viernes, 25 de septiembre de 2009

Importancia de los ritos, ceremonias, conjuros II


Pregunta: ¿No es superstición o excentricidad, el crear ambientes apropiados a fin de evocar a las entidades superiores, pero que atienden u obedecen a ritos casi infantiles?
Ramatís: Es evidente, que estamos comentando el motivo de los ritos y ceremonias que los magos practicaban, para tener éxito en sus evocaciones trabajosas, pero afirmadas en las más sacrosantas intenciones. Crear condiciones higiénicas y agradables para la evocación de las entidades superiores, es tan natural y lógico como la actitud que asume el ciudadano del mundo que limpia su casa y viste las ropas aseadas, a fin de recibir al huésped excepcional. Mejorar el ambiente para identificar mejor a los muertos que se comunican, aunque sean más importantes sus ideas que su personalidad, eso no es excentricidad ni exotismo, pero sí una forma técnica de comprobar la sobrevivencia del espíritu, en el Más Allá. Las leyes trascendentales son insuperables y los espíritus desencarnados vibran en fajas u ondas peculiares, conforme a su grado y contextura espiritual. Mientras tanto, en consonancia con el ambiente, ellos se presentan con su indumentaria inmortal. Los ángeles que descienden de los planos superiores, si quisieran tener contacto más directo con los hombres, deben revestirse de fluidos, ajustados a la graduación moral del ambiente donde pretenden manifestarse. Ellos tendrán que soportar los malos olores, la temperatura constrictiva y la presión magnética del ambiente físico, poco apropiado, debiendo realizar esfuerzos poco comunes para lograr un intercambio algo satisfactorio. En el caso que desistan de realizar ese esfuerzo citado, retornarán a su vibración original, debiendo accionar mediante el campo de la intuición, lo que además, es dudoso alcanzar éxito total.Después de desencarnados, los espíritus pasan a vivir en rei¬nos o esferas espirituales en consonancia a su campo vibratorio peculiar, son como peces fuera del agua; sufren el exceso de luz al llegar al reino superior o se mortifican cuando bajan al reino inferior. Su vivencia espiritual se produce dentro de un campo vibratorio electivo, cuyo límite esférico ha de ser extenso o reducido, conforme a su conocimiento, amplitud o grado de sentimientos. Ahí, en la tierra, el hombre puede viajar hacia cualquier latitud geográfica y adaptar su cuerpo físico a cualquier presión y temperatura, porque se mueve en un reino semejante en todas sus limitaciones de vida, como es la materia. Pero, de "este lado", donde sólo el "pensar" y el "sentir" son las bases de la vida real de los espíritus, el ambiente varía de acuerdo a la composición de las ideas y sentimientos del ser.El descenso del espíritu superior hacia los reinos inferiores, exige apresurada reducción vibratoria, siempre que intente tomar contacto directo con los habitantes de ese reino. El espíritu de Jesús ha de ser totalmente inmune a las vibraciones coercitivas de cualquier atmósfera densa y mortificante, pero ha de sufrir los impactos agresivos si tratara de bajar a nivel vibratorio de las zonas inferiores. En sentido opuesto, cualquier habitante de un reino espiritual inferior, necesitará prepararse mental y emotivamente, en un esfuerzo pronunciado de "angelización provisoria", siempre que desee visitar un reino superior. Repetimos, que la sombra mortifica a la entidad que desciende de los planos de luz, más la luz excesiva, perturba y ciega a los espíritus habituados a las sombras

