lunes, 22 de marzo de 2010

como satisfacer su sistema equilibrado


Usted contiene en su interior un prodigioso sistema de control y equilibrio que ha sido diseñado para mantenerle a usted, su campo aural y su cuerpo fisico en perfectas condiciones de funcionamiento. Yo lo llamo «sistema de equilibrado». Este sistema sostiene su modelo personal de integridad. Cada vez que se desequilibra algo en sus cuerpos energéticos o en su cuerpo fisico, este sistema se esfuerza automáticamente para restablecer el equilibrio. La mayor parte de este sistema funciona por debajo del nivel de su conciencia. La sabiduría almacenada en este área de su ser es probablemente mucho mayor de la que usted es consciente. Tan sólo estamos empezando a aprender a utilizarla conscientemente. En el pasado, no hemos concedido demasiada importancia a nuestro sistema de equilibrado, porque se opone directamente al concepto de entropía que se deriva de la metafisica M-1. La segunda ley de la termo- dinámica demuestra que los sistemas se descomponen y deterioran constantemente, y que no es posible ex- traer de un sistema más energía de la que se deposita en él. Si se deja un trozo de hierro expuesto a la lluvia, se oxidará. La madera se pudre; las hojas se marchitan; y nosotros envejecemos y morimos. La energía de un sistema siempre termina por agotarse. No se puede construir una máquina de movimiento perpetuo. Dentro del sistema M-1, esperamos el deterioro en todo. Pero si se aplicara esta ley al mundo entero, supondría una involución en la evolución, que, como podemos comprobar con sólo mirar a nuestro alrededor, no es verdad. Las formas biológicas evolucionan continuamente en sistemas más desarrollados, inteligentes y especializados. Rupert Sheldrake, doctor en Filosofia, bioquímico y autor de A New Science of Life (Una nueva ciencia de la vida), The Presence of the Past (La presencia del pasado) y The Rebirth of Nature, estudió los sistemas biológicos y desarrolló el concepto de los campos morfoge-néticos y la teoría de la resonancia mórfica. Sus trabajos demuestran que las formas biológicas evolucionan constantemente a través de un campo vital unificado e inteligente subyacente: el campo morfogenético. Este campo vital mantiene automáticamente la salud o tiende a restablecerla. Este campo no sólo está vivo y en constante evolución, sino que tiene una resonancia mórfica con todos los demás campos vitales. Es decir, está en contacto y se comunica con todas las demás formas de vida. Lo que le ocurre a una criatura se comunicará a todas las demás criaturas a través de la resonancia mórfica. Aquello que aprende una criatura se transmitirá, en un momento u otro, a todas las demás criaturas. Su sistema de equilibrado es un campo morfogenético, basado en el principio vital universal de orden que se deriva de la metafisica M-3 y del modelo holográfico. La evolución construye continuamente formas de vida cada vez más complejas y evolucionadas, con una inteligencia y unas aptitudes cada vez mayores. Esta construcción continua requiere más orden y equilibrio dentro de cada sistema más complejo. En cada organis- mo vivo hay una predisposición al equilibrio y el orden. En lo concerniente a los campos energéticos, esto supone una predisposición al equilibrio y la coherencia dentro de su campo. Además, significa que su campo tiende naturalmente a la sincronización con todos los campos de energía vital. La naturaleza básica de usted es la de estar sincronizado con toda la vida. En el nivel fisico, su sistema de equilibrado funciona automáticamente. Si su estómago necesita más ácido, no se molesta en decírselo; se limita a producir más. Si usted necesita más oxígeno, su cuerpo respira más rápida y profundamente. Por otro lado, si el cuerpo necesita algo que no puede suministrarse por sí mismo, el sistema de equilibrado actúa a través de los sentidos para anunciarle que debe ocuparse de ello. En el primer nivel del campo, usted experimenta todas