domingo, 28 de diciembre de 2008

Homosexualidad


Pregunta: La tendencia de la criatura a buscar una comunión afectiva con otra criatura del mismo sexo -conocida como homosexualidad- ¿implica una conducta culpable ante las leyes espirituales?
Ramatís: Se considera que el "reino de Dios" también está en el hombre, y como él fue hecho a imagen de Dios, es evidente que el llamado pecado, mal, crimen o vicio, es censurable cuando se incurre en ellos después que el espíritu humano alcanzó frecuencias superiores. Los aprendices promueven y subliman el instinto animal en el hombre, y el hombre en el futuro ángel; esas enseñanzas son aplicables a todos los seres. La virtud, por lo tanto, es la práctica de aquello que beneficia al ser en los diversos grados de la escala evolutiva. El llamado "pecado" es la carga que porta la criatura que cultiva o que le fue posible usar y que siendo de índole beneficiosa, le sirve para todo momento de su evolución. La homosexualidad, por lo tanto, en forma alguna puede ofender las leyes espirituales, porque nada de lo que se use en la actividad humana hiere a los Maestros espirituales, así como sucede con el alumno primario, que no causa resentimiento al profesor, cuando su comportamiento educativo no se corresponde con las reglas trazadas, por ser aún inmaduro. Pecados y virtudes en nada ofenden o loan al Señor, pero definen lo que es "mejor" o peor para el que busca su felicidad por los intrincados caminos de los mundos materiales, sin estabilidad angélica. La homosexualidad no es una conducta dolosa ante la moral mayor, pero sí delante de la falsa moral humana, pues al no poder definir los orígenes fundamentales de ese complejo problema, y cuáles son los motivos de la homosexualidad, lo consideran un problema más de orden moral que técnico, científico, genético o endocrino.

Pregunta: ¿Cuál es vuestra opinión sobre la homosexualidad, a la luz de la doctrina espiritista?
Ramatís: Quienes contestan a esa pregunta son los propios espíritus en el tema "Sexos de los Espíritus", capítulo IV de la Pluralidad de las Existencias, ítem 200 a 202, que así responden.

Pregunta: ¿Tienen sexo los espíritus?
Ramatís: "Como lo comprendéis vosotros, no; porque los sexos dependen del organismo. Existe entre ellos amor y simpatía, pero fundados en la semejanza de sentimientos."

Pregunta: El espíritu que animó el cuerpo de un hombre ¿puede, en una nueva existencia, animar el de una mujer y viceversa?
Ramatís: "Sí; los espíritus tanto animan a los hombres como a las mujeres."

Pregunta: Cuando somos espíritus, ¿preferimos encarnarnos en el cuerpo de un hombre o de una mujer?
Ramatís: "Poco importa al espíritu, porque depende de las pruebas que ha de sufrir."(1)

1 Los espíritus renacen hombres o mujeres, porque carecen de sexo. Como deben progresar en todo, cada sexo, lo mismo que cada posición social, les ofrece pruebas y deberes especiales y ocasión de adquirir experiencia. El que fuese siempre hombre, no sabría más de lo que saben los hombres.

Pregunta: Realmente, ¿qué es lo que puede explicar el fenómeno de la homosexualidad?
Ramatís: Ese asunto no se soluciona con las bases científicas materialistas, sólo lo entenderéis y podréis explicarlo, dentro de los principios de la reencarnación. Es evidente que no se puede esclarecer el motivo de la homosexualidad, cuando se lo quiere explicar por medio de la opinión del mundo heterosexual, así como no se pueden explicar ciertos estados sublimes o depresivos de los humanos que no hayan vivido el mismo fenómeno.

