sábado, 27 de diciembre de 2008
El mejor Templo
¡Señor, Señor, cuánto se abusa de tu santo nombre! ¡El nombre de Dios es unamina que todos los sacerdotes del mundo han explotado a su placer!
Desde la noche de los tiempos más remotos sirve el nombre de Dios para atemorizar a los crédulos, para atraer a los incautos al yugo sacerdotal, para dominar, a los ignorantes y casi nunca para demostrar la verdad.
¿Qué es la historia religiosa? Una colección de fábulas. ¿Qué son las religiones?
Al principio todo son lagos de aguas cristalinas, que después se convierten en charco cenagoso, porque entra la explotación de las miserias humanas y la idea más grande queda reducida a una leyenda milagrosa, a una historia de aparecidos, y una imagen que pide un templo casi siempre cerca de un manantial. Esto es el resumen de todas las religiones, y esta suma total representa un guarismo sin valor alguno, todos son ceros sin una unidad que forme cantidad, ¡nada de nada!
¡0h, Señor! si yo no te adorara en tu inmensa obra, si yo al contemplar el espacio no sintiera latir mi corazón, y en mi mente no germinaran los presentimientos de la inmortalidad de mi espíritu; si yo al admirar la espléndida naturaleza no te sirviera irradiando en la Creación como irradian los soles en los espacios infinitos; si yo no sintiera tu hálito divino en el torrente que se derrumba, y en el suave perfume de la florecilla silvestre; si yo no comprendiera que si existo es porque tú me has creado, yo perdería la fe que me alienta cuando recibo instrucciones de mis superiores.
La última carta que recibí heló la sangre en mis venas. Entre otras cosas, se me
decía lo siguiente:
"Estamos muy disgustados de vos, porque la iglesia militante nada os debe, sois un soldado inútil para el sostenimiento de la gran causa. Lo único que habéis hecho es hacer entrar en el redil a algunas ovejas descarriadas, pero también es lo cierto que esa aldea nada os debe. Cuando entrasteis en ella su vieja iglesia se caía, y vos habéis ayudado a su total derrumbamiento; por lo cual sois un mal sacerdote, porque lo primero que debe procurar un vicario de Cristo es hermosear la casa de Dios; si la iglesia es de ladrillos, procurar que se haga de piedra, y si es posible, que se empleen en su construcción mármoles de los más finos, columnas de jaspe y estatuas de alabastro embellezcan sus capillas, y a estas casas de oración se les procura una renta, que en nada mejor pueden emplear los fieles sus ahorros que en el culto y servicio de Dios. Y, os lo repetimos, estamos muy descontentos de vos, porque no escucháis ni las voces de los hombres ni los avisos del Altísimo.
"Un manantial milagroso tenéis cerca de la iglesia, y esas aguas salutíferas son un llamamiento que Dios os hace para que reedifiquéis su casa, que la indiferencia de los hombres (incluso la vuestra) deja caer, y convierte en ruinas el lugar sacrosanto de la oración, el asilo sagrado de los pecadores, el refugio bendito de los atribulados, el único puerto de los afligidos.
"Vuestra iglesia se cae, sus viejas paredes amenazan ruina, y vos la dejáis porque no amáis a Dios; pero en consideración a que pecáis quizá sin conocerlo, si queréis volver a
nuestra gracia, haced un llamamiento a vuestros feligreses, decidles (y no mentiréis) que los inspiradores de Dios os ordenan reedificar la casa del Altísimo, y decidles también (que es conveniente) que vos habéis tenido una revelación, y que en ella os han hecho una promesa:
que el manantial de la Salud dará alivio a todos los enfermos de esa aldea y a cuantos
acudan en peregrinación al santua rio que reedificaréis, porque Dios a sus hijos da ciento por uno cuando de él se acuerdan...
"De ese modo serviréis a Dios y al mundo, porque daréis vida a esta aldea, que en lugar de peregrinación se convierta en sitio de recreo, y a la sombra protectora de la religión los desiertos se transforman en vergeles, en oasis los eriales, porque la gracia de Dios ablanda las piedras, y la peña dura se trueca en tierra esponjosa.
"Hacedlo tal como os lo mandamos, pues de lo contrario nos veremos obligados a declararos mal siervo de Dios, nombre que en realidad merecéis, porque nada hacéis en
provecho de la Santa Causa". Que nada hago en provecho de tu Santa Causa, Señor, me dicen mis superiores, ¿pero acaso tú necesitas el auxilio de los hombres, o los hombres no pueden vivir sin el tuyo? ¿Al Autor de todo lo creado le hace falta que el hombre le glo rifique, o le
glorifique su misma obra? Toda carta exige contestación, y yo contesté a mis superiores lo que transcribo a continuación:
"Señores: Me acusáis de ser mal siervo de Dios, y sentáis un principio falso, pues sólo los tiranos tienen siervo, y como Dios ama a todos sus hijos sin excepción alguna, no puede tener siervos el que nunca ha sido tirano. ¡Dios no quiere a los hombres de rodillas en inacción beatífica, los quiere de pie, mirando al infinito! "Decís que dejo que la vieja iglesia de mi aldea comience a sentir la enfermedad de la decrepitud y sus negros muros tiemblen con el frió de centenares de inviernos.
"¡Me decís que no cuido la casa del Señor...! ¿Y acaso el Señor necesita de estas oscuras cabañas cuando él tiene por casa el Universo?
"¿Qué mejor templo queréis que la Creación?
