domingo, 21 de diciembre de 2008

El dormir y los sueños


402. ¿Cómo podemos juzgar de la libertad del Espíritu mientras dormimos?
«Por medio de los sueños. Bien puedes creer que cuando reposa el cuerpo, el Espíritu posee más facultades que en estado de vigilia. Tiene el recuerdo del pasado y a veces previsión del porvenir; adquiere mayor poder y puede ponerse en comunicación con los otros Espíritus, ya en este momento, ya en otros. Tú dices con frecuencia: he tenido un sueño extravagante, horrible; pero inverosímil. Te equivocas, pues a menudo es recuerdo de lugares y cosas que has visto o presentimiento de lo que verás en otra existencia o en otra época. Entorpecido el cuerpo, el Espíritu procura romper sus cadenas, inquiriendo el pasado o el porvenir. «¡Pobres hombres, cuán poco conocéis hasta los fenómenos más comunes de la vida! Creéis ser muy sabios, y las cosas más insignificantes os ponen en aprietos. A esta pregunta que os dirigen los niños: ¿Qué hacemos cuando dormimos? ¿Qué son los sueños? Os quedáis mudos.»

El sueño libra parcialmente al alma del cuerpo. Cuando uno duerme se encuentra por un momento en el mismo estado en que fijamente se halla después de la muerte. Los Espíritus que con prontitud se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido sueños inteligentes. Cuando duermen se unen de nuevo a la sociedad de otros seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir. Esto debe enseñaros una vez más a no temer a la muerte, puesto que, según las palabras del santo, morís todos los días.

«Esto respecto de los Espíritus elevados. Pero cuando a la mayoría de los hombres que, al morir, han de permanecer durante mucho tiempo en esa turbación, en esa incertidumbre de que os han hablado, van a mundos inferiores a la Tierra, a donde les llaman antiguos afectos, o buscan quizá placeres más bajos que los que tienen, y doctrinas más viles aún, más innobles, más nocivas que las que entre vosotros profesan. Y lo que engendra la simpatía en la Tierra no es otra cosa que el hecho de sentirse uno al despertar, aproximado por el corazón a aquellos con quienes se acaban de pasar ocho o nueve horas de dicha o
de placer. Explica también esas antipatías invencibles el conocer en el fondo del corazón que tales gentes tienen distinta conciencia de la nuestra; porque las reconocemos sin haberlas visto nunca con los ojos. Explica asimismo la indiferencia; porque no nos inclinamos a buscar nuevos amigos, sabiendo que tenemos otros que nos aman y nos quieren. En una palabra, el sueño influye en vuestra vida más de lo que pensáis.

«Por medio de los sueños, los Espíritus encarnados están siempre en relación con el mundo de los Espíritus, y por esto los superiores consienten sin mucha repugnancia en encarnarse entre vosotros. Dios ha querido que, durante su contacto con el vicio, puedan ir en busca de fuerzas al origen del bien, para que ellos, que vienen a instruir a los otros, no falten también. El sueño es la puerta que Dios les ha abierto para con sus amigos del cielo; es el recreo después del trabajo, ínterin llega la libertad final que ha de restituirlos a su verdadero centro.»

El sueño es el recuerdo de lo que ha visto vuestro Espíritu mientras dormíais; pero observad que no siempre soñáis; porque no recordáis siempre todo lo que habéis visto. No está vuestra alma en todo su desarrollo, y a menudo el sueño no es más que el recuerdo de la turbación que se une a vuestra partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis hecho o que os preocupa en estado de vigilia. Y de no ser así, ¿cómo explicaríais esos sueños absurdos que tiene así el más sabio, como el más ignorante? Los Espíritus malos se aprovechan también de los sueños para atormentar a las almas débiles y pusilánimes.

«Por lo demás, dentro de poco veréis desarrollarse otra especie de sueños, que aunque tan antigua como la que conocéis, la ignoráis ahora. El sueño de Juana de Arco, de Jacob, de profetas judaicos y de adivinos hindúes, sueño que es el recuerdo que el alma completamente separada del cuerpo, conserva de la segunda vida de que os hablaba hace un momento.» «Procurad distinguir bien estas dos especies de sueños en aquellos que recordéis, pues sin ello caeríais en contradicciones y errores que serían funestos a vuestra fe».

Los sueños son producto de la emancipación del alma, que se hace más independiente por la suspensión de la vida activa y de relación. De aquí una especie de clarividencia indefinida que se extiende a los más lejanos lugares o nunca vistos, y a veces hasta a otros mundos. De aquí también el recuerdo que representa a la memoria los sucesos realizados en la existencia presente o en las anteriores. La rareza de las imágenes de lo que ocurre o ha ocurrido en mundos desconocidos, entremezcladas con las cosas del mundo actual, forman esos conjuntos extravagantes y confusos que parece que no tienen sentido ni conexión.
La incoherencia de los sueños se explica también por los claros que produce el recuerdo incompleto de lo que se nos ha aparecido mientras dormimos. Tal sucedería con un relato del cual se hubiesen quitado al acaso frases o miembros de éstas, pues reunidos los fragmentos restantes carecerían de significación razonable.

403. ¿Por qué no se recuerdan siempre los sueños?
«Lo que tú llamas dormir no es más que descanso del cuerpo; porque el Espíritu está siempre en movimiento. Así recobra algo de su libertad, y se comunica con los que aprecia ya en éste, ya en otros mundos; pero como el cuerpo es materia pesada y grosera, con dificultad conserva las impresiones que ha recibido el Espíritu; porque no las ha percibido por medio de los órganos del cuerpo».

(Del libro de los Espiritus de Allan Kardec)

1 comentario:

  1. me gustaria invitarte a participar en mi pagina qu eno es nada tan digno de admiracion como la tuya es solamente un lugar donde expongo articulos sobre suenos y demas que son temas que me interesasn .te dejo mi eimail
    xosefa_a@yahoo.gr

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