraba en el horizonte, frente a ella, las estrella del signo zodiacal de Leo. La constelación que atravesaba el sistema solar en esos momentos, confirmando el mensaje de tiempo, de su forma simbólica y de su precisa localización. En ese mismo momento, a 90º sobre el mismo horizonte, mirando hacia el sur, se situaba la Constelación de Orion, 9º sobre la línea del meridiano N-S. Mientras la estrella Sirio, la más importante para los egipcios, pues su aparición anunciaba el desbordamiento del Nilo, se situaba exactamente a ras de tierra, 14º a la izquierda del meridiano. La fecha que transmite la Esfinge, el comienzo de la nueva civilización, el Zep Tepi, está confirmada por la relación de su forma simbólica con la Constelación Zodiacal de Leo y polar de Hércules. La dirección de su mirada hacia la salida del sol en el equinoccio vernal y hacia las estrellas de Leo en la noche, la convierten en un preciso reloj astronómico. Su localización fue escogida con mucha precisión, para convertirla en un mensajero a través de los tiempos que cuente a los buscadores futuros el ciclo más importante para el hombre, el año cósmico y la localización de la red electromagnética del planeta.
Otro elemento en la Esfinge también confirma el Zep Tepi, el momento en que fue construida la Esfinge. Se trata de una prueba de origen geológico y climático. En 1960, el matemático francés René Schwaller de Lunix, afirmó que el cuerpo leonino de la Esfinge presenta signos de erosión causada por la lluvia. Esto sorprendió a todo el mundo pues está confirmado que la Esfinge estuvo sepultada bajo la arena hasta el cuello el 90 % del tiempo de los últimos 4.500 años. Desde el año 2500 AC, la fecha tradicionalmente aceptada de su construcción por el faraón Kefren, sólo unas pocas veces en todo ese tiempo, algunos gobernantes benévolos se han preocupado por restaurarla y quitarle la arena de encima. Una de las últimas limpiezas la realizó Napoleón, cuando estuvo en Egipto. Cómo es posible entonces, que su cuerpo presente signos de erosión causada por lluvia?. Además, está comprobado que el clima en Egipto ha sido el mismo, árido seco y poco lluvioso durante esos 4.500 años. Los científicos nos dicen que el cambio climático radical que ocurrió en esa zona al final del pleistoceno, la convirtió poco a poco en el desierto que es actualmente. Esto quiere decir que a lluvia que causó la erosión de la Esfinge, sólo pudo haberle caído entre el año 10.960 AC y el año 5.000 AC, cuando la planicie de Giza se convirtió en el arenal que la sepultó hasta el cuello y la protegió del clima a su alrededor. Una expedición de la Universidad de Boston, comprobó las huellas de erosión, confirmando que eran causadas por la lluvia y determinó que las profundas grietas debieron haberse causado durante miles de años. Esto confirma la antigüedad de la Esfinge y centra la atención sobre la polémica existente entre los egiptólogos tradicionales que no se han puesto de acuerdo sobre cuando comenzó realmente esta civilización. Muy pocos registros de gobernantes han sobrevivido hasta el presente y los que lo lograron son aceptados sólo parcialmente. El Papiro de Turín y la Galería de los Cartuchos en el Templo de Osiris en Abydos tienen los nombres de los faraones que son aceptados actualmente. Desde el primer faraón, el legendario Rey Nemes que aparece en la paleta de Naim, a quien se atribuye la unificación de Egipto alrededor del año 3000 AC, dando comienzo a la primera dinastía de la historia oficialmente aceptada. Sucede que estas listas y las que escribió el sacerdote Manneto en el año 300 AC en su Historia de la Civilización de Egipto comienzan realmente mucho más atrás en el tiempo, con otros gobernantes que no han sido aceptados, afirmándose que son un mito irreal. Son el reinado de los Shemsu Hro, los seguidores de Horus, los divinos ancestros, unos seres iluminados que habrían gobernado a Egipto durante 13.900 años y luego los de Akku, los sabios, otros gobernantes excepcionales, cuyo reinado de acuerdo a estas listas duró 11.000 años antes de comenzar el reinado de los faraones que duró 30 dinastías.