"Por lámparas tiene soles.
"Por altares tiene mundos.
"Las aves entonan el himno de alabanza.
"Las flores son los hermosos incensarios que le ofrecen su arrobador perfume.
"El verde musgo la más bella alfombra.
"Las orillas de los mares los mejores lugares de oración.
"El océano el mejor monasterio, porque los navegantes son los monjes que más se
acercan a Dios.
"¿De qué le sirven las casas de ladrillo al que tiene su casa en los innumerables
mundos que ruedan eternamente en los espacios infinitos?
"¡Templos de la tierra, deleznables como todo lo terreno! No daré un paso para reedificaros, porque bajo vuestras bóvedas el hombre siente frío.
"Cristo escogió las cumbres de los montes y los frágiles barquichuelos para sus predicaciones, y con esto nos quiso probar que la cátedra del espíritu santo no necesitaba levantarse en ningún lugar privilegiado; que para anunciarles a los hombres el reinado de la verdad en la época de la justicia, bastaba con que hubiera apóstoles del Evangelio: no hacen falta casas de piedra ni lugares de oración, lo que hacen falta son hombres de fe, que tengan fuego en el corazón y destellos de amor en su mente; pero estos espíritus son útiles a sí mismos, pero no a Dios.
"Dios nada necesita de los hombres.
"¿Cuándo la luz ha reclamado el apoyo de la sombra?
"¿Cuándo el Océano ha pedido a las nubes una gota de rocío?
"¿Cuándo los mundos han necesitado el sostén de un grano de arena?
"¿Cómo, pues, Dios, que es más grande que todo lo creado, ha de necesitar que el
hombre de la tierra le dé su adoración forzada?
"Al que lo es todo, no le hace falta de nadie nada. No pidáis casas para Dios, que os parecéis al loco que quería guardar en un gran cesto los rayos vivificadores del sol.
"No esperéis que dé un paso para reedificar mi vieja iglesia; me ocupo en levantar otros templos más duraderos. ¿Sabéis cuáles don? Son los espíritus de mis feligreses, las almas de estos sencillos aldeanos que han de volver a la tierra tantas veces cuantas lo necesite el progreso de su espíritu.
"Les enseño a amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ellos mismos; les preparo para la vida espiritual, les hablo de ese más allá, no el que suponen que dice la
Iglesia, sino el que nos dicta la razón.
"Les inicio en los misterios de la inmortalidad, les hablo de la vida del espíritu, de esa hermosa realidad.
"Les enseño a rezar en los valles, en las colinas, en el fondo de los abismos; cuando se reúnen en torno del hogar, cuando alimentan su cuerpo, cuando se entregan al reposo, cuando se despiertan para el trabajo, les hago pensar constantemente en Dios, y mi pequeña grey no reza con los labios, ora con el pensamiento siempre fijo en el bien; por esto mis feligreses no necesitan ir a la iglesia para rezar, porque tiene cada uno un templo dentro de su corazón.
"Creedme, señores; la misión del sacerdote es educar al hombre para el porvenir,
no para el presente. Nosotros lo sabemos, somos los iniciados, porque nuestra vida contemplativa y estudiosa nos ha permitido escuchar las voces de los que se fueron, y sabemos que las almas viven, y que los templos de piedra no son los lugares predilectos del Señor.
"Dios no tiene preferencia, crea a la humanidad para el progreso, y la deja libre para progresar.
"¡Los tiempos llegan! Los Espíritus de la luz encarnarán en la tierra, y nosotros, los vicarios de Cristo, somos los encargados de preparar a los hombres para la Era nueva. Nosotros tenemos la luz, no la escondamos debajo del celemín, que mañana nos pedirán cuenta del mal uso que hemos hecho de nuestros conocimientos.
"¡Queréis que haga pasar por milagroso el humilde manantial que surte mi aldea; me proponéis una torpe impostura, y yo no sirvo a tan noble causa con medios tan ruines!
"Yo dejaré a mi aldea pobre, muy pobre; pero sus moradores me bendecirán cuando dejen este lugar de tinieblas, y se encuentren serenos y tranquilos ante la eternidad.
"Yo, si puedo, antes de irme de este valle de lágrimas, levantaré una casa, no para Dios, porque éste no la necesita; la quiero para los pobres, para los mendigos atribulados, para los niños huérfanos, para los ancianos enfermos, para todos aquellos que tengan frío en
el alma y decaimiento en el cuerpo.
"Creedme, señores; no vais por buen camino: el verdadero sacerdote debe instruir al pueblo, debe iniciarle en los misterios de la vida, debe presentarle la eternidad tal como es. Yo estoy decidido a cumplir mi misión, y ni el ruego ni la amenaza me harán desistir de mi noble empeño.
"Haced lo que queráis, destruid mi cuerpo, que es todo lo que podéis hacer; pero quedará mi espíritu, y no me faltará con quién comunicarme en la tierra para seguir diciendo lo que os digo hoy: que el mejor templo de Dios es la Creación."
Esto les he dicho. ¿Qué harán de mí? No lo sé. Si me quitan la vida casi me harán un bien. Así la veré más pronto a ella... ¡ a la niña pálida, la de los rizos negros! ¡Perdóname, Señor; soy egoísta; me olvido de los pobres de mi aldea...! ¡Qué ingrato es el hombre! No quiere vivir más que para sí, cuando debe vivir para los demás.
(Memorias Del padre German, Amalia Domingo Soler)
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