sábado, 25 de junio de 2011

Muertes Colectivas


Desde la antigüedad, grandes tragedias se abaten sobre la Humanidad. A fenómenos naturales – ciclones, maremotos, volcanes – se han sumado situaciones tormentosas desencadenadas por la acción humana, como incendios, derrumbes de construcciones y genocidios. Y a lo largo de la gran epopeya humana siempre se ha preguntado: ¿por qué?

Para los que creen en la bondad, en la misericordia y en la justicia de Dios, las interrogaciones son aún más profundas. En fin, ¿cuáles son las razones para que el Creador permita que sus hijos – aparentemente inocentes – sean víctimas de las catástrofes que dejan detrás de sí la muerte, la miseria, la enfermedad, la orfandad y la viudez, y que hacen infelices a miles de vidas?

Al quedarse intrigado con la secuencia de pruebas colectivas que marcan la trayectoria de la Humanidad, el Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, indagó a los Inmortales acerca de las razones de tales tragedias. Y los Bienhechores Espirituales han explicado, en el capítulo seis de la tercera parte de El Libro de los Espíritus, que las calamidades destructivas son pruebas que dan al hombre oportunidad de evolucionar y de ejercitar su inteligencia al demostrar paciencia y resignación delante de la voluntad de Dios.

El Espiritismo enseña que todas las aflicciones tienen una causa justa, originada en la actual existencia o en vidas anteriores. Por eso, los Espíritus Superiores no se ponen en estado de rebeldía ante las tragedias. Por el contrario, se muestran serenos y compadecidos delante del sufrimiento. Ellos nos estimulan a aprovechar la oportunidad para hacer el bien a las víctimas de las catástrofes. Ellos nos informan que dichas ocasiones ofrecen al hombre la oportunidad de manifestar sus sentimientos de abnegación, de desinterés y de amor al prójimo.

De esta manera, no se debe tener extrañeza cuando leemos, en el texto de El Libro de los Espíritus, algunas expresiones más fuertes. Una de ellas, la que dice: «Es necesario castigarlo en su orgullo», debe ser entendida como una expresión del siglo diecinueve. El Espiritismo explica que Dios no castiga ni premia. Él ama a todos sus hijos y los corrige mediante leyes eternas y justas. Para entender mejor el contexto de estas afirmaciones, sugerimos la lectura integral del cap. VI (Ley de Destrucción) de la 3ª Parte de El Libro de los Espíritus.

En esta edición, usted va a leer una entrevista realizada al médium brasileño Divaldo Pereira Franco sobre las muertes colectivas. Además, hemos seleccionado el texto: «Tragedia en el Circo», del Espíritu Hermano X, psicografiado por el médium Chico Xavier, que muestra las conexiones entre una gran prueba colectiva – el incendio que mató a miles de personas en Brasil, en 1961 – y los acontecimientos ocurridos en Roma en el año 177 de la Era Cristiana.

Divaldo, hemos visto diversos acontecimientos que acabaron en muertes colectivas en varios lugares del mundo, algunos de magnitudes mayores que los otros. ¿Cuál es la visión espírita sobre las muertes colectivas?

El eminente Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, tuvo el cuidado de preguntar a los Espíritus sobre esos flagelos destructores, conforme la pregunta nº 737, de El Libro de los Espíritus, y ellos contestaron que esos fenómenos ocurren para hacer progresar a la Humanidad. La destrucción es necesaria para que haya la regeneración moral de los Espíritus que, en cada nueva existencia, suben una grada en la escalera del perfeccionamiento. Es necesario que se vea el objetivo, para que los resultados puedan ser apreciados. Solamente desde vuestro punto de vista personal los apreciáis; de ahí viene que los califiquéis de flagelos, por culpa de los perjuicios que os causan. Son, pues necesarios, tales flagelos, porque despiertan la conciencia humana hacia la solidaridad y para la imprescindible autoiluminación.

2. ¿Todas las personas que desencarnan colectivamente, tienen necesariamente vínculos con el pasado?

Sin ninguna duda. Cuando ocurre una calamidad generalizada, aquellos que se encuentran involucrados en el proceso de rescate están liberándose de un compromiso colectivo que fue asumido anteriormente, en cuyo período se practicaron males innombrables contra el ser humano aisladamente y la sociedad en general. No siempre, sin embargo, hay vínculos individuales, unos con otros, siendo parte del grupo por afinidad vibratoria.

3. En la Revista Espírita de 1858, el Espíritu San Luís, afirma que, cuando una existencia ha sido puesta en peligro es una advertencia deseada antes de la encarnación, para desvío del mal y hacer que el individuo se torne mejor. ¿Sería esto la causa por la cual algunas personas no son alcanzadas durante una catástrofe?

No pocas veces se encuentran personas no vinculadas de necesidad de los flagelos destructores, en el momento en que ocurren. Sin embargo, son invitadas a graves reflexiones propias salvándose, a fin de que sus existencias se tornen provechosas, modificando la conducta y ampliando el área de servicio iluminativo personal y en beneficio de la humanidad.