Nota del Médium: Paralelamente al asunto tratado, cuando mencionan a Ramatís, respecto de lo nocivo que es el Carnaval en Brasil, él mismo responde: "Evidentemente, no podemos justificar las consecuencias nefastas y degradantes que comúnmente resultan de los festejos de Momo, a causa de los descontroles emotivos, de las pasiones y alucinaciones alcohólicas que fluyen de la extroversión de los sentidos físicos en busca de satisfacciones carnales. Los más degradados, astutos e irresponsables tratan de extraer toda suerte de provechos, entre placeres y venturas censurables, aprovechando la situación caótica carnavalesca, por esa escoria de viciados, delincuentes y degenerados que desvirtúan las festividades carnavalescas con el vicio, la lubricidad y el mal ejemplo". No bastan las conclusiones simples, investigaciones psicológicas e indagaciones científicas, para explicar con éxito las causas responsables del homosexualismo. Es un problema que se evidencia cada vez más, por el aumento demográfico de la humanidad, y también, por las nuevas concepciones de la convivencia humana, como liberación de "tabúes" y la búsqueda de la autenticidad en la vida y sus propósitos. Crecen los grupos, comunidades y hasta instituciones homosexuales, con el afán de resolver los problemas angustiosos o los motivos de las incoherencias señaladas por los que desprecian esa forma de vida, juzgadores del prójimo, que son incapaces de juzgarse a sí mismos. Millones de hombres y mujeres son portadores de esa anomalía que requiere la atención y el estudio de sus reacciones y comportamientos, no juzgándolos y censurándolos a la luz de los principios y costumbres morales de la civilización retrógrada y mistificada. Se considera la multiplicación de instituciones, casas de salud, investigación, nosocomios, clínicas psiquiátricas, psicológicas, recursos de hipnosis terapéutica a fin de solucionar los problemas de la prostitución, el alcoholismo, educación, pobreza y todo tipo de imprudencias humanas, por lo tanto, debido a las criaturas homosexuales, también es lícito que todos esos esfuerzos e investigaciones sean hechos en pie de igualdad con las criaturas heterosexuales.

Pregunta: Siguiendo con la opinión diversa sobre este asunto, también se cree que es un fenómeno anormal. ¿Cuál es vuestro punto de vista?
Ramatís: Esa afirmación es verdadera cuando se interpreta estadísticamente, por ser mayoría las personas heterosexuales, pero interpretado bajo el prisma de las leyes de la evolución espiritual, el problema no puede solucionarse en forma general, dado que es peculiar a cada individuo en su lucha redentora y anímica. Con el transcurso del tiempo, la humanidad terrícola ha de comprender lo que es anormal y normal, observando que ese aspecto no se ajusta en forma coherente, al tratarse simplemente de gestos y conductas externas, incapaces de mostrar la intimidad de las almas. El propio cuerpo carnal, algunas veces trae trazos de anormalidad o normalidad del espíritu, por lo tanto, debe considerarse que sólo es el agente de manifestaciones configuradas por la herencia biológica, determinada por la herencia espiritual. El problema es realmente de afinidades electivas en el campo de la espiritualidad, porque el hombre y la mujer carnal, apenas son expresiones de la misma esencia espiritual, pero diferenciadas por la mayor o menor pasividad, actividad, sentimiento y razón. A través de los milenios, unas veces encarnando en un organismo femenino, otras en el masculino, despierta y desarrolla perfecciones y cualidades inherentes a las necesarias expresiones sexuales. El hombre y la mujer tienen, simultáneamente expresado, algo femenino o masculino que, acentuándose, arroja características peculiares en cada encarnación, sin que eso pueda definir una separación absoluta, capaz de clasificarse como anomalías o reflejos femeninos en la entidad masculina o viceversa.

Pregunta: Afirman algunos estudiosos de los problemas de la homosexualidad, que se trata de consecuencias glandulares. ¿Es así?
Ramatís: Son palpitos, y confunden el efecto con la causa, porque las alteraciones endocrinas apenas activan o reducen el metabolismo glandular, resultante de la tensión psíquica, intensa o reducida sobre las estructuras cerebrales, entre ellas el hipotálamo y el eje hipotalámico, con la acción refleja sobre la hipófisis, la cual activa las demás glándulas endocrinas.

