domingo, 6 de diciembre de 2009
Papa Juan XXIII
Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en el caserío Brusico de Sotto il Monte, provincia y diócesis de Bérgamo. Era el cuarto de los catorce hijos (y el mayor de los varones) de Giovanni Battista Roncalli y de Mariana Mazzola. Su familia trabajaba como campesinos en un terreno arrendado; como contraste, su predecesor Eugenio Pacelli provenía de una antigua noble familia aristocrática romana conectada con el Papado. En el ambiente de su humilde familia, encabezada por su tío abuelo (y padrino) Saverio, desarrolló su fe cristiana.
En 1892, entró en el seminario de Bérgamo para cursar los estudios superiores, con la ayuda económica del párroco Rebuzzini y de Giovanni Morlani (propietario de las tierras cultivadas por los Roncalli). En el seminario, comenzó la práctica (que continuaría hasta su muerte) de redactar unas notas espirituales, que quedaron recogidas en su "Diario de un Alma".
A causa de su capacidad, en 1901 fue enviado a Roma para seguir sus estudios como alumno del seminario romano dell'Apollinare, donde se graduó en teología. Fue ordenado sacerdote a la edad de 23 años en 1904.
En 1905 fue nombrado secretario del obispo de Bérgamo, Giacomo Radini Tedeschi, y el año siguiente fue el encargado de la enseñanza de la Historia y Patrología en el seminario de Bérgamo. Ocupó estos puestos hasta la muerte de "su" obispo (en 1914), como siempre recordaría a Radini Tedeschi. Durante la I Guerra Mundial, ejerció primero de sargento médico y más tarde de capellán militar. En 1921, fue llamado desde Roma por el papa Benedicto XV para ocupar el cargo de presidente para Italia del Consejo Central de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe. El 19 de marzo de 1925 Angelo Giuseppe Roncalli fue consagrado obispo titular de Areopoli; elige como su lema episcopal "Obedientia et Pax". El papa Pío XI le nombra Visitador Apostólico de Bulgaria este mismo año. Allí realizó su labor apostólica visitando las comunidades católicas y estableciendo relaciones de respeto y estima con otras comunidades cristianas, en especial de la Iglesia Ortodoxa. En 1934 fue trasladado a la nunciatura en Turquía, concretamente fue nombrado Vicario Apostólico de Estambul (antigua Vicaría Apostólica de Constantinopla).
Su intervención fue indispensable para socorrer a los judíos ante la persecución nazi. El mes de diciembre de 1944 el papa Pío XII lo nombró nuncio apostólico en París. Contribuyó a normalizar la organización eclesiástica en Francia, desestabilizada por los numerosos obispos que habían colaborado con los alemanes. Gracias a su cortesía, su sencillez, su buen humor y su amabilidad pudo resolver los problemas y conquistar el corazón de los franceses y de todo el Cuerpo Diplomático.
El 12 de enero de 1953 el papa Pío XII le nombra cardenal presbítero del título de Santa Prisca y tres días después le envía a Venecia como Patriarca. El 28 de octubre de 1958, contando con casi 77 años, Roncalli fue elegido papa ante la sorpresa de todo el mundo. Escogió el nombre de Juan (nombre de su padre y del patrón de su pueblo natal, aunque escogió este nombre por el evangelista de nombre Juan). Fue coronado el 4 de noviembre (21 días antes de su cumpleaños 77) por el cardenal Nicola Canali, protodiácono de San Nicola in Carcere Tulliano. Después del largo pontificado de su predecesor, los cardenales parecieron escoger un papa de transición a causa de su avanzada edad y de su modestia personal. Ni los cardenales ni el resto de la Iglesia esperaban que el temperamento alegre, la calidez y la generosidad del papa Juan XXIII cautivaran los afectos del mundo de una forma en que su predecesor no pudo. Al igual que Pío XI pensaba que el diálogo era la mejor forma para dar solución a un conflicto. Enseguida empezó una nueva forma de ejercer el papado. Fue el primero desde 1870 que ejerció su ministerio de obispo de Roma visitando personalmente las parroquias de su diócesis. Al cabo de dos meses de haber sido elegido, dio ejemplo de obras de misericordia: por Navidad visitó los niños enfermos de los hospitales Espíritu Santo y Niño Jesús; al día siguiente fue a visitar los prisioneros de la cárcel Regina Coeli. En su primera medida de gobierno vaticano, que le enfrentó con el resto de la curia, redujo los altos estipendios (y la vida de lujo que, en ocasiones, llevaban los obispos y cardenales). Asimismo, dignificó las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano, que hasta ese momento carecían de muchos de los derechos de los trabajadores de Europa, además retribuidos con bajos salarios. Por primera vez en la historia nombra cardenales indios y africanos. Tres meses después de su elección, el 25 de enero de 1959, en la Basílica de San Pablo Extramuros y ante la sorpresa de todo el mundo anunció el XXI Concilio Ecuménico -que posteriormente fue llamado Concilio Vaticano II-, el I Sínodo de la Diócesis de Roma y la revisión del Código de Derecho Canónico. Este concilio fue inspirado en la figura del Papa Pío IX precursor del Concilio Vaticano I y quien, según el Papa Juan XXIII, nadie en la historia de la Iglesia había sido tan amado y tan odiado a la vez. El 2 de diciembre de 1960 se reunió en el Vaticano durante una hora con el arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher. Era la primera vez en más de 400 años, desde la excomunión de Isabel I, que la máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra se reunía con el papa. Durante su Pontificado nombró 37 nuevos cardenales, entre los cuales por primera vez un colombiano, un tanzano, un japonés, un filipino, un venezolano y un mexicano.
