martes, 24 de febrero de 2009

El Ojo De Horus 1°Parte "La Escuela de Misterios"


La Escuela De Misterios

Esta historia comienza antes de la destrucción total causada por el diluvio universal, cuando aun existía otra civilización sobre la tierra, la que hoy convertida en leyenda llamamos La Atlántida.
Tenían una sabiduría producto de la evolución de la conciencia del hombre durante miles de años, de las verdades comprendidas sobre el funcionamiento del universo en el proceso que llamamos vida. El estudio de las constelaciones les reveló que la humanidad era una unión viviente entre el cielo y la tierra, que las estrellas y los soles la afectaban formando estaciones, ciclos y ritmos.
Sabios sacerdotes de la Escuela de Conocimiento de Naacal en la Atlántida, descubrieron que el planeta estaba en los momentos finales de uno de estos ciclos. Advirtieron, sin ser oídos, que una catástrofe inminente destruiría las estructuras que organizaban la vida del hombre. Sin apoyo del grueso de la población, construyeron unos pocos barcos cerrados por todos los lados y los protegieron con campos electromagnéticos de fuerzas que podían penetrar y disolver la materia. Dirigidos por el sumo sacerdote Chiquitec Arelich Vomalites subieron a bordo con sus familias, unos pocos instrumentos, algunos animales domésticos y hacia el este se alejaron de La Atlántida.
El planeta se estremeció, los cielos se derritieron y las aguas arrasaron los continentes borrando casi todo rastro de su civilización. Como evidencia en dos lugares muy cerca a Egipto se encontraron unas gigantescas losas de piedra llamadas megalitos que por su enorme tamaño, peso y difícil ensamblaje demuestran una tecnología desaparecida, seguramente de la civilización atlante.
La primera evidencia está en Baalbek, Líbano. Allí se encuentran las tres losas cortadas de piedra más grandes y más pesadas del mundo. Son llamadas los Trilitones. Cada gigantesca losa pesa 1200 T, mide 25 m de largo, 8 m de ancho y 5 m de alto. Hoy el peso más grande que se puede levantar con una grúa, el transportador espacial Discovery sólo pesa 150 T, 1/10 parte del peso de los Trilitones. Hoy no existe la tecnología para levantarlas y mucho menos para colocarlas con tan extrema precisión. Fueron movidas a su lugar desde 3 Km. de distancia donde fueron talladas y donde aun se encuentra una losa de igual tamaño que nunca fue utilizada por los constructores originales.
La misteriosa plataforma, por su enorme tamaño se convirtió en un sitio sagrado para las futuras culturas que después del diluvio se asentaron en la zona. Asirios, persas, griegos y por último romanos construyeron sus templos más importantes sobre la plataforma.
La segunda evidencia está en Jerusalén, la ciudad sagrada para tres religiones. Allí existen otros de estos megalitos, unas gigantescas losas de piedra cada una con un peso mayor a 800 T. Por su enorme e inexplicable tamaño, también se convirtieron en sitios sagrados alrededor de los cuales creció Jerusalén, forman parte de la enorme plataforma que sostuvo al templo de los judíos y que hoy soporta a la Mezquita de El Aksa y el Domo de la Roca. Las losas son parte de los cimientos del mismo Muro de los Lamentos. Hoy se llega hasta allí por un túnel que descubrió las enormes piedras.
Los megalitos de Baalbek y Jerusalén formaban parte de construcciones desaparecidas por el cataclismo universal, lograron permanecer en el sitio por ser tan masivas. Este cataclismo destruyó la civilización Atlante. Sucedió alrededor del año 10.900 AC cuando el sistema solar atravesaba la Constelación de Leo y quedó registrado en los libros sagrados de todas las culturas del mundo. Cuando el equilibrio se recuperó, los sacerdotes sobrevivientes al cataclismo desembarcaron en el centro de la superficie terrestre, en el sitio donde sabían que confluyen las fuerzas telúricas del planeta.
