martes, 14 de junio de 2011

Villena cuidad de medium?


LA CIUDAD DE LOS MÉDIUMS

Existe un lugar en España en el que la mediumnidad forma parte de la vida cotidiana y la mayoría de la población acude a curanderos con el fin de acabar con sus males físicos y espirituales.
Villena es una población de gentes cultas con una tradición histórica y cultural esplendorosa, cuya aproximación a las doctrinas espíricas ha estado siempre ligada al estudio y la erudición.

Decir que Villena (Alicante) es el enclave donde tuvo lugar uno de los hallazgos áureos más importantes de la Edad del Bronce europea debería ponernos sobre la pista de los orígenes de la ciudad. El Tesoro de Villena, conformado por 59 objetos de oro, plata, hierro y ámbar, casi 10 kilos en total, es el tesoro de vajilla áurea más importante de España y el segundo de Europa, tan sólo superado por el de las Tumbas Reales de Micenas. Fue la Edad de Bronce una de las culturas que más veneración mostró hacia los muertos, siendo además la zona de la comunidad argárica, que situaba las tumbas no ya dentro del poblado sino en el interior de las casas, procurando este hecho una estrecha relación entre vivos y muertos y sugiriendo una pérdida de temor al muerto que se daba en culturas prehistóricas como señala Víctor Hurtado en su libro Manifestaciones rituales y religiosas en la Edad del Bronce.
La convivencia entre los vivos y los muertos era por tanto en esta zona, un área exponencial de la cultura del bronce argárica, un hecho cotidiano. Hay que tener en cuenta que aquellos hombres justificaban su poder a través de la relación con los antepasados y que tenían muy asumido el concepto de herencia, por lo que presumiblemente tener al antepasado muerto a mano era como tener una escritura de propiedad y privilegios de clase. En la vida cotidiana de la cultura argárica, la más sofisticada de todas las de la Edad del Bronce en la Península, allí donde estás, comes, y trabajas con tu cuerpo mientras estas vivo, es también donde "vives" con tu cuerpo tras la muerte. Estos hombres y mujeres vivían observando en sus casas un espacio funerario comparable con el de una puerta tras la que está el muerto, el mundo de los espíritus, el más allá.
Llamamos espiritismo a una doctrina filosófica que surgió en el siglo XIX a raíz de la sistematización realizada por el pedagogo francés Allan Kardec. Autor de varios libros, entre ellos destacan lo que giran en torno al espiritismo, que definió como "una ciencia que trata la naturaleza, origen y destino de los espíritus, así como sus relaciones con el mundo corporal". Aunque la ciudad de Villena es conocida como sede de curanderos y sanadores, hay que tener en cuenta que al margen de estas prácticas de asistencia sanitaria tradicional, Villena fue en el siglo XIX uno de los lugares de España donde de forma más intensa calaron las doctrinas espíritas de Allan Kardec, alrededor de las cuales surgió uno de los movimientos más importantes y activos de seguimiento, estudio y canalización del espiritismo. Villena debía de tener un sustrato especial que sirviese de abono a todas aquellas ideas, que probablemente estaba relacionado con la tradición que la ciudad y los pueblos circundantes de la comarca del Vinalopó habían conservado generación tras generación en materia de usos y costumbres de remedios naturales, medicina natural y curandería. Podría decirse que esta tradición oral, este acervo de conocimiento que trabaja con las fuerzas desconocidas, es lo que ha otorgado esa peculiaridad antropológica a los villenenses.
Estudios sobre el terreno
Decir que Villena es el reino de las prácticas mediúmnicas y la fe espiritista no tiene nada de paranormal, lo dicen los estudios universitarios sociológicos. En su libro Medicina Popular y Espiritismo. Un estudio del Valle del Vinalopó, la doctora Concepción Riveriego decía: "La diversidad de especialistas populares y la variedad de roles que ejercen algunos de ellos, nos introduce en un mundo que no por enigmático y sobrenatural es menos real y contemporáneo; en un ambiente en el que se trata con los muertos para resolver los problemas de los vivos, y cuya importancia se pone de manifiesto en la alta demanda social de esta institución". Riveriego extiende este ambiente a toda la comarca del Vinalopó.
