jueves, 3 de septiembre de 2009

Parasitosis.


"(...) vampiro es toda entidad ociosa que se aprovecha, indebidamente, de las posibilidades ajenas,"(Misioneros de la Luz, André Luiz, psicografía de Francisco Cándido Xavier, cap. 4.)


Desde tiempos inmemoriales existe la vampirización en gran escala. Y siempre existirán personas que vivan a expensas de otras, absorbiendo sus energías de diferentes maneras, tanto en el plano físico como en el espiritual.Por lo tanto, quienes se encuentren muy apegados a las sensaciones materiales continuarán, después de la muerte, buscando ansiosamente los deleites que la complacían. Para satisfacerse, se unen a desencarnados que se encuentren en la misma onda para establecer el intercambio de enfermizas emociones. Por otro lado, los obsesores, por venganza y odio, se unen a sus víctimas con el propósito de robarle vitalidad, para debilitarlas y agotarlas hasta conseguir mayor dominio. Idéntico procedimiento tienen los desencarnados que se imantan a los seres que quedaron en la Tierra y que son compañeros de pasiones desequilibrantes. Además existen aquellos que, liberados del cuerpo físico, se unen, inconscientemente a sus seres amadas que continúan en la superficie terrena, pero sin el deseo de hacerles mal. Y, lo mismo ocurre entre encaranados, donde encontramos personas que viven permanentemente robando las fuerzas de otros seres humanos, que se dejan pasivamente dominar. Esa dominación no sólo se da en la esfera física, como ya se mencionó en el capítulo 5, que se refiere a la obsesión entre encarnados, y que se intensifica durante las horas del sueño. Cuanto más profunda sea la sintonía mayor será la vampirización.
En cualquiera de los casos se configura perfectamente la parasitosis espiritual.En el libro "Evolución en dos Mundos", André Luiz compara a los parásitos existentes en los mundos inferiores de la Naturaleza con los "parásitos espirituales", ya que los medios utilizados por los desencarnados, que se vinculan a los que permanecen en la esfera física, obedecen a los mismos principios de simbiosis perjudicial. Haciendo referencia a los ectoparásitos (los que limitan su acción a las zonas superficiales) y a los endoparásitos (los que se alojan en las concavidades del cuerpo que dominan), traza el autor un paralelo entre estos y la acción de los obsesores. Realmente encontramos a muchos desencarnados que actúan como ectoparásitos, o sea, "absorbiendo las emanaciones vitales de los encarnados con los que se sintonizan, aquí y allá", tales, como los que se acercan eventualmente a los fumadores, a los alcohólicos y a todos aquellos que se entregan a los vicios y al libertinaje de cualquier naturaleza.Y como endoparásitos conscientes a los que, "después de enterarse de los puntos vulnerables de sus víctimas, se adueñan de su campo mental "imponiendo en el centro coronario la sustancia de sus propios pensamientos, que la víctima pasa a asimilar como propios. Así, en perfecta simbiosis, se intercambian mutuamente, estacionándose en el tiempo, hasta que las leyes de la vida les reclame, por la dificultad o por el dolor, la alteración y degeneración a la que llegaron De esa manera actúan los obsesores que pretenden subyugar a su víctima, en un proceso lento, continuo y progresivo.Aún, se observa, con relación a los seres humanos, que aquel que actúa como ectoparásito puede pasar a actuar como endoparásito, ya sea que quiera o encuentre el campo propicio.
El parasitismo espiritual (o vampirismo) es un proceso grave en la obsesión que puede ocasionar serios daños en aquel que se convierte en huésped (el obsesado), llevándolo a la locura o aún a la muerte.Los cuadros de las aflicciones y humillaciones humanas son muy deplorables, de ahí que la misión del Espiritismo sobresalga a cada instante, pues el contiene la única terapia posible para esos pungentes dramas.

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