jueves, 18 de diciembre de 2008

El mundo de los sueños


La doctrina espírita no podía mantenerse al margen del mundo de los sueños, dar luz y conocimiento sobre toda manifestación que provenga de planos superiores. Sobre todo lo que pueda ayudar al hombre a elevarse y crecer hacia Dios.
Cuando dormimos no es otra cosa que la emancipación del alma, desprendimiento de esta hacia planos más o menos elevados del universo. Según la ley de afinidad “Lo similar atrae a los similar”, en función de nuestros gustos, aspiraciones, pasiones, en fin, nuestra disposición mental, nos sentimos atraídos hacia lugares donde encontramos comunión con nosotros mismos. Así como el criminal será atraído bajo el influjo magnético hacia planos donde reinan sus hábitos, el hombre de bien irá a reunirse con espíritus del mismo ideal. Esto no es tan extraño ya que en la tierra sucede lo mismo, “Dime con quién andas y te diré quien eres”.
Allan Kardec en “El Libro de los Espíritus” capítulo VIII contempla estas cuestiones:
Pregunta 401. Durante el sueño ¿Descansa el alma como el cuerpo?
Respuesta. No, el espíritu nunca está inactivo. Durante el sueño, los lazos que unen al cuerpo se aflojan, recorre el espacio y entra en relación más directa con otros espíritus.

A continuación pasaremos a clasificar los sueños pero antes de profundizar observemos este pequeño esquema.
A) Sueño cerebral: También llamado común u ordinario. Según distintos autores es un tipo de sueño en el que la vibración cerebral automática continúa mientras el alma está ausente. Tenemos un desprendimiento parcial y entramos en una onda de imágenes y pensamientos propios y del mundo exterior; hay una asociación de ideas latentes en el espíritu o de imágenes dormidas en el cerebro, pensamos despiertos. Dormidos nos imaginamos que obramos verdaderamente y las ideas se convierten en actos aparentes. La razón no interviene, ya que el alma está desprendida, las situaciones más extravagantes sin ningún sentido u orden se dan.
El trabajo del cerebro se realiza con frecuencia sin que lo sepamos y sin que intervenga nuestra voluntad, ejemplo: Una persona estudia por la noche y sabe mejor la lección al día siguiente. Esto es debido a que el cerebro sigue funcionando aún cuando estamos dormidos.
Han sido muchos los estudiosos de los sueños, Freud, el padre del psicoanálisis centró parte de sus estudios sobre esto. Para él, los sueños representan deseos y emociones del hombre que reprimidos impiden la madurez de la persona. Esta es movida por impulsos y pasiones centrándose en el campo sexual y agresivo. Estos deseos reprimidos son arrancados de la consciencia y sumergidos en el inconsciente. Interpretaba los sueños de sus pacientes para vencer traumas y problemas. Los estudios de Freud en ese ámbito estaban en buena dirección aunque le faltaban los conocimientos de la inmortalidad del alma y la reencarnación.
Desde el punto de vista médico ¿Cómo sueña el cerebro? El cerebro está formado por veinte mil millones de neuronas. Cada una genera energía eléctrica y se comunica con las demás a través de impulsos eléctricos. La actividad del cerebro se puede medir con un electroencefalograma que además puede medir la actividad de los músculos. Esto ha permitido medir el funcionamiento del cerebro mientras dormimos, descubriendo distintos niveles:
a) Una persona despierta con los ojos cerrados produce ondas rápidas, armónicas y regulares llamadas Alfa.
b) Esta misma persona entrando en sueño ligero emite unas ondas más lentas llamadas Theta.
c) Con un sueño más profundo las ondas son muy lentas y se conocen bajo el nombre de ondas Husos.
En este último estado los músculos están profundamente relajados.
Transcurridos noventa minutos “llegan los sueños”. Las ondas se vuelven como las del estado de vela (aumentan) pero el tono muscular aún disminuye más, los ojos se mueven rápidos y entramos en fase REM (rapid eyes movement, movimiento ocular rápido) a la vez que el ritmo del corazón se altera, se anula el olfato y el gusto, aunque creemos ver, oír y percibir sensaciones táctiles, el tiempo y el espacio también son anulados. Esta fase del sueño dura entre quince y veinte minutos, repitiéndose este ciclo de cuatro a cinco veces por noche. Si nos despertamos en esta fase podremos recordar los sueños claramente ya que, aunque estamos dormidos, el cerebro sigue en funcionamiento. Los animales de sangre caliente tienen sueños REM.
Dentro de los sueños cerebrales hay dos tipos, los fisiológicos y los psicológicos:

1) Sueños Fisiológicos: Nuestras disposiciones físicas tienen repercusión sobre nuestros sueños, por ejemplo: Estamos dormidos con la ventana abierta, tenemos frío y soñamos que estamos en el polo norte tiritando o alguien que tiene incontinencia urinaria sueña que está orinando y moja la cama.