El papa Juan XXIII escribió ocho encíclicas en total. Su magisterio social en las encíclicas "Pacem in terris" y "Mater et Magistra" fue profundamente apreciada. En ambas pastorales se insiste sobre los derechos y deberes derivados de la dignidad del hombre como criatura de Dios.
El 3 de enero de 1962 excomulgó a Fidel Castro, iniciativa amparada en condenas expresadas por el papa Pío XII en 1949. El día 6 de mayo del mismo año canonizó al primer santo negro de América, San Martín de Porres.
El 11 de octubre de 1962 el papa Roncalli abrió el Concilio Vaticano II en San Pedro. Este Concilio cambiaría la cara del Catolicismo: una nueva forma de celebrar la liturgia (más cercana a los fieles), un nuevo ecumenismo y un nuevo acercamiento al mundo.
Desde la apertura del Concilio, el papa Juan XXIII indica la precisa orientación de los objetivos: no se trataba de definir nuevas verdades ni condenar errores, sino que era necesario renovar la Iglesia para hacerla capaz de transmitir el Evangelio en los nuevos tiempos (un "aggiornamento"), buscar los caminos de unidad de las Iglesias cristianas, buscar lo bueno de los nuevos tiempos y establecer diálogo con el mundo moderno centrándose primero "en lo que nos une y no en lo que nos separa". Al Concilio fueron invitados como observadores miembros de diversos credos, desde creyentes islámicos hasta indios americanos, no sólo miembros de todas las Iglesias cristianas (Ortodoxa, Anglicanos, Calvinistas, Cuáqueros, Protestantes, Evangélicos y Metodistas no presentes en Roma desde el tiempo de los Cismas)
El 23 de mayo de 1963 se anunciaba públicamente la enfermedad del papa (cáncer de estómago). Murió en Roma el 3 de junio de 1963. El Papa no quiso dejarse operar temiendo que el rumbo del Concilio se desviara de lo estipulado, de esta forma el mismo Papa estaba firmando su sentencia de muerte. Al fin después de una grave enfermedad, hacia las dos y cincuenta de ese día, el Papa Juan XXIII muere sin ver concluida su obra, a la que él mismo consideraba "La Puesta al día de la Iglesia". En la memoria de muchos, el Papa Juan XXIII ha quedado como "el Papa bueno" o como "el Papa más amado de la historia".
Fue sucedido por Pablo VI quien en 1965 iniciaría su proceso de beatificación después de la clausura del Concilio Vaticano II. El papa Juan XXIII fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 junto con el Papa Pío IX a quien él tanto deseó canonizar. Su fiesta litúrgica quedó fijada el 11 de octubre, día de la apertura del Concilio Vaticano II.
Cuando su cuerpo fue exhumado en el año 2000, se corrió el rumor de que su cuerpo se hallaba incorrupto, enseguida fuentes del Vaticano se apresuraron a negarlo, recordando que había sido embalsamado. Sus restos actualmente descansan en la Basílica de San Pedro, en Roma.
También es honrado por muchas organizaciones protestantes como un reformador cristiano. Tanto los anglicanos como los protestantes conmemoran a Juan XXIII como un "renovador de la iglesia".
Pier Paolo Pasolini le dedicó una de sus grandes películas, "El Evangelio según San Mateo".
El hospital Universitario Juan XXIII en Tarragona fue creado para que dicho papa fuera recordado por siempre.
La tumba que ocupaba el Papa Juan XXIII, está siendo ocupada por el Papa Juan Pablo II, fallecido el 2 de abril de 2005.
Encíclicas del papa Juan XXIII:
* Ad Petri Cathedram (29 de junio de 1959)
* Sacerdotii Nostri Primordia (1 de agosto de 1959)
* Grata Recordatio (26 de septiembre de 1959)
* Princeps Pastorum (28 de noviembre de 1959)
* Mater et Magistra (15 de mayo de 1961)
* Aeterna Dei Sapientia (11 de noviembre de 1961)
* Paenitentiam Agere (1 de julio de 1962)
* Pacem in Terris (11 de abril de 1963)
Canonizaciones:
* San Martín de Porres
* San Pedro Julian Eymard
* San Vicente Pallotti
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