miércoles, 16 de septiembre de 2009

El tiempo


El tiempo es invisible e intangible pero tiene el poder de gobernar al hombre. Es el misterio más grande de la naturaleza, es más interno que externo y nos modela como personas.
Ciertos peces llegan a horario a las playas después de cruzar el océano para aparearse. Tienen sólo dos horas, de manera que tienen sentido del tiempo y le obedecen. Una demora para ellos puede significar la vida o la muerte.
Esta capacidad es instintiva ayudados por las señales de la luna y las mareas.
El hombre es diferente, aparentemente puede pensar sobre el tiempo y puede elegir, pero es probable que también estemos programados sin saberlo.
Un geólogo francés, investigando sobre geología, decidió encerrarse en un glaciar por dos meses. Una vez allí cambió su objetivo e inició una investigación para averiguar si el sentido tiempo dependía de factores internos o externos.
Era un lugar oscuro donde sólo podía sentir las propias sensaciones y sólo se comunicaba con el exterior para avisarles cada vez que se despertaba.
Ya la primera noche perdió el sentido del tiempo pero no obstante, el encierro le fue revelando que a pesar del aislamiento, el cuerpo mantenía un patrón de 24 horas. Había algo que regulaba el cuerpo independientemente del ciclo de la tierra.
Éste es un mecanismo biológico que controla nuestra conducta y afecta todo lo que hacemos.
El desempeño físico también cambia, durante el día la secreción de la hormona cortisol varía, el umbral del dolor es diferente, el cuerpo es más sensible al dolor a la mañana que a la tarde.
La zona que rige este mecanismo se encuentra en el cerebro y es la encargada de sincronizar nuestro organismo con el tiempo. No importa a la hora que nos acostemos porque nuestro cuerpo se encargará de que nos despertemos a la hora de siempre.
Los genes que rigen nuestro mecanismo biológico del tiempo es el mismo de todos los organismos vivos.
La luz eléctrica y la tecnología avanzada nos permiten crear nuestro propio tiempo.
Es difícil imaginar cómo hacemos para evaluar el paso del tiempo sin nuestros relojes, pero según las investigaciones existe en el cerebro un circuito que se activa liberando un químico y generando un patrón de pulsos en las células.
Esto podría explicar el fenómeno que se produce en situaciones de accidentes, en que el tiempo parece desacelerarse precisamente cuando se libera mucha adrenalina que afecta este circuito.
Experimentos con animales sobre la influencia de las drogas han demostrado que efectivamente perturban el curso del tiempo.
Las ratas normalmente aprenden a presionar una palanca cada doce segundos para conseguir alimento; pero cuando están drogadas no pueden calcular el tiempo, tardan 16 segundos y fracasan en su intento.
La adrenalina afecta el cronómetro interno, desacelerando el tiempo. El tiempo es una parte fundamental de nuestra psicología, pero no todo es interno ya que también los estímulos del exterior influyen.
El tiempo siempre avanza y aunque no hay ninguna ley de la física que impida que pueda retroceder es improbable que lo haga en este Universo.
Esta cualidad de la naturaleza genera una conciencia humana del pasado, presente y futuro. El presente tiene significado a partir de un pasado y teniendo en cuenta un futuro.
El tiempo presente dura apenas una fracción de segundo, sin embargo es justo lo que necesitamos para poder recordarlo.
El tiempo en la tierra no es mecánico ni objetivo, es algo íntimo, muy personal, de nuestra interioridad y se puede acelerar y desacelerar.
Podemos vivir normalmente el transcurso del tiempo y también ser esclavos del tiempo.
A nivel cósmico es muy difícil entender el tiempo porque no es uniforme, pero es importante para nosotros conocer lo que se sabe de él para ayudarnos a comprendernos mejor a nosotros mismos.
Según Einstein el tiempo está relacionado con el espacio, el espacio es la distancia que uno recorre en una determinada cantidad de tiempo que puede variar en función a la velocidad del cuerpo que se desplaza.
Einstein descubrió la relación espacio-tiempo cuando se dio cuenta que la luz siempre tenía la misma velocidad independientemente de dónde estuviera el sujeto, quiere decir que si la velocidad es la misma lo que cambia es el tiempo; por lo tanto no es absoluto.
La Teoría de la Relatividad de Einstein, provocó una revolución filosófica, el surgimiento de una nueva manera de ver el mundo, la pérdida de los valores absolutos y el surgimiento del relativismo cultural.
