jueves, 25 de diciembre de 2008
Vivir con plenitud
Dice San Alberto Magno que existen tres géneros de plenitudes:
1) La plenitud del vaso, que retiene y no da. Son gente que se dedican a almacenar virtudes o ciencia, que lo leen todo, coleccionan títulos, saben cuanto puede saberse, pero creen terminada su tarea cuando han concluido su almacenamiento: ni reparten sabiduría ni alegría. Tienen, pero no comparten.
2) La del canal, que da y no retiene. Es la gente que se desgasta en palabras, que se pasa la vida haciendo y haciendo cosas, que nunca rumia lo que sabe, que cuando le entra de vital por los oídos se le va por la boca sin dejar pozo adentro. Padecen la neurosis de la acción, tienen que hacer muchas cosas y todas deprisa, creen estar sirviendo a los demás pero su servicio es, a veces, un modo de calmar sus picores del alma.
Hombre-canal son muchos periodistas, algunos apóstoles, sacerdotes o seglares. Dan y no retienen. Y, después de dar, se sienten vacíos.
3) La de la fuente, que crea, retiene y da. Personas que dan de lo que han hecho sustancia de su alma, que reparten como las llamas, encendiendo la del vecino sin disminuir la propia, porque recrean todo lo que viven y reparten todo cuanto han recreado. Dan sin vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin quedarse secos. Cristo -pienso- debió ser así. Él era la fuente que brota inextinguible.
Seguramente algún día llegaremos todos a ser la PLENITUD DE LA FUENTE, mucho deberemos recorrer, unos más, otros menos, pero hermanos, seamos fuertes y no perdamos la fe, pues todos ascenderemos. ES LEY DE DIOS!!!!
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