Esperaban utilizar estas fuerzas para impulsar el pensamiento del hombre, construyendo masivas formas piramidales que resonaban, concentraban y transformaban la vibración fundamental del planeta en energía. Seres muy avanzados espiritualmente, tenían un concepto de progreso que no estaba basado en la adquisición de comodidades materiales sino en lograr la paz y la armonía interior, en transformar un limitado hombre animal en un superhombre. Estos sacerdotes, en un momento que llamaron el Zep Tepi ,el tiempo nuevo, vieron resurgir de las aguas un largo y estrecho oasis, una fértil tierra rodeada por un desierto protector bordeando un largo río. Lo llamaron Egipto, la tierra que emerge de las aguas, el país de un solo río, el Nilo. Con las mejores condiciones para gestar una nueva civilización.
Los sacerdotes vieron al cataclismo como una oportunidad para orientar a la humanidad hacia un destino más alto y estructuraron en este nuevo ciclo una sociedad dedicada al perfeccionamiento espiritual. La Esfinge nos muestra los enormes ciclos de tiempo que consideraban en sus planes. Su forma de león con cabeza de hombre resalta el ciclo comprendido entre la Era de Leo y la de Acuario los tiempos de influencia de la nueva civilización. Veían la vida como un proceso diseñado por Dios en el que el hombre reencarna sucesivamente para perfeccionarse y ascender en la jerarquía del universo. El espíritu del hombre que no comprende al Creador ni la razón del universo ni de su propia existencia, se encarna en el cuerpo para tener experiencias que le permiten adquirir sabiduría y comprensión.
En el sitio donde reencarna y experimenta todo tiene dos extremos opuestos. Es un universo polarizado y dual que permite la comparación entre las partes para comprender cual es verdad. Se aprende a vivir en carne propia el resultado de cada decisión y comportamiento en la vida. El sufrimiento permite entender la felicidad, la angustia permite entender la paz. A lo largo de muchas vidas, de comparar los dos extremos se comprende que lo único verdadero está en el centro, en la neutralidad del amor. A través de la reencarnación el hombre comprende poco a poco, se transforma en un ser respetuoso de todo lo que existe, comprende que todo tiene su función, acepta que todas las circunstancias, aun las más difíciles son perfectas, que son lecciones para el perfeccionamiento espiritual.
Vida tras vida, el hombre va ascendiendo de nivel, tiene más información, permanece en paz y armonía, maneja más energía vital, se transforma en un ser tolerante y respetuoso que accede a mayores poderes. Comprende que en el universo dual, en las circunstancias contradictorias, lo único que no tiene polaridad es el amor. El amor es neutro, como Dios.
Con el Zodíaco de Denderah enseñaron que este proceso de aprendizaje toma a cada espíritu un ciclo cósmico, 12 eras zodiacales, un giro completo del sistema solar recibiendo las radiaciones de cada una de las constelaciones. Durante estos 25.920 años reencarna 700 veces en distintos cuerpos. Lugares, tiempos, circunstancias, condiciones y personalidades. En cada vida aprende algo distinto, cada vez más influenciado de distinta manera por las fuerzas que irradian las estrellas. Así, todo ser vivo cumple un ciclo cósmico en el que recibe la energía de las doce constelaciones, la influencia de los cielos que marcan ritmos y producen distintos estados. Conociendo la relación de este proceso de aprendizaje de las vidas del hombre en la tierra, con el movimiento del planeta y del sistema solar a través de las constelaciones rigieron sus planes por las estrellas. Estructuraron un método para revelar información sobre Dios, el universo y el proceso de perfeccionamiento durante miles de años. Una forma para mostrar al hombre qué es la vida y para qué existe. Establecieron unas fases para revelar información sobre Dios a su pueblo, unas etapas que cambiarían con las eras zodiacales en la bóveda celeste. Epocas dedicadas a estudiar cómo Dios creó el universo y luego la conciencia del hombre. Cada fase de la revelación estuvo dirigida por un centro religioso que se construyó a lo largo de la columna vertebral de Egipto, el Nilo. Actuaron como las chakras o centros de transformación y distribución de energía e información al cuerpo del país.

