viernes, 4 de septiembre de 2009

QUINTO CHAKRA. El sonido


Color: Azul.
Significado: Purificación, purificar.
Elemento: Sonido.
Localización: Garganta.
Verbo relacionado: Yo hablo.
Manifestación externa: Vibración.
Órganos asociados: Laringe, tráquea, arterias carótidas.
Glándulas: Tiroides, paratiroides.
Fisiología: Aparato respiratorio.
Otras partes del cuerpo: El cuello, los hombros, los brazos, las manos.
Psicoespiritual: Uso correcto de la voluntad, comunicación, capacidad de expresión, manifestación de la verdad acerca de uno. Autodisciplina.
Afecciones: Dolor de garganta, pólipos, afonía, tortícolis, resfriados, dolencias de la tiroides, dificultades auditivas.
Activación: Fomentar un adecuado flujo comunicativo, creatividad, escuchar nuestra sabia voz interior. Aprender a decir “no”, a expresarse de manera sincera y fluída.
Alimentos: Las frutas. Cristales y piedras: Zafiro azul, topacio azul, turquesa, aguamarina, amazonita, crisocola, fluorita azul, celestita, angelita


El éter La vibración La comunicación Los mantras Telepatía Creatividad

Rotaciones de cuello: El cuello es la parte más estrecha del torso y suele ac­tuar como un filtro entre el caudal abundante de ener­gía que circula entre la mente y el cuerpo. Por eso es muy propenso a sufrir tensiones y tortícolis. La relaja­ción del cuello es indispensable para cualquier trabajo sobre el quinto chakra.
1. Haz rodar lentamente la cabeza en movimiento cir­cular sobre los hombros. Abandona el ejercicio si em­piezas asentir malestar o incomodidad. Date un poco de masaje con los dedos y mantén la cabeza en po­sición erguida hasta que se relaje un poco. Entonces puedes reanudar el ejercicio, alternando los sentidos de rotación.

Alzar la cabeza: Esta práctica tonifica la glándula tiroides y ayuda a re­forzar el cuello.
1. Échate de espaldas en el suelo y relájate. Levanta la cabeza poco a poco, sin despegar los hombros del suelo, hasta ver la punta de tus pies. Mantén la postura hasta notar el flu­jo ele la energía a través de la nuca.

El candelabro: Para facilitar la ejecución es útil ayudarse con una man­ta o una toalla, doblando a unos 5-8 centímetros de es­pesor: en el decúbito supino la cabeza descansa en el suelo, pero las vértebras torácicas superiores se apoyan sobre ese colchón.
1. Túmbate de espaldas, los brazos paralelos a los costados, y relájate. Dobla las rodillas y levanta lar piernas hacia el pecho, doblando la espalda.
2. Eleva las caderas y las piernas por encima de los hombros, ayudándote con las manos en las caderas y lo codos apoyados en el suelo. Prolonga la postura mientras no cause malestar.

El arado
Si se te ha dado bien la postura del candelabro quizá quieras intentar la del arado.
1. Ejecuta de nuevo la postura del candelabro.
2. Llevar las piernas hacia atrás por encima de la cabeza, hasta que los dedos de los pies toquen el suelo, las rodillas tan rectas como te sea posible.
3. Las personas menos flexibles pueden colocar una silla detrás de su cabeza para apoyar las piernas.

La postura del pez
Suele practicarse después del candelabro o el arado, ya que proporciona al cuello una tracción complementaria. Este ejercicio ayuda a abrir la cavidad torácica y tonifica la tiroides.
Échate de espaldas y con las manos en las caderas, apóyate en los codos para arquear el torso, doblando el cuello hacia atrás hasta tocar el suelo con la coronilla.

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