martes, 22 de septiembre de 2009

Nuevos y viejos pecados


Ciertamente, la Iglesia Católica, en un deseo de actualización de su catecismo, ha querido ponerse al día de estos tiempos que corren, definiendo nuevas formas de pecado social. En realidad estos nuevos pecados que trata de actualizar, no son nuevos, sino que a poco que se analicen y se medite en ellos enseguida vemos que vienen a ser los de siempre pero con otros enmascaramientos y formas.Así, por ejemplo, define entre otros el del consumo de drogas. Se entiende que se debe referir al consumo por placer y no por tratamiento controlado médicamente. En este concepto se deberán referir a toda clase de drogas y en cualquier cuantía, incluidas las llamadas duras y blandas, e incluyendo también el alcohol y el tabaco, que vienen a ser drogas duras y adictivas; entonces, cabe plantearse, ¿ será la misma gravedad de la falta moral para el que prueba un “porro” de cannabis, que el que se toma por hábito o esnobismo una dosis mayor de otra droga más fuerte, como la cocaína, etc.?; ¿ Tiene la misma gravedad el pecado de consumir un cigarrillo de tabaco que esnifar cocaína, o tomarse un “cubata”? ;

¿ Ahora habrá que confesar estas faltas para no condenarnos eternamente y las mismas, hasta hace poco, no nos condenaban? ¿ Acaso ahora Dios ya no es el mismo de antes y se ha vuelto más severo?; ¿ Los drogadictos y alcohólicos que fallecieron ayer, habrán ingresado en el cielo tras disfrutar o padecer de su adicción, y los que fallezcan a partir de ahora si no pasan antes por el confesionario, quedarán condenados para siempre?; ¿ Será pecado ahora lo que hasta hace poco no lo era, en cuanto a consumir tabaco o alcohol?.Al respecto soy de la opinión de que es una falta moral mas o menos grave – dependiendo ello de la consciencia que de ella se tenga cuando se comete- ,cuando se insiste en un consumo que afecta a la salud del cuerpo o de la mente, a los que poco a poco va minando, incurriendo en una responsabilidad de suicidio mas o menos lento. Además los hábitos perniciosos de las drogas causan una dependencia psíquica que perdura y conturba por mucho tiempo después de la muerte del cuerpo físico.Otro nuevo pecado es la acumulación de riqueza excesiva, cuando va en detrimento de otros. Realmente no se puede delimitar en cada persona, a partir de cuando su riqueza es excesiva, más aún si ha sido generada de modo honrado y legal. Está claro que quien más tiene, más puede, por lo que acumular riquezas sin atender las necesidades urgentes de los que carecen de lo necesario, es un pecado de egoísmo y de falta de caridad.Peor aún es, cuando las riquezas acumuladas son producto de la explotación o estafa a otros a quienes se les despoja o niega de algo que legítimamente les pertenece, entonces sí estamos ante un estado de avaricia , de explotación o de robo que en cualquier caso faltan a la mas elemental caridad porque causa un daño material y moral a otros. Esto sí es pecado, pero no para lavarlo mediante una confesión a un sacerdote y después tratar de acallar la conciencia cumpliendo la penitencia del confesionario, sino cesando de hacerlo, y restaurando lo obtenido o acumulado a sus legítimos poseedores y si no es posible, haciendo con ello actos de caridad material a quienes lo necesiten. Ya advirtió por eso Jesús cuando dijo que “ era más difícil que un rico entrase en el Reino de los Cielos, que el que un camello pasase por el ojo de una aguja.Desgraciadamente, la historia de la iglesia no concuerda con este concepto de las riquezas excesivas, pues siempre las ha acumulado , no para servir a la manutención sencilla de sus ministros, ni para calmar el hambre en el mundo, pues a la vista están el fatuo y la pomposidad, riqueza y lujo de las iglesias, catedrales, nuncios , eminencias y “santidades”. Tal vez antes de definir este concepto de exceso de riqueza, debieran haberse despojado del exceso que los siglos han acumulado en sus grandes catedrales, especialmente la del Estado del Vaticano. Recordemos que Jesús predicó con el ejemplo, y El, siempre fue pobre y estuvo rodeado de pobres de bienes materiales. Al respecto habrá quien se acuerde de Cáritas Diocesanas, como instrumento de caridad de la Iglesia, pero, en efecto, es instrumento de recolección y reparto de bienes del pueblo para atender a las necesidades de los pobres, pero estos no son sus bienes propios, sino los de la caridad o de lo que sobra a los que tienen más y no forman parte de la institución jerárquica eclesial. También se podrá argumentar que muchos tesoros y bienes de la Iglesia son donaciones que los fieles han ido haciendo voluntariamente a lo largo de los tiempos, como ofrenda a tal Virgen o a cual Santo. Mas yo pienso al respecto: ¿ La referida Virgen o santo, prefieren ver esos tesoros que les han ofrendado con la mejor voluntad, escondidos y guardados, mientras fuera de los templos y ermitas sigue habiendo personas con carencias materiales de cualquier género?. Sin duda pienso que no, sino que por el contrario se despojarían inmediatamente de ello y socorrerían al necesitado.Asimismo trata también de definir como pecado el de los atentados ecológicos o al medio ambiente. En efecto, las aberraciones y destrucciones que se hacen a la Naturaleza, son un pecado, pero no de ahora, sino desde que se vienen cometiendo, tal vez desde hace algunos siglos. Prueba de ello es el cómo han ido desapareciendo o reduciéndose considerablemente bosques , antes muy ricos y poblados y hoy desaparecidos o excesivamente reducidos. Han desaparecido igualmente y se han