Pregunta: ¿Nos podéis explicar de forma más comprensible para nosotros, las particularidades de ese asunto?
Ramatís: Por ejemplo, el espíritu que renace una decena de encarnaciones como mujer, a fin de desarrollar sentimientos en una secuencia de vidas pasivas, cuya causa es la actividad doméstica, pero por fuerza evolutiva, necesita desarrollar el intelecto, la razón, actitudes de liderazgo y creatividad mental; siendo así, toma un organismo masculino y consecuentemente los caracteres sexuales del hombre; mientras tanto, revive del periespíritu sus reminiscencias de naturaleza femenina. Después de haber tenido varias encarnaciones femeninas, si súbitamente renace en una existencia masculina, raramente predominan en el primer ensayo biológico los valores masculinos, recién despiertos; entonces siente fuertemente los recuerdos psíquicos o acondicionamiento orgánico femenino. En consecuencia, renace y se desarrolla en el ambiente terrenal, una entidad con todas las características sexuales masculinas pero que presenta un comportamiento femenino. Así, comienza la lucha psicofísica en la intimidad del ser, en que los antecedentes femeninos están en conflicto con las características masculinas, ocasionando los problemas de los valores afectivos que oscilan indeterminadamente entre la atracción femenina o masculina. Es el homosexual indefinido respecto de su afección, por las exigencias conservadoras y tradicionales de su comunidad, para la cual es un "hombre" anátomo-fisiológicamente, y en lo íntimo de su alma tiene sentimientos y emociones de mujer, recién ingresada en el capullo orgánico masculino. Presenta todas las características de la biología humana del tipo masculino, pero es en el campo de su afecto y emotividad una criatura afeminada, a pesar de que los exámenes bioquímicos den características del sexo masculino.

Pregunta: ¿Debemos suponer que eso también sucede cuando se da en forma inversa?
Ramatís: En el caso de la pregunta, existe el mismo proceso ya aclarado. No obstante, el espíritu que vivió algunas decenas de encarnaciones masculinas, llevando a cabo actividades fuera del hogar, desarrollando los principios activos, el intelecto, la razón y la iniciativa creadora, más dirigiendo que obedeciendo e imponiéndose menos que acatando, desarrolla una individualidad algo prepotente y a veces tiránica. Obviamente, precisa modificar su psiquismo agresivo o violento, por sus constantes actividades de luchador y guerrero -donde la razón no permite ningún aspecto sentimental- y reconocer la necesidad de desenvolver el sentimiento. Entonces, se le aconseja tomar un cuerpo femenino, en algunas reencarnaciones reeducativas. En ese caso es muy difícil expresarse, al comienzo, con las características delicadas, tiernas y amorosas de la mujer. La tensión periespiritual despótica, impulsiva y demasiado racional, acciona fuertemente en el nuevo cuerpo proyectado para el sexo femenino, y por repercusión extracorpórea, activa demasiado el cerebro, predisponiendo la acción de la masculinidad sobre las características delicadas y femeninas. De ahí el concepto "mujer-macho", por su voz, gestos y decisiones, que recuerdan ser más propias de un hombre. No se puede comprobar que esas características sean provenientes de alguna alteración genética, donde una criatura acentúa la característica psicológica del sexo a la cual se sobrepone la fisiología simple de los órganos reproductores. Sexo masculino, actividad mental; sexo femenino, actividad sentimental. En cuanto a la diferencia orgánica entre el hombre y la mujer, son apenas resultantes de las irradiaciones magnéticas del periespíritu en la vida física. En verdad, lo que importa fundamentalmente al espíritu inmortal es desarrollar la razón, para comprender y accionar en el mundo, y simultáneamente, el sentimiento, para sentir el ambiente y ahí efectuar realizaciones creadoras y perfectamente equilibradas, ni tanto para uno ni tanto para el otro. De ahí el porqué de que la angelología presente la figura del ángel como un ser doblemente alado, cuya ala derecha simboliza la razón y la izquierda el sentimiento, comprobando la necesidad de liberarse que tiene el espíritu humano para transitar definitivamente hacia el universo divino, en su ascenso espiritual, después de completar la evolución de la razón y el sentimiento.
Es de conocimiento espiritual que, en el desarrollo de la individualidad del espíritu eterno, el pasaje de la experiencia femenina a la masculina o viceversa, en el renacimiento en un cuerpo físico con cierta marca sexual, al comienzo predominan siempre los trazos de la feminidad o de la masculinidad, a pesar de las diferencias de la figura sexual del cuerpo. En el constante intercambio del espíritu manifestándose, ora por la organización carnal femenina, ora por la masculina, siempre despiertan valores nuevos y comunes a determinada experiencia humana como hombre o mujer. Además, en ese renacimiento a través del binomio hombre-mujer, más allá del desarrollo del intelecto o de la razón, conforme con el estado masculino o femenino, corrige y salda los débitos de los abusos pecaminosos de esta o de aquella condición femenina o masculina.