las sensaciones corporales. Si tiene sed, lo sabrá a través del primer nivel del campo. Puesto que todo lo que hay en el campo energético puede considerarse en términos de frecuencias, cuando usted tenga sed, el primer nivel de su campo aural estará bajo en frecuencia de agua. En otras palabras, una deficiencia de frecuencia de agua en el primer nivel del campo provoca la sensación de sed. Cuando el primer nivel del campo está bajo en energía -por un exceso de actividad, por ejemplo-, sus vibraciones normales disminuyen y sus líneas se debilitan. Usted experimenta este cambio en su campo sintiéndose cansado. De este modo, el primer nivel de su campo le dice constantemente cómo debe ocuparse de su cuerpo. Le dice cuándo necesita ejercicio, sueño, comida, ropa más fresca o de abrigo, cuándo debe cambiar de postura, despejar las fosas nasales, ir al baño, etc. Sentirse bien, sano y vigoroso corresponde a un primer nivel del campo aural cargado, equilibrado y cohesionado. A medida que empecé a ahondar en estos procesos con mis pacientes, veía con claridad que los mensajes que informaban a los pacientes de aquello que requería atención procedían de todos los aspectos de su vida. Su sistema de equilibrado le ayuda a cuidar mejor de sí mismo en todos los niveles. Cuando usted hace, siente o piensa cosas que no son saludables para usted, su sistema de equilibrado le enviará mensajes para convencerle de que adopte una conducta más saludable para usted en todos los aspectos de la vida, entre ellos sus relaciones personales, su profesión, su entorno y su espiritualidad. Esos mensajes proceden de los demás niveles de su campo aural y se perciben, también, de la simple sensación de molestia. El tipo de molestia corresponderá a los tipos de experiencias vitales asociadas a cada uno de los niveles del campo aural, como vimos en el capítulo 2. La molestia o el dolor psicológicos vendrán de un desequilibrio en los niveles asociados a su funcionamiento psicológico, los niveles dos y tres. El dolor o la incomodidad en las relaciones procederá de un desequilibrio en el nivel cuatro, mientras que el trastorno o dolor espiritual se derivará de un desequilibrio en los niveles cinco, seis y siete. Permanezca atento a estas formas distintas de mensajes de su sistema de equilibrado. Manténgase sintoni- zado y preste atención a cómo se siente en diversas situaciones de la vida. ¿Qué siente respecto a su equili- brio psicológico? ¿Qué siente por las personas con las que se relaciona? ¿Se siente espiritualmente conectado y satisfecho? Usted puede cambiar las situaciones en las que no se siente bien, sean cuales fueren. Son insalubres. Quizá necesite más nutrición en determinadas áreas. Tal vez desee dedicar menos tiempo a otras. Puede optar por dejar atrás ciertas situaciones, liberarse y dejar que su vida cambie. En cuanto aprenda las fases por las que debe pasar para cambiar su salud y su vida (véase el capítulo 7) y las necesidades humanas verdaderas y naturales que usted alberga y que le aportarán la salud una vez satisfechas (véase el capítulo 8), el resto de este libro le proporcionará la información específica y detallada que puede utilizar para equilibrar su vida. Esto infundirá salud y alegría a su vida. Cómo ocurre en la vida cotidiana el desequilibrio que conduce a la enfermedad No obstante, usted puede convencerse a sí mismo de que resulta más fácil aclimatarse a una situación insalubre que cambiarla. Muchas personas se empeñan en negar muchas áreas de su vida porque les parece dificil o imposible cambiarlas. Para algunas de ellas, el precio parece demasiado alto como para intentar el cambio. Parece más sencillo convencerse a sí mismo para aceptar de la vida menos de lo que quiere o nece- sita que pagar un precio aparentemente demasiado alto como para correr el riesgo de cambiar. Esta clase de rechazo puede persistir durante años hasta que las circunstancias de la vida obligan al cambio, generalmente en el