miércoles, 20 de enero de 2010
La familia carnal y familia Espiritual
El gran pensador José Martí solía decir que “La grandeza de un hombre no se mide por el terreno que ocupan sus pies, sino por el horizonte que descubren sus ojos”.
Hoy por hoy, descubrir un nuevo elemento para la vida humana, queda en manos de quienes tienen la dedicación y los medios tecnológicos para ello en la ciencia de nuestro mundo. Pero en el Espíritu humano, en ésta Ciencia Espiritual en la que trabajamos en los niveles más profundos de nuestro laboratorio Interior, podemos ser también precursores de nuevos avances para la vida, que siendo las premisas de hoy, pueden ser las realidades del futuro. Así, reza también un viejo proverbio Chino: “Las grandes Almas tienen voluntades; las Almas débiles sólo tienen deseos”. Los huevos horizontes de la vida, que descubren la voluntad de las Almas grandes, son hechos rodeados de grandes sacrificios y abnegaciones que enriquecen la vida humana en su propia espiritualidad, dándole a la vez un profundo e importante sentido.
Recordemos la vida abnegada de Jesús, o también al que fuera llamado “el Apóstol de la Paz”, Gandhi, también llamado “Mahatma”, que quiere decir “Alma Grande”.
Cuando estas “Almas Grandes” forman un grupo con el cual conviven y comparten su vida, despiertan en ellos un sentimiento de paternidad interior que unifica a aquellos a quienes les rodean.
Jesús formó este halo de “espiritualidad paternal” con sus discípulos y seguidores, Gandhi, por su parte, era llamado infinidad de veces por sus discípulos con el nombre de “Bapu”, que en hindú significa “Padre”. Estos “Padres Espirituales” forman a menudo, por su gran irradiación espiritual, Familias Espirituales sin ningún tipo de linaje consanguíneo, como si fueran cabezas de familia, pero de otra muy distinta a la que conocemos en la sociedad en la que vivimos todos. Sin embargo, la vida común de las Almas débiles, está inmersa en los deseos del mundo, sin apenas encontrar un valor permanente a nivel espiritual que las haga evolucionar por encima de sus deudas kármicas, que no es poco; pero por eso son frecuentemente ingresados en Familias Carnales con el fin de que en el futuro, sean más conscientes de sus verdaderos destinos en otros niveles de vida, mucho más conscientes del auténtico significado de la propia vida, en lo que concierne al Mundo Universal del Espíritu.
A este punto llega un concepto que poco y mal se conoce en su alcance y significado en nuestros días, pero que, sin dudarlo un sólo instante, mis hermanos todos, en el mañana, será uno de esos nuevos horizontes que con mucha voluntad han creado las grandes Almas de todos los tiempos.
Estos dos conceptos a los que me refiero, de nuestro presente y futuro, son la Familia Carnal y la Familia Espiritual.
La Familia Carnal y la Familia Espiritual son dos sucesos o episodios que el ser humano encuentra a su paso por el progresar de los mundos, tanto físicos como espirituales.
Depende en gran medida de ellos para aprender ambos sentidos y expresiones de la existencia; uno, el humano, el que debe de dominar en su medio agresivo y material: pasiones, deseos, pensamientos, sentimientos bajos y primitivos y sobre todo su comportamiento y actitud.
El otro es el sentido de la espiritualidad como factor de progreso para su evolución por los diferentes planos del Mundo Espiritual. Ambos conceptos, ambas Familias, son un medio que debe de saber aprovechar, por un lado, para evolucionar y por otro para encontrar su verdadero significado para poder utilizarlos con conciencia y responsabilidad.
Por ejemplo, ¿qué significa para nosotros vivir en Comunidad, en ésta Familia Espiritual?, y ¿qué significa para los demás vivir dentro de la Familia Carnal? Para los hombres, la vida humana, es una estructura social en la que deben establecerse bajo unos cánones programados, bajo unas reglas, reglas que han establecido una modalidad de vida familiar, la Familia Carnal.
Todo el mundo quiere y desea vivir a su antojo porque, en verdad, queridos hermanos, en el sistema de vida actual de los hombres no existe un valor enteramente espiritual, trascendente de la propia vida y en el modo y forma de vivirla, sino generalmente material.
Desean vivir lo más cómodamente posible, sin complicarse la vida, cuanto más posean mucho mejor, sin importarles lo que se encuentren; cuando, algún día, la muerte los lleve hacia la otra orilla del río de la vida.