Insistimos en decirles: el hombre que abusa de sus facultades sexuales por exceso de lascivia y solamente para la satisfacción erótica, hasta arruinar la vida de otras personas -llegando a ocasionar desuniones conyugales, provocar discordia, aflicciones, angustias y deshonras en diversos hogares, o arrojando a las jóvenes madres solteras al lodazal de la prostitución- ha de corregirse de sus errores cometidos conscientemente, por el renacimiento físico en un cuerpo femenino y bajo la coacción doméstica o de un esposo tiránico, para rescatar e indemnizar todos los males producidos al prójimo. Igualmente, la mujer que no cultiva los valores sanos de la función digna y amorosa de esposa, podrá sufrir una nueva encarnación femenina dolorosa, o tendrá que reajustar su condición física en un cuerpo masculino. Este proceso puede proporcionarle muchas ilusiones y fuga de los deberes conyugales, pero con una compañera de vida ligera, pérfida e irresponsable, como también lo fue el hombre en el pasado, saturando de ese modo sus deseos, en vez de sublimarlos. Ambas posiciones -femenina y masculina- en el mundo físico proporcionan caminos válidos y simultáneamente correctivos, para garantizar el espíritu afligido por su redención y alcanzar a la mayor brevedad la frecuencia angélica, en forma independiente del sexo o estados carcelarios de la carne.

Pregunta: Fuera de los espiritistas o reencarnacionistas esclarecidos, es muy difícil encontrar mentalidades humanas que crean en esa característica: que el espíritu renazca como hombre o vuelva a ser mujer. Tal vez exista en eso una reacción inconsciente del hombre, al considerarse frustrado o herido en su masculinidad, por el hecho de ser mujer u objeto de sensualidad pasiva. ¿Qué os parece?
Ramatís: Causa cierta desconfianza o sorpresa creer en la posibilidad de que el mismo espíritu como hombre, pueda retornar a la Tierra en figura de mujer, pero el periodismo es pródigo en noticias acerca de que la intervención quirúrgica y terapéutica hormonal adecuada, transforma hombres en mujeres o viceversa.Considerando que es más difícil al hombre transformarse en mujer, después de caracterizada su masculinidad en la existencia física, es mucho más fácil decidirse por el sexo antes de renacer.

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir del estigma de la homosexualidad, cuando las opiniones se dividen en forma tajante, pues unos dicen que es una enfermedad y otros un fenómeno inmoral?
Ramatís: Bajo la égida de la severa advertencia del Cristo, en que "no juzguéis, para no ser juzgados", a quien juzga el problema de la criatura homosexual, de modo antifraterno y aun insultante, no hay duda de que la ley, en muy poco tiempo, lo situará en la misma condición desairada, en la próxima encarnación, pues también es de ley que "a cada uno le será dado según sus obras". Si consideramos que no existe nada de nocivo, inmoral o anormal, las tendencias homosexuales son el resultado de la técnica de la actividad del espíritu inmortal, a través de la materia educativa. Esas pruebas sitúan al ser en una franja de prueba o de nuevas experiencias, para despertarles o desarrollarles nuevas enseñanzas sobre la finalidad gloriosa y felicidad de la individualidad eterna. No se trata de una equivocación de la Creación. El compañero atribulado o de tendencia homosexual, necesita del amparo educativo, de la instrucción espiritual correcta respecto de los acontecimientos reencarnatorios y de la fenomenología de las pruebas kármicas. Los errores y los aciertos del alma, principalmente en el campo del amor y del sexo, sean cuales fueren las líneas de fuerza en esta o en aquella dirección, son problemas que reciben el mismo análisis y solución justa por parte de la Ley, sea cual fuere la procedencia, correcta o equivocada. Son asuntos de la conciencia de los hombres, pues de acuerdo con la Justicia y Sabiduría, quien no pasó por pruebas semejantes y condena o insulta al prójimo, deberá enfrentarlas, tarde o temprano, a fin de sentir en su propia carne, no el error del prójimo sino el remordimiento de su mal juzgamiento espiritual.

Pregunta: ¿Qué nos decís de la homosexualidad como un acontecimiento inmoral?
Ramatís: Primero aclaremos lo que se entiende por moral humana, que es un recurso de equilibrio, sobrevivencia pacífica y disciplina entre los ciudadanos, teniendo el equilibrio asegurado si se acatan las leyes, costumbres, preceptos sociales, la propiedad ajena, convivencia sin licenciosidades, por lo cual, de ahí se debe comprender, que la Moral Universal está fundamentada exclusivamente en el Amor... Inmoral, por lo tanto, es todo ciudadano encarnado que falta al precepto fundamental de la vida espiritual superior: el Amor. Si la homosexualidad es inmoral, por los conceptos pasajeros de la moral humana, también son inmorales los ciudadanos que juzgan a sus hermanos, incurriendo en su culpa por falta de Amor.

