viernes, 19 de diciembre de 2008

La oratoria mas alla de tecnicas


La oratoria espírita tiene una peculiaridad fundamental con relación a la oratoria en general: la materia de la que se ocupa es el Espiritismo. Todo tema puede ser presentado por medio de la oratoria espírita con la condición de que se lo haga siempre en base a las enseñanzas del Espiritismo relacionadas con él.
No obstante, el Espiritismo no determina solamente el contenido de la oratoria espírita, sino también su forma. Por ello, no se debe simplemente trasplantar las técnicas de la oratoria en general en la oratoria espírita. Es necesario analizar si tales técnicas, normalmente enseñadas en cursos de oratoria, son doctrinariamente aceptables. Por ejemplo, un abogado ante un tribunal puede actuar con teatralidad y hasta sensacionalismo, si ello conviene a la defensa de los intereses de su cliente, pero el orador espírita no debe hacerlo, bajo ninguna circunstancia, según señala André Luiz (Estude e Viva).
El contenido y la forma son los instrumentos de los que la oratoria espírita se sirve para alcanzar su finalidad. A diferencia de la oratoria en general, que suele tener como meras finalidades el deleite, la emoción y el convencimiento del público, la oratoria espírita debe siempre buscar contribuir al progreso espiritual de la humanidad.
Para ello, debe propiciar esclarecimiento y consuelo con base en la fe racional. La adecuada preparación del orador espírita no debe limitarse a un entrenamiento en técnicas. Necesita basarse en la educación del orador espírita, es decir, en la formación de su carácter, que le propicie la adquisición de los hábitos del estudio doctrinario serio y de los esfuerzos constantes de vivenciar las enseñanzas del Espiritismo. La literatura espírita presenta muchas referencias de estos dos requisitos para el orador espírita: el “perfecto conocimiento” (expresión empleada literalmente por Allan Kardec, en la Revista Espírita de marzo de 1869)y la vivencia doctrinaria o ejemplificación de lo que se predica (resaltados, por ejemplo, por Allan Kardec, Emmanuel, André Luiz, Manuel Philomeno de Miranda y Marco Prisco).

Recordemos el ejemplo de Pablo de Tarso. Él, que fue uno de los oradores más admirados del Sanedrín, profundo conocedor de las técnicas de la oratoria, inicialmente tuvo muchas dificultades en la oratoria cristiana en la iglesia de Antioquia. En razón de su débil desempeño como orador cristiano, llegó a ser apartado discretamente de la tarea de la oratoria por los dirigentes de aquella iglesia, según narra Emmanuel (Pablo y Esteban). A Pablo de Tarso le fue necesario estudiar profundamente el Evangelio, además de varias pruebas para que vivenciara lo que había estudiado. Solamente después de haberlas vencido, reafirmando, en la práctica, lo que ya conocía de las enseñanzas cristianas, y desempeñado con fidelidad las primeras tareas doctrinarias, aparentemente pequeñas – los trabajos rudos, la atención a las personas humildes, el cuidado a los enfermos, por ejemplo – pudo lanzarse a la gran tarea de la oratoria cristiana que le esperaba, enfrentando con éxito los diversos desafíos.

El orador espírita adecuadamente preparado, es decir, que ha incorporado los hábitos del estudio doctrinario serio y de los esfuerzos constantes de vivenciar las enseñanzas del Espiritismo, tendrá las condiciones necesarias para vencer las dificultades de la tarea. A diferencia de lo que se suele suponer, la gran dificultad no está en el público, sino en el orador mismo, específicamente en su falta de conocimiento y de vivencia doctrinaria. Y esa gran dificultad jamás podrá ser superada simplemente con técnicas.
Uno de los principales desafíos de la tarea de la oratoria espírita, que lamentablemente ha desviado a valiosos trabajadores, es la acción de obsesores. La acción obsesiva se concentra principalmente en las siguientes estrategias: estímulo a la vanidad; adulación; incentivo al sexo indisciplinado; fomento de la ambición material; agresiones morales y físicas; amenazas; inducción a vicios y al suicidio. Para concluir, en la tarea de la oratoria espírita, tengamos siempre en nuestra mente el ejemplo del Maestro Jesús, que “enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas”. No bastan las palabras: es indispensable la autoridad, es decir, el conocimiento asociado con la vivencia de lo que se predica.


(Por Simoni Privato Goidanich)

1 comentario:

  1. Hola.

    Muy buen artículo, pienso que sea cual sea el tipo de orador, la finalidad es la misma y es de transmitir un mensaje a otra personas de ahi ya se despliegan diferentes métodos para llegarles.
    Cordial Saludo.

    Andrés Velásquez - Experto en Oratoria

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