contexto de una crisis personal. Por desgracia, es precisamente esto lo que provoca muchos de los tras- tornos fisicos que sufre la gente. Cómo y cuándo responde usted a un desequilibrio, y en consecuencia a las señales de incomodidad enviadas por su sistema de equilibrado en sus niveles aurales, tiene mucho que ver con la salud de su cuerpo. Cuanto más capaz sea de responder a esas exigencias, más en forma mantendrá su cuerpo y más fuerte será su sis- tema inmunitario para combatir las posibles enfermedades. Para conservar la salud, es necesario mantenerse alineado con el propio sistema de equilibrado. Si usted se encuentra en un estado de salud precario, la tarea que le aguarda es alinearse conscientemente con su siste- ma de equilibrado, restablecer su sabiduría y seguir sus consejos. La mayoría de la gente ignora muchos de esos mensajes cuando cree inconveniente satisfacerlos. Veamos un ejemplo sencillo de lo que ocurre cuando se ignora un mensaje. Si usted no concede a su cuerpo el sueño que necesita cuando lo necesita, su cuerpo incurrirá en un esta- do de sobreesfuerzo. Las glándulas suprarrenales le proporcionarán la energía suplementaria para proseguir su actividad. Si convierte esto en un hábito, empezará a experimentar el estado de sobreesfuerzo adrenalítico como normal. Esto implica que ya no será capaz de reconocer el mensaje «estoy cansado y necesito descansar» que envía el sistema de equilibrado de su cuerpo. Si persiste en ese sobreesfuerzo, las glándulas suprarrenales terminarán por gastarse, y usted puede sufrir un «agotamiento». Lo que sucede en el agotamiento, como saben muchos terapeutas, es que el paciente pierde la mayor parte de su energía. Y no resulta fácil recuperarla. Aunque usted experimente un estallido de energía, no durará mucho, y tendrá que descansar. A veces se necesitan hasta tres meses para volver a una rutina de trabajo normal. Usted no sólo ha agotado las fuentes de energía normales de los procesos metabólicos de su cuerpo, sino también ha agotado sus reservas, que se obtienen de las glándulas suprarrenales. Conceda a su cuerpo la cantidad de descanso que necesite y cuando lo necesite. Recuerde que existen di- rectrices generales para dormir por la noche, pero no hay nadie igual. ¿Cuándo le gusta dormir a su cuerpo? ¿Es usted un pájaro matutino o una lechuza? ¿Necesita siete, ocho o nueve horas de sueño reparador por la noche? Establezca su propia rutina. Concédase un respiro a la hora del día a la que suele sentirse cansado. Además de aprovechar el descanso nocturno que cada cual necesita, he descubierto que un breve descanso de cinco a diez minutos tan pronto como uno se siente cansado resulta de gran ayuda. Es una necesidad para quien padece problemas de espalda. La mayoría de las recaídas se producen cuando una persona está cansada o hambrienta. Busque formas nuevas y creativas de descansar durante breves períodos allí donde esté. Así, por ejemplo, puede efectuar una sencilla meditación si puede disponer de cinco minutos para estar a solas en su despacho o incluso en el baño. Hágalo sentado, con la espalda recta y los ojos cerrados, respirando hondo mientras mantiene su mente concentrada en una luz situada en el centro de su cabeza. Le sentará de maravilla, y nadie le echará de menos. Si puede cerrar la puerta de su despacho durante unos minutos, lleve una alfombrilla, o incluso una toalla de playa, al trabajo. A la hora del descanso, extienda la toalla en el suelo, tiéndase sobre ella con las piernas flexionadas a la altura de las rodillas y apoyadas sobre el asiento de su silla. Ésta debería ser lo bastante alta como para permitirle levantar ligeramente su espalda con un pequeño tirón de la parte posterior de las rodillas. Otras maneras de descansar consisten en desentumecer las extremidades a menudo o dar cortos paseos. Comprobará que la jornada le resulta mucho más plácida. Si es usted autónomo, dispondrá de un mayor control sobre su rutina de trabajo