Pregunta: ¿Tiene algún fundamento que la homosexualidad sea el fruto de una enfermedad psíquica?
Ramatís: Considerando que el Amor es la base de la salud espiritual, y el odio, la enfermedad, toda trasgresión a la ley del amor se puede encuadrar en la terminología patológica, con más o menos gravedad en este o en aquel sector. Aunque sepamos que la enfermedad es el fruto fundamental del desequilibrio físico o psíquico, o de ambos, de cualquier forma la enfermedad siempre es consecuencia de la negligencia espiritual del hombre, con las leyes superiores en el campo de la virtud, no comprendida. Siendo así, tanto puede señalarse como enfermedad la tendencia homosexual, como también la hipocresía, maledicencia, avaricia, envidia, lujuria y hasta la propia gula, así clasificada por la espiritualidad. En consecuencia, el problema de la homosexualidad no es tanto respecto de su clasificación legal o científica, sino de ayuda y amparo afectuoso de todos los que se juzgan sanos en su heterosexualidad.

Pregunta: Y, ¿cuándo se trata de encuadrar al homosexualismo en la categoría de perversión?
Ramatís: En el caso de que el homosexualismo sea perversión pasible de terapéutica o de penas legales, le cabe a las leyes de la naturaleza, la culpa fundamental de eso, por el hecho de no saber desarrollar las características específicas de la personalidad, dictadas por la influencia del espíritu humano, acostumbrado por un puñado de existencias exclusivamente femeninas o masculinas en la nueva encarnación, o por la acción de la fuerte sexualidad del pasado, modificando las reacciones psicológicas del espíritu renacido como mujer u hombre, contrariando las peculiaridades orgánicas. La homosexualidad puede ser el fruto de dificultades de la técnica sideral, para conseguir el psiquismo adecuado al organismo humano, acentuando la feminidad total en una nueva encarnación masculina, o viceversa; es obvio que también puede ser la prueba kármica para quien realmente abusó de sus facultades eróticas, ocasionando perjuicios a otros en el campo de la propia sexualidad, con repercusiones sociales. Además, en muchos casos, espíritus de liderazgo, cultos e hipersensibles, virtuosos de la música, genios de la pintura o renombrados escultores de la materia y de la vida espiritual, con el interés de concluir tareas de elevación en las agrupaciones humanas y mejorarse a sí mismos, pueden solicitar el cambio urgente de su personalidad, definida transitoriamente en la carne, asumiendo un organismo sexualmente opuesto al habitual. De ahí la influencia fuertemente femenina en la organización carnal del sexo masculino, o la fuerza dominante de masculinidad en el cuerpo femenino, en un visible desequilibrio entre lo psicológico y lo orgánico. Si vuestro orbe terrícola, planeta de evolución primaria, se transforma lentamente en estados más avanzados, hasta alcanzar el objetivo de evolucionar hacia una valiosa escuela espiritual superior, fuera habitado exclusivamente por espíritus puros o superiores, no existirían problemas de "perversiones" o "prostituciones"; porque esos problemas no son específicos de entidades malignas, sino que son causados por la inferioridad y los defectos de la mayoría de los terrícolas.
Los "marginados" y "delincuentes" terrenales son el producto indirecto de la falta de asistencia, educación, salud, hogar, cariño y amor a la sociedad; que se juzga pura, cuando es hipócrita y mistificadora. Ante cualquier desliz, inversión sexual, crimen, pillaje, subversión, vicio o perversión, se culpa a toda la humanidad, pues cada ciudadano es responsable por determinada cuota de negligencia, egoísmo, comodidad, bienestar, placer egocéntrico, etc., etc. Para justificar toda esa demanda del ciudadano que se cree puro, recomendamos la sentencia del más amoroso de los Maestros, con su clásica frase: "Aquel que no tuviere pecado, que arroje la primera piedra".