Desarrollaron en cuatro épocas cuatro centros religiosos, cada uno dedicado a explicar y lograr comprensión en el pueblo sobre una fase del génesis. Cada uno dedicado a un momento distinto del único Dios, con nombres y formas simbólicas distintas. El primer centro religioso fue establecido en Annu, llamada Heliópolis por los griegos, al comenzar la era de Géminis en el año 6.620 AC en la época pre-dinástica de Egipto. Una era dedicada a la simetría en el arte y en la arquitectura. Fue dedicado a revelar información sobre las características, cualidades y significado de un Dios absoluto, el único Dios, la Causa Original, el Todo, al que llamaron Atum Ra, la unidad homogénea, estática, antes de manifestar el universo.
El segundo centro religioso fue establecido en Memfis, al comenzar la Era de Tauro, en el año 4.460 AC. Fue dedicado a revelar información de otro momento de Dios, cuando manifiesta al universo, los planetas y los soles, cuando activa su voluntad, su energía divina y crea la materia. Llamaron Ptah a esta característica creadora de Dios. Durante esta época se nota la influencia de Mentu el toro que representa la Era de Tauro en todo Egipto, aun en los nombre de los faraones.
El tercer centro religioso fue creado en Hermópolis, dedicado a Thoth. Así llamaron al único Dios cuando multiplica la creación sobre la tierra con la diversidad de la naturaleza, las plantas y los animales. El cuarto centro religioso fue establecido en Tebas, con la llegada de la época de Aries el Ram, en el año 2300 AC. Fue dedicado a revelar información sobre las características, cualidades y significado de Dios cuando crea a su imagen y semejanza la conciencia del hombre, lo llamaron Amon-Ra. En esa época se da el momento culminante de la civilización. Se construyen cientos de templos donde las figuras de carneros predominan y los faraones incorporan Amon y Ram a su nombre.
Los cambios de era o constelación zodiacal determinaron la duración de cada fase de la revelación. El pueblo comprendió, poco a poco, que existe un solo Dios, que por sus características y momentos distintos en que crea el universo y al hombre, tiene nombres distintos. Crearon una Escuela de Misterios para transmitir su conocimiento, garantizando sacerdotes sucesores de su casta que continuaran el proceso de revelación. Alrededor de los templos y centros religiosos desarrollaron el país. En su interior se dedicaron a transformar a los iniciados en seres respetuosos, capaces de guiar a su pueblo y manejar las fuerzas fundamentales de la naturaleza. Escogieron sus discípulos entre todos los niños de Egipto por el nivel de conciencia y sensibilidad que demostraban, dándoles la posibilidad de dedicarse a una vida de sacerdocio. Recibieron información sobre el proceso de perfeccionamiento a través de la reencarnación, sobre Dios y el universo. Les enseñaron ciencias, arte, religión y filosofía.
Los entrenaron a ejercitar su autocontrol, aprendieron a conservar su energía vital, a comprender la importancia del respeto y el libre albedrío, acelerándoles el proceso evolutivo.
Los convirtieron en los sucesores de su casta, sacerdotes con el conocimiento del poder que éste produce y la misión de guiar al pueblo en un camino de perfeccionamiento general.
Se han encontrado estatuas de sacerdotes, unas saliendo de un cubo, otras representados como escribas, seres con el conocimiento. A unos pocos le adicionaron a su nombre la palabra Hotep que significa sabio, como Ainhotep Amenhotep, hijo de Afu, como reconocimiento a su sabiduría. Es en los templos donde concentraron el conocimiento, el poder, la riqueza material y espiritual. Desde allí impulsaron la organización desde la nada de la civilización egipcia. Utilizaron El Ojo de Horus como símbolo de esta cerrada organización de sacerdotes que dirigió los destinos de Egipto por miles de años, desde las sombras detrás del faraón.