Pero para creer en curanderos, médiums... hay que creer en un mundo espiritual. ¿Cómo se entiende si no que se le otorgue a una persona poderes de sanación espirituales si no cree en esas mismas fuerzas? Muchos villenenses conviven con una suerte de sucesos que más allá de lo insólito les resultan normales puesto que forman parte de su cotidianeidad, de las anécdotas que uno puede hallar en cada hogar. Relatemos un par de historias.
Un nativo de Villena fue testigo en su juventud de un acontecimiento que jamás olvidará: "Habíamos coincidido en la casa por casualidad para tomar un vino en la casa del suegro del batería antes de irnos a ensayar. Cogeríamos unos instrumentos que había en la cochera y nos iríamos al local. Sobre las ocho de la tarde, estábamos en la segunda planta de la casa tomando un vino, hablando... Se nos hicieron las nueve y entonces el batería le dijo a su cuñado, que entonces tenía tres años, que se fuera a dormir. El crío no quería ir a su habitación. Todos los días con la misma cantinela...
- Pero si no hay nadie, ven con la mami... ¿Ves como no hay nadie ahí?
Pero el niño decía que no, que en la habitación había alguien. No había manera, se tenían que acostar con él hasta que se quedaba dormido. Pero aquella noche el pequeño estaba más nervioso que de costumbre, lloraba y lloraba y no quería entrar. Total, que la abuela, que estaba allí, siempre decía lo mismo, que llamaran al curandero a ver lo que decía.
- Venga madre, déjese de tonterías, esto es cabezonería del crío.
El chiquillo se puso aún más cabezón y no había forma de hacerle entrar en la habitación. Recuerdo que hasta le dije que entrase conmigo y le contaba un cuento, pero nada, que no había manera. Finalmente el suegro del batería accedió a llamar al curan¬dero.
Se ve que era vecino del barrio, porque la madre no tardó en llegar con él. Le acompañaron hasta la habitación y pidió entrar solo. A los cinco segundos salió y dijo:
- Efectivamente, al lado del armario entre el hueco que queda y la pared hay un hombre más alto que una pica con el pelo casi hasta la cintura, vestido de romano.
Yo casi me parto de risa, no pude evitar que se me escapara una carcajada y el curandero me miró de reojo, enfadado. Pero no me hizo caso, siguió
hablando:
-Bien, voy a entrar en la habitación, cuando toque la pared me abrís la puerta que yo me llevaré al espíritu.
Estuvo unos diez minutos, golpeó la pared y el padre del crío le abrió la puerta. El hombre salió sin decir nada y se fue de la casa. La abuela del chiquillo decía que llevaba el espíritu al lado y, claro, yo, que tenía veinte años, oyendo semejante película, estaba que me partía. Seguimos hablando un buen rato de lo ocurrido, que si uno decía que creía en eso, que si otro lo negaba, que si la abuela nos decía que aquello era una cosa muy seria. Total, que pasó media hora y la madre le dijo al pequeño que se fuera a dormir porque allí dentro ya no había nadie. El chiquillo se metió en la habitación y se quedó dormido en seguida. A los diez minutos regresó llorando, llamando a su madre y señalando el hueco de la pared, asegurando que allí había alguien. Justo en ese mismo momento sonó el timbre. Era el curandero. Se había dado cuenta de que el espíritu se le había "escapado" y había vuelto a la habitación. Nos explicó que había algunos seres que habían muerto, que no lo sabían y por eso seguían aquí. Precisó que necesitaba la ayuda de su mujer, que era médium. Se fue a buscarla y volvieron los dos. Él se colocó en el sofá con la cabeza casi entre las rodillas y las manos sujetándose la cabeza y se puso en trance. Mientras él seguía en esa postura moviéndose hacia delante y hacia atrás, ella le pasaba la mano por la espalda. Él emitió una especie de ronquido y entonces ella empezó a decirle:
-Tú estás muerto, tú te tienes que ir.