Por esta razón, muchos hombres y mujeres que se encuentran en el seno de los sucesos lamentables se salvan de forma, a veces, inexplicable, como ocurrió en el tsunami y siempre sucede en otros sucesos no menos dolorosos.

4. Desencarnaciones colectivas como las que ocurrieron en Paraguay (incendio en un supermercado en Asunción), o en Argentina (incendio en una discoteca en Buenos Aires) tiene cierta similitud con la tragedia del Circo, en Niterói, Brasil, hecho narrado por Humberto de Campos, a través de la psicografía de Chico Xavier, en la cual, las víctimas del incendio eran antiguos romanos que llevaron a jóvenes cristianos entregarlos a la muerte en la arena... En su opinión, ¿estos hechos recientes, serían rescates de similar origen?

Sí. Sin embargo, no necesariamente reuniendo verdugos de los cristianos en días del pasado. La Humanidad ha vertido tantas lágrimas con las tragedias ocasionadas con religiosos intolerantes como a través de gobiernos arbitrarios, por políticos deshonestos y violentos como por medio de hábiles negociantes que explotan a las masas, llevándolas a la miseria y al sufrimiento...

Periódicamente la Divinidad reúne a esos agresores de la Conciencia Cósmica de diversos períodos y los invita a la desencarnación en masa, dolorosa, aflictiva, de modo que rescaten los débitos cometidos, sin que sean necesarios otros agentes humanos para hacerlo.

Algunos, que desencadenan las tragedias, por ignorancia, locura o perversidad, se tornan, sin darse cuenta, instrumentos de la Ley Soberana, dando así continuidad a la irrefutable labor de purificación propuesta por la Justicia Divina.

5. Recordamos al Espíritu André Luiz, en el libro «Nuestro Hogar», narrando sobre la preparación del plano espiritual para una gran tragedia, que sería la Segunda Guerra Mundial. ¿Podría narrarnos cómo los Espíritus actúan desde el otro lado de la vida ante estos hechos?

Conforme nos enseña El Libro de los Espíritus, en la Parte 2a., Capítulo IX, especialmente las preguntas de nºs. 537 y siguientes, hay Entidades que presiden los fenómenos y los dirigen de acuerdo con las atribuciones que tienen.

En la tradición de todos los pueblos existen esos arquetipos procedentes de las generaciones anteriores, que informan sobre la existencia de elementales, gnomos, hadas, genios, sílfides, elfos, salamandras, orixás..., que son responsables de los fenómenos de la Naturaleza, tanto en la construcción como en la destrucción, de forma que la Tierra alcance su nivel más elevado en la condición de mundo de regeneración.

Bajo el comando de Espíritus nobles y sabios, verdaderos ingenieros siderales que planean los sucesos de cualquier matiz en el planeta terrestre, aquellos cooperadores son incumbidos de realizarlos, de la misma forma que sucede en nuestra sociedad, en lo concerniente al progreso individual y al de las masas.

Después de estudiar las necesidades de aquellos que estarán incluidos en la depuración a través del flagelo destructivo, elaboran las acciones, utilizándose de los fenómenos geológicos (como en el caso del tsunami), otros de naturaleza diversa (incendios, conflictos armados, guerras, accidentes colectivos) o se responsabilizan de su resultado, atendiendo, de ese modo, a los objetivos de la evolución.

6. Sabemos a través de revelaciones mediúmnicas y para nuestra ilustración, la causa pasada de las personas que desencarnaron durante catástrofes, en el caso específico del tsunami, en el mar Índico, con más de 250 mil muertes, ¿Cuál sería el origen? ¿Los Espíritus Benévolos le han informado algo al respecto?

En comentario particular, sin que yo pueda demostrar su legitimidad, el Espíritu Joanna de Ângelis me informó que las víctimas del fenómeno destructivo a que nos estamos refiriendo, fueron parte de las antiguas legiones bárbaras que destruyeron, prácticamente Europa y otros pueblos, en el pasado, especialmente, Alarico I y sus ejércitos, cuando sometieron a su talante cruel varios países, incluyendo a Tracia y Grecia, habiendo amenazado antes Constantinopla y, cuando conquistando Roma, la saquearon y quemaron durante seis días, que se prolongaron por mucho tiempo, en el año 410 (d.C.), en que también él desencarnó...

7. Finalmente, ¿Cómo ve la acción solidaria y ayuda humanitaria de los países desarrollados, ante el sufrimiento de los países afectados?

La Humanidad está constituida por Espíritus en estados primarios, pero también por aquellos que ya alcanzaron un estado más elevado estado de evolución y que constituyen ejemplos que arrastran a las multitudes. Infelizmente, han ocurrido fenómenos sociales lamentables, por culpa de la indiferencia de algunos líderes, sin embargo, avanzamos con el progreso rumbo a la felicidad que es improrrogable bajo el comando de Jesús.

Es natural, por tanto, que todos los pueblos se unan y se ayuden recíprocamente, ya que esos fenómenos dolorosos volverán a ocurrir, posiblemente más severos, exigiéndonos cuidados y atención, mientras aguardamos que sucedan y donde vuelvan a ocurrir.