La Escuela de Misterios utilizó El Ojo de Horus como su símbolo. Una firma que aparece en los muros de todos los templos de Egipto. Un símbolo trae a la mente, evoca lo comprendido de su forma, su acción principal, transmite una idea de manera muy simple, más allá de las palabras. Su significado puede ser entendido miles de años después de haber sido dibujado. Los ojos son el sentido del sol, el origen de la vida. Actúan percibiendo su luz y las vibraciones de color, transmiten a la mente la intensidad y la fuerza del fuego. Los ojos son las terminaciones nerviosas que perciben la voluntad divina, la intensidad de la luz, la fuerza de Dios, que los egipcios llamaban Phi. La fuerza que condensa el espíritu en la materia dando lugar al universo, el sitio de experimentación de la conciencia. Son los únicos nervios que salen a la superficie del cuerpo y que podemos observar en su funcionamiento vital. Florecen dentro de esferas llenas de un líquido blanco cristalino. Los ojos simbolizan la dualidad, el ojo izquierdo es solar, sensible a lo negativo. El derecho es lunar, sensible a lo positivo y afirmativo. Cruzan su información para producir la imagen mental correcta del espacio. Simbolizan la experimentación de la conciencia en un universo de contraste para encontrar la verdad por comparación entre Las partes opuestas. Reaccionan a la luz activa del sol, produciendo en la mente la verdadera luz, la energía vital luminosa, una luz invisible que hace posible la inteligencia y la comprensión de la realidad. Los pájaros evocan la acción de volar, la libertad sin limitaciones materiales. El halcón es el pájaro que mejor ve. Horus, el halcón, representa el espíritu cuando completa su aprendizaje en la vida mortal y limitada. Cuando comprende las verdades del universo porque las ha verificado en muchas vidas y se eleva sobre las limitaciones materiales, sobre el tiempo y el espacio. El Ojo de Horus es la conciencia inmortal que todo lo sabe, que todo lo ve. Puede volar muy alto sobre todo lo que existe o fijar su atención en cualquier detalle. Evidentemente los sabios sacerdotes se veían como los observadores y los guías de un proceso de perfeccionamiento hacia la luz. Por eso, su símbolo era el Ojo de Horus, el ojo que todo lo ve.

Desde los templos los sacerdotes de El Ojo de Horus guiaron en paz y armonía el perfeccionamiento espiritual del pueblo, revelando información sobre Dios, el universo y el proceso que sufre la conciencia del hombre. Protegidos del exterior por altísimos muros, cada templo era un enorme complejo donde vivieron miles de personas, hombres y mujeres por igual, pues no había distinción de sexo. Dedicaban por lo menos 21 años de su vida a recibir información y entrenamiento para convertirse en sacerdotes o sacerdotisas. El proceso de aprendizaje se realizó en distintos templos, donde permanecían por largos períodos mientras recibían la información que contenían. El entrenamiento correspondiente a ese nivel y las pruebas de auto control para avanzar al siguiente nivel en otro de los templos sobre el Nilo.
Cada templo fue una biblioteca viva con información especializada. Cada uno tenía una lección distinta sobre el universo o la razón de la existencia. Cada templo contenía en su interior un tema sagrado distinto, con información que da sentido a todo lo creado. El nivel básico se realizaba durante los primeros 7 años, cuando recibían información general sobre el universo y entrenamiento para manejar los centros energéticos más bajos del cuerpo.