Y él respondía:
-Yo no estoy muerto, a mí déjame en paz que yo no me meto con nadie.
Y ella insistía, hablando lentamente. Al rato de estar ambos repitiendo esta conversación, moviéndose él cada vez más rápido, su mujer le cogió la cabeza, se la giró hacia la izquierda y él abrió los ojos de la misma manera que si le hubieran dado un susto. Pronto volvió a su estado normal, respirando muy fuerte y parpadeando con los ojos algo vidriosos hasta que fue recuperando el gesto. Cuando por fin pudo hablar con nosotros, nos dijo que a estos seres había que hacerles ver que estaban muertos y que para ello tenían que ver su cuerpo y que con ese giro brusco de la cabeza cuando él había abierto los ojos le habían hecho verlo. Era la única manera. El crío tiene unos treinta y tres años y desde entonces nunca volvió a quejarse de la habitación...
Testimonios como el que acabamos de relatar resultan tan impactantes como abundantes en la ciudad de Villena. ¿Porqué? Porque la cultura villenense es rica en alternativas espirituales para dar solución a problemas. Los habitantes de la ciudad han sabido conservar viva esta tradición que en la actualidad enriquece su identidad cultural. Lo realmente significativo es que los viIlenenses, en este tipo de contextos, llaman a los curanderos - mediúmnicos tanto para estos casos como para acabar con un empacho, un orzuelo o cuando se ven aquejados del llamado mal de ojo. Una tesis doctoral de Eleuterio Gandía del año 2000 reveló que los curanderos de Villena atienden una media de 480 vecinos al día. El trabajo aseguraba que el 50% de las personas que tienen problemas de salud en Villena acude a estos "sanadores".
Sea como fuere, el convencimiento de que los vivos se desenvuelven en una dimensión paralela que algunas personas pueden intuir e incluso visitar, sigue calando con tinta gruesa en el conjunto de la sociedad de Villena. Una joven villenense de veintiséis años cuyos relatos y testimonios se insertan dentro de esta tradición: "Hace dos años estábamos una chica llamada Laura, mi gatito y yo en una casa rural de mi familia en La Cañada, en los alrededores de Villena. La casa había sufrido algunas reformas, se habían tirado algunas paredes y otras habían sido levantadas. Los dejé en el salón y me fui a duchar. Cuando regresé, Laura y mi gato estaban mirando fijamente hacia una esquina de la estancia. Le pregunté qué pasaba y me dijo que veía a una mujer sentada en un sillón con las piernas hinchadas, casi moradas. Ahí ahora no hay ningún sillón, hay un mesa. Me dijo además que veía a un hombre que salía y entraba por la pared -allí antes había una puerta, en aquella pared- hacia el otro lado del salón. Es decir, para él, al que estaba viendo mi amiga, seguía habiendo dos habitaciones. Intenté tranquilizarlos, a ella y a mi gato. Fui a buscar una foto en la que aparecían ocho hombres y ocho mujeres, antepasados míos y amigos de la familia. Se la mostré a Laura y sin dudarlo un instante señaló a un hombre y a una mujer. Ella no podía saberlo pero estaba señalando a mis tíos abuelos, fallecidos hacía cuatro años, justo aquellos de los que habíamos heredado aquella casa. Mi tía Virginia siempre había tenido problemas de circulación, casi le amputan las piernas y siempre las tenía moradas, justo como la había visto Laura. También había logrado apreciar perfectamente su estatura, no pasaba de un metro cincuenta y así es como me la había descrito antes de mostrarle la foto. Me resultó curiosísimo el modo de describirme la forma de moverse de mi tío de una sala a otra, agachándose para coger algo donde ahora no hay nada porque antes había un mueble muy bajito donde escondía dulces a mi hermano pequeño. Lo más impactante de todo, para mí, es que Laura nunca antes había venido a esta casa; de hecho era tan sólo la segunda vez que nos veíamos. Tampoco había fotos de la familia colgadas en las paredes ni expuestas. Yo había tenido que ir al sótano y buscar en un baúl para encontrar la que le mostré. Ella no sabía nada de la casa, ni que había sufrido reformas, ni cómo era antes y, cuando le mostré una foto en la que aparecían dieciséis personas, justo eligió a los dueños de la casa... Todo suena increíble, ¿verdad? Yo no me creía nada de estas cosas, pero alguna energía, algún sentimiento, algo debió de transmitir todo eso a Laura".
