viernes, 19 de diciembre de 2008

Reforma Intima



Cuando la espiritualidad sublime te iluminó por dentro, pasaste a mentalizar perfección en las actitudes ajenas. Entre tanto, buscando, aquí y allá, padrones ideales de comportamiento, sólo recogiste necesidades y negaciones.

Hermanos que parecían puntales del coraje cayeron en el desánimo, en dificultades nacientes; criaturas que suponías destinadas a la misión de la bendición, por la música de cariño que les vibraba en la boca, maldijeron leves espinos que les rozaban la vestimenta; compañeros que se figuraban troncos en la fe resbalaron fácilmente en los atolladeros de la duda, y almas que juzgabas modelos de fidelidad y ternura te abandonaron el clima de esperanza, en las primeras horas de la lucha incierta.

Sufres, exiges, indagas, te desarmonizas...

Trillando el camino de la renovación que te eleva, solicitas circunstancias y compañías en quien ampararte para seguir adelante; con todo, si estuvieses en el plano de los amigos perfectos, no respirarías en la escuela del burilamiento moral.

El Universo es gobernado por leyes infalibles.

"Dad y se os dará" - enseñó Jesús.

Poseemos, de ese modo, tan solamente aquello que damos.

Si aspiras recibir la simpatía y la abnegación del prójimo, comienza distribuyendo simpatía y abnegación.

El entendimiento en la Doctrina Espírita nos esclarece a cada uno que es locura reclamar la santificación compulsoria y, sí, que es deber simple de nuestra parte operar la propia transformación para el bien, a fin de que seamos para los otros, aún hoy, lo que deseamos sean ellos para nosotros mañana.

Es posible que estés atravesando el camino largo de la incomprensión, pedregosa y obscura.

Hagamos, no obstante, suficiente luz en el propio íntimo, y la noche, por más espesa que sea, será siempre sombra huyendo de nosotros.

Por Emmanuel

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