Tenían templos como el de Kom Ombo dedicados a entender la necesidad de un universo dual y polarizado para permitir a la mente comparar entre extremos opuestos y así comprender qué es verdad. En su interior aprendieron a controlar el miedo a perder, a entender que se tiene lo que corresponde en cada vida para vivir las experiencias de aprendizaje que se necesitan. Tenían instalaciones para despertar el miedo a la muerte, aprender a controlarlo y entender que la muerte es sólo un paso a otra experiencia de aprendizaje. En túneles con agua y cocodrilos, grandes alturas, sitios cerrados con serpientes, los iniciados probaban su determinación. Allí recibieron información para superar el miedo al ser abandonado, los instintos de agresión y defensa. A entender la existencia de programas mentales inconscientes que generan reacciones automáticas para poder controlarlos. En el Templo de Luxor, en Tebas, se transmitieron los conocimientos que tenían sobre el funcionamiento del cuerpo y entrenamiento para lograr que la conciencia no se identificara con él. El templo entero era como un organismo humano, cada salón representaba un órgano con información en sus muros sobre su función principal, el beneficio que el organismo total obtenía al realizarla y su relación con otros órganos. En su interior realizaron ejercicios de concentración y de movimiento, guiando su mente a cada órgano, hasta que hicieron consciente el cuerpo entero y lo manejaron a voluntad como un excelente instrumento.
Varios templos con sacerdotisas de Nephtys e Isis estaban dedicados a transmitir información y entrenamiento sobre las percepciones físicas, las emociones y deseos carnales del cuerpo. Su diferencia con las emociones superiores, la intuición y la inspiración.
Aprendieron a transmutar las pasiones y las sensaciones del cuerpo con el poder del espíritu, a elevar su conciencia y su vibración vital, a solicitar canalizar la energía e inspiración de espíritus en planos más evolucionados para despertar su creatividad.
Muchos templos como el de Hathor en Denderah, estaban dedicados a las ciencias, a la astronomía, a la astrología y a las matemáticas. En su azotea se dedicaron a registrar los cielos, a entender las distintas energías que emite cada constelación y los efectos que produce. Siguieron día a día los designios de las estrellas, controlando la duración del año solar, la fecha exacta del desbordamiento del Nilo, el momento en que la tierra cambió de la Era de Tauro a la de Aries, los ciclos que afectan el proceso de evolución. Luego de recibir información dirigida a la razón y entrenamiento para controlar sensaciones, emociones y pensamientos, dedicaban otros 7 años al lado derecho del cerebro, a la inteligencia del corazón, a encontrar la diferencia entre el pensar y el meditar. El templo de Karnak, el más grande de Egipto, estaba dedicado a la conciencia, a analizar las fuerzas que la moldean, a entender el proceso de evolución y a acelerarlo utilizando la concentración en conceptos, palabras, sensaciones, puntos exactos o movimientos. Aprendieron a concentrarse en sí mismos a diferenciar entre él yo superior y el ego, a identificarse con un ser u objeto externo hasta sentir y transformarse en lo que se piensa. Realizaron ejercicios de telepatía en cercanía física, luego a distancia en un momento determinado del día hasta aprender a comunicarse mentalmente en cualquier momento. Recibieron información sobre el tiempo y entrenamiento para vivirlo como un eterno presente. Entendieron que pensar es comparar para conocer y que cuando todo se sabe ya no se piensa ni se compara. Aprendieron a cambiar de estado o nivel vibratorio, a manejar las circunstancias externas, logrando el equilibrio emocional como una decisión mental interna.
Cada templo contenía 3 niveles de información. Era una manera para revelar información simultáneamente a hombres con distintos niveles o estados evolutivos.
El primer nivel transmitía información básica dirigida al pueblo. Cada templo contaba una sencilla historia llena de símbolos y personajes fantásticos, un drama sagrado fácilmente comprensible. Las ideas eran expresadas como mitos en forma de historia. El mito, la historia fantástica, fue utilizada como un método para revelar al hombre un mundo que sólo entiende imperfectamente. Los mitos cobran vida con sólo creer en ellos. Inventaron personajes con características simbólicas con formas que traen a la mente su función y actividad principal que participaban en sencillas historias, parábolas que cuentan verdades sobre la naturaleza humana sin lo árido o lo abstracto de la filosofía o la metafísica. El pueblo recibió información sobre cada tema sagrado al escuchar la historia central de cada templo, al conocer las debilidades y fortaleza de cada personaje, las circunstancias que atraviesa y la manera como se resuelven.
