viernes, 25 de septiembre de 2009

Importancia de los ritos, ceremonias, conjuros I


Pregunta: ¿Qué es el conjuro o magia?
Ramatís: El conjuro es la imprecación mágica que hacen los hechiceros cabalísticamente, para obligar a determinada entidad espiritual a manifestarse, y que cumpla con un servicio o que asuma cierta responsabilidad en el mundo astral. Todo ello, demuestra la existencia de una cierta jerarquía entre los espíritus malévolos, los que ejercen autoridad sobre los menos capacitados mentalmente: Más, el conjuro también implica una especie de obligación o compromiso entre el evocador y el evocado, pues una vez satisfecho el pedido, el primero queda vinculado al "socio" para retribuirle en vida, el mismo servicio, después de desencarnado. Nos recuerda aquella leyenda del hombre que vendió su alma al diablo, pues el hechizamiento sólo produce éxito cuando se consigue la colaboración eficiente y decisiva de los espíritus desencantados y entendidos en el asunto.El conjuro es un compromiso severo, pues en esa operación cabalística el evocador se asocia a entidades invisibles, cuyo po¬der e intenciones, casi siempre ignora. Por eso, aquí en el Espacio, vagan y. se arrastran millones de seres que, por haber sido imprudentes, fueron esclavizados por los más expertos, a los cua¬les se hayan comprometidos desde que eran encarnados y practicaban maleficios e imprudencias con la ayuda de esos seres diabólicos. En realidad, hay hechiceros improvisado» o profesionales, que movidos por venganzas o deseos de poder, se venden a ciertos espíritus impiadosos y perversos, realizando un negocio bastante perjudicial .Ni bien el cuerpo del "socio;" baja a la sepultura, aparecen los acreedores o "señores" que cobran los servicios prestados, entonces, el infeliz se vuelve un deshecho vivo, succionado hasta la última gota de su vitalidad remaneciente de la tierra.Por eso, en las adyacencias de las comunidades astralinas inferiores, ambulan como en bandadas los espíritus desajustados, entontecidos y exprimidos en sus fuerzas vitales, especie de trapos vivos, que en sus vidas físicas se comprometieron con los veteranos de las sombras.

Pregunta: ¿Y respecto a la evocación?
Ramatís: Es una operación de magia ceremonial, en donde el evocador ruega a la entidad, generalmente de condición superior, para, que comparezca, sin estipular compromisos recíprocos o de interés material, como es el caso del conjuro.En lo que respecta al rito para el conjuro, es el comienzo de un trabajo y el consecuente compromiso del encarnado para cambiar por favores poco dignos con los peritos de las sombras; la evocación es una invitación o solicitud a las entidades amigas y bienhechoras, que comparecen espontáneamente sin compromisos u obligaciones de ninguna especie. El término conjuración define una asociación con fines e intereses recíprocos, donde los espíritus convocados saben perfectamente del "servicio" a prestar al conjurador El conjurar es la operación tradicional que atrae a los "negociadores" encarnados y desencarnados, mientras que la evocación puede hacerse a cualquier entidad, guía o santo, que presente su concurso sin preocuparse por compromisos subversivos.En el Espiritismo, por ejemplo, la evocación es simple y de naturaleza mental, exceptuada de cualquier ceremonia u obligación. El conjuro, pone en movimiento fuerzas poderosas por parte de los conjuradores, pues algunas veces, las entidades inferiores son dominadas por la mente del hechicero, compareciendo casi hipnotizadas a la convocación coercitiva, siendo aprovechadas en sus tendencias deprimentes para el servicio de los interesados. De ahí nace la historia como el muy comentado caso de "Aladino y su Lámpara", que más tarde se vengaba de aquellos que abusaban de sus poder e ingenuidad.

