martes, 22 de diciembre de 2009

Nociones sobre el astral inferior.


Pregunta: ¿Qué son las regiones abismales o más conocidas como el "astral inferior", cuyos conocimientos hemos recibido por algunas comunicaciones mediúmnicas?
Atanagildo: Son zonas o regiones en donde se acumulan fluidos deletéreos bastante densos y mórbidos, formando enormes depósitos de sustancias producidas por la escoria de todo lo que la Humanidad terrena produce por su mente irregular, así como se forman montones de residuos a causa de los intercambios de energía por el metabolismo natural de los seres y de la vida planetaria. Bajo la ley de correspondencia vibratoria, los fluidos puros y diáfanos tienden a expandirse y a diseminarse en las regiones más altas del astral, fijándose en forma de energías sublimadas. De acuerdo a la misma ley, el magnetismo opresivo y vil propende a bajar hacia los niveles inferiores que circundan al orbe terráqueo formando la carga residual, densa y letárgica, que ha de merecer la denominación de "zonas abismales" o "astral inferior". Es conveniente recordaros que en el Más Allá se modifican todas las escalas y padrones de las medidas conocidas en el mundo físico; así que cuando nos referimos a las zonas "bajas" o "altas", es nuestro deseo dar a conocer con más exactitud las zonas inte¬riores o exteriores, que se distinguen entre sí conforme a la naturaleza de sus fluidos. Algunas regiones astrales se asemejan a la emulsión sensible de las placas fotográficas, con la propiedad de fijar todas las emanaciones perturbadas de la mente humana, como ser el miedo, la tristeza, la cólera, la envidia, la angustia, el celo, la lujuria, la avaricia y todas las demás consecuencias de la insatisfecha y contradictoria conducta de la Humanidad. Las demás capas fluídicas que allí se acumulan semejan una monstruosa tela de magnetismo que se refleja en un torbellino de imágenes deformadas.

Pregunta: Hemos leído diversas obras mediúmnicas en donde los espíritus manifiestan que en el astral inferior hay tempestades. ¿No podéis aclarar algo al respecto?
Atanagildo: En el astral inferior existen espesas sombras que se mueven constantemente, bajo una fantástica dinamización, a consecuencia de los impulsos degradantes y agresivos de las almas culpables que allí se sitúan. Ciertas veces, cuando la agitación de los desencarnados es excesiva, dan lugar a las llamadas repercusiones mentales, las que se unifican a la de los encarnados, desatando terribles casos de odio y crueldad, como si fueran enormes avalanchas proyectadas por pasiones degradadas que forman en el astral inferior verdaderos tifones y remolinos de sustancia tenebrosa, que se expanden en torbellinos sofocantes, como si fuera una violenta tempestad de arena negra y viscosa. Esas regiones perturbadas están muy próximas a la superficie de la Tierra por cuyo motivo los espíritus benefactores que la visitan en servicios asistenciales a veces son perjudicados durante los casos de tempestades violentas, pues esa materia degradada les lastima el delicado cuerpo periespiritual.

Pregunta: ¿Se pueden registrar en el medio astral accidentes geográficos semejantes a los ocurridos en la Tierra? ¿No se tratará apenas de situaciones provisorias creadas por el vigor de la mente desencarnada?
Atanagildo: ¿Por qué no? Aunque nos encontremos en un plano vibratorio diferente al de la materia sólida, la relatividad entre el medio y el agente es semejante a lo que sucede con el vuestro en la Tierra. Así como en la superficie terrestre se forman surcos, valles, océanos, campiñas, montañas y vegetación variada, también en el astral se configuran formas con sus contrastes y puntos de apoyo, necesario para las relaciones del alma con el medio, aunque se regulen por leyes diferentes a las del plano físico. Las regiones inferiores del astral se nos presentan como si fueran de una solidez casi impenetrable y tienen forma de abismos, desfiladeros, malezas inhóspitas, ríos, lagos y caminos peligrosos, de naturaleza atemorizante y deformada, sin la gracia del paisaje terreno. En la metrópoli del Gran Corazón los ríos y riachos que bañan a la ciudad son fuentes de agua cristalina y de fragancia bienhechora; en las regiones inferiores, las corrientes de agua son oscuras, cálidas y sucias, exhalan un olor fétido y emanan vapores sulfurosos. De ahí el sufrimientos dantesco que padecen las almas que son atraídas y "caen" a esas zonas sin poder orientarse para salir de ellas, siendo víctimas de los más engañadores fenómenos en sus relaciones con el medio. Sumergidos en las sombras aterradoras y sofocados en los inmundos desperdicios aeriformes, se ven atraídas por las más simples necesidades fisiológicas de su periespíritu. Entonces claman por alimentos, agua, sueño, reposo y abrigo, mientras que sus despiadados adversarios, entrenados en las sombras, agotan todas las reservas de coraje, esperanza y alivio, vampirizándolos bajo el más humillante estado de sufrimiento moral y espiritual.

