jueves, 18 de diciembre de 2008

Pases mediumnicos


Actualmente se intenta demostrar que, para la generalidad, las curaciones paranormales registradas continuamente, no pasan de ser fenómenos de autosugestión, en los casos mas graves, o heterosugestión.

Sin discutir las causas psicosomáticas de innumerables enfermedades, no se puede negar que dichos hechos siempre sucedieron a lo largo de la Historia, y que hoy, ciencias tales como la Parapsicología, la Psicobiofísica y el Espiritismo confirman su autenticidad y, a la vez, sin descartar las probabilidades de la sugestión en sus diversas modalidades, explican los factores que facilitan y responden por esos sucesos.

Ya era conocido el concepto que estaba escrito en el santuario griego de Epidauro, en la Antigüedad, hace casi 500 años a.C., que decía: "Ven como hombre saludable y sal mejor".

Allí, como en otros templos, el dios Asclepios visitaba a los enfermos y les curaba sus males.

Pitágoras, en su Escuela iniciática de Crotona, lograba liberar a los hombres de los problemas que les afectaban su salud.

El dios Apolo, que también se hizo notable en Delfos por sus curaciones, recibió un templo, en el siglo VIII a.C., por la gratitud de sus beneficiados.

Jesús fue, sin duda, quien alcanzó los logros más expresivos de que se tiene noticia, en esta especialidad como en otras, pues, delante de Él, las más diversas dolencias físicas y psíquicas encontraban curación inmediata ya sea a través de la imposición de sus manos o, simplemente, a distancia, por su voluntad.

El número de aquellos cristianos primitivos que continuaron esta labor, iniciada por los apóstoles Pedro y Pablo, es muy grande, lo que constituía una llamada contundente para la divulgación que hacían de la naciente Doctrina.

En todos los siglos, hombres portadores de fuerza parafísica consiguieron cambiar la disposición de los pacientes, restaurándoles la salud debilitada.

Se han atribuido a milagros, como violación de las leyes naturales, los resultados de esas transformaciones orgánicas y psíquicas de los seres, afirmándose que eran el resultado de la fe religiosa, responsable de esos éxitos.

Indudablemente, la fe de cualquier tipo, en sí misma, produce un campo vibratorio de receptividad, que facilita la captación de la energía rectificadora que actúa en el organismo afectado.

A Mesmer, inicialmente, le correspondió la tarea de demostrar la existencia de una fuerza fluídica que se comunica entre los seres, entre éstos y los astros, y que también es irradiada por algunos metales, como el imán, produciendo la recuperación de los órganos deteriorados, por medio de un desconocido mecanismo de revitalización.

Posteriormente, siguieron las experiencias del marqués de Puységur, quien consiguió magnetizar pacientes que se recuperaron de inmediato, llegando al punto de magnetizar un olmo, en la aldea de Soissons, para atender a la tremenda demanda de los necesitados que no cesaban de buscar su ayuda.

Más tarde, el cirujano inglés Jaime Braid logró hipnotizar a un empleado que pronto se recuperó de un malestar, haciendo él mismo su Correcto diagnóstico, sin conocer Medicina, iniciándose el período que terminó con el descubrimiento del inconsciente humano.

El misterio y el milagro lentamente fueron desapareciendo, para dar paso a lo científico, a lo lógico y a lo natural.

Se puede decir que fue Paracelso quien inició la era de la Psicología con su trabajo relativo a la imaginación y su poder, ya sea para la salud o para la enfermedad, en la dicha o en la desgracia.

Demostró que muchos sucesos imposibles de detectar y curar por el médico, sí eran factibles de curar por el mismo enfermo o por alguien que fuera persuasivo y de imaginación fuerte. Recibiendo el nombre, en lenguaje moderno, de poseedor de fuerza psíquica o con capacidad de inducción mental.

Sin embargo, un estudio más profundo del poder de la mente en los fenómenos humanos, ya era conocido por los hindúes, los egipcios, los chinos y otros pueblos de la antigüedad, que tenían en sus sacerdotes - médicos, no solamente místicos, sino conocedores de la psicología humana, aplicando los métodos de curación de acuerdo con el comportamiento emocional de los pacientes.

Aristóteles, por ejemplo, llegó a aplicar la técnica de la Psicología en grupo, para atender a aquellos que la buscaban, explicándoles el valor de la entelequia, - que quiere decir fuerza formativa - y su utilización en la vida, por medio de la catarsis o purgación que separa el mal del bien, produciendo la curación.

Hasta que Freud y Jung crearon los métodos psicoanalíticos contemporáneos, toda una pléyade de científicos estuvo empeñada en la solución de los males que afligen a la vida, estudiando la psíquis y su poder en relación con la salud y la propia vida.