En verdad, apareció en la Tierra una criatura absolutamente limpia de espíritu, exceptuada de cualquier tipo de desequilibrio emotivo, mental o negativo. Era armónico y sano respecto de sus emociones, justo y absolutamente amoroso en sus acciones, irradiaba bondad, perdón y amor, y sin sombra de perversión, por su conducta honesta. Pero los hombres mezquinos lo crucificaron por ser Jesús, el Cristo vivo, un látigo de la nueva moral sobre los pretenciosos defensores y participantes de la deteriorada sociedad de entonces. Aun así, traicionado, insultado, herido y crucificado, posó su sublime mirada en la multitud acicateada por las pasiones inferiores y con voz vibrante y amorosa, exclamó: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen".
Pregunta: Según vuestro parecer, ¿es pasible de censura aquel que condene a los homosexuales?
Ramatís: Bajo cualquier concepto que se juzgue, sea por disturbio endocrino, enfermedad, perversión, prostitución o vició, se trata de almas compañeras de vuestro peregrinaje terreno, mereciendo vuestra comprensión, pues aun podríais pasar por los mismos problemas o bien los tuvisteis antes. Como no hay privilegios, preferencias religiosas o injusticia de la Ley, ningún espíritu o hijo de Dios pasará del estado de animalidad al estado humano, y del hombre al ángel, sin padecer los problemas, insuficiencias, defectos, pecados y vicios de toda la humanidad. En otros trabajos hemos dicho que el mismo Jesús no evolucionó en "línea recta", sino que hizo el curso integral de la vida física, como cualquier hombre lo hizo o tendrá que hacerlo. Jesús se distingue de los hombres actuales, porque habiendo alcanzado el clímax de su evolución planetaria, sacrificado en la cruz y sepultado, resucitó por la emancipación espiritual en la figura del "Hermano Mayor", y en la actualidad, es el "Camino de la Verdad y de la Vida", pues quien no practica sus enseñanzas, desde vidas anteriores a través de los milenios de perfeccionamiento, no alcanzará el reino de los cielos. En consecuencia, el principal problema no es la interpretación científica, patológica o moral en lo que concierne a la homosexualidad, según juicio simple o superficial, sino el de prestar ayuda, comprensión e interés por el hermano censurado socialmente. Lo mismo que desearíamos para vosotros mismos, en el caso de que os enfrentaseis con el mismo problema. Aun recomendamos al Cristo, en su advertencia: "Veis la paja en el ojo ajeno y no veis la viga en el vuestro".
En verdad, la mayoría de las criaturas homosexuales no saben lo que les sucede, y siendo así, no deben culparse por una situación cuya causa desconocen en forma consciente. De ahí la ayuda que se les debe prestar, analizando, examinando y concluyendo en forma exacta en las providencias favorables, o por lo menos, teniendo mejor comprensión y tolerancia. El homosexual, por lo común es un alma confundida, sujeta a impulsos ocultos; no tiene la percepción de las causas y motivos que lo llevan a la erotización con el mismo sexo. Es un concepto generalizado entre personas aun sin conocimiento psicológico, que el sexo es una fuerza poderosa y actuante en el ser humano, capaz de conducirlo a las peores perversidades, delincuencia y hasta el crimen, por la satisfacción animal e inmediata. El deseo sexual le llega al hombre más culto, sabio o líder religioso o sacerdote, pues la historia es pródiga en ejemplos de mentalidades de poderosa creatividad, que se dejaron dominar por esa fuerza y se rebajaron hasta la degradación, por la avidez sexual. Mientras tanto, es doloroso notar que esas indisciplinas sexuales son más comunes y frecuentes entre las criaturas heterosexuales, es decir, las que se juzgan ser ¡normales y sanas! Por lo tanto, ¿cómo juzgar la manifestación de esa poderosa energía, canalizada para el homosexualismo, generando contradicciones inexplicables? Por eso, la más correcta y loable actitud espiritual es "ayudar" y no juzgar las almas estigmatizadas socialmente por los desvíos sexuales.

