viernes, 9 de noviembre de 2012

El Humo

 
Actualmente, es un hecho consumado que "más del 80% de las empresas evitan contratar trabajadores fumadores." (1) En consonante pesquisa de Catho Online, "más del 81% de los empleados consultados declararon tener alguna restricción para la contratación de los fumadores. Entre el 2000 y el 2005, el índice de rechazo era del 77% hoy, supera los 80%". (2) Eso tiene una explicación cristalina. Las causas están, principalmente, en la salud del fumador y de las personas que conviven con él. Se resalta que, más allá de la productividad en el trabajo ser perjudicada, los pulmones de los fumadores, y de quien estuviera en el mismo ambiente que ellos, quedan expuestos a por lo menos 43 sustancias comprobadamente cancerígenas. Estudios recientes, realizados por el Inca (Instituto Nacional del Cáncer), anotan que, "por lo menos, 2.655 no fumadores mueren cada año en Brasil, por dolencias provocadas por el tabaquismo pasivo". (3) ¡Eso equivale a siete muertes por día, lo que podemos afirmar que el tabaquismo pasivo mata lo mismo!
En contramano de esos argumentos, de las campañas del Ministerio de la Salud y de las decisiones de diversas prefecturas y gobiernos estatales, registrando el humo en lugares públicos, el Presidente Luís Ignacio de Silva, recientemente, hizo apología al uso del cigarro en cualquier lugar. "(4) Al ser cuestionado por periodistas sobre otro decreto, que prohíbe el humo en el Palacio de Planalto, el presidente lanzo la perla: "Menos en mi sala". (5) De hecho, las normas legales [Ley nº 2.018, de 1996], prohíben el uso del cigarrillo o cualquier otro producto del género en recintos colectivo, o privado o publico, salvo en el área destinada, exclusivamente, para ese fin, "debidamente aislada o con la ventilación conveniente". En la práctica, como observamos, esas normas no son cumplidas en el Palacio del Planalto.
El coordinador del ambulatorio de tabaquismo del Hospital de las Clínicas de São Paulo, Montezuma Pereira, identificó dos equívocos en el traslucido arrobo presidencial. El médico dijo que es una desconsideración el peligro del humo pasivo y el otro, desobediencia a la ley. (6) Según creemos, es una brutal impiedad a las víctimas del tabaquismo, el que un jefe del estado defienda el hábito de fumar en cualquier lugar.
Todo fumador, sea el un servidor pblico o un trabajador de la iniciativa privada, consume, a la media, de diez cigarríllos al día y eso representa un tiempo desperdiciado, ocioso, un acto inhábil, en que el dinero, público o privado, es jugado en el ralo. El cigarrillo aporta una imagen negativa que las empresas y las organizaciones públicas precisan evitar. No sin razón, los fumadores están siendo sometidos a restricciones cada vez más intensas, y que tienden a aumentar en el futuro. Más allá, no podría ser de otra manera. Debemos pautar nuestras actitudes y nuestras reglas de conducta, en la sociedad, por los resultados de pesquisas científicas bien conducidas. Gusten o no a los fumadores, el siglo XX testimonio las importantes descubrimientos sobre los maleficios del humo para la salud. Gracias al mejoramiento de las técnicas de investigación epidemiológica, mucho se sabe sobre el asunto. Hace ocho años (en el 2000), un Velatorio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consideró el tabaquismo la mayor epidemia de todos los tiempos.
La nicotina, de alguna forma, aun no comprendida por la medicina, abre ciertas "puertas" en el sistema nervioso, que quedan abiertas para siempre. Un poco de droga, que vuelve a pasar por ellas, y la dependencia se reinstala. "Solo no provoca más liberación de la dopamina que la cocaína y las anfetaminas. El uso de esas drogas deja a la persona feliz y la torna esclava del placer" (7). La explicación corriente es que la nicotina, para actuar en el cerebro y provocar sensación de "Bienestar", imita la acción de la acetilcolina. Como moléculas usurpadoras, la nicotina se encaja en los receptores cerebrales que, estimulados, producen más neurotransmisores (dopamina), que regulan la sensación de placer. Cuando el estímulo de producción dopaminica es interrumpido por algunos instantes, el sistema nervioso central se desequilibra y el fumador enciende el próximo cigarrillo. Es el momento en que la nicotina se encaja, nuevamente, en los receptores cerebrales recomenzando el ciclo.
Sea cual sea la causa primera del vicio del tabaco, como, por ejemplo: curiosidad; propagandas televisivas vinculadas al modismo; inseguridad psicoemocional; idea equivocada de quien intenta adelgazar; o por hábitos de determinadas culturas, genera un condicionamiento psíquico, sedimentado, por causa de manera sutil con la que actúa en el organismo, minando las energías psicofísicas de aquel que a ese vicio se entrega.
Ante la lupa Espírita, se sabe que la mediumnidad no genera, por sí sola, el hábito vicioso, pero el médium que fuma está, inevitablemente, bajo una influencia obsesiva (se transforma en una pitera humana de los fumadores desencarnados que, a cada calada, absorben sus bocanadas calientes. "No se sabe lo que ha causado mayor daño a los espíritas: si las obsesiones espectaculares, individuales y colectivas, que todos perciben y ayudan a deshacer o aislar, o si esas "medio obsesiones" de "casi obsesados", desapercibidas, con todo bien más frecuentes, "que minan las energías no solo de una criatura incauta, más influencian el itinerario de legiones de otras." (8)
El tabaquismo atormenta a los desencarnados viciados que se angustian ante la voluntad de fumar irresistiblemente ansiado. Lo grave de la situación es la inexistencia de industrias de tabacos y cigarrillos en la erraticidad para "abastecer" a desencarnados fumadores. "Cara a eso, estos tabaquistas del Más Allá, para materializar sus caladitas, se tornan protagonistas de la subyugación, transformándose en artífices de la vampirización sobre los encarnados débiles de voluntad, que aun se deleitan en las deletéreas bocanadas del maloliente cigarrillo," (9), como citamos arriba.
El tabaquista recibe de la Doctrina Espírita, más allá de informaciones ofrecidas por la medicina tradicional como los maleficios generados por el humo, el alerta contra las obsesiones y las desastrosas consecuencias en la estructura sutil del periespíritu, factor este que exige atenciones especiales y procedimientos profundos en la mentalización del fumador. Los Espíritus Superiores también clasifican el tabaquismo como un gran obstáculo para las tareas mediúmnicas siendo un generador de patologías graves y de dependencias, merece del médium una batalla sin tregua. Sin embargo, la tarea de descontaminación nicotínica deberá ocurrir sin violentar la conciencia, recordando que, solamente, ayudándose con firmeza es que el médium tabaquista se librará del vicio, recordando, sin embargo, que la solución no "caerá del cielo", a pesar del cielo (como fuente de energías del bien).
Como se observa, para abandonar el vicio de fumar es preciso que el médium readquiera el poder de la voluntad que se instaló delante de la prepotencia, del autoritarismo de la nicotina y sus secuaces. El médium viciado es aquel que pierde el comando de la propia voluntad. Considerando que las mentes en el más allá del túmulo no se desvinculan con facilidad de este foco, que alimenta sus desordenes de fumador terreno, es fundamental que el esfuerzo para la liberación del vicio comience por aquí, en la actual reencarnación, y cuanto antes mejor!
Ante lo expuesto, nos compete ayudar a nuestros hermanos y hermanas (sobre todo médium), que se encuentran bajo el yugo del vicio del tabaco, a librarse de esta forma sutil de sumergirse en un tipo de suicidio inconsciente.
 
 

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