Pregunta: ¿Existe alguna diferencia entre la evocación a través de un ceremonial ex profeso preparado, como hacían los antiguos magos, y la evocación mental de los espiritas?
Ramatís: Es indudable, que la diferencia es muy grande, pues en la evocación a través de la magia ceremonial, todo se hace con la finalidad de identificar al espíritu evocado. Por eso, existía el rito de limpieza fluídica, el uso de ropajes inmaculados y sahumados con esencia de nardos, además del aseo corporal con hierbas olorosas. Se hacía la "ionización" o dinamización etérica del ambiente en concomitancia con la armonía mental de los presentes y el recitativo vibrante de los "mantrans" electo al padrón espiritual de la entidad evocada, ya fuese un guía, ángel, santo o espíritu familiar.El ambiente para la evocación se preparaba para evitar cualquier tipo de influencia mortificante para los espíritus evocados, los que generalmente, eran de mejor condición espiritual que sus evocadores. Todo se hacía bajo el más disciplinado recogimiento, puesto que el acto, lo consideraban como una gracia divida. El respeto que se tenía a las jerarquías, aliados al sentimiento de júbilo, por un hecho tan poco común, producía una atmósfera de vibraciones electivas para los espíritus de alta vibración espiritual. Pocas veces observamos, en la actualidad, trabajos que se asemejen a esos principios tan nobles, pues las actuales evocaciones espiritas y umbandistas suelen ser irreverentes, por parte de sádicos y excépticos, dado que no dejan de ser meros legalistas que afrontan a los comunicantes con cierto aire de incredulidad.En la evocación esencialmente mental, sin la garantía del ceremonial e higienización saludable del ambiente, la barrera mediúmnica interfiere en forma acentuada sobre el comunicante y dificulta la identificación individual. El espíritu evocado no consigue ultrapasar el biombo anímico del médium, siendo incapaz de dar detalles de su personalidad, salvo algunas coincidencias que se ajustan por asociación de ideas. Es muy difícil para los médiums intuitivos apreciar cualquier identificación de los espiritas desencantados, cuando no consignen introducirse íntima-mente en su individualidad moral.Exceptuando los sensitivos de incorporación sonambúlica o psicógrafos totalmente mecánicos, para la generalidad de los médiums que no tienen las citadas cualidades, se les hace imposible reconocer a los espíritus asistentes, salvo que conozcan algo de su naturaleza personal, cuando se hallaban en el mundo físico.

Pregunta: Entonces, ¿se justifica que en los trabajos de las mesas espiritas haya más interés por las ideas de los espíritus asistentes, que por conocer su identidad personal?
Ramatís: En ese caso, cuando no existe garantía sobre la identificación, casi no compensa la realización de las sesiones mediúmnicas. Los espíritus que se comunican desde el Más Allá, son los mismos hombres que vivieron en la tierra, y vosotros seréis en el futuro, espíritus comunicantes. El intercambio mediúmnico debe tener por finalidad conocer la vida del Más Allá y confrontarla con el mundo material, además de saber quién transmite el mensaje, por lo cual, no vemos el motivo agotador, en el sentido de querer descubrir las mistificaciones, equívocos y animismos improductivos. Entonces, sería mucho mejor conocer las ideas de esos hombres cuando estaban vivos sobre la tierra y no después de desencarnados, dado que todo se hace más difícil y dudoso.Respecto a lo que se alega sobre la necesidad de adoctrinar a los espíritus sufrientes y esclarecer a los equivocados del Más Allá, sin cuerpo físico, creemos que los espiritas ya están suficientemente advertidos, que la referida adoctrinación va dirigida con más propiedad a los vivos, para que sepan qué es lo que les va suceder después de la muerte y lo que más conviene para su propia felicidad. En la tierra existen conocimientos y orientaciones espirituales suficientes para conducir a la humanidad hacia la angelitud, siempre que el hombre se proponga seguir las directrices que dejaron y que además vivieron en sí mismos, Hermes, Confucio, Fo Hi, Krisnha, Buda, Pitágoras, Jesús, Kardec y otros más. ¿Por qué esas enseñanzas han de tener más valor cuando son explicadas por los "fallecidos" a través de los médiums anímicos, que deterioran o mezclan las comunicaciones con sus convicciones precarias?He ahí, el porque son de poco valor las evocaciones aisladas y a cualquier hora, siempre que no se establezca un campo psíquico vibratorio favorable para que el evocado se identifique, o por lo menos, exponga la naturaleza de sus ideas que tenía cuando era encarnado y que aún tiene después de muerto.

(Ramatis).

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