que si tiene un empleo de nueve a cinco. Pero incluso las personas que cumplen un horario intensivo y fijo pueden aprender a descansar durante las pausas. Si usted es un profesional de la asistencia sanitaria o trabaja en una consulta, procure no programar sesiones que lleven mucho tiempo. A mí, por ejemplo, me gusta echar una siesta de treinta a cuarenta minutos inmediatamente después de almorzar los días en los que doy largos programas de formación. Me refresca completamente, y vuelvo al trabajo como si empezara un nuevo día. La mayoría de personas no se dan cuenta de la libertad que tienen para programar este tipo de cosas. Es como aficionarse a la meditación o al ejercicio; en cuanto usted ha decidido por fin hacerlo, no tiene dificultades para encontrar el tiempo. Su sistema de equilibrado funciona también con la comida. Cuando usted necesita alimento, tiene hambre. Dispone de un apestato dentro de su sistema. Funciona de manera muy similar al termostato de su horno, que enciende o apaga el horno según la temperatura a la que lo programe. Si ha podido ponerse en contacto con su apestato de una forma clara, tendrá hambre sólo cuando su cuerpo necesite alimento. Y usted deseará el tipo de comida que le dará exactamente lo que su cuerpo necesita cada vez que tiene hambre. Sabrá también qué cantidad de comida requiere el cuerpo. Dejará de comer cuando el cuerpo ya tenga bastante, en lugar de «rebañar el plato» como si la comida fuera más importante que su cometido. Veamos cómo funciona su apestato en lo que se refiere al campo aural. Usted tiene hambre porque su campo carece de determinadas frecuencias que pueden encontrarse en ciertos alimentos que usted está acostumbrado a ingerir (suponiendo que lleve una dieta completa y equilibrada). La falta de tales frecuencias provoca el apetito de los alimentos específicos que contienen esas frecuencias. Cuando se han restituido las 42 frecuencias, usted ya no siente hambre de la comida que corresponde a la frecuencia concreta, que ahora está recargada en su campo. Sin embargo, usted puede seguir teniendo hambre de las frecuencias que no ha restituido. Por lo tanto, es importante encontrar esa clase de alimento para satisfacer sus necesidades de frecuencia. Por qué ignoramos nuestro sistema de equilibrado Cada vez que algo requiere una atención suplementaria y usted ignora el mensaje de incomodidad que transmite el sistema de equilibrado, éste le mandará un mensaje más alto en forma de dolor. Si este mensaje no se considera importante, st hará todavía más alto. ¿Cómo? El dolor será más intenso. Este proceso con- tinuará hasta que usted haga algo al respecto. Pregúntese a sí mismo: ¿Dónde se localiza la molestia o el dolor en mi cuerpo? ¿Cuánto hace que lo sé? ¿Qué he hecho al respecto? Si se plantea estas preguntas, tomará conciencia casi de inmediato de las mo- lestias en su interior que usted se ha acostumbrado a ignorar, posiblemente durante años. Todos lo hacemos. Cuanto más tiempo ignoramos los mensajes y los síntomas, más fuerte sonarán esos mensajes. Y los sín- tomas serán más agudos. Incluso creamos enfermedades negándonos simplemente a responder a los mensa- jes y a cuidar de nosotros mismos. ¿Por qué nos empeñamos en esta actitud? Existe un motivo principal: el miedo. Debajo del rechazo subsiste el miedo. Tememos aquello que deberemos afrontar si abandonamos la actitud de rechazo. Yo lo llamo «miedo a la fiera interior». Todo el mundo tiene miedos. ¿Cuáles son los suyos? Es su miedo lo que frena y bloquea su capacidad de respuesta a los mensajes de su sistema de equilibrado. Cuando usted no responde a su sistema de equilibra- do, crea más dolor en su vida. Su miedo y la negación del mismo le aproximan más a la creación de aquello que usted teme en la vida bloqueando su capacidad natural de restablecer el equilibrio. Esto se aplica a todas las personas, a todas las enfermedades, e incluso a aquellos que no se consideran enfermos. (Los médicos han