Si su vecino es pobre, a él le es indiferente, porque lo importante es pensar egoístamente para uno mismo y para los suyos, ya que el factor de la competitividad es también un elemento que enferma su capacidad de razonar.
Pues bien, ved entonces, hermanos míos, como la caridad para muchos es una pérdida inútil de sus posesiones, que tantos sacrificios les ha costado conseguir y acumular para después no llevarse ni un sólo ápice, cuando abandonen este mundo.
El hecho de vivir unidos bajo un lazo de Amor y Fraternidad, que propone la Familia Espiritual, no significa por ello que hagamos de menos a nuestra familia consanguínea, sino todo lo contrario; esta forma de compartir la vida habla precisamente de la unión y la formación de otro tipo de familia que muchos hombres hoy son todavía incapaces de sentir: la Familia Espiritual.
La Familia Espiritual es un alto concepto de la vida humana donde se manifiestan un sin fin de elementos sublimes de espiritualidad: el Amor, el respeto, la comprensión…pero ante todo, el compartir.
El hecho importante de que en nuestro sistema de vida comunitaria exista un elemento de estudio y de vivencia y convivencia apoyado en lo Espiritual, nos convierte en planificadores de un futuro inmediato, a más de tratar de poner en la diaria práctica cotidiana, todos los conceptos, elementos, y particularidades que vamos conociendo de la verdadera vida que nos aguarda cuando, libres de nuestro ropaje corporal, de la materia física, volvamos al mundo del Espíritu, de donde allí sí somos miembros permanentes.
En contraste con el sistema de vida actual, veremos como el denominador común de éste sistema es el egoísmo en todas sus variadas facetas. Empezando por observar a sus seres queridos como primer, y en la mayoría de casos, único motivo de preocupación.
Jesús decía: “Ama al prójimo como a tí mismo y a Dios sobre todas las cosas”. El prójimo al que el Maestro se refiere es el padre o la madre, el vecino, el amigo o el desconocido, el enemigo o el criminal…pero hoy en día es una práctica que muy poco se entiende y menos se practica, con el corazón puesto en la obra y no en las palabras. Dice un dicho popular: “Obras son amores y no buenas razones”.
Uno de los epitafios más conocidos del Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, decía así: “Sin caridad no hay salvación”. Quizá no sea del todo la caridad la clave exclusiva del progreso del Espíritu, pero si que en verdad es uno de sus grandes y principales puntales.
Sólo quienes han derribado las estructuras sociales y culturales de sus mentes y han abierto paso a sus sentimientos de amor hacia los demás, son capaces de poder interpretar una vida vivida bajo un patrón espiritual que no comprende de sociologías ni de personalismos egoístas.
Por eso, no todo el mundo está en situación para comprender este hecho, porque, como dije al principio, la evolución interior de su Espíritu es la que ha de hacerlo maduro para comprender y entender, y con ello poner en práctica o rechazarlo de plano.
¿A quiénes de vosotros se le ha empujado para tomar la decisión de vivir en Comunidad? A ninguno, es evidente. Todos en nuestro día llamamos a sus puertas porque nuestro propio impulso espiritual llamó antes a la puerta de nuestro corazón y de nuestro Espíritu.
Una buena prueba de ello lo tenemos hoy aquí, con la presencia de nuestros queridos hermanos Karin y Sergio, que se han acercado hasta esta Comunidad, desde una larga distancia, buscando el hermoso y Universal lenguaje de la Fraternidad entre hermanos, razón por la cual es fácil comprobar la inquietud y la madurez de su Espíritu.
La Familia Carnal representa el ejercicio de la Familia Espiritual, es el ensayo, la práctica, el depurador por donde, vida tras vida, los hombres nos ejercitamos en el saber compartir, ser responsables, tener a nuestro cargo a otros…pero jamás la Familia Carnal, tal y como está establecida en nuestra actualidad, puede ser el modelo a seguir para un futuro mucho más maduro espiritualmente hablando, que se ha adentrado ya en la Era de Acuario y para cuando su establecimiento sea mucho más patente que en nuestro presente.
“Así pues, sólo transitoria es la condición del Espíritu que ha tomado cuerpo y formando familias carnales, consigue en ellas la formación de lazos espirituales, que son los del Amor, los que persisten después de la muerte del cuerpo, ligándolo mejor dentro de la familia espiritual, que es el objetivo, mientras la familia carnal constituye sólo un medio”.