Utilizaron un segundo nivel de información dirigido a los discípulos, seres con un nivel espiritual más elevado y a los que se les explicaba directamente el mismo tema sagrado de una manera más concreta y profunda. Para ello utilizaron las escenas descriptivas del mito talladas en los muros del templo, se les explicaba cada personaje, lo que simboliza en el universo, la parte del proceso de perfeccionamiento que representa, él por qué de su forma, su comportamiento y su función principal. La sabiduría de los sacerdotes de El Ojo de Horus es evidente en la historia que cuenta cada templo, en las formas que utilizaron como símbolos. El sólo verlos, trae a la mente la acción vital que representan, con la cualidad que se gana al hacerla. Al utilizar hombres con cabeza de animal como símbolos los transforman en ideas que evocan la característica vital del animal, traen a la mente la función que el animal cumple en el universo. Un hombre con cabeza de chacal adquiere sus características, su instinto de orientación en el desierto, siguiendo sus huellas siempre se llega a tierra cultivada. Es entonces, un excelente guía. Cada símbolo evoca una comprensión. La forma simple de un pájaro evoca en la mente el vuelo, la libertad. Un disco solar sobre la cabeza de un hombre habla de su claridad, de la sabiduría que irradia, de la información que tiene, del nivel de su conciencia.
Estudiaron detenidamente los animales e insectos. Así recolectaron un profundo conocimiento sobre su vida, sobre su actividad principal, sobre sus características vitales, los hábitos que desarrollaba para lograrlo, su dieta alimenticia, la duración de su gestación, sus hábitos sexuales, el sentido principal de su existencia. Escogieron los animales más idóneos para representar una acción vital y lo que logra el universo cuando se ejecutan. El proceso del gusano que se arrastra y teje para luego transformarse en mariposa. Entre todos los pájaros, el halcón es el que mejor ve. Tiene un cerebro óptico con la vista más perfecta y desarrollada. Por eso es escogido como símbolo para representar esa función vital, el sentido de la vista. Una figura humana con cabeza de halcón es un ser que todo lo ve, que domina el panorama, viendo perfectamente cada uno de los detalles en los que enfoca su atención.
Estas figuras llamadas dioses o Neters por los egiptólogos que creen que Egipto era panteísta y que adoraba a los animales, sólo representan una acción vital, un comportamiento que transforma y perfecciona. Cada acción importante de la vida tiene un símbolo que la representa, comunica la transformación que ocurre en la esencia del individuo que la ejecuta, lo que se obtiene. Un par de brazos indican adoración, unas piernas, la acción de caminar; una boca, la acción de hablar.
Y por último, en un tercer nivel de información, cada templo guardó un código secreto embebido en el símbolo mismo, sólo conocido por los altos sacerdotes y maestros con información sobre fuerzas y energías fundamentales, cómo controlarlas y utilizarlas para prestar servicio a su pueblo. En templos como en el de Horus en Edfu, el sumo sacerdote dirigió a los discípulos más evolucionados a desplazar su conciencia en el tiempo, abriendo el inconsciente para revivir y comprender las vidas pasadas en su proceso de reencarnación.
El sumo sacerdote siempre fue un ser muy avanzado en el camino espiritual, no se identificaba con el cuerpo, conocía perfectamente su funcionamiento y que energías utilizar para equilibrarlo. Controlaba desde su centro nervioso en la corona, él más alto nivel de energía vital, permanecía en un eterno presente irradiando amor, guiando y sirviendo con su divino poder.