Antes y después
Salvador Martín, presidente de la Federación Espírita Española, sugiere que, históricamente hablando, fue la propia ciudad de Alicante, antes que Villena, la que tuvo más importancia con la Sociedad Espiritista Alicantina, que editaba la revista Revelación y entre cuyos miembros destacaban el poeta Salvador Sellés y el médico Manuel Ausó y Monzó.
El espírita villenense A. Lledó sostiene que en Villena apenas quedan "creyentes espíritas" y añade: "Lo que hay desde hace muchas décadas en un arraigo de la medicina popular -curanderismo-, en términos espíritas, médiums de la curación. Pero la inmensa mayoría de ellos desconoce la doctrina de Kardec, por lo que no es propio hablar de espíritas. Al margen de la tradición popular que viene de siglos atrás, a finales del XIX y principios del XX la doctrina espírita tuvo gran arraigo en la ciudad con varios centros y la publicación durante esos años de revistas en las que intervenían grandes pensadores y escritores del movimiento espírita, como Amalia Domingo Soler, entre otros. La fundación de la Asociación Parapsicológica Villenense en 1978, tristemente desaparecida, donde el tema espírita era primordial, recuperó los viejos valores del movimiento espírita local y supo dinamizar el espiritismo en España al colaborar durante unos 25 años con otros grupos familiares o instituciones ya creadas en distintas partes del territorio nacional. Organizaron junto a Ceyde y otros grupos el Congreso de la Restauración Espírita en 1981. Editaron la revista Amor Paz y Caridad durante 20 años, que lle-gaba a más de 50 países en todo el mundo con suscripciones gratuitas mensuales que llegaron a casi 3.000 ejemplares. Participaron en congresos y seminarios durante varios lustros y trabajaron junto a otros grupos para impulsar el espiritismo español prácticamente desde la llegada de la democracia".
Varios espíritas de Villena acudieron recientemente al VI Congreso Espírita Mundial que tuvo lugar en Valencia. En la actualidad, los villenenses siguen manteniendo vivas sus tradiciones y costumbres, algo impagable hoy en día en una sociedad como la nuestra. Villena enarbola con fuerza la bandera de una identidad cultural sólida en el estandarte de una ciudad que sabe progresar y mirar hacia el futuro sin olvidar su pasado.
El diván cultural de finales de siglo
Villena era a finales del siglo XIX un auténtico diván cultural en el que tomaban asiento las últimas corrientes culturales y filosóficas de la época. A la ciudad llegaban libros de repercusión internacional de autores espiritistas como Allan Kardec o León Denis, y revistas como La Luz del Porvenir. El primero de todos los congresos espiritistas celebrados en Europa tuvo lugar en Barcelona en el año 1888.
Cabe destacar que en estos congresos participaban médicos, intelectuales, eruditos, historiadores y escritores de la talla de Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, entre otros.
La tesis doctoral de Eleuterio Gandía, de la Universidad de Alicante, pone de manifiesto que el cincuenta por ciento de los villenenses que tiene un problema de salud, acude a los curanderos. Según sus datos, "alrededor de 89 curanderos trabajan en Villena, lo que arroja una ratio de curandero por habitante más alto de los alcanzados en estudios de medicina popular y la cifra va en aumento", apunta Gandía.

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