Estas palabras eran las que el Maestro indicaba como significación, mensaje y objetivo de ambos sistemas de vida, pero no quisiera dejar de haceros reflexionar sobre otro concepto de suma importancia del que el mismo Jesús solía hablar.
El, decía: “Las condiciones de la familia carnal encierran los altos propósitos del Padre, quien, mediante ellas, sabiamente hace brotar los más bellos sentimientos entre esposos, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, transformando los odios, momentáneamente ocultos por el velo de la materia, en estrechos lazos de afecto, que van luego a entrelazar los miembros de la familia espiritual en puntos en que el recuerdo de ofensas o el deseo de venganza han dejado lagunas de oscuridad en medio de campos de luz”.
Este “trasformar los odios momentáneamente ocultos por el velo de la materia”, como afirma el Maestro, es el karma que todo encarnado porta inscrito en el libro de su vida; y esas “lagunas de oscuridad en medio de campos de luz”, representan la evolución que éste hace sobreponiéndose a esos hechos kármicos del ayer pretérito y olvidado, cambiándo el odio y el rencor por Amor y respeto a través de este “trueque o intercambio en el tiempo”, siglo tras siglo y vida tras vida.
Este es un alto concepto que debemos de tener muy presente como utilidad precisa para depurar nuestros endeudamientos del pasado y limar, en el roce de la existencia en una familia consanguínea, las diferencias que se crearon por nuestra conducta imprudente hacia ellos en el trascurrir del tiempo.
La Era de Piscis, que ya hemos dejado atrás, fue una Era precursora de este emblema Universal de la Familia Espiritual, donde el factor clave ha sido, sin duda, el intento por conseguir la Unidad en todos los aspectos posibles en la vida de nuestro mundo, ya que la base de esta Era de Acuario es la Fraternidad en todas sus manifestaciones en la vida.
Los pueblos se unen y se sublevan contra el sistema Feudal de la Edad Media completamente egoísta y separatista; signo significativo de esa familia carnal, surge la unificación lingüística con el Idioma Universal, el Esperanto; se forman uniones internacionales entre países, desaparecen fronteras, las naciones se unen para firmar tratados de desarme, pactos de colaboración, una única moneda internacional…etc.
Entre tanto la Era de Piscis, la Era de los peces, símbolo emblemático de los cristianos, trajo con el ejemplo de vida que marcó Jesús y sus apóstoles un importante y trascendente precedente en la historia.
El Maestro, con éste hermoso ejemplo de convivencia con sus Apóstoles demostraba la igualdad entre los hombres, fuesen o no miembros de una misma familia, condición, credo o raza. Su fin era el que debían considerarse todos como miembros en igualdad de sentimiento y consideración; a fin de cuentas hermanos todos de una misma familia.
Fijáos sino en esta afirmación suya:
“La doctrina de Jesús demostraba la igualdad entre los Espíritus al salir de las manos del Creador, siendo la diferencia que se establece después entre ellos el resultado del adelantamiento más o menos rápido de cada uno de acuerdo con la irradiación del Amor hacia la Familia Universal, cuyos miembros son todos hermanos y deben ayudarse mediante la caridad y la abnegación”.
Como esfuerzo de abnegación y dejando un ejemplo patente, no sólo de sus palabras sino también de obra, recordad aquél momento de la vida del Maestro en el que, ante una multitud, alguien le dijo: “Maestro, tu madre y tus hermanos te buscan”, a lo que el respondió señalando a las gentes: “Esta es mi madre y estos son mis hermanos”.
A sus Apóstoles, muchas veces les decía: “Yo soy la cepa y vosotros sois los sarmientos”.
Como es lógico pensar este sentido de convivencia ha sido mal comprendido, interpretado y utilizado durante siglos a lo largo de la historia. Por eso voy a tocar ahora un tema muy delicado que viene al caso como es el de las sectas.
Este concepto de la Familia Espiritual no es nuevo, desde la antigüedad es un modelo de vida que lo encontramos a lo largo y ancho de los siglos, las épocas y las culturas. Jesús vió y comprendió este principio en su aprendizaje junto a la Comunidad de los Esenios, cuando ya llevaban más de 500 años practicando ésta modalidad de vida antes de su llegada.