2) Sueños psicológicos: Este tipo de sueños expresan nuestros estados íntimos, nuestras preocupaciones y nuestras aspiraciones (el que conoce los sueños de una persona conoce sus sentimientos).
B) Sueños Psíquicos: También llamados profundos o etéreos. Son una clase de sueños donde intervienen fuerzas psíquicas exteriores que pueden ejercer influencia sobre nuestro espíritu durante el sueño.
P. 402 de “El libro de los Espíritus” ¿Cómo podemos juzgar la libertad del espíritu mientras dormimos?
R. El espíritu posee más facultades que en estado de vela, tiene recuerdo del pasado (vidas anteriores) y a veces precisión del porvenir, adquiere mayor poder y puede ponerse en comunicación con otros espíritus, ya sean encarnados o desencarnados de este o de otros mundos.
En los sueños psíquicos ya no vemos ni oímos por los órganos físicos, sino que nuestras percepciones vienen a través de nuestro cuerpo fluídico por un sentido interior psíquico. Un claro ejemplo de este caso lo tenemos en los sonámbulos.
Nos comunicamos telepáticamente ¿Quién no ha soñado alguna vez que está volando? Esto es simplemente un recuerdo de cómo nos trasladamos en el plano espiritual.
P.403 de “El libro de los Espíritus” ¿Por qué no se recuerdan siempre los sueños?
R. El cuerpo es materia pesada y grosera, con dificultad conserva las impresiones que ha percibido el espíritu porque no las ha percibido por medio de los órganos del cuerpo.
En este tipo de sueños, el desprendimiento del espíritu con el cuerpo es mayor. Haciendo menos influencia la materia sobre el alma, esta puede disfrutar de más facultades y desarrollar mejor su actividad espiritual. Por el contrario el recuerdo es menor debido a la diferencia vibratoria de un plano a otro. Existe una posibilidad de recordar parte de esos sueños que se da en el momento de las migraciones (al pasar de un plano a otro o en el momento de regresar al cuerpo) y que se realiza a través del lazo fluídico que une el espíritu al cuerpo. Este recuerdo, desde mi punto de vista, no deja de producirse sino por alguna facultad mediúmnica del individuo, que puede ser mayor o menor dependiendo de la persona. La sensación al despertar es muy diferente a la del resto de sueños ya que modificamos considerablemente nuestra vibración. Por esta circunstancia las personas que tienen menos desarrollada esta facultad registran estos sueños a través de simbolismos, debido a la gran dificultad para hacer llegar una experiencia extracorpórea hacia el cerebro físico.
Aquí nos encontramos con el problema que tenemos para diferenciar lo que viene del cerebro y lo que proviene del alma. Por esta razón nos es tan difícil analizar los sueños que son verdaderamente importantes.
P. 404 de “El libro de los Espíritus” ¿Qué debe pensarse de la significación atribuida a los sueños?
R. Los sueños no son verdaderos en el sentido que entienden los que dicen la buenaventura, porque es absurdo creer que soñar tal cosa anuncia tal otra. Pero son verdaderos en el sentido de que presentan imágenes reales para el espíritu pero que con frecuencia no tienen relación con lo que ocurre en la vida corporal.
Aunque no se pueda recordar el sueño, si este es importante para la evolución del individuo, quedará gravado en la organización periespiritual y vendrá en el momento preciso como un sentimiento o intuición con el mensaje oportuno que debía llegar.
A medida que evolucione moralmente el hombre y predomine más lo espiritual sobre lo material, los recuerdos de estos sueños serán mayores y las percepciones psíquicas aumentaran.
Dentro de los sueños psíquicos se pueden clasificar en cinco tipos:

1º Telepatía en los sueños: Básicamente hay una comunicación psíquica recíproca que no es otra cosa que la transmisión de pensamiento mientras dormimos, ejemplo; dos individuos se despiertan y descubren que han estado soñando lo mismo. Aquí las corrientes psíquicas pueden ser admitidas como una realidad.

