viernes, 19 de diciembre de 2008

Analizate tu mismo


El deber del espírita cristiano es el de tornarse progresivamente mejor.

Es útil por eso, verificar periódicamente, mediante un riguroso examen personal, el estado cierto de nuestras condiciones íntimas.

El espírita que no progresa en un lapso de tres años sucesivos, permanece en un estado estacionario.

Analiza tu paciencia: ¿estás más sereno, afable y comprensivo?

Inquiere sobre tus relaciones de orden hogareño: ¿conquistaste el más alto clima de paz en tu propia casa?

Investiga las actividades que te competen en el templo doctrinario: ¿colaboras con más entusiasmo en la obra del Señor?

Obsérvate en las manifestaciones frente a los amigos: ¿llevas el Evangelio más vivo en tus actividades?

Reflexiona sobre tu capacidad de sacrificio: ¿notas en ti una mayor disposición de servir voluntariamente?

Pesquisa vuestro propio desapego: ¿te sientes más liberado del ansia de posesiones e influencias terrenas?

¿Usamos con mayor frecuencia los pronombres "nosotros" "nuestro" y " nuestra" y menos los singulares "yo", "mío" y "mía"?

Tus momentos de tristeza o de cólera reprimida, que en oportunidades sólo tú conoces, ¿son en la actualidad más raros?

¿Disminuyeron los pequeños remordimientos ocultos en lo profundo de tu alma?

¿Superaste antiguos desafectos y aversiones?

¿Corregiste los lapsos crónicos de desatención y negligencia?

¿Estudias más atentamente la Doctrina que profesas?

¿Comprendes mejor la función creadora del dolor?

¿Cultivas todavía alguna discreta enemistad?

¿Auxilias a los necesitados con más abnegación?

¿Oras, realmente?

¿Tus ideales evolucionan?

¿Tu fe razonada se consolidó más segura?

¿Tienes la palabra más indulgente, los brazos más activos y las manos dispuestas a proteger?

Evangelio es alegría en el corazón: ¿estás, efectivamente, más alegre y feliz íntimamente en estos tres últimos años?

¡Todo marcha¡ ¡todo evoluciona! ¡Brindemos nuestro rendimiento individual a la obra de Cristo!

Valora la existencia hoy, espontáneamente, viviendo en paz, para que no te veas en la obligación de valorarla mañana bajo el impacto del dolor.

¡No te engañes! Un día que se fue es una cuota más de responsabilidad, un paso más rumbo a la vida espiritual, una oportunidad más aprovechada o perdida.

Interroga a la conciencia en cuanto al aprovechamiento de tu tiempo de tu salud y a las oportunidades de hacer el bien que dispones en la vida diaria.

Haz esto ahora, mientras puedes valerte de tu cuerpo humano y mientras tienes la posibilidad de reconsiderar tu orientación corrigiendo los engaños con facilidad, pues cuando vengas para este lado será más difícil…

(Andre Luiz)

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