Para los Esenios o los hindúes así como en muchas otras culturas que vivían en grupos comunitarios, quizá no era del todo tomado éste concepto como universalista, sino más bien en un sentimiento de solidaridad, de unión, de estrechamiento entre ellos; pero aún así, visto bajo ese enfoque, resulta aún magnífico; porque de ahí precisamente, mis queridos hermanos, partió el fundamento básico de la idea de la Familia Espiritual.
Pronto, algunas mentes inteligentes, se dieron cuenta de que para muchas personas, alocadas e ignorantes, les era muy fácil abandonarlo todo para ir a integrar y formar parte de grupos que, con apariencia espiritualista, de redentores, místicos, gurús o salvadores del mundo, los embaucaban para después convertirlos en auténticos autómatas sin voluntad ni juicio.
Pues bien, queridos hermanos, como sabéis la inteligencia con fines alejados del Bien y unida a la astucia perversa, es una mezcla que produce efectos muy desastrosos sobre la ignorancia de los hombres, que se dejan sugestionar por los falsos profetas que existen y han existido en todos los tiempos.
También el Maestro, cuando uno de sus discípulos le preguntó: “Maestro ¿cómo sabremos distinguir a los falsos profetas?” El responde: “Por sus obras los conoceréis”.
Las obras de muchos de éstos falsos profetas son terriblemente evidentes, dejando un rastro de muerte, desolación, engaño y mentira como el caballo de Atila. Las devastadoras huellas de estos “Atilas” del siglo XX nos han dejado un mensaje que debiéramos meditar y reflexionar profundamente, para que jamás volviesen a ocurrir.
Recordemos como el 8 de Agosto de 1968 se produjo lo que se llamó como “La Matanza ritual en Hollywood” a manos de Charles Mason, un psicópata que creíase la encarnación de Cristo y el Diablo juntos.
Corría el año 1978 cuando el 20 de Noviembre ocurrió la “ Masacre de la Guyana” donde más de 900 personas, miembros de la secta “El Templo del Pueblo”, se suicidan por orden de su lunático líder Jin Jones.
Más recientemente, en 1993, 87 personas mueren en Waco–Texas en la secta que lidera David Koresh. En el mismo año suceden dos tragedias similares en dos puntos de Suiza y una tercera en Canadá. Así como lo ocurrido en este año en el Japón.
¿Porqué esta psicosis demente envuelta en el falso papel de lo espiritual? ¿Qué sentido tiene?
En realidad, queridos hermanos, de espiritual ninguno, pero es evidente que es el signo de estos tiempos, el signo de “la Bestia”. Os hablaba hace un momento de la Era de Acuario, que ya vivimos, pero para que la podamos sentir plenamente con todas sus magníficos fundamentos de fraternidad, han de suceder muchas cosas.
El sistema de vida actual está enfermo, mal herido, y todos sabéis muy bien qué sucede cuando un animal, que normalmente es pacífico, se encuentra herido de muerte. Lucha con toda su rabia, revelándose contra todo. Fijáos lo que sucede con los elefantes, suelen ser dóciles, asustadizos, tímidos, pero cuando se sienten amenazados mejor no poneros en su camino.
El veneno que el ser humano ha estado vertiendo sobre su propio mundo, está haciendo su efecto y volviéndose contra él. Este efecto se hace notar cuando, el mismo mundo, vomita una atmósfera psíquica envenenada que perturba, enloquece y transtorna la conciencia humana.
Este es un problema, el de las sectas, que afecta a ciertos países y que se manifiesta como un cáncer maligno muy dañino, y es algo que ha creado temor y miedo por doquier.
Cuando tuve la oportunidad de visitar Sudamérica, por ejemplo, me di cuenta que en estos países casi no existe este problema y cuando les hablaba de nuestro sistema de vida comunitaria, dentro de la Familia Espiritual, a todos se les encendía un luz sincera de ilusión en sus rostros como entendiendo este mensaje.
Era un motivo de alegría para ellos el saber que había personas que vivían así y algunos tenían proyectos similares que incluso pude saber que se habían intentado llevar a cabo.
l hecho de vivir con miedo y de no abrir la mente, cierra numerosas puertas al progreso interior del ser humano.