afirmado que suele haber muchas enfermedades presentes en el interior de seres humanos normales que se consideran sanos.) Si usted acepta que el rechazo de su miedo bloquea su curación natural y el proceso de crecimiento, le será más fácil recordar que sus síntomas son aliados. Le mantienen informado sobre su estado de salud. ¿Hasta qué punto es capaz de responder a ellos? ¿Cuál es su capacidad de respuesta? El rechazo puede plantear un problema muy grave. Así, por ejemplo, en cierta ocasión vino a verme una persona que poseía un alto nivel de rechazo. Tenía exceso de peso, y llevaba un maquillaje exagerado, gafas de sol y una peluca. Era imposible saber cuál era su aspecto real. Me contó que acababa de poner fin a una relación, había perdido su casa, y carecía de amigos y dinero. Había contraído un enorme tumor cancerígeno en la zona de la mandíbula y la garganta. Se lo habían diagnosticado dos años antes, y le habían prescrito un tratamiento. Ella decidió «curarse» a sí misma sin ayuda porque había logrado «curar» a su gato. Cuando acudió a mí, mi elevada percepción sensorial me permitió ver que el tumor se estaba extendiendo hacia la columna vertebral, en la región del cuello. La paciente sentía un hormigueo en los brazos por la presión de sus nervios. Era obvio que necesitaba algo más de lo que yo podía darle. La probabilidad de que yo pudiera reducir el tumor a tiempo de, impedir que le dañara la columna vertebral era extraordinariamente pequeña. Había acudido a mí demasiado tarde. Necesitaba tratamiento médico, de cirugía y quimioterapia, sin más dilación. La convencí de que fuera a ver a otro médico, uno que trabajaba con sanadores, pero ella no compareció a la cita con él. Tampoco regresó para someterse a más curaciones. No volví a verla jamás. La mayoría de la gente no persiste en este tipo de rechazo mucho tiempo. El miedo de aquella mujer era muy grande. El rechazo puede posponer una solución a un problema tanto tiempo, que cuando llega la solución tiene un carácter drástico. Una amiga mía experimentó un cambio brusco provocado por un intenso rechazo en el cuarto nivel del campo aural. Se negaba a admitir los problemas en su matrimonio. Su marido le dijo que fuera a casa a comer el día del cumpleaños de ella porque le tenía reservada una sorpresa. Cuando ella llegó, él le dijo que la dejaba por otra mujer. De hecho, el marido se había pasado media mañana trasladando la mitad de sus cosas. Se marchó, y ahí acabó todo. Ella no había tenido ni idea de que existiera algún problema en su relación matrimonial. A partir de entonces tuvo que vivir una crisis muy dolorosa. Evidentemente, el trauma cambió bastante su vida. ¿Por qué se empeñaba en negarlo? Porque tenía miedo de que, si admitía los problemas de comunicación en su matrimonio, no podría resolverlos. Temía perder su matrimonio. Y lo hizo. Fue muy duro. Habría podido arreglarlo con su ex-marido, o realizar el cambio de un modo menos traumático, si su rechazo no hubiera sido tan intenso y si se hubiera atrevido a afrontar su fiera interior. Ha vuelto a casarse, y ahora comparte una relación mucho más comunicativa. Se siente muy complacida del desenlace. Crea en usted; probablemente tenga razón Es importante creer en su sistema de equilibrado y, al mismo tiempo, ser receptivo a la entrada de energía de los profesionales del cuidado de la salud y de los amigos de confianza. Si recibe mensajes conflictivos, busque una respuesta que solucione el conflicto. Si un médico le dice que no hay nada anómalo, pero su sistema de equilibrado no está de acuerdo, recabe la opinión de otro médico. Crea en los mensajes que proceden de su sistema de equilibrado y siga sus instrucciones. Se alegrará de haberlo hecho. Así, por ejemplo, una amiga mía supo a través de un médico que el tumor que se desarrollaba en su boca no era maligno. El médico le hizo incluso una biopsia. No obstante, ella siguió soñando en hilos negros de resi- duos que debían extraerse