2ª Apariciones de moribundos o visión a distancia:
Normalmente, cuando vemos a alguien que se está muriendo, nos pensamos que viene a darnos un último adios. En ocasiones es así, pero la gran mayoría de las veces realmente es el que sueña el que se desplaza hacia el que está moribundo.El espíritu del que dormita ha visto, percibido, sentido cosas que suceden lejos, ejemplo; sueño que se muere un familiar y me despierto sobresaltado, apunto la hora exacta de este sueño y al día siguiente me doy cuenta que realmente murió en ese mismo momento. Este tipo de sueños son muy interesantes y deben ser aceptados como comprobantes. En el libro “El mundo de los sueños” de Camille Flammarión hay documentados más de setenta casos distintos con estas características quedando demostradas ciertas percepciones que la acción inconsciente del cerebro no explica. Esto prueba que el ser humano está dotado de facultades aún desconocidas que le permite ver lo que pasa lejos sin usar el sentido de la vista.

3ª Sueños premonitorios o adivinación del porvenir:
En este tipo de sueños hay visión de acontecimientos futuros, se logra ver lo que no existe aún. Hay sueños premonitorios que han previsto y anunciado el porvenir con precisión, no tratándose de presentimientos vagos de doble o triple sentido y que puedan aplicarse a posteriori a muchos sucesos diferentes (como algunas predicciones de Nostradamus) sino de vista real y exacta. Estos sucesos se refieren, a veces, a las cosas más vulgares de la vida diaria.
En todas las épocas se han oído hablar de estos sueños. Se puede leer en Plutarco la trágica historia del asesinato de Julio César y el sueño premonitorio de su mujer Calpurnia, que hizo cuanto pudo para impedir que su marido fuera al senado. También Juana de Arco predijo su propia muerte al igual que David Fabricius, astrónomo alemán, predijo que moriría el 7 de Mayo de 1617, ese día tomó todas las precauciones para evitarlo y no salió de su casa. Por fin a las diez de la noche salió a tomar el aire y un campesino le mató.
La adivinación del porvenir es lo más extraordinario que hay, pues para que exista es preciso que el porvenir esté determinado de antemano. Aceptar esto implica entrar en un debate filosófico sobre el libre albedrío y el porvenir.
Hay dos posturas que conviene diferenciar. La primera es el llamado fatalismo donde el hombre es un ser pasivo que espera los acontecimientos, los cuales son inevitables. La segunda es el determinismo en el que la persona forma parte de las causas actuantes, es el artífice de su propio destino (ley de causa y efecto). No hay efecto sin causa. El efecto es el porvenir y las acciones del hombre son una de las causas, ya que diariamente nos estamos construyendo nuestro propio futuro.
“La personalidad humana forma parte de las causas en acción en la marcha de los acontecimientos terrestres” Esta es la solución al problema propuesto por Cicerón, San Agustín, Laplace y sus discípulos (1)
No siempre un sueño premonitorio se concretiza, ya que en ocasiones son avisos de nuestros guías espirituales para que tengamos cuidado y seamos prudentes.
4º Sueños pantomnésicos o reflexivos:
Son sueños en los que se accede al recuerdo del pasado, ya sea de vidas anteriores o de la actual. El espíritu fuera del cuerpo ve imágenes y recuerdos archivados en el subconsciente que están plasmados en la organización periespiritual. Para que esto se de es necesario que el espíritu realice una modificación vibratoria.
5º Sueños espirituales:
Por fin llegamos a los sueños de mayor interés, ya que invitan a la reforma interior. El espíritu, fuera del cuerpo, va a encontrarse con familiares, amigos, enemigos, guías espirituales, etc… y desarrolla la verdadera vida espiritual, que nada tiene que ver con las cosas y preocupaciones de la Tierra. Esta es la verdadera vida, la que encontraremos cuando desencarnemos.

Sencillamente cuando dormimos tenemos nuestra vida espiritual. La frase “El sueño es el hermano de la muerte” encierra una profunda verdad, así como esta otra, dicha por un santo “Morimos todos los días”. Esto tendría que quitarnos el miedo a la muerte.
Hay que confesar, en efecto, que lo que menos conocemos aún es nuestra propia naturaleza porque como dijo Sócrates “Conócete a ti mismo”
El conjunto de hechos psíquicos que hemos analizado demuestran que vivimos en medio de un mundo invisible, en el cual se ejercen fuerzas aún desconocidas. Lo que realmente sabemos son las limitaciones de nuestros sentidos terrestres.

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