Esto quiere decir, que la civilización existió en Egipto aun antes del diluvio universal, durante el ciclo anterior que llamamos atlante y que en el Zep Tepi reinició con los conocimientos heredados, un nuevo ciclo. Explica, además, una de las incongruencias de la historia aceptada, que sitúa el comienzo de la civilización alrededor del año 3000 AC. Nadie entiende cómo las ciencias, el arte, las técnicas arquitectónicas y la escritura hieroglífica aparecen en esa fecha totalmente desarrolladas, con logros iniciales nunca sobrepasados en todo su desarrollo posterior. No se entiende cómo el complejo de Saqqara aparece súbitamente de la nada, con ladrillos horneados, finísimos recubrimientos cerámicos, armónicos detalles arquitectónicos, columnas y pirámides capaces de resistir milenios. Es como si nuestra actual civilización hubiera construido súbitamente el transbordador espacial sin haber desarrollado nunca los aviones de lona, los DC-3 y los vuelos Gémini que condujeron el hombre a la luna. Es evidente que la civilización egipcia heredó conocimientos del ciclo anterior atlante y que fue guiada en sus comienzos por una casta sacerdotal de seres muy evolucionados espiritualmente, como lo afirman las listas de gobernantes que sobreviven. Esto también confirma que la Esfinge fue tallada en la piedra por los sacerdotes de La Escuela de Misterios de El Ojo de Horus inmediatamente después del diluvio en el período pre-dinástico de Egipto.
La Esfinge es una enorme escultura construida de una sola pieza para resistir incólume el paso de los siglos. Su forma simbólica fue escogida cuidadosamente para que se convirtiera en un reloj astronómico. Fue ubicada de manera precisa sobre un nodo diamagnético del planeta indicando la existencia de fuerzas planetarias en el sitio donde posteriormente se construyó la Gran Pirámide. La dirección de su mirada en el preciso punto del horizonte donde sale el sol el día del equinoccio, indica la importancia de la puerta de Maat, la entrada al reino de Sokaat, el momento donde el día y la noche tienen la misma duración. En este universo de contrastes sólo a través del equilibrio entre la luz y la oscuridad, al balancearse los extremos de la dualidad, se puede encontrar la unidad. Esta comprensión se logra experimentando con los resultados de las decisiones a lo largo de muchas reencarnaciones, encontrando el camino de respeto y tolerancia que conduce a la paz y la armonía.
Este mensaje lo transmiten todos los templos de la civilización egipcia; el camino de perfeccionamiento a través de la reencarnación para llegar a la iluminación era su creencia fundamental.
La Esfinge también confirma la antigüedad de la civilización egipcia. El momento del nuevo comienzo, del Zep Tepi, hace 12900 años cuando las estrella de la Constelación de Leo destellaban frente a ella. La Esfinge marca la existencia del año cósmico, el ciclo más importante para la humanidad. Nos confirma que sí existió la civilización atlante. Representa la certeza que existe un alto orden de sabiduría.

3 comentarios:

  1. Por favor sigue publicando los textos!
    Yo estaba haciendo lo mismo y di con esta página!

    Saludos y Paz Inverencial!

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  2. quiero cono ser mas sobre la esfinge y su significado y la antiguedad de esta y que posible relacion tenga esta con el atlantida, esa sibilisacion perdida que platon hace referencia.

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  3. Es un articulo muy completo, y te agradezco haberlo puesto al alcance de todos.Muchas gracias.
    Además, estoy convencida de la veracidad de las explicaciones...nunca creí que la piramides fuese una tumba, he disfrutado de la pagina y he guardado la dirección.Un abrazo

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