¿Recordáis lo que sucedió en los tiempos de la Inquisición cuando eran perseguidos los que practicaban algún tipo de facultad espiritual? ¡cuántas mediumnidades se perdieron porque temían las represalias de la Iglesia en aquel entonces! Pues, aunque hoy a nadie se le condene a morir quemado por querer vivir como desee, el sólo hecho de temer o vivir con miedo impide que la mente busque.
Por todas estas razones y causas, muchos hombres de estos tiempos no quieren ni oir hablar del tema y mucho menos aceptar el hecho de que ciertas personas se unan bajo un vínculo de unión que va más allá de la humana.
Lo cierto y verdad es que en muchos lugares de la Tierra los hombres están formando grupos, asociaciones, centros donde se comparte una nueva ciencia, una nueva espiritualidad.
Aquí, en esta Comunidad, se practica y se vive un lenguaje diferente al que los hombres que están inmersos en el egoísmo de una vida exclusiva.
La vida en Comunidad nos habla precisamente de los valores de hermandad y de fraternidad que debemos de aprender a poner en práctica diaria. El considerarnos hermanos y vivir una existencia unidos bajo una serie de vínculos espirituales, nos ha de reforzar en todo aquello que el ser humano de ésta sociedad se encuentra debilitado.
Hemos de encontrar nuestra fuerza espiritual en la unión verdadera, la que nos fortalece, la que nos nutre, donde sentir a Dios como un auténtico Padre de familia, de la Familia Espiritual.
“Justo y santo es el amor que prodigáis a vuestros padres, mas en verdad os digo que el Padre Universal por encima ha de ser amado que el padre de una sola familia. Y en verdad también os digo, que si justo es el amor entre los hermanos de esta familia humana, justo es así mismo que los hermanos de la familia Universal sean amados por encima de los hermanos de esa sola familia humana. Por cuanto la Familia Universal es permanente, el Padre Universal es también permanente, y los hermanos de esta Familia Universal son así mismo toda la eternidad; mientras que la familia humana y todo lo que a ella se refiere, es transitorio.
Debéis, no obstante, ensayar vuestros sentimientos en la familia, siendo que quien no ama al padre y a la madre, ¿cómo ha de amar al prójimo?”
He aquí un nuevo sentido del que nos habla el Maestro para reflexionar, hemos conocido el motivo por el cual muchas relaciones, entre miembros de una misma familia carnal no funcionan, que sus vidas juntos se rompen porque se convierten en puras expresiones de odio y rencor del pasado que vuelven a emerger en el presente.
Igual sucede en nuestros tiempos y cada vez en mayor número con infinidad de enlaces matrimoniales, que antes o después acaban en una dolorosa separación; pero una cosa es conocer y otra muy distinta asumir y comprender plenamente en la razón humana.
La prueba está en que es inconcebible tratar de amar al prójimo cuando se odia a los miembros más directos de la propia familia, que son a los que uno más estrechamente se encuentra vinculado; a los que, de alguna forma, se les deben ciertas consideraciones que nos han sido retribuidas a lo largo de la vida, desde el mismo instante en que ellos fueron los precursores de nuestra propia oportunidad de vivir y por ende, de progresar en este mundo.
En la Familia Carnal, como he dicho, existen enemigos del pasado que se convierten en estrechos parientes de sangre durante algunas existencias. Durante éstas existencias, como es su objetivo, suelen suceder dos cosas muy distintas:
1º– Que los odios, las antipatías, los rencores y diferencias que existen entre ambos se vayan limando, poco a poco, por esa convivencia diaria y forzosa. Con lo cuál, no sólo pagamos nuestra propia deuda, sino que también esta lucha se convierte en un progreso y avance magnífico para nuestro Espíritu.
2º– Que todo aquello que nos produce un rechazo se mantenga porque estemos creando otras nuevas causas de diferencia hacia esa o esas personas.
Con lo que estamos sumando y prolongando en un nuevo destino doloroso, en una nueva vida que seguramente tendremos que volver a compartir, lo que a través de esa difícil unión se debieran de solventar en ésta y no acrecentar.
Pero tanto o más importante que ésto, es lo que sucede cuando una de las dos partes abandona antes que la otra, la vida física y vuelve al Mundo Espiritual.
Si el odio, la antipatía, el desafecto, las malquerencias de aquél que primeramente vuelve a la Vida Espiritual, no se han resuelto, sino que se han agudizado, ese odio se torna en venganza y resentimiento por parte del desencarnado hacia el encarnado, en las diferentes modalidades que todos conocemos, obsesión, subyugación, etc.
