viernes, 19 de diciembre de 2008

La amistad


El amigo es una bendición que nos corresponde cultivar en el clima de la gratitud.

Quien dice que ama y no procura comprender ni auxiliar, ni amparar ni servir, no salió de sí mismo al encuentro del amor en alguien.

La amistad verdadera no es ciega, pero si ve los defectos en los corazones amigos, sabe amarlos y entenderlos como son.

Venceremos el egoísmo en nosotros cuando nos decidamos a ayudar a los seres a realizar la felicidad propia que procuran, sin pensar en nuestra propia felicidad.

Generalmente pensamos que nuestros amigos piensan como pensamos; con todo, precisamos reconocer que sus pensamientos son creaciones originales de ellos.

La ventura real de la amistad es el bien de los seres queridos.

Así como espero que los amigos me acepten como soy, debo, de mi parte, aceptarlos como son.

Toda vez que busquemos desacreditar este o aquél amigo, después de haber de haber intercambiado convivencia e intimidad, estaremos desacreditándonos a nosotros mismos.

En cualquier dificultad con las relaciones afectivas es preciso recordar que toda criatura humana es un ser inteligente en transformación incesante, y, a veces, el cambo de las personas que amamos no se verifica en la dirección de nuestras preferencias.

Cuanto más amistad usted dé, más amistad recibirá.

Si Jesús nos recomendó a mara a los enemigos, imaginemos con que inmenso amor nos compete amar a aquellos que nos ofrecen el corazón.



André Luiz

Libro “Señal Verde”

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