La materia sólo recibe, se contrae, el dar es radiar, es una característica vibracional del espíritu. Los seres de cada nivel reciben y transmiten a los niveles inferiores. En sus salones entendieron que la realidad está compuesta de siete niveles de energía vibracional, siete corrientes energéticas con siete distintos niveles de poder o fuerza. El cuerpo tiene siete chakras o centros de transformación de la energía fundamental del universo. Cada ser humano en su vida presente utiliza uno de esos siete centros, dependiendo del nivel de evolución de su conciencia. A mayor comprensión del universo, más respeto. Más alto el chakra o centro nervioso que utiliza para transformar la energía, mayor cantidad de energía procesa diariamente y más poderes trascendentales tiene. El sumo sacerdote podía controlar las fuerzas fundamentales por el altísimo nivel de energía vital en que permanecía su organismo. Su sistema neural tenía una resistencia correspondiente con ese nivel de energía.
Así, en todos los templos de Egipto, los iniciados recibieron información y entrenamiento. Aumentaron paulatinamente su nivel de energía vital y de manera correspondiente el nivel de resistencia de los nervios de su cuerpo. Aprendieron a mantenerse en paz, armonía, a respetar todo lo que existe, a aceptar la perfección del universo para conservar sus niveles de energía vital en el camino de perfeccionamiento que lleva a la omnipotencia, al control de fuerzas y energías superiores. Una intensa preparación física, mental y espiritual que terminaba con el momento que terminaba con el momento de experimentar la totalidad y la nada, lo manifestado y la inmanifestado y recibir en una pirámide una poderosa energía que permite vislumbrar el séptimo nivel de conciencia. Durante la Era de Tauro se dedicaron a experimentar con una forma piramidal de tecnología resonante que transformaba las vibraciones del planeta en energía, un conocimiento heredado que había de llevar a la práctica.
Colocaron masivas formas piramidales que pesaban millones de toneladas en puntos neurálgicos sobre la malla electromagnética del planeta. La masa piramidal que contenía millones de partículas de cuarzo, vibraba con la tierra produciendo energía por la fricción de sus moléculas en un fenómeno que hoy llamamos piezoeléctrico. Construyeron muchas pirámides hasta llegar al modelo que funcionaba perfectamente en la Pirámide de Keops. En sus corredores, galerías y cámaras, transformaron esa energía en sonido, haciendo vibrar en niveles cada vez más altos el iniciado física, mental y espiritualmente preparado. Esta fuerza impulsaba a la mente del hombre a percibir otras dimensiones, logrando estados especiales de conciencia. Con esta ayuda externa, los iniciados vislumbraban el séptimo nivel de conciencia. Regresaban recordando el éxtasis obtenido, las verdades verificadas, para transmitirlas a sus compañeros con sus palabras y acciones. En sus meditaciones posteriores, obtendrían nuevamente ese estado de unidad sin movimiento, hasta que se consolide esta situación definitivamente y se encuentren de manera permanente en estado de Dios-hombre, siempre radiando energía positiva de amor.
Los conocimientos sobre las formas puras del universo, los bloques básicos con los que se organiza la energía y la materia fueron fundamentales para el desarrollo de la civilización egipcia. Hoy llamamos a esas formas puras sólidos platónicos. Cinco polígonos con sus lados y ángulos iguales, basados en triángulos equiláteros, la forma divina que no tiene tensiones. Utilizando estas formas, pudieron producir efectos de resonancia y concentración energética para elevar la percepción de la conciencia, para lograr efecto de superconductividad con los que se anula la fuerza de gravedad. Hoy se ha descubierto que el planeta tiene puntos neurálgicos llamados nodos diamagnéticos, donde se puede controlar la fuerza de gravedad del planeta y producir fenómeno de superconductividad. La superconductividad permite amplificar o disminuir la fuerza de gravedad. Al aumentar el peso de las losas de piedra se enterraban como cimiento sin necesidad de excavar para lograrlo. Al disminuirla, las hicieron livianas para empujarlas y moverlas fácilmente desde lejanas canteras.
En la isla de Sehel se encontraron hieroglífos con fórmulas e ingredientes para producir una especie de concreto que parece roca. Científicos franceses lo han descifrado parcialmente. Sus experimentos confirman que se trata de geopolímeros que al solidificarse producen un tipo de piedra. Esto explica la facilidad para hacer juntas tan exactas entre las piedras de sus templos, logrando utilizar los bloques ya fundidos como formaleta de los nuevos.