Pero entonces, es obvio que el encarnado puede optar por dos actitudes totalmente distintas: trasmitirle Amor y pensamientos de elevación o seguir odiándole, con lo cual se encadenará con él a pesar de estar desencarnado.
En el primer caso, el de trasmitirle Amor y pensamientos de elevación, ha de tener presentes éstos puntos:
1º• Ha de devolver en todo momento y por muy difícil que sea, bien por mal, sin hacer presente en su pensamiento la rabia, la ira, el rencor de los hechos desagradables que fomentaron discordias en sus vidas.
2º• Ha de comprender que esos hechos desagradables, que marcaron profundamente sus vidas, fueron el producto de las diferencias del pasado, en el que quizás, la parte hoy herida, fue la que en el ayer, hirió a su contrario.
3º• Ha de tener bien presente de que se encuentra ante un ser imperfecto y falto de progreso que necesita la comprensión del amor sincero para que asuma o asimile su situación actual y rectifique su conducta.
4º• Ha de pensar que todo dolor, por muy angustioso que éste se nos muestre, es una deuda del presente o del pasado, que se paga y que nos libera hoy para vivir un futuro porvenir, lleno de satisfacciones que en éste presente estamos pagando por nuestros errores y equívocos.
5º• Pensemos a la misma vez que Dios, como Padre misericordioso y justo, jamás permitiría que pasásemos pruebas que no somos capaces humana, ni espiritualmente de superar; por lo tanto, tengamos confianza en él que siempre por amargas que sean las pruebas a pasar en la vida serán siempre las más beneficiosas para nuestro Espíritu.
Pero por otro lado, puede seguir fomentando su antipatía y repulsión hacia él cada vez que lo recuerde, con lo cual cae en el peligroso riesgo de imantarse a ese Espíritu desencarnado, dándole una continuidad a esa venganza, a la que me referí anteriormente, ofreciéndole una razón para seguir encadenado y subyugado uno con otro, produciendo verdaderos estragos en la vida de los que todavía permanecen encarnados.
Además de una larga serie de sufrimientos también, para ese ser que permanece errante, se mantiene vagando por la superficie de la tierra e imantado a ese lugar donde ha encontrado esa razón para continuar odiando; perdiendo así preciosas oportunidades para desvincularse de ese estado vengativo y sufriente y seguir progresando en el lugar del Astral que ya le pertenece.
Este hecho es habitual en nuestro mundo y del que personalmente he conocido muchísimos casos. Los síntomas siempre son los mismos: caos en la familia, separaciones, altercados continuos, discusiones, falta de relaciones personales en la pareja; en definitiva la destrucción de la paz, la armonía y el orden en la vida familiar.
Esto produce la ineludible inestabilidad que les afecta en todos los ámbitos: en el trabajo, en su afectividad, en su emotividad, en todas sus relaciones interiores y exteriores.
Por lo tanto, queridos hermanos, devolvamos siempre bien por mal, que es una manifestación del progreso del Espíritu; porque el fuego es inútil combatirlo con el mismo fuego.
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Es interesante,en verdad somos pocos los que tratamos de pensar mas alla de lo material o carnal,la mayoria de la gente llega a cometer actos atrozes al guiarse meramente por esos pensamientos primitivos,a medida que pasa el tiempo me doy cuenta que la sabiduria se puede obtener dia a dia ,controlando esas emociones primitivas , acogiendo a cambio una conciencia mas elevada de los que nos rodea , una conciencia, que nos diferencia de los animales ,que son instintivos.
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ResponderEliminargracias por esta explicación llena de Amor y Sabiduría. fue para mi un GRAN HONOR ser hija de una madre maravillosa Ana María, quien nos enseñó tanto con su sabiduría sencilla y su humildad, su gran Amor a hija/os nieta/os y bisnieta/os. su ejemplo de abnegación y respeto a todos los seres vivos y principalmente a Dios. te extraño mami!
ResponderEliminargracias por esta explicación llena de Amor y Sabiduría. fue para mi un GRAN HONOR ser hija de una madre maravillosa Ana María, quien nos enseñó tanto con su sabiduría sencilla y su humildad, su gran Amor a hija/os nieta/os y bisnieta/os. su ejemplo de abnegación y respeto a todos los seres vivos y principalmente a Dios. te extraño mami!
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