Se reconoce la madurez espiritual de un pueblo por sus sentimientos de fraternidad, de solidaridad humana, y no solamente por sus conquistas científicas y tecnológicas, que aunque auxilien mucho, no impiden que ocurran flagelos destructores de este y de otros aspectos.


LAS CALAMIDADES DESTRUCTORAS
(preguntas de «El Libro de Los Espíritus»)


737. ¿Cuál es el objetivo de las calamidades destructoras para la humanidad?

Para hacerla avanzar más rápido. ¿No hemos dicho que la destrucción es necesaria para la renovación moral de los Espíritus, que logran en cada existencia un nuevo grado de evolución? Es preciso ver el final para poder apreciar los resultados. Ustedes juzgan desde su punto de vista personal y las llaman calamidades debido al perjuicio que ocasionan, pero con frecuencia son necesarias para impulsarlos más rápidamente a un estado mejor y conseguir en pocos años lo que requeriría siglos. (744)

738. ¿No podría emplear la Divinidad otros medios diferentes a las calamidades destructoras para lograr el progreso de la humanidad?

Sí, y los emplea todos los días, porque ha dado a cada uno los medios de progresar a través del conocimiento del bien y del mal, es el hombre quien no lo aprovecha. Hay que golpearlo en el orgullo para hacerle sentir que es débil.

Pero en esas calamidades mueren tanto los hombres buenos como los malos, ¿es eso justo?

Durante la vida el hombre lo relaciona todo con el cuerpo, pero después de la muerte piensa de otra forma. Ya lo dijimos, la vida del cuerpo es poca cosa, un siglo en la Tierra es un relámpago en la eternidad y los sufrimientos que se prolongan por algunos meses o días, no son nada, esta es una enseñanza que les servirá en el futuro. Los Espíritus, he aquí el mundo real que preexiste y sobrevive a todo (85), son los hijos de Dios y objeto de toda su atención, el cuerpo es el disfraz conque aparecen en el mundo. En las grandes calamidades que diezman a los hombres sucede algo parecido a lo que sucede en el ejército; durante la guerra ve sus vestiduras usadas, desgarradas o perdidas, pero el general se preocupa más por los soldados que por sus uniformes.

Pero los que mueren durante esas calamidades, ¿acaso no son víctimas?

Si considerarán la duración de la vida como lo que es, poca cosa con relación al infinito, no le darían tanta importancia. Esas víctimas tendrán en otra existencia una gran compensación por los sufrimientos que sobrellevaron, si los saben soportar sin quejarse.

Bien sea que muramos como consecuencia de una calamidad u otra causa ordinaria, es preciso que suceda cuando nos llegue la hora de partir. La única diferencia consiste en que en las calamidades muere un número mayor a la vez.

Si pudiésemos colocarnos por encima de la humanidad con el pensamiento y abarcarlo todo al mismo tiempo, esas calamidades tan terribles parecerían flagelos pasajeros en el destino del mundo.

739. ¿Tienen alguna utilidad las calamidades destructoras desde el punto de vista físico, a pesar de los daños que ocasiona?

Sí, algunas veces cambian el estado de una región, pero el bien que resulta lo experimentarán las generaciones futuras.

740. ¿No serán las calamidades también pruebas morales para el hombre enfrentándolo a las más duras necesidades?

Las calamidades son pruebas que le otorgan al hombre la oportunidad para ejercitar la inteligencia, demostrar su paciencia y resignación a la voluntad Divina, desplegando simultáneamente los sentimientos de abnegación, desinterés y amor al prójimo, si no está dominado por el egoísmo.

741. ¿Puede el hombre contrarrestar las calamidades que lo afligen?

Sí, en cierta forma, pero no como generalmente lo entiende. Muchas de esas calamidades son consecuencia de la imprevisión, en la medida que adquiera experiencia y conocimiento, puede evitarlas, si sabe buscar las causas. Pero entre los males que afligen a la humanidad hay los que pertenecen a los designios de la Providencia, sufriendo cada ser las consecuencias. A éstos el hombre no puede oponerse, debe resignarse a la voluntad divina, pero muchas veces los agrava por descuido.

Entre las calamidades destructoras naturales e independientes de la voluntad del hombre, podemos colocar en primer lugar las epidemias, el hambre, las inundaciones, las inclemencias del tiempo sobre los cultivos. Pero, ¿acaso no ha encontrado el hombre en la ciencia, en los trabajos manuales, en el mejoramiento de la agricultura, en la irrigación y rotación de cultivos, en el estudio de las condiciones higiénicas, los medios para neutralizar del todo o al menos atenuar esos desastres? ¿Acaso antiguas comarcas asoladas por terribles calamidades no están preservadas hoy día? ¿Qué no podrá hacer el hombre para el bienestar material cuando sepa utilizar todos los recursos de la inteligencia? ¿Cuándo del cuidado personal de trato sepa unir el sentimiento de la verdadera caridad para con los semejantes?

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