Pero lo más importante fue su visión de que la vida es un proceso diseñado por Dios para ampliar la conciencia del hombre, que el espíritu del hombre se encarna repetidamente en un cuerpo para comprender la armonía por los resultados de sus decisiones. Al vivir muchas vidas con experiencias opuestas, de angustia y paz, de depresión y felicidad, de riqueza y pobreza, de salud y enfermedad, comprende la razón de su existencia y termina con las limitaciones materiales transformándose en un superhombre inmortal. Un ser que no pierde en la muerte la conciencia o la información acumulada. Un espíritu sabio al final de un proceso que sube otro peldaño más en la perfección del universo.

El hombre reencarna muchas veces, al principio su animalidad es dominante, la intolerancia y la agresión, determinan una vida de sufrimiento. Poco a poco se satura del dolor, y al buscar remediarlo, deja de atacar. Encuentra la paz y con ella altos niveles de energía vital. Con la información del proceso de perfeccionamiento y de las leyes que lo regulan, los egipcios mejoraron su vida, aceptaron los momentos difíciles como parte de su camino de aprendizaje, logrando permanecer en paz y armonía. Los templos revelaron cómo hombres en un mundo de dolor podían transformarse en seres sin limitaciones físicas, con conocimientos para transmutar la materia y trasladarse libremente en el tiempo y en el espacio. En medio de las contradicciones de cada vida se aprende algo y se renace un poco más sabio. En la polaridad entre la luz y la oscuridad, entre el miedo y el amor, se aprende a encontrar la paz y la armonía, a mantener la energía vital.
Al experimentar en carne propia los tormentos y la angustia que producen la ira, el odio, el rencor o la venganza, se comprende el valor de la armonía. Al comprender que cada decisión produce paz o sufrimiento se puede pasar del infierno de la vida al cielo de la misma. El pueblo entendió que todas las acciones de la vida diaria, pescar, sembrar, cosechar, son una manera de acercarse a Dios, de ser más perfectos cada día, lograron una comunicad en paz y una felicidad tal que cuando el historiador griego Herodoto visitó Egipto en el año 500 AC no pudo menos que afirmar: “de todas las naciones de la tierra los egipcios son los más felices, sanos y religiosos”. Sin embargo, no tenían una palabra en su idioma que significara religión, no veían ninguna diferencia entre lo sacro y lo mundano. Se veían como los encargados de comprender que Dios, el universo y el hombre forman una unidad manifestada por amor.
Todos los hombres avanzan por un camino de perfeccionamiento que toma muchas vidas. Unos están más evolucionados que otros, pero todos llegarán a la inmortalidad y a la conciencia permanente, sólo aprendiendo a ser flexibles, a aceptar las circunstancias y a respetar a todos los seres que nos rodean. El camino puede ser de sufrimiento o de paz y armonía, depende que se valore lo que se tiene y se agradezca la oportunidad de estar vivos para tomar conciencia que fuimos creados por amor.

(Escuela del Misterio)

3 comentarios:

  1. hola, quisiera saber el significado de la cobra en el ojo de horus, muchas gracias, muy interesante el blog. Cristina

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    1. La Serpiente es el Ser, es la esencia, en occidente se le llama Espíritu Santo pero lo representan por medio de una paloma y en oriente si esta representada por lo que es y se le llama Energía Kundalini. Lo que somos no es nuestro cuerpo somo la esencia que habita en un cuerpo y somos eternos e infinitos, cuando abres tu tercer ojo despiertas, el ojo de Horus es el tercer ojo nuestra glándula pineal y para poder elevar nuestro Espiritu Santo o Energia Kundalini es necesario un desarrollo ESPIRITUAL.

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  2. Voy por el tercer articulo, y sigue siendo tan interesante como los otros...tiene tirón y lo mantiene.Muchas gracias,porqué una cosa tan farragosa, se hace comprensible en éstos escritos.

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