extinguido gracias a la codicia humana, gran cantidad de especies animales y de plantas, etc. Pero la cuestión es la misma: ¿ Los que a lo largo de los años y siglos lo han ido haciendo impunemente, no han pecado contra Dios o contra la Naturaleza, y ahora que vemos peligrar todo el ecosistema planetario si? . ¿Por qué Dios ahora si es ofendido por la destrucción y contaminación de la Naturaleza, y antes no?. Sin duda que la destrucción de nuestro hábitat natural es una falta grave, pero no de ahora, sino de siempre, pues con ello estamos perjudicando al conjunto de toda la humanidad presente y futura.Y los más ambiguos e indefinidos de todos los “nuevos pecados” son los que define como de “ experimentaciones genéticas dudosas”. Yo aquí me pregunto, ¿Cuándo la Ciencia al investigar y experimentar nuevos avances que generarán un beneficio para la Humanidad, puede dejar de dudar cada paso que da antes de confirmarlo?. Para conocer unos resultados y alcanzar unas metas, antes es ineludible la experimentación y mas tarde la experiencia, por tanto no se pueden cortar las alas a los avances y experimentaciones científicas, siempre que no atenten, claro está, contra la vida de ningún ser humano, aun en estado embrionario. ¿O lo de dudoso será por la falta de confianza de la Iglesia hacia los métodos y actividades de la ciencia que al fin y a la postre solo buscar escalar etapas de bienestar para la humanidad toda?. No olvidemos que conforme avance la ciencia, descubriendo y aclarando nuevas realidades y verdades, nos iremos acercando cada vez más a la Verdad, o sea, al Dios verdadero que no tiene porque coincidir en el dios que han interpretado los conceptos religiosos humanos.Creo que en nuestras viejas sociedades, tenemos viejos pecados comunes y cotidianos, disimulados bajo muchas formas, por lo que pasan desapercibidos en cuanto al modo de descubrirlos e identificarlos, por lo que podrían aparecer como nuevos, pero que si se penetra un poco en estas nuevas formas, no lo son en absoluto. Veamos:No solemos tener la humildad de reconocer nuestros errores y responsabilidades, por lo que ante los resultados negativos que con frecuencia obtenemos, con frecuencia tendemos a culpabilizar y responsabilizar a los demás, a la casualidad o a Dios mismo. Esto se llama soberbia – que es un viejo pecado- y el antídoto es una vieja virtud muy poco practicada: la Humildad.Tendemos a creer en la buena o mala suerte, de modo que nos creemos marionetas del destino. Sin embargo, la suerte de cada uno es obra y resultado de la gestión o del esfuerzo personal de cada uno. Es producto del trabajo, del esfuerzo, de las reacciones y las actuaciones personales, en esta vida o en otras anteriores que hayamos tenido. Existe una Ley de Consecuencias, inmanente en todo el Universo, por lo que es una Ley Divina que nos afecta a todos, y según la cual, solo recogemos de aquello que antes sembramos. Así demostramos nuestro orgullo y soberbia- viejos pecados- cuando culpamos a Dios o al azar por las vicisitudes que se presentan en la vida cuando estas son negativas.Lo tapemos como lo tapemos, seguimos siendo orgullosos y soberbios, tanto como siempre lo hemos sido a lo largo de nuestra historia humana. En esto, ¡ qué poco hemos avanzado! ; así , no solemos tolerar la crítica personal, o hacia lo que es nuestro, pues siempre la tomamos como un insulto, que en el fondo duele tanto porque solemos reconocer en ella algo de realidad que no nos gusta. Así hacemos realidad el viejo refrán: “El que se pica , ajos come”.Entonces quien nos critica, ayudándonos a reconocer nuestros errores y fallos mas o menos íntimos, es tomado como un enemigo, en vez de reconocer en él , el instrumento que Dios nos pone al paso para que nos demos cuenta y reconozcamos lo que de equivocadas o negativas tienen nuestras actitudes, y podamos rectificar a tiempo.Debemos tener en cuenta que a la conciencia no la engañamos nunca aunque cambiemos las palabras para disfrazar la realidad, pues con las palabras solo podremos engañar a los demás, pero no a la realidad, que es como es, por mucho que la disfracemos con palabras que no la cambian.Otra muestra de orgullo, de envidia y de vanidad, es cuando llegamos a sentir vergüenza de que los demás nos vean o nos crean mas pobres que ellos, o de inferior clase social, o de menor formación cultural. Así vamos siempre pendientes de las apariencias que damos, tratando de ocultar la realidad sencilla de lo que somos y de quienes somos, no debiendo avergonzarnos nuestro nivel social o económico, sino que lo que nos debería avergonzar es, mas bien, nuestro bajo nivel moral.Podríamos citar otras muchas viejas faltas camufladas bajo formas nuevas, pero, para cerrar el artículo, solo señalar la falsa idea que muchas personas tienen de que para igualar las apariencias con los demás, y “ponernos a la moda”, hay que imitar a los demás, “ lo que se lleva”, “lo que se estila”; y así anulamos y escondemos nuestros propios valores y defectos, nuestra personalidad natural y real, tal como ella es, por el temor a que los demás “nos miren por encima del hombro, o se burlen alcreernos atrasados o inferiores en algún aspecto. Esta es una actitud del viejo orgullo, disimulado, que nos lleva a la vieja envidia hacia los demás tantas veces disimulada, en busca de satisfacer una vieja vanidad no superada, son viejos pecados, camuflados en nuestros estratos sociales, que, se definan como se definan, siempre al final vienen a ser “ los mismos perros con distintos collares”.

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