Einstein llegó a demostrar su teoría en aviones que recorrían el mundo, a altas velocidades, observando que el tiempo se desaceleraba para las personas que estaban a bordo, o sea sus relojes marcaban unas fracciones de segundo atrás de los relojes que se quedaron en tierra. O sea que su teoría era cierta, no existe el tiempo absoluto.
Quiere decir que vayamos donde vayamos nos llevamos con nosotros nuestro tiempo, y si recorriéramos grandes distancias interplanetarias a elevadas velocidades y luego volviéramos, nos encontraríamos que los que se quedaron serían sensiblemente más viejos o ya no estarían más.
En el centro de un agujero negro, la gravedad es tan grande que el tiempo se detiene, o sea que a medida que la gravedad aumenta el tiempo transcurre más lentamente hasta que finalmente se detiene.
Por esta razón los científicos creen que los viajes en el tiempo son teóricamente posibles si tuviéramos la tecnología adecuada.
En realidad, la máquina del tiempo ya existe, pero yace a nivel de las partículas subatómicas. Son como burbujas que aparecen y desaparecen que se denominan agujeros de gusanos y que se encuentran en una dimensión entre el espacio y el tiempo.
Si se pudiera ampliar ese agujero de gusano podríamos trasladarnos a otros espacios y a otros tiempos. Pero para lograrlo, con la tecnología actual, se necesitaría un acelerador de partículas mucho más grande que la tierra, de dimensiones interplanetarias, para alcanzar una temperatura de tres trillones de grados que es lo que se requiere para que las partículas se fusionen y liberen enormes cantidades de energía. Parecería que esto tal vez se podría lograr en el futuro con energía negativa.
El tiempo se comporta de un modo impredecible y llegar a comprenderlo hace posible comprobar la eternidad del tiempo y de nosotros mismos.
Casi todas las religiones tienen sus propios mitos sobre la creación. El antiguo testamento relata en el Génesis que el Universo se creó en un instante, y esto coincide con la teoría del Big Bang.
El Budismo refiere que el Universo es atemporal, no tiene principio ni tiene fin, y esto, recién ahora, la ciencia cree que también es posible.
En los últimos cuarenta años los científicos están llegando a comprender mejor el tiempo y estas respuestas vienen del lugar más alejado del Universo, a medida que las observaciones con telescopios que escudriñan el firmamento registran imágenes cada vez más lejanas.
Cuatro décadas atrás, se creía que nuestra galaxia era todo el Universo, hasta que un astrónomo norteamericano descubrió una estrella fuera de la galaxia a millones de años luz de distancia. El Universo por lo tanto resulta ser mucho más grande y más antiguo de lo que se pensaba y además se expande respecto de algo que no se conoce todavía y cuyo sonido nos acompaña desde hace mucho tiempo, la estática de las radios.
Los nuevos descubrimientos permiten dividir la historia del tiempo universal en cinco posibles eras cósmicas:
La era del Big Bang de alrededor de trescientos millones de años.
La era en que surge toda la materia después de cien millones de años, donde vivimos nosotros ahora.
La era de la desintegración.
La era de los agujeros negros formados por estrellas que colapsaron y que irán desapareciendo también.
La era del fotón, el tiempo en desorden, con sólo partículas de luz de vasta energía invisibles e indestructibles.
Si esto fuera así el Universo no tendría final y las dos religiones tendrían razón: el tiempo es eterno, pero también tuvo un origen: el big bang y su evolución en el tiempo.
Como las partículas pueden estar en muchos lugares al mismo tiempo puede haber muchos universos paralelos con distintos tiempos.
La teoría “M” reciente, propone que los universos paralelos serían membranas en movimiento que podrían periódicamente chocar entre si y provocar explosiones cósmicas o Big Bang formando nuevos universos, sin afectarse mutuamente.
Si nosotros como seres materiales estamos formados por partículas invisibles e indestructibles, las cuales se encuentran en el núcleo de cada átomo de nuestro cuerpo y pueden encontrarse también en otros lugares al mismo tiempo, significa que básicamente somos también inmateriales y eternos.
Si dichas partículas poseen una memoria ya que permanecen ligadas entre si como partes de un mismo sistema indivisible, esta propiedad de las partículas tiene implicaciones para nosotros de largo alcance, ya que podemos inferir que también nuestra individualidad permanecerá de algún modo, aún después del fin del Universo y del tiempo.

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