miércoles, 17 de diciembre de 2008

La marca que dejamos


Cuando yo era pequeño, bien jovencito, mi papá compró el primer teléfono de nuestra vecindad.
Todavía recuerdo a aquel aparatillo negro y brillante que estaba en la cómoda de la sala. Yo era muy chico para alcanzar el teléfono, pero solía quedarme escuchando fascinado mientras mi madre hablaba con alguien.

¡Entonces, un día descubrí que dentro de aquel objeto maravilloso moraba una persona real!

El nombre de ella era "Informaciones" y no había nada que ella no supiese.

"Informaciones" podía contestar a cualquier llamada y hasta en cualquier hora.

Mi primera experiencia personal con ese genio de la tecnología llegó un día en que mi madre estaba afuera, en la casa del vecino. Yo estaba en el garaje cargando una caja de herramientas cuanto golpeó en mi dedo un martillo. El dolor era terrible pero no había motivo para llorar, ya que no había nadie en casa que pudiera consolarme.

Anduve por la casa, chupando el dedo dolorido hasta que pensé: "¡El Teléfono!".

Rápidamente fui hasta el galpón, tomé una pequeña escalera que coloqué en frente de la cómoda de la sala. Subí la escalera, tomé el tubo telefónico y lo aseguré contra el oído. Alguien atendió y rápidamente dije:

- Una información, por favor.

Oí uno... dos o tres clic y una voz suave y nítida habló en mi oído:

- Informaciones.

- Yo machuqué mi dedo..., dije, y las lágrimas corrieron fácilmente, ahora que ya tenía audiencia.

- ¿Su madre no está en casa? - ella me preguntó

- No tengo nadie aquí..... - contesté.

- Está sangrando?

- No, respondí. Yo machuqué el dedo con un martillo, pero me está doliendo...

- ¿Puedes abrir el congelador? - ella me pregunto. Y le respondí que sí.

- Entonces... toma un cubo de hielo y pásalo por el dedo - me dijo la voz.

Después de aquel día, yo llamaba a "Informaciones" por cualquier motivo.

Ella me ayudó con mis dudas de geografía y me enseñó donde quedaba Filadelfia. Me ayudó con los ejercicios, y me enseñó que la pequeña ardilla que traje del bosque debería comer nueces y frutillas.

Entonces, un día, Petey, mi canario, murió.

Llamé a "Informaciones" y le conté lo ocurrido. Me escuchó y comenzó a decirme aquellas cosas que se dicen a una criatura que está creciendo. Pero yo estaba inconsolable.

Le preguntaba:

- Porqué es que los pajaritos cantan tan lindo y traen tanta alegría a la gente para, al final, acabar como un monte de penas en el fondo de una jaula?

Ella debe haber comprendido mi preocupación, porque agregó calmadamente:

- Paúl, siempre recuerda que existen otros mundos donde la gente puede cantar también ...

De alguna manera, después de eso me sentí mejor.

Otro día, ya estaba yo de nuevo. "Informaciones",.... la voz era tan familiar!!...

- ¿Sabes como se escribe "excepción”?

Todo eso pasó en mi ciudad natal al norte del Pacífico.

Cuando yo tenía 9 años, nosotros nos mudamos a Boston. Sentía mucho la falta de mi amiga.

"Informaciones" pertenecía al viejo aparato telefónico negro y yo no sentía ninguna atracción por nuestro nuevo aparato telefónico blanquito que quedaba en la nueva cómoda de la nueva sala.

Conforme crecía, los recuerdos de aquellas conversaciones infantiles nunca abandonaron mi memoria. Frecuentemente, en momentos de duda o perplejidad, intentaba recuperar el sentimiento calmo de la seguridad que tenía en aquellos tiempos.

Hoy entiendo como ella era paciente, comprensiva y gentil al perder tanto tiempo atendiendo las llamadas de un mocosito.

Algunos años después, cuando estaba yendo a la Facultad, mi avión tuvo una escala en Seattle.

Tendría más o menos media hora entre los dos vuelos.

Hablé por teléfono con mi hermana, que vivía allá, por 15 minutos. Entonces, sin que yo mismo me diera cuenta de lo que hacía, dizque el número de la operadora de aquella mi ciudad natal y dije:

- Una información, por favor.

Cómo un milagro, oí la misma voz dulce y clara que conocía tan bien.

Yo no había planeado eso, pero me quedé preguntando:

- ¿Sabes como se escribe "excepción”?

Hubo una larga pausa. Entonces, vino una respuesta suave:

- Me parece que tu dedo ya mejoró, Paúl.

Me reí,....

- ¡Entonces, tú eres la misma! - dije yo.

- ¡No imaginas lo importante que fue para mí aquel tiempo!

- Imagino - me dijo.

- No te imaginas cuánto significaban para mí aquellas llamadas. Yo no tengo hijos y me quedaba esperando todos los días que me llamaras.

Le conté cuánto había pensado en ella en todos estos años y le pregunté si podría visitarla cuando fuese a encontrar a mi hermana.

- ¡Claro! - respondió.

- Ven hasta aquí y llama por Sally.

Tres meses después fui a Seattle a visitar a mi hermana.

Cuando llegué, una voz diferente respondió:

"Informaciones". Pedí para hablar con Sally.

- ¿Usted es amigo de ella? - me preguntó la voz.

- Soy un viejo amigo. Mi nombre es Paúl.

- Lo siento mucho, pero Sally estaba trabajando aquí apenas medio período porque estaba enferma. Infelizmente, ella murió hace cinco semanas.

Antes que pudiese colgar, la voz me dijo:

- Espere un poco. Usted dijo que su nombre es Paúl?

- Sí.

- Sally dejó un mensaje para usted. Ella lo escribió y me pidió que yo lo guardara para usted en caso de que llamase. Se lo voy a leer.

El mensaje decía:

"Diga a Él que yo todavía creo que existen otros mundos donde la gente puede cantar también. Él va a entender."

Le agradecí y colgué.

Yo había entendido.

Nunca subestimes la marca que puedes dejar en los otros.

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