Pregunta: ¿No sería lógico que los espíritus que viven en el astral inferior pudiesen visitar las comunidades más elevadas, así conocen el júbilo de la vida superior que les sirve de incentivo para su renovación espiritual?
Atanagildo: A pesar de los grandes sacrificios a que nos sometemos cuando vamos en misión de tarea sacrificial o de entrenamiento espiritual, descendemos a los planos bastante inferiores del astral, a pesar de que nos es más fácil descender al seno de las sombras, que a los espíritus tenebrosos o sufrientes subir a las regiones elevadas, en donde se encuentran las regiones angélicas. Entre ellos hay espíritus diabólicos, que en cantidades amenazadoras acostumbran atacar los puestos y agrupaciones de ayuda que se sitúan en las inmediaciones de las zonas sombrías, pero no consiguen su intento, porque son rechazados por aparatos defensivos a base de emisiones electro-magnéticas. Para bajar a las regiones inferiores tenemos que revestir a nuestro periespíritu con una verdadera escafandra de fluidos densos que nos coloquen en sintonía con el medio compacto, al mismo tiempo que nos esforzamos por esconder nuestra procedencia y despojarnos de todas las apariencias credenciales superiores que nos puedan identificar delante de las multitudes y de los administradores de las ciudades subvertidas. En la suposición de que tales espíritus inferiores pudieran subir hasta nuestra metrópoli, el fenómeno se invertiría, pues ellos tendrían que despojarse completamente de su manto de tinieblas para lograr alcanzar la extrema liviandad periespiritual y poder ascender a las esferas paradisíacas. Eso lo conseguirían con sólo substituir la crueldad por la ternura, el egoísmo por el altruismo, el orgullo por la humildad y la lujuria por la castidad, por ser el único proceso que les permitiría equilibrarse en el ambiente sutil y purificado de las metrópolis celestiales. Si ellos pudiesen hacer eso, hace mucho tiempo estarían completamente renovados, elevándose por sí mismos, sin necesidad de estímulos o incentivos superiores. La madurez espiritual no se consigue con toques de magia; es una realización paulatina y comúnmente conseguida bajo el aprendizaje del dolor y el sufrimiento, por haber violado la Ley Kármica. Mientras tanto, nuestro descenso al astral inferior es un acontecimiento perfectamente viable y comprensible, porque se realiza por el auto-sacrificio y por la reducción de nuestra frecuencia vibratoria familiar. Bajo el potencial de nuestra voluntad concentramos las fuerzas internas del espíritu, en un esfuerzo reductor, para lograr hacernos cada vez más "pequeñitos" y poder ir al encuentro de nuestros hermanos que han faltado a la Ley Divina. Con todo eso, no podemos dejar de reconocer cuan diminutos somos ante la inmensidad de la Vida Cósmica. La convicción sincera y humilde que tenemos de la grande/a de Dios y del Infinito, ya que en realidad, no dejamos de ser un inexpresivo grano de arena sideral, y esto mucho nos ayuda para alcanzar el éxito de esa aproximación vibratoria hacia los espíritus aun impermeabilizados contra el flujo de la luz eterna que, sin embargo, late en lo íntimo de sus almas.

Pregunta: Los espíritus superiores que transitan por el astral inferior, ¿tienen conocimientos de las sorpresas y fenómenos que ocurren en la región?
Atanagildo: Aun para los espíritus bastante entrenados en esas excursiones sombrías o para los que se dirigen en procura de aprendizaje, las sorpresas que les esperan son aterrorizantes, pues no conocen las miserias de la vida rara que oculta en las profundidades del astral inferior de la Tierra. Todas las sensaciones de júbilo y de poesía sideral, muy común en las agrupaciones superiores y en las ciudades elevadas, desaparecen a medida que sus moradores descienden hacia las regiones inferiores, en donde el panorama se reviste de un fondo tétrico y de una vida que amedrenta y repugna, en donde se enfrentan con las formas vivas más inconcebibles para la imaginación humana. Son cuadros de torturas y excentricidades que sobrepasan a todo lo que se podría suponer y conocer a través de la más fecunda literatura de leyendas y fantasías mórbidas.

