viernes, 16 de octubre de 2009

Los Centros de Poder energéticos del hombre


Preocupado, el Maestro Iniciado Hebert repasa las virtudes y vicios de Merlín. ¡Llegó el tiempo en que debe entregar su Enseñanza a un sucesor! Se pregunta: “¿Estará el aprendiz lo suficientemente preparado?” Los augustos misterios del Universo, la naturaleza y la desintegración-integración de fuerzas pueden perder a un aspirante apresurado.
En su corazón habita un sentimiento encontrado. Siente orgullo y al mismo tiempo, temor. Desde que adoptó a Merlín, en los primeros meses de vida, descubrió en él dotes naturales como la videncia, que le permitían estar cerca del Rey Arturo. Pero, ¡tiene un carácter arrebatado y prisa por adquirir el conocimiento!
Maestro y discípulo son tan diferentes. Escarba en su pasado para encontrar la experiencia que le aconseje en este momento trascendental. Recuerda su peregrinar por Oriente, superando la frustración y reafirmando su determinación de ingresar a una Escuela Iniciatica. ¡Que difícil fue conseguir su aceptación! La selección era excesivamente rígida, según la visión del recién llegado.

“El esfuerzo valora los objetivos”, reflexiona al rememorar con satisfacción su ingreso en el Templo de Luz de los Esenios, de donde egresaron Krishna, considerado como la Octava Encarnación de Visnú, el conservador del mundo, y Zoroastro, reformador de la religión persa.
Bajo la conducción rígida y amorosa de los Vedas, se disciplinó en el estudio de los Cuatro libros Sagrados portadores de las revelaciones de Brahma, el Supremo Creador de los Dioses y de la Vida, según la interpretación de los profanos. Recitar los himnos y oraciones como fórmulas de consagración y de expiación, era insuficiente para los aprendices.
Los Maestros evaluaban el avance de los aspirantes. Llegado el momento se les sometía a severos regímenes alimenticios basándose en semilla, miel y agua, como un principio de renunciación a los placeres de la carne. Templar la Fuerza de la Voluntad y reconocer el dominio de la mente sobre el cuerpo, doblegó a muchos de sus condiscípulos, ya que muchos son los llamados y pocos son los escogidos.
El premio que aguardaba a los graduados en esa primera etapa de preparación, era el Conocimiento.
Con el ayuno se debilita al físico, lo que disminuye el flujo sanguíneo y, por lo mismo, la oxigenación del cerebro para excitar las neuronas y facilitar la sensibilidad al éter del entorno corporal.
Dominado este principio, se entrega el siguiente Misterio. Consiste en identificar el mecanismo de respiración adecuado a cada candidato, para convertir el oxígeno sanguíneo en un estimulante natural que conducirá a la apertura de los canales internos de energía.
Hebert sonríe complacido: “Conocer los poderosos campos de energía corporales no era una labor sencilla. Teníamos que descubrirlos y ubicarlos a través del mismo movimiento energético. La clave secreta estaba tan cerca que no le veía. ¡El silencio dispuesto a entregarnos su sabiduría!”
Un tiempo signado por el sufrimiento causado por su soberbia. Creía ilusamente que sus lecturas teóricas le facilitarían el trabajo interno. Sabía que en el cuerpo existen chacras, una palabra de origen sánscrito que significa rueda, y que no son otra cosa que los puntos de conexión por los cuales fluye la energía de uno a otro vehículo o cuerpos del hombre, ya que se acepta que existen dos cuerpos: El físico y el astral.
Con base en la Doctrina Secreta, Hebert ubica doce Centros de Energía: La Raíz, entre la segunda y la tercera vértebra del cóccix; Sacro; el Baso; el Plexo Solar; el Corazón; el Timo; la Tiroides; el Cerebelo; el Bulbo Raquídeo; el Hipotálamo; la Pituitaria y la Plineal o Corona.
“¡Que doloroso fue en el principio, mover los centros sutiles a un mayor campo electromagnético interno que al producir la energía alcanza los umbrales de la resistencia física!” Sin encontrar mayores explicaciones por parte de los Maestros Iniciados: “¡Que sabios eran al guardar con celo la información que cada uno debería encontrar por sí mismo!”

Ya se había comprobado que al entregar los Augustos Misterios sin el menor esfuerzo individual de los candidatos, conllevaba a que no supieran valorar la información y fácilmente la perdían por la vanidad de creer que tenían el dominio de la fuerza interna, simplemente por saber de su existencia. “Lo que fácil se recibe, fácil se pierde”, razona Hebert.
Uno de los principales tormentos que enfrentó, fue al principio. Cuando identifica la chacra de la Raíz: El movimiento circular de la energía se refleja en los genitales, principalmente, ya que al acumularse provoca excitación sexual, lo que deberían dominar para aprender a canalizarla y llegar a la Primera Casa de la Enseñanza.

“¡Cuantos renunciaron en esta etapa! Se desviaron a la satisfacción inmediata de la carne. Fueron doblegados por los bajos instintos. ¡Que lástima! Se negaron a tocar el velo de los Vedas, los Grandes Maestros Iniciados que nos ofrecieron probar el éxtasis divino del contacto con nuestro Espíritu”, razona. Al que logra poner en marcha el giro de la Rueda de la Ley, activa la Carroza Real de un imperio Universal de la Verdad y Rectitud. En otras palabras, el hombre es un alma y posee varios cuerpos: Además del visible en que se mueve en la tierra tiene el emocional, el mental y el espiritual. Se conectan por medio de los Centros de Poder de Energía. Una comunión que despierta al Hijo de Dios.

El tiempo había llegado. Hebert sabía que lo avanzado de su edad le exigía entregar la Enseñanza recibida, a cualquiera de sus principiantes. Merlín ocupa un lugar importante en su corazón. Desde que llegó a Gales en las migraciones indogermánicas, disfrutó de una posición confortable, como correspondía a un Iniciado que difunde la Palabra sagrada por el mundo.
A los pocos años, encontró a un niño huérfano por la vorágine de los hombres ambiciosos de grandes extensiones de tierras. Lo adoptó y descubrió en el pequeño, dotes naturales para desdoblarse, materializar entidades y la videncia. Agil en el aprendizaje y con facilidad para relacionarse.
A temprana edad fue nombrado Consejero del Rey Arturo. Un honor que se convirtió en un problema porque le envaneció y sentía que estaba preparado para caminar con los Vedas. “Los dones naturales no implican necesariamente que sea un Elegido. La elección está dentro de cada uno, para escogerse a sí mismo para recorrer el sendero que conduce a la Luz”, repetía el Maestro Hebert.
Buscar la manifestación divina, es transitar por un estrecho camino envuelto en las tentaciones. Lo compara el Iniciado con vivir al filo de la navaja, ya que adquiere el poder de construir así como de destruir. Por ello, ¡son tan pocos los que llegan! A veces, sólo uno lo consigue.
“Se necesita mucho valor y templanza, ya que dentro de esta Enseñanza el miedo y los egos son los principales enemigos a los que se expondrá el aspirante, para lograr dar el primer paso”, reflexiona el Maestro al interrogarse: “¿Estará preparado Merlín, el único avanzado, para recibir los Augustos Misterios del Universo, la naturaleza, la desintegración-integración de las fuerzas?”

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