Pregunta: Se considera que los homosexuales también tienen formada una opinión de los heterosexuales, por el solo hecho de que la criatura tiene el derecho de pensar libremente. ¿Cuál es vuestra opinión?
Ramatís: Aunque hay homosexuales de mal carácter, que se pronuncian pervertidamente, justificando su práctica por su anomalía sexual, y que llegan a ser repulsivos, cínicos y ostensivamente obscenos, la mayoría son almas afectuosas y gentiles, espíritus simpatizantes de las artes, música y literatura romántica, porque disponen de una gran capacidad artística y estética. Proclives a la armonía, dotados de un fuerte amor humano, casi siempre buscan realizaciones filantrópicas y servicios de beneficio al prójimo y a la humanidad. El homosexual masculino trae la sensibilidad femenina; es gentil y afectuoso. A su vez, las mujeres, con rasgos de masculinidad, pueden -no todas- manifestar despotismo, agresividad, rigidez y agrado por los deportes más apropiados para los hombres. Las estadísticas del mundo demuestran que el índice de criminalidad entre los homosexuales es muy reducido, quizás porque son más tolerantes y poco inclinados a la violencia física; exceptuando algunos casos, como sucede con los heterosexuales cuando entran en conflicto. El mundo de los homosexuales es algo tranquilo; su conturbación es el resultado de las frustraciones con sus relaciones humanas. El homosexual no debe ser considerado como un delincuente, un excluido social, porque ejerce un trabajo, es capaz de amar y de seguir integrándose en la comunidad. Sin duda, hay asombro, preconceptos y oprobios de parte de los heterosexuales, ante su imposibilidad de comprender la capacidad o la desventura de una persona que pueda amar a la otra de su propio sexo. Aquellos que entienden y reconocen las minucias del mecanismo y de la motivación reencarnatoria, aceptan el afecto espiritual que trasciende las transitorias formas de la personalidad física, aunque sea poco común que una persona ame otra del mismo sexo que esto pueda provocar extrañeza y repugnancia.

Pregunta: Si tuvierais que emitir un concepto generalizado sobre la diferencia entre la criatura homosexual y la heterosexual, ¿cuál sería vuestra conclusión?
Ramatís: Hemos demostrado que las diferencias de la actividad sexual son el resultado de las necesidades reencarnatorias de cada espíritu, por lo tanto, no nos cabe criticar, estigmatizar, sino simplemente tolerar, ayudar y ver en cada persona a un hermano, lo que realmente somos ante la Naturaleza.

Pregunta: ¿Qué nos podéis decir respecto de ciertos acontecimientos provocados por celos, conflictos y hasta homicidios entre homosexuales, entre los cuales se comprobó como causa el cinismo y la perversión?
Ramatís: Cinismo, obscenidad, conflicto, celos y crimen no son acontecimientos específicos de los homosexuales, pero sí, propios de las almas delincuentes, espíritus primarios aun imperfectos y dominados por el linaje inferior de la animalidad. Hemos dicho que las estadísticas del mundo prueban la existencia de menos delitos y crímenes entre los homosexuales, comparados con los heterosexuales, confirmando lo que citamos anteriormente. No se puede atribuir a un puñado de criaturas delincuentes y dar versión de sus anormalidades, como si fuera el mal carácter y los escándalos provenientes de sentimientos y pasiones inferiores, sumándole a sus problemas a los homosexuales de todo el mundo, porque en definitiva, esos actos pertenecen al hombre universal.

Pregunta: Tratándose la homosexualidad de una perturbación "psicofísica", cuando la psique femenina se manifiesta en una organización masculina, o viceversa, pero no produce deterioro en su mente o desequilibrio mental ¿es evidente que el homosexual puede enriquecer los sectores culturales, artísticos, científicos del mundo, como cualquier otro heterosexual?
Ramatís: Debéis saber que no existe una línea definida, categórica que separe nítidamente el carácter homosexual del heterosexual, a no ser respecto de la erotización; y muchas criaturas convencidas de su heterosexualidad absoluta muestran reacciones, emociones y actos que los identifican con el homosexualismo. Además, existe la creencia de que en cada hombre hay un poco de feminidad, y en cada mujer un poco de masculinidad, mostrando las necesidades evolutivas del alma en el cultivo de la razón y el sentimiento. Obviamente, el sentido artístico -poesía, pintura, música y literatura- han recibido notable contribución de parte de innumerables homosexuales, cuando pudieron exteriorizar su sensibilidad a través de las letras, de la rima, de los sueños por medio de la escritura; dando cuenta de su drama interior, generado por la oscilante personalidad, indefinida orgánicamente. Lo cierto es que las Leyes delinearon al hombre y a la mujer de tal modo, proporcionándole una gama de estados espirituales, partiendo de los asexuales, pasando por los hermafroditas, hasta la heterosexualidad, los que son útiles para el desarrollo de los sentimientos y la razón, de modo que no se debe estigmatizar sino liberar.

(Ramatís, del libro "Bajo La Luz del Espiritismo")

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