Pregunta: Si el pensamiento vincula y ajusta a los espíritus, buenos o malos a su faja vibratoria de graduación espiritual, ¿qué necesidad hay de ritos y ceremonias para alcanzar un intercambio, que ya existe por fuerza de las leyes de la Creación?
Ramatís: El Espiritismo, en su formación iniciática, debió evitar creencias, conjuros, exorcismos y evocaciones fastidiosas, para no 'volver a las prácticas y supersticiones de los tiempos medioevales. Cualquier individuo, por peor que sea, puede emitir impulsos emotivos o proyectar su pensamiento sublime hasta el Cristo Jesús; ese individuo ha de ser atendido proporcionalmente conforme haya sido la nobleza de su intención. De la misma forma, el hombre puede convocar la asistencia diabólica y luego ser atendido en su faja vibratoria, sin necesidad de conjuros o rituales cansadores, puesto que atrae, bajo la regencia de la ley de los semejantes, un "socio" inescrupuloso e interesado en el asunto propuesto.Sin embargo, entre evocar a un espíritu superior por el pensamiento, rogándole la gracia de orientarnos y que comparezca a nuestro ambiente inferior, hay una considerable diferencia. Al visitante espiritual superior se le debe ofrecer un ambiente adecuado a su graduación o misión espiritual, evitándole entrar en contacto desagradable con los elementos groseros del medio y que no le son afines. El rayo de sol entra a raudales por el vidrio limpio, pero encuentra enorme resistencia a través de un cristal cubierto de suciedad. Además, el ambiente higienizado y dinamizado para recibir al espíritu sublime, se vuelve desagradable y refractario para los espíritus mistificadores y de baja vibración psíquica, así como el mendigo evita entrar en la lujosa residencia del millonario. Mientras la sublimidad del medio contribuye para la manifestación de la vida superior, el ambiente impuro favorece la proliferación de las cosas desagradables. Desconfiad del príncipe que se muestra eufórico y venturoso en la cabaña abandonada, pues sería un estúpido mistificador o el producto del propio medio.Ahí, en la tierra, ante las probabilidades de una inspección superior en cualquier departamento público, se mueve a todo el mundo para ordenar los ambientes, y disponer las cosas especiales que puedan agradar a la superioridad. La perspectiva de la visita de un gobernante hacia otro país, el anfitrión local pone en guardia a policías, limpia las calles de la ciudad, escoge el mejor hotel y recomienda la mejor cocina del mundo para homenajear al visitante. El pueblo sale a las calles con sus mejores ropas, se presentan conjuntos de música brindando cálida acogida al huésped de importancia, pues todo se hace con la única finalidad de hacer, festivo, limpio y agradable al ambiente.En consecuencia, no es de muy buen sentido el convocar a las entidades de elevada estirpe sideral, para un contacto personal y pedir consejos sobre problemas prosaicos del mundo, cuando los evocadores sólo les ofrecen un ambiente de fluidos agresivos y mortificantes. Es presunción o ignorancia de los evocadores, suponer que un espíritu de buen linaje espiritual ha de sentirse satisfecho o tranquilo, sumergiéndose en los fluidos densos, odiosos, sensuales, envidiosos, obscenos y repugnantes que sirven de alimento nutritivo para las miasmas, bacilos, larvas y embriones psíquicos Indiscutiblemente, que el espíritu superior es humilde, motivo por el cual baja hasta el ambiente más necesitado, siempre que pueda servir y amar al prójimo. Pero, es bastante censurable la presunción humana, convocarlo para que aspire los peores olores del mundo, del cual se liberó en base a su sacrificial ascenso. Así como el rayo de luna sobrevive a la oscuridad, el espíritu superior es inmune ante la ofensiva de cualquier campo vibratorio de la vida inferior; pero el hombre, aunque sea un príncipe, ha de sentir los olores de los ambientes desagradables, toda vez que se decida a visitar los hospitales de leprosos y cancerosos.Por eso, eran más humildes y sinceros los viejos magos que agotaban sus fuerzas, semanas tras semanas, en un ceremonial fastidioso para presentar un ambiente psíquico y saludable a los espíritus elevados. La mirra, el incensó y el baño de hierbas olorosas, conjugados al ayuno purificador y a la higiene corporal, era una respetuosa ofrenda que providenciaban, venturosos, a quien se dignase visitarlos en el ambiente hostil de la vida humana. Todo eso se hacía trabajosa y heroicamente, para que esos magos lograran la ventura de una fugaz manifestación, de una fisonomía sonriente o el simple asentimiento de cabeza, de algún ser simpático a la reunión, descendido de los cielos en una fracción de segundo.Ciertos espiritualistas irreverentes y obstinados en sus convicciones arrasantes, nos hacen recordar sobre la ingenuidad y el candor de los salvajes, que debido a sus creencias primitivas, creían que el príncipe visitante, debía sentirse venturoso bebiendo el repugnante brebaje a base de mijo masticado. ¡Sin embargo, todavía existen los que juzgan, que el picaflor debe sentirse feliz batiendo sus hermosas alas en medio de una repugnante humareda, o que las palomas arrullen gozosas, cuando se bañan en el lodo de los charcos!

(Ramatis)

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