Pregunta: ¿Cuál es vuestra sensación o estado espiritual al penetrar en esas regiones inferiores?
Atanagildo: Cuando penetro en esas regiones me siento en un mundo extraño y mórbido, dominado por una atmósfera silenciosa y anormal que preanuncia algún acontecimiento terrible. Ese espantoso y atemorizante silencio es quebrado súbitamente por clamores, aullidos, blasfemias y carcajadas siniestras, produciendo agitaciones y revueltas que mueven todo el paisaje y el ambiente, super excitándolo todo, dándole una misteriosa sensación de terror. Su vegetación es tristona, imitando perfectamente al paisaje de fondo de las viejas historietas de brujas, duendes y fantasmas horripilantes, algunos árboles están cubiertos de hojas, las que se agitan y revolotean, dando la sensación de agresividad; otros no tienen hojas y elevan sus ramas, cual brazos en resignada tortura vegetal, como si fueran adornos fúnebres en medio de un paisaje de hollín gaseoso. A pesar del aspecto repulsivo y amedrentador de esa vegetación, se percibe la fuerza de una vida poderosa y oculta, que parece angustiada y oprimida en una vigorosa eclosión vegetativa, proveniente del gran potencial que nutre a los reinos inferiores de la existencia planetaria. Desde la sutil hierba y el más diminuto insecto hasta el vegetal más prodigioso y el animal más gigantesco, todo se presenta amenazador y siniestro. Cierta vez, después de algún tiempo de cuidadosa observación, me sorprendí al comprobar que detrás de aquellos aspectos agresivos había una sensación misteriosa de miedo, como si todos percibieran una extraña amenaza en la atmósfera triste y lúgubre. Yo no puede comparar fielmente estos acontecimientos del astral inferior con fenómenos semejantes que acaecen en la superficie de la Tierra, pero debo deciros que, en base al silencio mórbido y absoluto de ciertas zonas que visité, me sentía influenciado por una extraña sensación de "peligro a la vida", aunque ignorase su origen y razón. Algunas veces comparé lo que precede a las grandes tempestades cuando la quietud y la calma momentánea es violentamente interferida por la cólera de la naturaleza, en donde el suelo es barrido por la fuerza del tifón y el paisaje es fustigado por la tormenta impresionante. A pesar de la familiaridad con que afronté todas las sorpresas del mundo astral, aún no puedo dejar de impresionarme con ese misterioso silencio que preludia al torbellino de una vida avasallante y agresiva en el astral inferior. La vegetación, los animales y las aves que viven en esa región oscura del astral, llena de formas tenebrosas e inestables, parecen mantener entre sí una actitud extraña, como si se protegieran de una cosa que les causa mucho miedo y angustia. Entonces procuran vencer el miedo producido por el ambiente misterioso que los rodea, por medio de otro miedo mutuo que encubre una actitud defensiva.

Pregunta: ¿A qué atribuía esa sensación de angustia y al mismo tiempo de miedo que notasteis en el ambiente astral inferior?
Atanagildo: Es conveniente que no olvidéis que os estoy dando mis impresiones personales sobre la naturaleza del mundo astral inferior, dentro de mi conocimiento y de mis actuales reacciones psicológicas. Es evidente que otros espíritus que fueron sometidos a las mismas experimentaciones os podrían ofrecer consideraciones y relatos mucho más lógicos, en base a conocimientos muy avanzados y más allá de mi simple concepción particular. No guardo la presunción de poseer mejores conocimientos que otras ramas de la metrópoli del Gran Corazón, como tampoco quiero sugeriros que soy demasiado sensible e impresionable por los fenómenos relatados. Pero os aseguro que el pavor, la angustia y al mismo tiempo la misteriosa amenaza que existe en toda la región del astral sombrío y que se extiende aparentemente a todos sus habitantes excéntricos, debe tener su origen en las emanaciones mentales inferiores, de perversidad, celos, desesperación, odio, envidia y demás pasiones tenebrosas que provienen de la mayor parte de la humanidad allí existente. En cambio, la vegetación, las aves, los animales y las cosas que existen en las colonias y ciudades elevadas, están saturados de vida, son tiernos y comunicativos y se nutren por los esplendores de la luz que los envuelve continuamente; en el astral sombrío, la falta de luminosidad interior produce el ambiente infectado y oprime el libre influjo de la savia creadora, resultando el aspecto torturante y asustador que domina a todas las cosas existentes. Si la luz en nuestra metrópoli renueva y purifica nuestras relaciones con el medio y los seres, tornándolos en admirable prolongación comunicativa de nosotros mismos, es de imaginar entonces que la falta de luz en las regiones infelices incentiva al máximo el egoísmo y la impiedad, exceptuando las condiciones apropiadas para proteger su personalidad inferior y a su vez para que puedan sobrevivir en un medio tan hostil para la vida misma.

Atanagildo.

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