viernes, 16 de octubre de 2009
Mediumnidad en la biblia
En Samuel, capítulo 28, versículo 8, nº 2, cuando el Rey Saúl va a una pitonisa del valle de Hador y le dice, disfrazado de campesino: “Me gustaría de hablar a Samuel, el último Juez que se murió”. Y la señora que era médium, le dijo: “¿me vienes a pedir eso, no sabes que el Rey Saúl prohibió que se llamara a los muertos?” Y mirándolo:
“Pero tú eres el Rey Saúl que estás vestido de campesino”. Y Saúl le dijo: “Si yo he prohibido, anulo la prohibición. Es un derecho legal. Entonces, quiero que me traigas a Samuel para hacerle una pregunta”. La sensitiva cayó en trance y Samuel, en espíritu, se presentó y le dijo: “¿Por qué me llamas del valle de la sombra de los muertos? ¿Qué quieres de mí?”. Y él le dijo: “Estamos en lucha en contra de los filisteos y quiero saber ¿qué hacer? El espíritu le habló: “Transforma las armas de guerra en instrumentos de labranza, porque de lo contrario al caer el tercer día tú y tu familia estaréis vencidos por los filisteos”. Él no aceptó el consejo. Tres días después todos sus ejércitos fueron vencidos, sus cerdos fueron devorados y él tuvo que perder la vida, como le había anunciado el espíritu. Es un fenómeno mediúmnico de la Biblia.
Pero hay otro caso más sensacional: cuando Jesús va al Monte Tabor y llegado arriba del monte, acompañado de tres testigos, Pedro, Juan y Tiago, se transfigura. ¿Quién es de nosotros que no se recuerda de la transfiguración? Él se transfigura delante de dos muertos:
Moisés y Elías. No son santos, no son dioses, son almas de los hombres que vivieron en la Tierra: Moisés, el hombre del Sinaí desencarnado hacía 400 años y Elías el gran profeta desencarnado hacía 800 años. Se transfiguró y cuando descendió del Tabor un padre que tenía un hijo epiléptico le dijo: “Maestro, mi hijo lleva un espíritu que lo toma, lo hace convulsionar hasta beber sangre, nadie consigue curarlo. ¿Podríais ayudármelo?” El Maestro miró al muchacho, que parecía tener una crisis epileptoide y mirándole dice: “Espíritu inmundo sal de él. Yo te ordeno en nombre de mi Padre”. El muchacho convulsionó y lo devolvió a su padre perfectamente sanado. Los discípulos celosos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no lo conseguimos y tú lo lograste?” Jesús dice: “Ibcis verdis... Porque para esta clase de espíritus se hace necesario ayuno y oración”. Para esta clase... es decir hay otras clases, como estableció Allan Kardec: hay espíritus inferiores, desde los estados más primarios; hay espíritus superiores angélicos, bienaventurados, santificados por el amor.
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