Desde Descartes a Leibniz, de Spinoza y Locke a Hume, y de éstos a Charcot, en la Universidad de París, los métodos e investigaciones filosóficos se transformaron en hechos científicos de laboratorio, concluyentes, abriendo espacios para la detección de las facultades paranormales del hombre.

Para que se consiguiera ese paso decisivo en el estudio y comprensión de la naturaleza humana, la Física contribuyó mucho, especialmente la Nuclear, para desenmascarar la materia, que entonces reinaba soberana por todas partes, transformando el ser en una masa que se consumía ante la muerte...

El astrónomo y físico inglés Arthur Eddington fue quien dió el primer gran paso para ello, afirmando, después de demoradas investigaciones: "La materia del mundo es la materia del espíritu".

Se puede deducir, por tanto, que lo visible es la materialización de lo invisible, que es lo único real.

Albert Einstein, el insigne físico y matemático concepcionista, adoptó una actitud científica equivalente, de la creencia en Dios cuando dijo que El es "independiente del Universo".

El eminente Planck, concluyó, tranquilamente, que "hay por detrás de la fuerza del Universo, un espíritu inteligente y consciente. Tal espíritu es el fundamento primitivo de toda la materia".

A su vez, Sir James Jeans, que reúne en su formación cultural el conocimiento de la matemática astronómica y de la física, añadió que "El Universo, a la inversa de ser una gran máquina, se parece más a un gran pensamiento".

Es sabido que la energía no se pierde, sino que se transforma, de la misma manera que la masa se convierte en energía, energía que era antes, en su estado inicial, primitivo.

Estos conocimientos facilitaron el estudio y la discusión de las fuerzas paranormales del hombre, comprobándose su realidad.

Viviendo en un Universo de ondas y mentes, de rayos y vibraciones hay un intercambio natural, inevitable, consciente o no, entre todas estas radiaciones de la energía en sus diferentes grados.

La inteligencia, introduciéndose como una sonda en el inconsciente humano, encontró en los archivos de la personalidad respuestas para miles de hechos; de la misma forma comprobó que individuos bien dotados exteriorizan vibraciones y fuerzas que están latentes, interfiriendo en la estructura de la materia, inclusive materializando formas por medio de la emanación del ectoplasma.

Superada la hipótesis del fraude, fueron tales las condiciones en que los fenómenos se han producido, que se confirma la disposición humana para producirlos, que cuando son bien dirigidos pueden influir en el área de la salud.

Así surgieron las técnicas denominadas fluidoterapéuticas, que son transferencias de la radiación de la "Fuerza Od" como la denominaba el barón Reichenbach, quien fue el primero que estudió con criterio científico ese aura o cuerpo astral, que se puede transmitir de una a otra persona y en determinados momentos tornarse visible, siendo detectada por la cámara kirlian.

Siendo el pensamiento una energía, cuando está bien dirigida, ésta interviene en el campo vibratorio que la capta, produciendo un cambio de fuerzas en ese organismo.

Además, como el Espíritu es una energía específica y la muerte no lo destruye, es natural que, por amor u odio, simpatía o antipatía en el intercambio, ayude o perturbe a aquéllos que quedaron en la Tierra.

Preservador del conocimiento adquirido en las sucesivas reencarnaciones, puede contribuir con su potencial energético para el bien o para el mal de las criaturas con las cuales tenga afinidad o rechazo.

Así es que, atraídos por el cariño y el deseo del bien, los Espíritus Superiores retornan a la convivencia humana para ayudar, utilizando, no pocas veces, la mediumnidad para la labor de las curaciones paranormales.

No hay porque dudar de esa intervención, considerando que la vida es un flujo continuo en el que el ser espiritual se viste y se desviste de la carne sin dejar de ser él mismo, progresando siempre.

Tenemos, entonces, que considerar, en el capítulo de las curaciones de las enfermedades, aquellas que son producidas por individuos portadores de fuerzas parapsicológicas y por aquéllos otros que, poseedores de mediumnidad, ofrecen a los espíritus desencarnados el material para que puedan aplicar sus recursos energéticos por intermedio de ellos, en la condición de dínamos que transforman, en fluidos específicos, las irradiaciones que captan y transmiten, dirigidos en sus estados de trance.

De esa forma, esos médiums son instrumentos del bien para la solidaridad y la caridad que deben constituir el punto de interacción entre los hombres, ayudándose recíprocamente y trabajando todos en favor de una sociedad más tranquila y, en consecuencia, más saludable.

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