de su boca. Hasta tuvo un sueño en el que le extirpaban el cáncer de la boca. No sabía qué hacer respecto a los dos mensajes contradictorios que recibía. Por fin, se sometió a otra biopsia que reveló un tumor maligno. Por suerte, lo hizo antes de que el cáncer se hubiera metastasiado. Por desgracia, ya habían transcurrido ocho meses y hubo que recurrir a terapia de radiaciones. Ya han pasado varios años desde su tratamiento, y mi amiga está bien. En los quince años que he ejercido de sanadora, he observado que la mayoría de pacientes conocen la causa de su enfermedad cuando acuden a mi consulta. Hablan de ella durante los primeros momentos de la entrevista inicial. Muchas veces, saben también qué anomalías fisicas padecen. Quizá no conozcan el nombre técnico de su problema, pero saben que algo va mal. Por lo general, identifican los órganos corporales implicados. Yo he descubierto que el sistema de equilibrado da muy a menudo información sobre una enfermedad antes de que haya empeorado lo suficiente como para manifestarse en muchos de los análisis que emplea nuestro sistema médico para la diagnosis. Esto significa que el paciente está informado de su enfermedad mucho antes de que ésta sea constatada por nuestro sistema médico. Veamos algunos buenos ejemplos de personas que creyeron en sí mismas, aun cuando no pudieran obtener respuestas de inmediato. David recabó ayuda durante seis años a distintos médicos y profesionales del cuidado de la salud para aliviar sus síntomas de agotamiento y mala digestión. Todas las pruebas, que incluyeron análisis de sangre, orina y cabello, demostraban que estaba sano. Muchos médicos le dijeron que la afección estaba sólo en su mente, y que debía dejar de pensar en ello y reanudar su vida normal. Aparentemente, su problema era de carácter subclínico, lo cual significa que las pruebas no eran lo bastante precisas para registrarlo. Los síntomas de agotamiento y mala digestión persistían en David. Por último, acudió a mí. Cuando lo hizo, estaba seguro de que tenía una infección en el hígado, y creía que se trataba de hepatitis. Cuando examiné su campo energético, pude constatar que tenía múltiples infecciones en el abdomen. También fui capaz de leer psíquicamente un medicamento que mejoraría su condición. David obtuvo una prescripción de un médico que coincidió con mis observaciones. Mediante una combinación de ese medicamento y sesiones curativas, David recuperó la salud. Una mujer a la que llamaré Ellen vino a verme tras visitar a numerosos médicos durante seis meses. Tam- bién en este caso, su sistema de equilibrado transmitía una información subclínica. Los médicos no hallaron nada anómalo y le dijeron que era una hipocondríaca. Este diagnóstico, por supuesto, no eliminó sus sínto- mas. Ella siguió debilitándose cada día. Cuando acudió a recibir clases de curación, pude ver, «psíquicamente» que aquella mujer estaba siendo envenenada por unas emanaciones de gas que se filtraban por entre las tablas del suelo de su casa, y que además era alérgica al polvo de unas viejas alfombras que habían estado allí durante años. «Leí» también que tanto ella como sus hijos debían someterse al examen de un psicoinmunólogo. Le aconsejé que se deshiciera de las alfombras y que revisara su horno. Resultó que había comprado la casa y se había instalado en ella tan sólo seis meses antes. Entonces re- cordó que había estado pensando que su enfermedad tenía algo que ver con su casa, pero no sabía qué. Después de su curación, regresó a su casa e hizo revisar el horno. Registraron fugas de gas en varios sitios. Ellen cambió el horno, tiró las alfombras viejas, e inmediatamente empezó a sentirse mejor. Ahora ya está bien. Tras examinar a sus hijos, el psicoinmunólogo dijo que si las fugas hubiesen continuado durante tan sólo un par de semanas más, los niños habrían contraído lesiones cerebrales y su madre habría enfermado gravemente.

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